A pesar de que aún seguimos usando la palabra chele, o chelitos, para referirnos jocosa o cariñosamente a nuestro dinero, obtenido con tanto sudor de nuestras frentes y pies cansados, lamentablemente ya nuestro chele no existe, al menos físicamente. Personalmente, me trae buenos recuerdos de mi abuelo materno al pedirle un chele para comprar una menta en la pulpería frente a la casa. Eso era cuando el chele existía, cuando el chele tenía su valor monetario, el de un centavo.
Hoy en día el chele no existe físicamente, pero sigue gravitando en la economía, sigue existiendo en el establecimiento de los precios de los artículos de consumo, sin que tengamos una moneda para respaldar el pago que se nos exige por ellos. Los precios que se establecen a los productos siempre los traen reflejados, por ejemplo: una libra de arroz RD$ 17.45, lo que vale decir 17 pesos con 45 cheles, o centavos, una libra de café RD$ 26.59, que significa 26 pesos con 59 centavos, una libra de pollo RD$ 130.60, cuyo precio es 130 pesos con 60 cheles. Y quién de nosotros tiene cheles para pagar por esos precios? Adivinen qué tenemos que hacer entonces? PAGAR UN PESO, por 45, por 59 y por 60 cheles.
Acaso no es mejor poner el precio redondo para que así se sepa cuánto debemos pagar por la mercancía que compramos? Qué es lo que está ocurriendo realmente? No es la primera vez, con este escrito, que se publica sobre este tema. También pude enterarme que se ha querido promover el reclamo de que sean devueltos los pesos de más que se cobran por esos centavos que no tenemos para pagar. Pobre de la persona que reclame que le devuelvan el peso que le cobran de más por esos centavos, te miran raro, como si fueras un miserable reclamando por un simple peso, o dos.
Y esa es otra realidad que debemos afrontar con esta práctica de cobrar centavos. Cuando pagamos las cantidades indicadas, se nos cobra pesos de más por los centavos inexistentes que no tenemos para cubrir el costo de la mercancía a adquirir. Pero si es lo contrario, y pagamos de más, digamos RD$33.55 y pagamos RD$35 pesos, con suerte nos cobran RD$34. Pero si al cajero, o los cajeros ya se le terminaron los pesos que les dieron para devolver, entonces, AMABLEMENTE, te dicen que te van a deber DOS PESOS, que, claro está nunca te van a devolver, ni a pagar. Tuve la oportunidad de disfrutar de este caso, y cuando le dije al cajero que podía quedarse con mis restantes RD$ 300 pesos de vuelta me miró sorprendido, rechazando la oferta. Y me pregunto: si te pueden ROBAR dos pesos, cuál es la diferencia de que te roben uno o trescientos, si el tema no es la cantidad, sino es que es TU DINERO, y no el de la empresa?. Y sabes a dónde van esos pesos? Exactamente, a las arcas de la empresa o comercio donde consumes los bienes o servicios de que se trate, porque hasta las facturas de telefonía móvil cuestan RD$ 773.50, y entonces te cobran RD$775. Será para acumular sin pago de impuestos?
Vamos a suponer que a cada cliente que acude a comprar un producto X por RD$45.60 le cobran un peso de más por esos 60 cheles. Si dos mil clientes pasan al día por un cajero y le cobran ese peso de más, son dos mil pesos en ese cajero. Recordemos que los establecimientos comerciales cuentan con varios cajeros, 15 lo mínimo. Serían dos mil pesos por 15 cajeros para un total de 30 mil pesos por día, y si lo multiplicamos por cada día del mes, 30, serían 900,000 pesos. No está mal, cobrar un peso de más, A CADA CLIENTE, si eso se refleja en un beneficio de casi un millón de pesos. Y me parece que es una suma conservadora. He escuchado que los comercios pueden colectar entre 3 y 4 millones de pesos por concepto del cobro de un peso de más por la sobrevaloración del costo de los productos en centavos que no existen.
Pero seguramente no contamos con una institución estatal que regule esta situación. Tal vez Proconsumidor? Me pregunto cómo es que hasta ahora no se ha actuado. Lo sabemos. El Estado no está para velar por el derecho de los ciudadanos, sino más bien para defender a la libre empresa. Es por ésto que por más que lo gritemos, será difícil que alguien se encargue de emitir una resolución que ordene la eliminación del establecimiento de los precios de los artículos o bienes de consumo con los centavos inexistentes, puesto que le quitaría la posibilidad a las empresas de acumular una cuantiosa cantidad de dinero que estará en otro lugar de la contabilidad y que no pasará por el control de los impuestos. Esta es otra forma de falta de conciencia de nuestra sociedad y nuestra población sobre la crítica situación que vivimos, en los finales y principios de una nueva década que nos depara grandes sorpresas, si no nos decidimos a cambiar de rumbo. Queda de ustedes.