En este primer trimestre del año y en particular en el mes de marzo ha habido un aumento de la violencia y la delincuencia callejera en el país, mientras siguen latentes la gran violencia y la gran delincuencia ejercida desde los sectores del poder económico y político.

La lucha del Movimiento Verde ha tenido su foco hasta ahora en las acciones de corrupción ligadas a la empresa Odebrecht y los contratos realizados por el Estado Dominicano con dicha empresa de origen brasileño. Naturalmente los promotores de dicho movimiento tienen la conciencia de que dicha lucha tiene raíces más profundas y que la misma no se puede reducir a los casos relacionados con la multinacional brasileña, sino que estamos ante una trama que ha desvelado un tinglado de corrupción mucho más amplio, y complejo de lo que en un primer momento parecía.

¿Qué relación podemos establecer entre la violencia cotidiana que se da en las familias, en las calles, en los espacios públicos y la gran corrupción, la que envuelve a empresarios, líderes partidarios, congresistas, jueces de las cortes? ¿Qué delincuencia causa mayores estragos a la sociedad? ¿La grande o la micro-delincuencia?

El sociólogo Juan Manuel Pérez, entrevistado en esta semana por Amelia Deschamps, en el programa “En la Mira”, de la estación 94.1, atribuyó el aumento de la violencia y delincuencia a la inequidad social y económica que existe en el país. El sociólogo y educador atribuyó el incremento de la delincuencia y la criminalidad al desempleo, al desequilibrio en la distribución de las riquezas y a los paradigmas y falsos modelos impuestos desde las clases sociales dominantes.[1]

J.M. Pérez sostuvo que el problema de la delincuencia, de la violencia y la gran corrupción lo genera el sistema político y económico vigente, “que mantiene políticas neoliberales que empobrece más, margina y penaliza, castiga, a un grupo especial, porque el Estado tiene culpables favoritos e impone a la macro delincuencia, como paradigma social”.

Entiende el reconocido sociólogo J.M. Pérez que como consecuencia de la inequidad social y económica reinante, de los falsos paradigmas sociales y la macro delincuencia impuesta desde arriba, un grupo de jóvenes sale a la calle a atracar para vestirse, comer y disfrutar de los bienes de los que son excluidos. Considera que si se profundiza en el fenómeno de la delincuencia, uno se daría cuenta que esos jóvenes que delinquen son personas que carecen de un empleo digno, de una familia organizada y que han dejado la escuela, que expulsa a 50% de las y los estudiantes por razones, económicas, familiares o sociales.

Nelson Espinal B. [2] en un artículo publicado en el pasado mes de Febrero en el digital Diario Libre, mantiene la tesis de que la violencia social es sistémica, como lo es la corrupción. Señaló que solemos enfocar este tema con simplismo, viendo al “pasolero” que roba un celular como “el mal de nuestro tiempo”, cuando este es el síntoma de una sociedad y de un sistema violento. Para entender esta realidad se ha referido a los aportes del J. Galtung quien ha afirmado que existe un “Mapa de la Formación de la Violencia”. Dicho autor plantea que existe una violencia visible, directa, física y/o verbal, que podemos ver en forma de conductas. Pero la acción humana no nace de la nada, tiene raíces. Y este estudioso de la conducta social habla de dos causales principales: una cultura de la violencia y una estructura que en sí misma es violenta por ser demasiado represiva, explotadora, excluyente y/o autoritaria.

La periodista Minerva Isa[3], especializada en periodismo de investigación ha escrito en esta semana un artículo que relaciona la delincuencia y la criminalidad común con las presiones económicas y financieras que tienen los sectores de más bajo ingreso de la población. “La desigualdad y la pobreza que conllevan a la exclusión y a la falta de oportunidades, el efecto provocado por la privación y frustración, desencadenan un comportamiento violento individual y grupal, más preocupante aún por el alto protagonismo de adolescentes y jóvenes en hechos delictivos”. Y continúa diciendo la periodista: La delincuencia tiene añejas raíces en la desigualdad social, cada vez más extrema; desempleo y falta de oportunidades, la descomposición social, decadencia moral y crisis familiar, potenciados con el consumo y tráfico de drogas y fácil acceso a armas de fuego”.

En esta semana el gobierno ha anunciado un nuevo plan de seguridad ciudadana; ha prometido enviar a las calles a más policías y militares; sin embargo, no está proponiendo nada nuevo a lo que ha hecho varias veces en los últimos años, sin que se haya conseguido resultados diferentes. Pues tal como señala M. Isa, la ciudadanía consciente  reclama a “autoridades sin más respuesta que violencia contra la violencia, sin una estrategia efectiva que paralelamente a los programas de prevención, control y sanción del crimen, enfrente las causas estructurales, los factores de riesgo, económicos, sociales y culturales que inciden en este complejo fenómeno con profundas raíces en la corrupción y la impunidad, en una cultura de la violencia y una estructura social represiva, explotadora, excluyente y autoritaria”.

En la lucha contra la gran corrupción y la impunidad no se debe olvidar que en el fondo se trata de crear una sociedad más equitativa, con bienestar compartido, en donde se creen políticas reales para que los bienes públicos robados de muchas maneras sean devueltos a los sectores sociales más empobrecidos. Es una estrategia indispensable para colaborar en la gestación de una sociedad sustentada en una cultura de paz, de armonía, de oportunidades y de felicidad compartidas.

[1] http://nuevo.z101digital.com/articulos/sociologo-atribuye-delincuencia-a-la-inequidad-social-y-economica-03-29-2017

R.J. Jaime, 29-3-2017

[2] https://www.diariolibre.com/opinion/en-directo/corrupcion-e-impunidad-fuentes-de-violencia-DD6137234, N. Espinal, 1-2-2017

[3] http://hoy.com.do/delincuencia-y-criminalidad-perturban-una-cotidianidad-bajo-el-fuego-de-tensiones-economicas/ M. Isa, 30-3-2017