El discurso del secretario Kerry, pronunciado faltando apenas tres semanas para  terminar su gestión con la toma de posesión del presidente electo Donald Trump comienza reiterando el compromiso que, EEUU en general y la administración Obama en particular, han observado respecto a Israel pero advierte, como fue la intención, que en las presentes circunstancias, la solución de dos Estados propuesta y siempre auspiciada por los EEUU está en grave peligro. Optimista como suelen ser los americanos, Kerry entiende que todavía es posible rescatar un acuerdo de paz entre el pueblo palestino y el Estado Israelí aunque él mismo admite que sus esfuerzos en esa dirección no fructificaron como tampoco tuvieron éxito los secretarios de estado y presidentes que lo habían intentado antes.

“Es vital –anuncia Kerry- que tengamos una conversación honesta y de amplia visión sobre verdades incómodas y escogencias difíciles porque la alternativa que está convirtiéndose en realidad sobre el terreno no obra en beneficio de nadie, ni de los israelíes ni de los palestinos ni de la región ni de los Estados Unidos”. Mas adelante, en inusual ejemplo de reproche señala: “Lamentablemente, algunos parecen creer que la amistad de los EEUU significa que debemos aceptar cualquier política incluso contraria a nuestros propios intereses, nuestras posiciones, nuestras palabras, nuestros principios incluso después de haber urgido, una y otra vez a hacer cambios en esas políticas. Los amigos deben ser capaces de decirse verdades amargas y la amistad requiere respeto mutuo”. Curiosa anotación de Kerry porque Israel ha irrespetado consistentemente a varios gobiernos norteamericanos y en particular al presidente Obama.

Las autoridades israelíes, mas que esperar, exigían que el voto de los EEUU siguiera el patrón esperado de apoyo incondicional a los asentamientos y en general a las políticas israelíes en Palestina. Al no haber sido así, Netanyahu y la extrema derecha se pusieron furiosos obligando a Kerry a producir el discurso aquí comentado y en el cual reitera que la posición de no vetar la resolución era consistente con los valores y principios enarbolados por los Estados Unidos. Argumentando en la misma dirección Kerry repite que ningún otro país ha hecho tanto a favor de Israel ni ha bloqueado tantas resoluciones para deslegitimizarlo una verdad sabida y denunciada ante el mundo durante décadas, sin embargo, ahora admitida con dolor precisamente por el mismo país que ha producido esos esfuerzos a favor de Israel y que, a no dudarlo, han envalentonado esa intolerancia y el irrespeto que el primer ministro Netanyahu ha exhibido frente a la administración Obama.  Como otras, la presidencia de Obama ha defendido la solución de dos estados, ahora reconociendo que la expansión de los asentamientos la hace inviable y advirtiendo y previniendo que semejante curso de acción conduce a un solo Estado y por ende a una situación peligrosa e inestable.

El Secretario de Estado Kerry hizo una relación de las numerosas decisiones que en materia de cooperación militar, de inteligencia, de ejercicios ha tomado su país para defender a Israel precisando que el monto de la ayuda de 38 mil millones es el mas grande otorgado por EEUU  a ningún otro país y da la medida del poder e influencia del lobby judío. Kerry destaca el respaldo diplomático incluso en condiciones claramente adversas al interés americano, el apoyo económico incluso en medio de la crisis reciente y los déficit fiscales y concluye: ”De hecho, mas de la mitad de nuestra asistencia militar global de los EEUU se entrega a Israel”.  Kerry no puede evitar su frustración ante el hecho de que, a pesar de todo, Israel considere esta ayuda insuficiente y que a él mismo le acusen de traición a pesar de que en 28 años como Senador y cuatro como secretario de estado nunca ha flaqueado su compromiso ni su adhesión a Israel. Esta queja de Kerry estará presente a lo largo de todo el discurso recogiendo y revelando una verdad simple pero hasta ahora no admitida por un funcionario de su categoría a saber: Israel nunca estará conforme con una política y un tratamiento que no consagre a su favor ventajas absolutas y conmensurables con la naturaleza igualmente absoluta de sus intenciones expansionistas y excluyentes.

Una y otra vez Kerry regresa al tema de los dos estados como propuesta y manifestación de la gestión diplomática norteamericana pero cada vez lo hace en el entendido de que las realidades sobre el terreno marchan en la dirección opuesta y por eso afirma: “ Hay una realidad fundamental, si la elección es un solo estado Israel podrá ser judío o democrático; no puede ser ambos a la vez y nunca podrá vivir en paz”. Lo que esta afirmación significa exige un comentario aparte. Niega lo mismo que consagra la resolución 181 original de Naciones Unidas que recomienda la partición. Un estado judío no puede ser democrático porque es confesional e institucionalmente excluyente tanto como puede decirse de la teocracia iraní. Un estado judío unitario no puede coexistir con la pretensión de Israel de presentarse como la única democracia del Medio Oriente. La discrepancia entre el discurso  israelí y la práctica quedan al descubierto de manera flagrante en esta contradicción pese a lo cual, impertérrito, el estado israelí promulga leyes y emite decisiones que ratifican y sustentan su condición de estado judío mientras que, y al mismo tiempo, pretende que la comunidad internacional siga valorando sus méritos como sociedad democrática. Esta insistencia israelí, aunque infundada y desconocedora del derecho y la evidencia cotidiana ha sido empero extremadamente útil como elemento de diferenciación frente a las autocracias y dictaduras de la región. Se ha presentado a Israel como una entidad organizada conforme a las leyes, respetuosa del derecho internacional, moderna, institucional y superior a los gobiernos y dictaduras vecinas cuando en realidad ha sido siempre una teocracia en proceso de construcción.

Es importante apreciar como, desde el principio mismo y a lo largo de todos estos años ha prevalecido una visión que, como se temió al principio, resultara excluyente y perjudicial para los habitantes no judíos de Palestina y la verdad es que la visión que inspiró la fundación del estado de Israel sigue siendo la misma y la tolerancia, la convivencia y la aceptación de otros en plano de igualdad jamás ha sido ni estado en los planes sionistas ni en los de la derecha israelí ahora representada en los asentamientos y los colonos que los habitan junto con los partidos religiosos de extrema derecha.