Este lunes 4 de junio se inicia, para concluir el martes, el 48 Período Ordinario de Sesiones de la Asamblea General de la OEA – 2018.
El Ministro de Relaciones Exteriores de la República Dominicana, Miguel Vargas Maldonado, ya se encuentra en Washington, para encabezar la delegación dominicana que estará presente en ese órgano de gobierno de la entidad regional. Allí se encuentra también el embajador dominicano ante la OEA, el licenciado Gedeón Santos.
Estos dos días de sesiones serán sumamente relevantes para el gobierno dominicano. No hay ninguna elección ni aspiramos a nada extraordinario. Sencillamente el gobierno dominicano anunció que en esta Asamblea General será cuando anunciará su postura ante la reciente elección del señor Nicolás Maduro, como presidente otra vez de Venezuela, y con el que el gobierno dominicano ha tenido una complacencia ostensible ante los ojos de todo el mundo.
Estados Unidos ha desatado una durísima campaña de presión sobre los gobiernos de la región para aislar mucho más de lo que ya lo está al gobierno de Nicolás Maduro. Es un gobierno que realizó una elección cuestionable y cuestionada, sin participación de la oposición, y con una junta electoral abiertamente madurista.
Es cuestionable que un gobierno como el de los Estados Unidos, que ha tenido tantos desencuentros, y que ha aplicado una político de cerco contra los inmigrantes latinoamericanos, ahora esté presionando a los gobiernos de la región para aislar a Venezuela. Es más que cuestionable que un presidente como Donald Trump, que reconoció el fraude electoral llevado a cabo en Honduras por el presidente Juan Orlando Hernández, esté cuestionando la elección de Nicolás Maduro. O una cosa o la otra.
Por eso es importante la decisión del gobierno dominicano. Fue el gobierno dominicano que se negó en el pasado a aplicar sanciones desde la OEA contra Nicolás Maduro, y auspició negociaciones con la oposición que se realizaron en la República Dominicana, y que no sirvieron para nada porque el gobierno de Maduro las utilizó burdamente a su favor, poniendo en riesgo el empeño del presidente dominicano para ayudarlo.
Las autoridades diplomáticas de los Estados Unidos han perdido mucha autoridad política y moral en América Latina. Por eso es preocupante que las presiones del gobierno americano tengan éxito. La reunión del embajador interino de Estados Unidos en República Dominicana, Robert Copley, con Danilo Medina, y luego sus declaraciones en el Palacio Nacional cuestionando la política exterior dominicana, son un atrevimiento inaceptable. Luego la llamada desde el Departamento de Estado al ministro de Relaciones Exteriores dominicano, Miguel Vargas, son también un asunto cuestionable. No se conoce lo que ocurrió en ese diálogo, pero se entiende que hay una presión montada para desconocer al ilegítimo gobierno de Venezuela.
Nos inquieta que la política exterior dominicana dependa de la presión de los Estados Unidos. Y que el ingreso de la República Dominicana al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas también dependa de esa presión.
Sin embargo, el gobierno de Nicolás Maduro es ilegítimo. Esa elección de mayo resultó un fraude y una caricatura de elecciones democráticas. La represión contra los opositores en Venezuela, la existencia de presos políticos, la anulación de la Asamblea Legislativa, los crímenes que se han cometido por parte del gobierno contra la población, requieren de una respuesta a favor de la lucha del pueblo venezolano por tener un gobierno digno.
Esa lucha del pueblo venezolano es la que apoyamos. Y esa lucha del pueblo es que el gobierno dominicano debe apoyar. Nunca la presión del gobierno de los Estados Unidos. Por tanto, el gobierno dominicano debe dejar claro en la Asamblea de la OEA que apoya la lucha del pueblo de Venezuela por elecciones libres y democráticas, y que no reconoce al gobierno de Nicolás Maduro, porque hemos sido testigos de un fraude allí. No por la presión del gobierno norteamericano, sino porque la democracia debe ejercerse sobre la base de la libertad y debe contar siempre con la legitimidad de las elecciones, nunca con simulaciones.
El pueblo dominicano tiene deudas históricas con los demócratas de Venezuela, y ahora es el momento para comenzar a pagarlas. No por la presión de los Estados Unidos, sino por la ostensible ilegitimidad de las “nuevas” autoridades “electas” en Venezuela por seis años más en mayo pasado.