Sin ninguna duda: la industria turística se ha convertido en el motor de la economía dominicana. El Banco Central acaba de corregir hacia el alza la previsión que había ofrecido sobre el crecimiento de la economía dominicana en 2019: En vez de 4.9% del Producto Interno Bruto, nuestra economía creció un 5.1%.

Independientemente de todas las críticas al endeudamiento público, al gasto excesivo y dispendioso y a la precaria distribución del ingreso nacional, la economía sigue creciendo. En economía siempre será mejor crecer que estancarse o decrecer.

La información ofrecida por el Gobernador del Banco Central, Héctor Valdez, indica que el sector que más creció en 2019 fue el la construcción (10%), seguido del sector servicios financieros (9%), y energía y agua (7.4%). Sectores que antes tenían mejores números, como agricultura crecieron menos (4.1%), comercio (3.8%) y manufactura local (2.7%).

En un contexto de economía internacional convulsa, con grandes choques entre las potencias económicas, altos precios del petróleo y dudas sobre las integraciones en marcha, caso Brexit) que nuestra economía haya mantenido su virilidad y consistencia es para celebrar.

El turismo creció apenas un 0.3% en 2019. El año anterior había crecido un 5.6%. Está claro que el descenso en el crecimiento del turismo, en el caso dominicano, se explica en la campaña negativa a que nos vimos enfrentados desde mediados de año y que se ha extendido en sus efectos negativos durante el resto del 2019 y parte del 2020. Sin embargo, República Dominicana continúa liderando la región en la actividad de construcción con 5.403 habitaciones que están siendo levantadas, y previsible que antes de que concluya la década alcancemos las 100 mil habitaciones.

La industria turística debe ser estimulada en su crecimiento. El país deberá desarrollar políticas expansivas de los mercados, y de ampliación de negociaciones con los touroperadores. Ese crecimiento deberá completarse con el logro de los 10 millones de turistas por año. No se cumplirá en la gestión del presidente Danilo Medina, pero se alcanzará en una siguiente administración, con quien sea presidente, siempre y cuando se entienda que ese sector debe continuar creciendo y recibiendo la atención del Estado.

Lo que no podemos permitir es que el afán de aumentar las habitaciones, de crecer a cualquier precio, destruya nuestras reservas naturales, los parques nacionales ni las riquezas tan apetecidas por piratas y delincuentes, con tanto afán, que se atreven a sobornar funcionarios y pagar sobornos para conseguir sus propósitos. Las riquezas naturales que tenemos son las que atraen a los turistas. La arena blanca, los cientos de playas hermosas que tenemos son uno de los atractivos más relevantes, incluyendo nuestra gastronomía, el calor festivo nuestro pueblo. Eso no se puede destruir. Que siga vigente el crecimiento del turismo, pero sin destruir nuestro patrimonio natural.