El presidente Luis Abinader disertará este miércoles en la Asamblea General de las Naciones Unidas. La inauguración de esa encuentro, con un discurso del Secretario General de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, no pudo ser más dramático y desafiante.
Luis Abinader, como presidente dominicano, deberá concentrarse en los temas de particular interés de la República Dominicana, sin descuidar aspectos de relevancia máxima en la pugna mundial por el control geopolítico de las potencias, representado fundamentalmente en la República Popular China y los Estados Unidos, dos países con los que mantenemos relaciones.
Guterres fue muy claro y sincero sobre la marcha equivocada del mundo en que vivimos en la actualidad:
“Nosotros los pueblos”, y nuestras Naciones Unidas, se enfrentan a graves retos. Nuestro mundo se encuentra en una situación difícil. Muchos están sufriendo y sienten rabia, mientras ven cómo aumentan la inseguridad y la desigualdad, se propagan los conflictos y cambia el clima. La economía mundial está cada vez más integrada, pero el sentimiento de pertenencia a una comunidad mundial podría estar desintegrándose”.
Somos un mundo en pedazos. Es necesario que seamos un mundo en paz…Somos un mundo en pedazos. Es necesario que seamos un mundo en paz.
El reciente conflicto entre Estados Unidos y Francia, por la venta de equipos militares a Australia es una muestra de la desesperación de algunos países. No respetan ni a sus propios aliados, y ponen en riesgo las relaciones con toda una comunidad de naciones por el solo beneficio de colocar material bélico estratégico en la lucha contra la otra potencia, la República Popular China.
Luis Abinader debe evitar los encajonamientos ideológicos. Es un momento delicado, y las potencias no respetan la soberanía ni los derechos humanos o el derecho a la vida. Ya lo hemos visto, muchos países se han quedado sin vacuna por la disputa entre grandes bloques comerciales y políticos. Hasta el momento la República Dominicana ha jugado con equilibrio su rol, pues recibió con prontitud las vacunas que necesitaba, en un momento oportuno, de la República Popular China, porque Estados Unidos estaba cerrado a la posibilidad de suplir vacunas a terceros mientras no resolviera su necesidad interna.
República Dominicana no debe ser ni pro americano ni pro chino. Somos un país con interés y deseos de establecer y estrechar los lazos de amistad con todos los pueblos del mundo que puedan apoyarnos en nuestro propósito democrático y de desarrollo, como lo han hecho, en momentos distintos Estados Unidos y la República Popular China.
La guerra por el dominio mundial se extiende y estamos apenas en los prolegómenos de una disputa grande, en la que el país oriental va dando pasos agigantados y ocupando espacios que antes lo ocupaba Estados Unidos.
Estamos en la oportunidad de reclamar igualdad de oportunidades para los países en vía de desarrollo. Necesitamos apoyo para enfrentar las grandes deficiencias en educación, salud, tecnologías y frente a los desastres naturales. Todos los países que procuren objetivos comunes a nosotros son nuestros aliados, sin que nos entreguemos a los brazos de nadie, porque nuestra identidad y aplomo como nación tendrá que ser respetada, a través de nuestra política exterior, profesionalizada e independiente, como parte de una comunidad de naciones que tenemos bien definida.
Ir más allá sería iluso. Eso sí, podemos sumarnos al llamado vehemente del secretario general de las Naciones Unidas, en el sentido de que vamos por el camino equivocado y que la confrontación y la guerra no son el camino a la prosperidad.