He encontrado unos papeles que desmienten radicalmente aquello de que Colón vino aquí como un buscador de cosas en mares extraños, sino como un náufrago. E, igual que él, todos los demás llegaron como náufragos: los franceses e ingleses que en imperdonable extravío cometieron el penoso error de ocuparnos por unos pocos días o meses. Eso explica la levedad de este país como nación, el sentido de provisionalidad de todas nuestras cosas, la sensación de que sobrevivimos cada día de una aventura improvisada que nos es ajena y esa tendencia patológica a ver espejismos en el horizonte cada cuatro años.