El pasado miércoles el país dominicano se enteró de la muerte de Hamlet Hermann, una persona honesta, ética, comprometida con los mejores intereses de las mayorías populares. Aunque la prensa destacó el hecho de haber participado en la guerra de Abril del 1965 y en la guerrilla del 1973, junto al líder F. A. Caamaño Deñó y otros integrantes, su legado más importante es que fue una persona coherente; un indignado permanente ante la injusticia social; con una práctica comprometida y unos principios éticos innegociables, hasta la muerte. Su labor en la AMET, sus escritos en defensa de los bienes públicos y en contra de la corrupción, y su apoyo decidido a la campaña del 4% para la educación, son solo algunas de sus principales aportes a la Patria.

El pasado domingo 17 de enero el reverendo Fidel Lorenzo Merán, presidente del Consejo Dominicano de la Unidad Evangélica (CODUE), entidad que articula al sector más conservador de la iglesia evangélica, dio a conocer en el programa “Aquí es la Noticia” del canal 25, bajo la dirección de Fernando Quiroz, la “alianza estratégica” de su organización con la Iglesia Católica Romana. La misma fue definida por la confección conjunta de un listado de los candidatos a diputados, senadores, alcaldes y a presidente “pro aborto, pro gay y en contra de la soberanía” para ser leído en todos los recintos católicos y evangélicos del CODUE para que sus fieles no voten por ellos.

Por otro lado, en esta semana se dio a conocer la tradicional carta que envían los obispos católicos romanos con el motivo del 21 de enero, día de La Altagracia. La misma se titula “Sean misericordiosos como su Padre es misericordioso” (Lc 6,36). El documento está dirigido a las y los integrantes de la Iglesia Católica y a “todos los hombres y mujeres de buena voluntad”. En definitiva se trata de un documento que de alguna manera intenta ser un aporte ético y conceptual al mejoramiento de las condiciones de vida de la sociedad.

La carta pastoral de los Obispos del 21 de enero toma como punto de partida una temática que se estará trabajando este año 2016 en la Iglesia Católica, el tema de la misericordia y la compasión con quienes sufren la violencia, el empobrecimiento, la corrupción pública y privada, la degradación del ambiente, y que son víctimas de la manipulación de líderes partidarios y religiosos sin escrúpulos.

Una vez más el documento de los obispos católicos se queda corto en su reflexión, en su valoración social y en su proyección socio-política. Hacen un análisis de la realidad bastante superficial; hablan de corrupción e impunidad y de indiferencia social ante quienes son víctimas del robo público y privado, pero no llegan a analizar las causas profundas; las raíces de esa realidad y terminan proponiendo acciones individuales como visitar al enfermo y dar de comer al hambriento… Pero no hacen un planteamiento serio sobre el compromiso de asumir acciones transformadoras y políticas, que exigen como condición necesaria enfrentar a los principales responsables de la actual situación social,que son los grupos del poder económico y partidario enriquecidos con fondos públicos; los actuales y los pasados.

El periodista Miguel Guerrero, en un artículo publicado en el Nacional y refiriéndose al documento de los obispos señaló:  “Nunca ceso de preguntarme, ¿qué le hace presumir a la Iglesia Católica de la autoridad moral para juzgar gobiernos y sociedades de los pecados y vicios que llenan las páginas de su propia historia? ¿Con qué estatura moral hablan de corrupción si el lazo que consagró su ventajosa posición frente a las demás confesiones religiosas es el fruto de un Concordato, una alianza pecaminosa con el más sanguinario y corrupto de los regímenes que jamás hayamos padecido?¿De dónde extrae la autoridad para juzgar las actividades económicas y a los organismos financieros de la comunidad internacional, si su propio banco, el Instituto de Obras Religiosas o Banco Ambrosiano, llegó a ser señalado por las autoridades europeas como la mayor fuente de lavado de dinero en toda Europa? (Autoridad moral, 21-01-2016, www.elcaribe.com.do/2016/01/21/autoridadmoral).

La socióloga y articulista de Acento, Argelia Tejada, ha calificado como “alianza malévola” la realizada entre la Iglesia Católica y la Iglesia Evangélica, para rechazar a las y los aspirantes a cargos públicos que son pro gay, pro aborto y supuestamente no defienden la soberanía nacional de la “invasión haitiana”. Ha señalado esta estudiosa de la sociología de la religión: “Entonces, ¿qué puede unir a estas dos agrupaciones religiosas en una alianza estratégica? Los une el odio homofóbico, el desprecio a los derechos de la mujer y de las personas LGBTI; el atraso ideológico, la avaricia por apropiarse del dinero público e instrumentalizar los poderes del estado, y el deseo de mantener una sociedad patriarcal…También los une el lenguaje maquiavélico de decir lo que de facto niegan y predicar en contra de lo que de hecho hacen” (Alianza Malévola, 19-01-2016. http://acento.com.do/2016/opinion/8316619-alianza-malevola).

El pueblo dominicano pobre y excluido, empobrecido por el robo impune de la cosa pública o despreciado por su orientación sexual o  por su condición de mujer o de descendiente de inmigrantes negros; manipulado ideológicamente por los medios de comunicación de quienes han hecho de la actividad económico-partidaria un inmenso negocio y por quienes son los principales corruptos y corruptores, necesita líderes comprometidos, con la calidad ética y política de Hamlet Hermann, Juan Bosch o Luis Quinn, en las montañas de Ocoa. Personas que sean capaces de acompañarles y ponerse a caminar a su lado; de unir prácticas transformadoras y voces solidarias comprometidas con la creación de proyectos socio-políticos y comunitarios que postulen y generen una sociedad solidaria, igualitaria y justa.

En definitiva, la sociedad dominicana necesita de personas solidarias que miren con ojos compasivos la situación del pueblo domesticado, violentado y despojado, y se cuiden de ellos y ellas. Necesita de líderes sociales y religiosos que, como Jesús de Nazaret, tengan compasión de la gente y les acompañen en el intento de recuperar su voz profética e indignada y su capacidad de lucha por el logro de una vida digna,  para que dejen de deambular como “ovejas sin pastor”.