Una caravana de Hondureños y otros nacionalidades, caminando desde el sur hacia el norte cruzó hace poco la frontera sur de México camino de forzar su entrada en los Estados Unidos. Son apenas unos cuantos miles de desesperados que caminan hacia el norte. Los EEUU han advertido que no los dejarán pasar y en medio de la locura e impiedad creciente no se sabe como los enfrentarán. México rehusó el pedido americano para que detuviera la caravana y Trump amenaza reprimirlos, como siempre. La caravana, empero contiene un valor simbólico e histórico que desborda con creces la importancia del numero de participantes y las consecuencias políticas inmediatas pueden ser, igualmente, significativas.
Formalmente, conforme a las normas de derecho vigentes los EEUU están en pleno derecho de rehusar la entrada de esta gente. En condiciones reales, los de la caravana están, igualmente en pleno derecho de luchar por sobrevivir. Para unos se trata de defender la frontera que es una noción jurídica. Para los otros se trata de la vida o la muerte. Si los EEUU permiten el ingreso de esta caravana, las consecuencias serán terribles. Si se imponen por la fuerza para impedirlo también. EEUU no puede sentar ese precedente pero los caminantes están convencidos de que son un subproducto de las políticas neo liberales que el mundo financiero de esos mismos EEUU han impuesto en sus respectivos países. Ambos tienen pues razón. Empero, ambos omiten uno de los antecedentes históricos mas pertinentes a este caso.
A partir del año 238 de la Era Cristiana, los godos/ visigodos, las tribus bárbaras que poblaban el norte, centro y parte del este europeo cruzaron el rio Danubio por la hoy Hungría-Rumanía-Serbia procurando establecerse en las llanuras del lado oeste de dicho rio cuyas tierras eran muy fértiles pero pertenecían al imperio romano. Los romanos enfrentaron la invasión y, durante años, sucedieron toda clase de batallas y enfrentamientos sin una decisiva victoria para ninguno. Esta situación cambió cuando los Hunos, las feroces e intransigentes tribus de Attila procedentes del este llegaron hasta esta región y empujaron a los visigodos que aterrorizados por la violenta crueldad de aquellos pidieron refugio a los romanos para establecerse. Como ellos describirían años después, huían del mal mayor y buscaban refugio en el mal menor.
El emperador Valente, con la voluntad ya algo cansada de tantos años de guerra sin fin acogió el pedido de los bárbaros y se concluyó un acuerdo que involucraba la entrega de las armas, de los hijos como rehenes y otras estipulaciones que fueron violadas al poco tiempo por el odio del vencido, la corrupción romana y otras circunstancias que desataron el descontento y alimentaron la revuelta. Condiciones increíblemente parecidas a lo que se vive hoy día. Estalló la guerra de nuevo y para abreviar la historia, el propio emperador Valente, alrededor del año 378 cayó muerto en la batalla de Adrianopolis ante el jefe visigodo Fritigerm. Esta misma gente, terminaría derrotando el imperio y ocupando y saqueando a Roma en el año 410 esta vez al mando del legendario Alarico.
Si la caravana de hoy logra pasar se habría creado un precedente terrible. Si no lo logra, todo ese descontento terminará expresándose como revuelta al interior de cada país e incluso dentro de los mismos EEUU si lograran pasar porque, al fin y al cabo, es la desigualdad y la consciencia de esa desigualdad el combustible que alimenta esta y todas las caravanas similares. ¿Quien se beneficiará políticamente? Todo depende a corto plazo, de la capacidad de manipulación noticiosa. Pero a largo plazo serán los mismos hondureños y todos los condenados de la tierra de Franz Fannon quienes dirán la última palabra.