La suspensión de las elecciones municipales del pasado 16 de febrero provocó en muchos sectores de la sociedad dominicana una indignación y una demanda continua para que se aclararan las motivaciones y las causas de tal suspensión. Entre los grupos demandantes hay que destacar el papel jugado por diferentes colectivos juveniles, sobre todo de clase media, que de manera rápida articularon esfuerzos para organizar una protesta, unas manifestaciones públicas, que teniendo como escenario principal la plaza de la bandera, mandaba un mensaje claro de cuestionamiento a la Junta Central Electoral, al gobierno y al Partido-Estado reinante.(1)
Ese colectivo juvenil supo organizarse y articularse en tiempo récord para manifestar su oposición a la suspensión de las elecciones y articularon una serie de encuentros, actividades, manifestaciones a la que se sumaron grupos en diferentes partes del país y hasta en ciudades de otros países, donde hay grupos significativos de la diáspora dominicana. Una de las actividades más significativas fue la que se celebró el 27 de febrero, llamado el trabucazo 2020, con una demostración impresionante de capacidad de articulación de diferentes grupos y de presentar artistas populares y mensajes cargados de contenidos éticos, ciudadanos y de compromiso político con la transformación de la sociedad dominicana.
Sociólogos y analistas sociales han estado estudiando el fenómeno del movimiento social, fundamentalmente juvenil y de clase media, que se ha estado articulando en torno a la plaza de la bandera. Y muchas personas se preguntan si se trata de algo coyuntural, o si es un movimiento que tendrá su incidencia en el proceso de articulación de movimiento social fuerte comprometido con el fortalecimiento democrático e institucional del país y si éste podría ser el germen para la creación de una fuerza político-partidaria, con vocación de aportar a las transformaciones sociales y políticas y a la regeneración ética y política de la sociedad dominicana.(2)
En nuestra historia republicana no es nueva la presencia del liderazgo juvenil, prioritariamente de clase media, en los procesos orientados a la articulación institucional y a la transformación social y política. De hecho, Juan Pablo Duarte, el ideólogo de la nacionalidad dominicana, fue un joven hijo de comerciante que tuvo la oportunidad de estudiar en Europa. Lo mismo pudiera decirse del grupo de los trinitarios que le acompañaban. Podríamos decir también que, entre los ideólogos del movimiento restaurador, en cuyo seno surgió el llamado partido azul, había un grupo de jóvenes, apoyado por la burguesía cibaeña. Recordemos, además, el papel opositor y subversivo de la juventud durante la dictadura trujillista, entre los cuales podemos destacar a las hermanas Mirabal y a las y los jóvenes del movimiento 14 de junio, entre los más significativos.
Reconozcamos que, entre los fundadores del Partido Revolucionario Dominicano en Cuba, en 1939, había un grupo de jóvenes exiliados entre los que estaban Juan Bosch, Enrique Cotubanamá Henríquez, Ángel Miolán, Nicolás Silfa, y Juan Isidro Jiménez Grullón, entre otros. Recordemos, también, el papel del liderazgo juvenil en la articulación del gobierno y de la constitución de 1963, así como de la revolución constitucionalista de abril de 1965, con el fuerte liderazgo de Rafael Domínguez Fernández y Francis Caamaño Deñó, entre otros. Recordemos, además, el papel de resistencia desarrollado por la juventud durante la semi-dictadura de Joaquín Balaguer durante los llamados 12 años (1966-1978), entre los que podemos destacar el aporte social y concientizador de los clubes juveniles, de los grupos de la izquierda revolucionaria, de algunos líderes religiosos y de periodistas y comunicadores sociales de la calidad ética, ciudadana y política del asesinado Orlando Martínez (1975).
Recordemos que en 1973 J. Bosch renuncia al PRD y funda el PLD, con un grupo de jóvenes, que se proponía completar el trabajo ético, ciudadano y político iniciado por los trinitarios y crear un instrumento político, que tendría como objetivo concretizar el proyecto de la liberación nacional, ante la nueva colonización económica y política impuesta por los centros imperiales del norte, tanto del este como del oeste. Y pretendía ser una opción político-partidaria alternativa al Partido Reformista y al entonces ya degradado Partido Revolucionario Dominicano.
El PLD, creado por Bosch como un instrumento de concientización y transformación de la realidad, se ha degradado, corrompido y desarticulado a unos niveles insospechados. Es como un barco que se hunde, en el que su capitán y sus tripulantes han perdido el rumbo, la cabeza, el juicio y la vergüenza, apropiándose de la cosa pública, contaminando todas las instituciones públicas, entre ellas el sistema de justicia, con el virus pandémico de la corrupción y la impunidad sin límites.
Es el contexto de los gobiernos peledeístas de las dos últimas décadas, que la juventud ha liderado algunas de las principales luchas sociales en este territorio. Entre éstas podemos situar las luchas ambientales contra la colocación de una cementera en el parque nacional Los Haitises (2008-2009), la luca por preservación y declaración como parque nacional de Loma Miranda (2013-2014), la lucha por la preservación de Bahía de Las Águilas (2004-2019) y la lucha social por el 4% del PIB para la educación inicial, básica y media (2010-2012). Entre éstas es necesario destacar, de manera particular, las luchas centradas en el control de la corrupción y el cese de la impunidad gubernamental y empresarial.
