El proceso de la organización de las primarias partidarias, algunos acontecimientos llamativos del día de su realización y otros hechos surgidos a partir del conocimiento de sus resultados, por parte de la Junta Central Electoral (JCE), es ocasión propicia para hacer un acercamiento desde una perspectiva ético-política y desde la libertad y la lucidez que favorece la mirada a la realidad desde la independencia de criterio y la toma de distancia de los grupos económico-partidarios, con el propósito de aportar a la formación de la conciencia crítica, a la conciencia ciudadana y política de la población dominicana.
Está claro que desde un principio el PL-Danilismo (facción del PLD que lidera Danilo Medina) promovió y defendió una ley que permitiera las primarias abiertas al interior del PLD; porque eso les daba mayores posibilidades de vencer al PL-Leonelismo (facción partidaria que ha liderado Leonel Fernández). De hecho el PL-Danilismo hizo todo lo posible y utilizó su mayoría en el Congreso para aprobar la Ley 33-18, sobre agrupaciones y movimientos políticos y para que el Reglamento para la aplicación de dicha Ley señalara expresamente: “Los partidos, agrupaciones y movimientos políticos podrán celebrar primarias, convenciones de delegados, de militantes, de dirigentes y encuestas, para la escogencia de sus candidatos y candidatas (Art. 27).
De hecho, fueron las primarias abiertas las que permitieron a ambas facciones comprar voluntades, para lo cual ambos grupos del PLD invirtieron grandes sumas de dinero; la mayor parte del cual es el fruto del dinero de la corrupción gubernamental, del aporte empresarial de dudosa procedencia y de la apropiación de dinero público. Esto fue posible, además, por la imposibilidad de constituir un padrón partidario actualizado del partido gobernante.
Durante el período de la organización de las primarias el PL-Danilismo intentó lograr quedarse en el poder, a cualquier precio. Para ello entendía que lo que más le convenía era cambiar la Constitución para mantenerse en el poder, con la presencia de Danilo Medina como el estratega al servicio de los intereses de Odebrecht y de los grandes grupos económico-partidarios que sustentan a la facción. Ante la imposibilidad de lograr el cambio de la Constitución y a pesar de utilizar las diferentes estrategias posibles, entonces la cúpula partidaria, decidió llevar un candidato que le asegurara el apoyo de la cúpula gubernamental y empresarial, con suficientes recursos para invertir en las primarias. De hecho, Gonzalo Castillo es un empresario que llega a ser ministro de Obras Públicas.
Unos días antes de las primarias la encuesta Mark Penn señaló que las preferencias entre los candidatos Leonel Fernández y Gonzalo Castillo, estaban en un empate técnico, con 46% de las personas encuestadas cada uno. Este hecho, que lo manejaban las cúpulas de las dos facciones, les hizo arreciar en la última semana la lucha para mantener el poder por una facción y la otra por retomar su control. Ambas facciones invirtieron grandes sumas de dinero para comprar votos y voluntades. Solo que quien está en el poder siempre tiene mayor capacidad de utilizar los fondos públicos, las instituciones públicas como los ministerios, el Congreso y las alcaldías, así como los medios y recursos públicos para apoyar la candidatura del “Penco Candidato", del oficialismo, tal como lo definió Danilo Medina.
La facción del PL-Leonelismo que estuvo en el poder por largos 12 años (1996-2000; 2004-2012) entendía que la dirección del Estado le pertenecía al PLD y más concretamente al PL-Leonelismo, hasta el 2044, como afirmó en algún momento L. Fernández. Para ese grupo, la decisión del PL-Danilismo de continuar en el poder más allá del 2020, era una traba para sus aspiraciones y un atrevimiento inaceptable.
En dos declaraciones públicas de los líderes de las facciones, Leonel Fernández en un discurso televisado y Danilo Medina, en una asamblea nacional de dirigentes del PLD, se hicieron grandes acusaciones, tanto personales como partidarias. Danilo Medina acusó a Leonel de no poder vivir sin ser candidato a la presidente. Leonel por su parte acusó al gobierno liderado por Medina de crear las condiciones para unas elecciones fraudulentas: “Esas elecciones constituyen una mancha y una vergüenza en la historia del PLD… Las fuerzas gubernamentales ni vencieron ni convencieron; y para intentar imponerse, sus miles de millones de pesos invertidos resultaron insuficientes, pues tuvieron que recurrir, en adición, a la realización de un fraude electoral”.
