El levantamiento en la base aérea militar de La Carlota, y la puesta en libertad del líder opositor Leopoldo López, coloca a Venezuela en una situación delicada.
Juan Guaidó, como presidente interino asumió que estos datos eran el inicio del levantamiento militar general contra el régimen de Nicolás Maduro, y llamó a la población a sumarse a la rebelión militar de La Carlota. No son muchos los ciudadanos que han acudido al llamado del dirigente político, pero con mucha rapidez los presidentes de varios países se han pronunciado apoyando el levantamiento militar, como último recurso para tumbar a Nicolás Maduro.
De Maduro en toda la mañana de este martes sólo se tuvo información a través de un mensaje por una red social, y de una brevísima participación en una emisora oficialista, haciendo un llamado a los venezolanos a concentrarse en torno al Palacio de Miraflores, que es el Palacio de Gobierno, y afirmando que tiene contactos con todos los comandantes militares del país, y que todos les son fieles a su gobierno. Posteriormente, Maduro habló para arengar a sus seguidores y al pueblo de Venezuela, acusando a los opositores de prestarse a una conspiración liderada por la oligarquía y el gobierno de Estados Unidos.
Países europeos, Estados Unidos, y de América Latina se han pronunciado en apoyo a la rebelión contra el gobierno de Maduro. Le están llamando Operación Libertad a la rebelión que encabezan Guaidó y López. Diosdado Cabello, el presidente de la Asamblea Constituyente, ha sido quien ha dado más abiertamente la cara por el gobierno de Nicolás Maduro. Ha llamado traidores a unos cuantos militares que han trasladado su fidelidad de Maduro a Guaidó, y ha hablado de castigo contra los que han puesto en libertad a Leopoldo López.
La crisis en Venezuela ha llegado a un punto crítico, y lo peor es que estos acontecimientos generen una actitud violenta de ambos bandos y se produzca una matanza de ciudadanos civiles o militares que tenga consecuencias mayores. Algunos países prácticamente ya están involucrados en el conflicto, como son los llamados miembros del Grupo de Lima, que se creó para ayudar a expulsar a Nicolás Maduro del poder.
Entre los países con mayor beligerancia, por la frontera con Venezuela, se encuentran Colombia y Brasil. Iván Duque, presidente de Colombia, ha brindado y sigue brindando su apoyo a Juan Guaidó, pero cuidando las formas y en especial ofreciendo solidaridad a los cientos de miles de migrantes que utilizan la frontera colombiana para salir de Venezuela. El otro país es Brasil, que tiene una postura más agresiva, con un presidente Jair Bolsonario ansioso por ganar protagonismo internacional, y que está esperando una oportunidad para declarar la guerra al gobierno de Nicolás Maduro. Estados Unidos anda detrás del Grupo de Lima y de Colombia y Brasil, ante cualquier oportunidad que se presente, para ayudar en la expulsión de Nicolás Maduro del poder.
Internamente en Venezuela la presencia de militares y asesores cubanos, así como agentes de la Federación Rusa y de algún otro país aliado de Maduro, podría representar la internacionalización del conflicto interno de las fuerzas que se adversan en Venezuela. Apostemos para que este conflicto se resuelva sin derramamiento de sangre, y que las intervenciones de terceros países sea mínima y no genere fisuras profundas en la comunidad internacional y en particular en la latinoamericana.
La Organización de las Naciones Unidas ha estado ausente de este conflicto. Y no es sólo que ha guardado silencio en medio de las más terribles tensiones, sino que ha visto hundirse las condiciones políticas. Pese a la existencia de la Carta Democrática de la OEA, y al bajísimo nivel de legitimidad del gobierno de Nicolás Maduro, la ONU renunció a su función de ser para no ser parte de un conflicto que a todas luces tenía que buscar salidas en el prolongado tiempo en que se ha desarrollado, a los ojos del empobrecimiento y calamidad de los venezolanos.