El colectivo Poder Ciudadano organizó unas actividades llamadas “Cadenas Humanas contra la Corrupción” gubernamental (2015), organizando encuentros delante de la OISOE considerada como una de las instituciones promotoras de la corrupción y continuando, a partir de enero del 2017, las multitudinarias manifestaciones contra los casos de corrupción ligados con la constructora brasileña Odebrecht. Es en ese contexto que se articula la Marcha Verde que, por dos años, estuvo moviendo una cantidad considerable de personas (2017-2018), tanto en la geografía nacional como entre los dominicanos y dominicanas de la diáspora.(3)
Los movimientos y las luchas liderados en el país por los jóvenes, en las últimas dos décadas, se desarrollaron en un contexto internacional de fortalecimiento del proyecto neoliberal, con su imposición económica, política y cultural colonizadora a través de las multinacionales, la desarticulación del papel regulador del Estado y el aumento de los niveles de exclusión e inequidad social.
Recordemos los movimientos de protestas en los países árabes que comenzaron con la revolución tunecina, en diciembre de 2010. (2010-2012). Hagamos también mención del Movimiento 15-M en España, también llamado movimiento de los indignados, formado a raíz de la manifestación del 15 de mayo de 2011, convocada por diversos colectivos, donde después de que varios grupos de personas decidieran acampar en plazas de diferentes ciudades de España esa noche de forma espontánea, se produjeron una serie de protestas pacíficas en España, con la intención de promover una democracia más participativa alejada del bipartidismo PSOE–PP (binomio denominado PPSOE)4 y del dominio de bancos y corporaciones, así como una «auténtica división de poderes» y otras medidas con la intención de mejorar el sistema democrático.
Hagamos mención, también, al movimiento Occupy Wall Street (en español Ocupa Wall Street o Toma Wall Street), que es una rama de la acción de protesta Movimiento 15-O que desde el 17 de septiembre de 2011 mantuvo ocupado el Zuccotti Park del bajo Manhattan en la Ciudad de Nueva York, Estados Unidos. Esta concentración de protesta se dirigió contra el poder omnímodo de las empresas transnacionales y las evasiones fiscales sistemáticas del 1% más rico.
En el pasado año 2019 es necesario hacer memoria del movimiento de las luchas de los jóvenes en Chile, en Honduras, en Ecuador, en Bolivia, en Venezuela, en Puerto Rico y en Haití, entre otros lugares significativos.
Las elecciones del pasado domingo 15 de marzo confirmaron lo que algunos sospecharon: la indignación juvenil convertida en una articulada y creativa protesta, sobre todo en las principales ciudades del país, iba a tener su influencia e incidencia directa en los resultados electorales e iba a colaborar a la disminución significativa del poder del Partido-Estado reinante.
La pregunta fundamental que habría que hacerse es: ¿Se limitará el movimiento juvenil de la Plaza de la Bandera a conocer las reales o supuestas razones por las que se suspendieron las elecciones del pasado 16 de febrero? Si en las elecciones del próximo 17 de mayo se confirmara la correlación de fuerzas entre los dos principales partidos-corporaciones, PLD, PRM, tal como fue el resultado en las municipales del pasado 15 de marzo, ¿le daría el movimiento un cheque en blanco a las próximas autoridades municipales y nacionales? (4) ¿Qué papel desarrollaría el liderazgo juvenil que ha sido elegido por primera vez al interior de los partidos, sobre todo del PRM? ¿Colaboraría el movimiento al surgimiento de una fuerza político-partidaria al estilo de Unidas Podemos de España?
Los trinitarios coordinados por Juan P. Duarte hicieron lo posible por crear un proyecto de país democrático y justo, pero al final quienes tomaron el poder fueron los hateros liderados por Pedro Santana, quienes adaptaron la institucionalidad y la constitución de la nueva república al servicio de sus intereses corporativos. Es una historia que se ha repetido a través de nuestra vida republicana. Por eso, no basta con las buenas intenciones ni hacer concentraciones pacíficas para hacer transformaciones sociales, económicas y políticas. No se puede permitir que los nuevos grupos del poder económico y partidario; ya sean hateros, terratenientes o nuevas corporaciones económicas nacionales o transnacionales, o empresarios convertidos en líderes partidarios, sean quienes sigan tomando todas las decisiones importantes en el país, casi siempre a favor de sus intereses grupales.
En la actual coyuntura histórica se hace necesario y hasta urgente seguir fortaleciendo los procesos de concientización, así como los niveles de vigilancia hacia las nuevas autoridades que comenzarán a gobernar a partir del 24 de abril y del 16 de agosto. Y sobre todo, sería necesario la articulación de una fuerza político-partidaria, con capacidad de hacer alianza con las organizaciones comunitarias y populares, con los sectores económicos y militares, así como con las fuerzas partidarias progresistas ya existentes, que se pueda convertir, a largo plazo, en una fuerza político-partidaria, con un proyecto bien definido, con capacidad de representar las mejores causas de la sociedad dominicana y el tema pendiente del fortalecimiento institucional y democrático, el control de la corrupción generalizada, el cese de la impunidad; todo orientado a la verdadera liberación y regeneración nacional.
Notas:
- Dinorah García Romero, Firmeza que inspira y compromete, 24 de febrero de 2020. Disponible en: https://acento.com.do/2020/opinion/8786488-firmeza-que-inspira-y-compromete/
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Elvin Calcaño Ortiz, La movilización frente a la Junta tiene que ser política. 4 de marzo de 2020. Disponible en: https://acento.com.do/2020/opinion/8789661-la-movilizacion-frente-a-la-junta-tiene-que-ser-politica/
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Cándido Mercedes, El movimiento social Plaza de la Bandera. 2 de marzo de 2020. Disponible en: https://acento.com.do/2020/opinion/8788187-el-movimiento-social-plaza-de-la-bandera/
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César Pérez, Protestas, también advertencias. 4 de marzo de 2020. Disponible en: https://acento.com.do/2020/opinion/8789750-protestas-tambien-advertencias/