A las 5:41 minutos de la tarde del sábado, cuando Nicolás Maduro pronunciaba un discurso en el acto del 81 aniversario de la Guardia Nacional, en Caracas, se produjo una estampida de los militares que regiamente formaban parte de la actividad. Cuando Maduro decía que había llegado el momento de la recuperación económica, se produjo una explosión que sorprendió a todos.
Un tanque de gas propano explosionó en un edificio cercano. Así fue reportado por los bomberos de Caracas, pero el gobierno ha querido utilizar el hecho para perseguir a la oposición y convertir a su presidente en “víctima”. Ya apareció un comando reivindicando el atentado con drones explosivos y hay seis personas detenidas como responsables de los atentados.
Maduro apareció de nuevo en la televisión, acusando a terroristas del hecho, directamente para acabar con su vida, y al gobierno de Colombia, encabezado por Juan Manuel Santos.
Es tan grave el deterioro del gobierno de Venezuela, y tanta es su falta de credibilidad, que un hecho fortuito, un accidente, lo utilizan como si se tratara del primer atentado contra la vida del presidente ilegítimo de Venezuela. Cualquier cosa es posible en autoridades sin credibilidad, sin legitimidad, para seguir justificando la represión y los crímenes que se cometen contra los venezolanos que reclaman el retorno a la institucionalidad y le legalidad.
Al final, la explosión de un tanque de gas propano en la cercanía del lugar donde se celebrabas el acto de aniversario de la Guardia Nacional puso a correr despavoridos a muchos militares, hizo que el presidente fuera “protegido”, y que se mostrara la fragilidad del gobierno despótico de Nicolás Maduro. Una vergüenza, que gente supuestamente valiente, dispuesta a enfrentar las tropas del imperialismo yanqui y a defender la dignidad de Venezuela, corra despavorida ante la explosión de un tanque de gas propano.
La vergüenza es tan grande que han querido presentar aquello como un atentado al presidente. Y han apresado a personas de la oposición, y han dicho tantas mentiras que nadie creerá, porque las autoridades de Venezuela carecen de credibilidad, carecen de razón, carecen de valentía, y un hecho fortuito ahora lo están presentado como un atentado patrocinado por el país vecino, Colombia, sin mostrar absolutamente ninguna prueba que avale tanto galloloquismo político.
América Latina sigue siendo la región del mundo donde la realidad supera la ficción, y este caso no deja de ser sólo una muestra más de esa convicción de Gabriel García Márquez.