La escuela es el reflejo de lo que sucede en la realidad de la vida y los problemas que esta pueda tener son el resultado de lo que ocurre fuera, en la sociedad a que pertenece, pues muchos de los problemas que enfrenta se refieren a cuestiones no estrictamente relacionadas con la instrucción, sino a aspectos y factores contextuales, organizativos y de relaciones personales, que inciden en los resultados educativos finales. Y se puede señalar, que el interés y la preocupación nacional e internacional por el tema del clima escolar,  obedece básicamente  a la exigencia en el mejoramiento de los aprendizajes y a la violencia que afecta a muchas escuelas.

En adición a lo anterior, en el caso dominicano influye que hay desmotivación, insatisfacción, desconcierto y  problemas de disciplina. Además, una buena parte de los docentes siente que ha perdido la autoridad frente al alumnado, lo que se traduce en más indisciplina, violencia, desconocimiento o rechazo a las normas que regulan la convivencia. Todo esto, claramente son sombras que entorpecen y trastruecan los valores básicos de la convivencia, pues tienen un gran impacto negativo en las comunidades educativas que los padecen, y consecuentemente en los aprendizajes de los estudiantes.

Estudiosos afirman que cuando se habla de violencia se está hablando de algo adquirido, y así como el conflicto es parte de la naturaleza humana, la violencia se adquiere y se aprende. Por eso, cada centro educativo tiene la responsabilidad de enfrentar cualquier problemática de estas y otras que puedan afectar la paz del aula y el entorno, ya que en cada uno coexisten actores diversos que representan subjetividades distintas, formas de ver, sentir y relacionarse que entran en juego en la vida cotidiana, construyendo así un clima y una convivencia en cada realidad particular.

Como la convivencia y clima escolar son dos conceptos estrechamente relacionados y presentes en cada realidad escolar, inciden poderosamente en los aprendizajes de los estudiantes. En la entrega anterior, la convivencia escolar se define como “la potencialidad que tienen las personas para vivir con otros, en un marco de respeto mutuo y de solidaridad recíproca. Se genera en la interrelación entre los diferentes miembros de la comunidad educativa del centro educativo y tiene incidencia significativa en el desarrollo ético, socioafectivo e intelectual de los estudiantes”.

Antes de abordar algunas consideraciones sobre el clima escolar, hay que decir que la Psicología Social en su interés de analizar y comprender el comportamiento de las personas en su contexto laboral, establece el concepto de clima organizacional para referirse a las relaciones entre los miembros de una organización y el estilo de liderazgo. Y desde este se construye el de clima escolar, que el Ministerio de Educación de Chile (2004) lo define como la percepción y sensación que un individuo tiene a partir de sus experiencias en el sistema escolar. Se relaciona con el poder de retención de estudiantes y profesores, grado de satisfacción y calidad de la educación, lo cual favorece la enseñanza y el aprendizaje.

El estudio del ambiente o clima social escolar es uno de los principales enfoques a nivel internacional para estudiar la convivencia en la escuela y su relación con los resultados académicos de los estudiantes. Y mientras el clima social escolar es “el conjunto de características psicosociales de una escuela, determinadas por aquellos factores o elementos estructurales, personales y funcionales de la institución que, integrados, confieren un estilo propio a dicha escuela, condicionante a la vez de los distintos procesos educativos”, el clima de aula se entiende como la disposición de parte de alumnos y docentes por comunicarse en forma asertiva, lo cual favorece las relaciones y el trabajo de ambos en el aula. 

La escuela es una institución no solo proveedora de conocimientos y conceptos de tipo académicos, sino un lugar para el crecimiento personal, el progreso comunitario y desarrollo afectivo a través de la interacción de los distintos actores de la comunidad educativa. En tal sentido, “Un clima escolar de paz se ve fortalecido cuando las normas, validadas por la comunidad escolar, son cumplidas; cuando las autoridades son respetadas y cuando las discrepancias, inquietudes o reclamos son formulados con respeto a través de los canales de participación formales que establece la organización de la comunidad” (Ministerio de Educación de Chiles, 2002).

Un buen clima de aula es mucho más que un salón de clases bien equipado y ornamentado. Un buen clima es fruto de diversas variables, donde los docentes juegan un papel preponderante para su lograrlo. Pero también es necesario que desde el MINERD fluyan directrices que ayuden con estrategias que sean fruto de minuciosos diagnósticos de la realidad educativa y social del país, para que los docentes las lleven a la práctica en las aulas, donde se harían efectivas en la convivencia de estudiantes y docentes.

El respeto mutuo y la asunción de determinadas pautas de actuación de parte de docentes y  alumnos ayudan a conseguir un mejor clima de relación. De ahí que comunicación, colaboración, tolerancia, solidaridad y responsabilidad son algunos de los propósitos que debe tener en mira toda comunidad educativa, para construir un clima de relaciones interpersonales que no solo prevenga la aparición de agresiones, sino que también favorezca activamente formas de vivir en común que permitan el crecimiento de todos.

Es primordial que Andrés Navarro, ministro de Educación, y las autoridades regionales, distritales, de escuelas y liceos pongan mayor atención sobre la convivencia y el clima de aulas y centros educativos, porque promover un buen clima escolar ayuda en la conformación de un ambiente propicio para enseñar y aprender.