Un hecho importante a destacar es como en medio de esta pugna, entre los dos grupos económico-partidarios del PLD, ha salido a flote la figura de Juan Bosch. De hecho, Gonzalo Castillo fue a visitar la tumba de J. Bosch después de las elecciones primarias. Leonel Fernández, por su parte, critica la degradación de las estructuras partidarias del partido del que fue presidente muchos años y se presenta como quien está apegado a los valores y principios propuestos por J. Bosch. En su discurso de renuncia al PLD señaló: “A pesar de que dentro del PLD, como en cualquier organización política, siempre abundan los conflictos, los que actualmente afloran dentro de las filas del partido morado, nada tienen que ver, por lo menos de mi parte, con un tema de egoísmo o lucha de poder… Tienen que ver, más bien, con lo que considero son problemas de valores, principios, actitudes y comportamientos en la vida política; y el primero de esos valores y principios se refiere, a su vez, a la Constitución de la República”.
Algunos comentaristas, como el caso de Huchi Lora, han dicho que las acusaciones mutuas hechas entre las dos facciones del PLD, representadas por sus principales líderes son verídicas. Solo que, tomadas en conjunto, las acusaciones les calzan muy bien a ambos grupos.
Las primarias en el Partido Revolucionario Moderno (PRM) pasaron sin sobresalto. Escogieron el método de las primarias cerradas sobre la base de un padrón partidario que habían construido en los últimos dos años. Aunque al interior de este partido había también dos facciones, los resultados que priorizaron a una de las facciones, no permitieron la creación de mayores conflictos como sucedió al interior del PLD.
La Junta Central Electoral se mostró a lo largo de la preparación y desarrollo de las primarias como un ente temeroso del poder gubernamental, con incapacidad para controlar la propaganda a destiempo de los precandidatos del PLD, ni de controlar el gasto excesivo del tren gubernamental, permitir la compra y venta de votos en las inmediaciones de las mesas de votaciones, imponer el voto electrónico sin previo proceso de educación ciudadana y de ser muy permisiva en cuanto al horario de votación; pues de hecho, sobre todo en el sur del país, se permitió que se votara hasta pasadas las medianoche del domingo 6 de octubre.
La primera reacción del presidente de la JCE, Julio César Castaños Guzmán, ante las acusaciones del grupo de Leonel Fernández y de Participación Ciudadana (PC), fue más bien de prepotencia, sobre todo en lo relacionado con la compra de votos en el 30% de las mesas auditadas por PC. Por eso, intentando buscar credibilidad, se agenció el apoyo público de la Conferencia de los obispos católicos y de un grupo de rectores de universidad, entre los cuales estuvo los rectores de la PUCAMAIMA en INTEC, Alfredo de la Cruz y Rolando Guzmán. Ambas casas de estudios han sido muy beneficiadas por las construcciones de edificios con fondos públicos en el actual gobierno. También estuvo presente, apoyando a la JCE, el rector de UNIBE, Julio Amado Castaños Guzmán, hermano del actual presidente de la Junta Central Electoral.
El proceso de las primarias y sus principales debilidades plantean un reto de cara a las elecciones municipales de febrero próximo, a las congresuales y presidenciales de mayo próximo. Son un desafío tanto para los partidos como para las organizaciones e instituciones de la sociedad que luchan por el fortalecimiento institucional y el surgimiento de nuevos liderazgos y nuevas fuerzas partidarias y políticas, capaces de priorizar el bienestar común de la sociedad dominicana, sobre los intereses partidarios, grupales, corporativos o personales.
En definitiva las organizaciones sociales y comunitarias, en alianza con las fuerzas partidarias éticas y progresistas, tendrán el desafío de aprovechar las próximas elecciones para avanzar en la formación de la conciencia ciudadana, en la escogencia de candidatos y organizaciones partidarias con perfil ético y con sentido político, que sean capaces de ponerse al servicio de los mejores intereses del pueblo, como propuso el insigne líder partidario y maestro de generaciones, Juan Bosch; fundador de dos partidos, PRD y PLD, que se han ido dividiendo y debilitándose internamente, cada vez más; por haber renunciado a sus principios originarios de servir al pueblo y porque su liderazgo se pervirtió y se dedicó a buscar poder y riquezas sin límites, consintiendo la corrupción y la impunidad, a costa de la exclusión, el empobrecimiento y la disminución de la calidad de vida del pueblo dominicano.