“Observen de cerca el acuerdo PLD-PRD y busquen en esa pieza, no la evidencia de la desvergüenza de ambos, sino el entramado del fraude electoral que ya montan para mayo del 2016. Y lo que mas me asombra de todo esto, no es la desvergüenza de estos personajes, sino la ceguera de nuestros, por así decirlo, líderes”. Este fue el párrafo final del artículo anterior a este titulado: DANILO, LEONEL Y UNA ADVERTENCIA.
El Señor Danilo Medina consintió, como beneficiario principal, que durante 2011 y 2012 el gobierno del PLD, presidido por ya sabemos quien, instrumentara un fraude presupuestario descomunal de unos 240 mil millones de pesos con los cuales compraron hasta los perros, los gatos y las mascotas de los artistas, profesionales, intelectuales y ciudadanos de a pie que respaldarían al candidato del gobierno. La ilegalidad abierta, confesa, documentada y trágica de ambos fraudes, el presupuestal por el uso indebido del dinero y el electoral por la compra y secuestro de votos la sabe y conoce todo el mundo en la República Dominicana. No ha sido ni es materia de discusión. Fue así y basta.
El mismo señor Danilo Medina, una vez impuesto como presidente y en virtud del acuerdo con Leonel Fernández honró el compromiso de no investigar ni perseguir judicialmente a ninguno de los funcionarios del gobierno anterior muchos de los cuales, en la práctica, permanecieron en su gobierno. Al validar la impunidad, el señor Medina recibió fuertes y generalizadas críticas a pesar de las cuales, sin embargo, dio continuidad a todo lo anterior, como los sueldos lujosos, la nómina inflada, los esquemas corruptos de contratación de obras y los aun mas corruptos contratos de préstamos externos. El señor Danilo Medina que había prometido apoyar lo bueno, corregir lo malo y hacer lo que nunca se había hecho prefirió dejarlo todo como estaba y, para diferenciar su imagen del anterior, se puso a brincar charcos, hacer un gran rollo publicitario al respecto y construir edificios escolares en los que algún día podrán funcionar escuelas (que no es lo mismo ni es igual). Mientras tanto, la tolerancia del señor Medina con todo lo que estaba malo antes y lo que él, de su propia cosecha, ha consentido, inflige un daño terrible a la nación y a la sociedad dominicana. El Señor Medina mandó un mensaje: aquí se puede hacer lo que sea y no pasará nada. Como dijera Eduardo Estrella en una de sus mas acertadas observaciones: “sin perseguir la corrupción en los de arriba, no se puede poner orden en los de abajo”. Ese daño, específicamente ese, incluso a mayor escala que el endeudamiento por Medina contratado con su secuela a futuro es, y perdurará, como un perjuicio mas grave, duradero y terrible que todos los demás desaciertos y vagabunderías perpetradas o toleradas por él.
Ahora, entre los meses de mayo y junio de este año del señor de 2015, Medina, sin rubor alguno, a plena luz del día, autorizó y ejecutó la compra de todos los legisladores (que eran muchos) y que hacían falta para pasar una reforma constitucional a su medida, como un “flu” ordenado en una sastrería antigua que le permita optar por la reelección con lo cual añade a los orígenes espurios y fraudulentos de su primer mandato, un acto que tan grave es en su naturaleza como en sus consecuencias. Perpetrado, ante la mirada sorprendida y aun desconcertada de todo el país, el soborno de los legisladores, no por esperable y predecible, resulta menos escandaloso y grave.
Ante esta demostración de desprecio por cualquier consideración legal, jurídica, política, histórica y social ¿que pueden y deben esperar los dominicanos del señor Medina? Amparado en encuestas manipuladas, Medina cree gozar de una popularidad que nunca ha sido suya y que incluso si alguna vez la hubiera tenido no por eso le confería el derecho a violar y pisotear la ley y menos aun a darle al país el ejemplo de una presidencia inescrupulosa y corrupta. Álvaro Uribe en Colombia, pretendió sin éxito y usando la misma lógica y los mismos procedimientos lo que acaba de lograr Medina. La diferencia no estriba en el talento de este frente al otro sino a que, en Colombia, no pudieron comprar el tribunal supremo y aquí estaba comprado y pre-pagado.
Dado que está meridianamente claro que Medina, como el PLD, con la justicia y la JCE en sus manos están dispuestos a hacer en contra nuestra todo aquello que nosotros mismos no seamos capaces de impedirle, no tenemos mas opción que usar la denuncia no para quejarnos sino para convocar. Tomar las calles, parar el país, romper la gobernabilidad, crear un ambiente internacional hostil y forzar la destitución de esos jueces. Combinando ambos esfuerzos podemos, y por nuestro propio bien debemos, derrotar la reelección y el conjunto de ilegalidades y atrocidades en que se sustenta.
El acuerdo PLD-PRD no tiene justificación electoral pero si operacional. La compra de votos positivos, o sea, el dinero que se promete al votante para que vote a favor de uno de los partidos aliados y del cual no se espera que consiga votos a favor espontáneamente es lo que verdaderamente yace detrás de ese acuerdo. De ese modo, Miguel Vargas obtiene algunos cientos de miles de votos, mantiene la franquicia, sigue recibiendo dinero de la JCE y además confiere al PLD la apariencia de que los votos así obtenidos eran legítimos. A eso, en esencia se reduce el acuerdo porque, por lo demás ningún peledeista está conforme y los perredeistas que aun le quedaban a MVM desertan de su lado por horas. PRD-PLD no suma votos pero facilita el fraude. Es un arreglo bastardo, pecaminoso y falaz que sustenta una ficción carente de contenido y ajena a la realidad.
Pensar, creer o esperar que el PLD ahora con Danilo Medina vaya a propiciar elecciones libres y medianamente limpias en el año 2016 es exactamente lo mismo que haber creído –como hicimos nosotros- que, en las elecciones de 1966 Juan Bosch, con votos, podía ganarle a Balaguer después que los americanos habían invadido el país con 42 mil soldados justamente para evitar que Bosch fuera gobierno. ¿Como iban los EEUU a conceder por las buenas lo que habían impedido por las malas? Después de haber comprado legisladores, jueces, medios de comunicación y comunicadores, después de haber incurrido en todas esas diabluras, ¿como puede alguien pensar que el PLD va a dejar que la oposición le gane las elecciones? No seamos ilusos. El gran reto no es derrotar con votos al PLD sino lograr que esos votos traigan un nuevo gobierno. Por todo lo anterior es que grito y clamo: no basta con denunciar el acuerdo como desvergüenza, es necesario prepararse organizativa, táctica y estratégicamente para derrotarlo.