La prensa de esta semana ha traído a colación las declaraciones del Papa Francisco en una entrevista concedida en el avión, en su viaje de regreso de Armenia, en donde ha estado de visita el pasado fin de semana (24-26/6/2016). Se ha referido el Papa argentino a la necesidad de que la Iglesia pida perdón a los homosexuales, a las mujeres y a los pobres, entre otros temas (http://press.vatican.va/content/salastampa/es/bollettino/pubblico/2016/06/27/entrevista.html).

Una periodista americana recordó al Papa Francisco que el cardenal alemán Marx hablando recientemente en una conferencia en Dublín, Irlanda, sobre la Iglesia en el mundo moderno, dijo que la Iglesia Católica debe pedir perdón a la comunidad gay por haber marginado a sus miembros y apuntó que, tras la masacre de Orlando, muchos dijeron que la comunidad cristiana tiene algo que ver con el odio hacia estas personas. Ante este planteamiento el Papa respondió:

“Voy a repetir lo mismo que dije en el primer viaje y también lo que dice el Catecismo de la Iglesia Católica. Estas personas no deben ser objeto de discriminación, deben ser respetadas, acompañadas pastoralmente. Se pueden condenar, no por razones ideológicas, sino por razones – por ejemplo – de comportamiento político, ciertos acontecimientos un poco demasiado ofensivos para los demás. Pero estas cosas no tienen nada que ver con el problema: si el problema es una persona que tiene esa condición, que tiene buena voluntad y busca a Dios, ¿quienes somos nosotros para juzgarla? Luego están las tradiciones de algunos países, de algunas culturas que tienen una mentalidad diferente acerca de este problema. Creo que la Iglesia no sólo debe pedir disculpa a esa persona que es gay, a la que ha ofendido, sino que también debe pedir disculpa a los pobres, a las mujeres y los niños explotados en el trabajo; debe pedir disculpas por haber bendecido tantas armas”.

El Papa tocó también otro tema espinoso que llamado a la atención al sector más conservador de la Iglesia Católica: se trata de la visión de la figura de Martín Lutero, quien siendo un sacerdote católico, de la orden de los agustinos, lideró la reforma protestante en el siglo XVI. Por esto ha sido tradicionalmente estigmatizado por un sector de la jerarquía de la Iglesia Católica, como un traidor. Esta oportuna valoración del Papa Francisco se hace en el contexto de los esfuerzos por el ecumenismo o unidad de las y los cristianos católicos y protestantes y la preparación para la preparación de los 500 años de la Reforma Protestante (1517-2017) que se estará celebrando el próximo año.

Refiriéndose a M. Lutero dijo explícitamente el Papa: “Creo que las intenciones de Martin Lutero no eran equivocadas; era un reformador; puede que algunos métodos no fueran acertados, pero en aquel tiempo… la Iglesia no era precisamente un modelo a seguir: había corrupción, mundanidad, apego al dinero y al poder”. Y refiriéndose a la necesaria unidad – en los principios teóricos y en la práctica pastoral- entre católicos y protestantes, señaló explícitamente Francisco: “Creo, primeramente, que tenemos que rezar juntos, orar. Esta es la razón por la cual la oración es importante. Segundo: trabajar por los pobres, los perseguidos, por las muchas personas que sufren, por los refugiados. Trabajar juntos y orar juntos. Y que los teólogos estudien y busquen juntos”.

Contrario a lo que plantea el Papa Francisco, en el contexto dominicano ha habido una articulación de los sectores más conservadores de la jerarquía de la Iglesia Católica, así como de las Iglesias protestantes, para liderar una campaña de discriminación contra el colectivo de los LGTB. Así mismo han utilizado todo su poder ideológico, político y mediático de influencia para impedir la proclamación de algunas leyes e imponer en el congreso otras que violan los derechos de las mujeres, así como los derechos de los desnacionalizados a causa de la fatídica sentencia 168-13 del Tribunal Constitucional. Esta alianza para discriminar a grupos específicos que tienen sus derechos por el hecho de ser ciudadanos y ciudadanas de este país, es contraria al espíritu de lo que plantea Jesús de Nazaret y su seguidor, el Papa Francisco.

La comunidad LGTB, las mujeres, y los desnacionalizados, entre otros sectores están esperando las disculpas, de las jerarquías eclesiásticas, por haberles ofendido, por haberles discriminado. De hecho Bob Satawake, el compañero del embajador Brewster, acaba de declarar esta semana que está listo para aceptar las excusas de personas de la jerarquía católica, que él entiende que le han ofendido. Y ha señalado nombres concretos. Y aunque no basta con las excusas, es el primer paso para reconocer la falta y cambiar de actitud y de práctica.

La sociedad dominicana necesita de la ética, la compasión y la práctica solidaria de los diferentes grupos cristianos, con la causa de las y los más débiles y marginados de la sociedad, como ha sucedido en otras épocas recientes de la historia. Precisamente este año 2016 el Papa Francisco ha convocado a toda la Iglesia Católica a celebrar un año de reflexión, centrado en el tema de la Misericordia con quienes sufren, con quienes son discriminados, con quienes han sido empobrecidos por el salvaje sistema neoliberal.

La sociedad necesita de comunidades cristianas, tanto del cristiano o cristiana común, como de las jerarquías de las iglesias, que sean capaces de compadecerse con tantas personas heridas en el camino de la vida, por los asaltantes de esperanza, por quienes discriminan, por quienes hacen alianzas cómplices con los opresores y con los corruptos de las corporaciones económico-partidarias del país. Ojalá que puedan decidirse a cambiar de actitud, de práctica y escuchar el llamado que Jesús de Nazaret le hizo al Maestro de la Ley, a quien le invitó a solidarizarse con las personas heridas en el camino de la vida: “vete y haz tú lo mismo” (Lc 10,37).