En esta semana estamos estrenando el año 2018. Si nos detenemos a reflexionar a nivel personal, familiar y social sobre las oportunidades que nos ofrece el nuevo año, nos quedaremos en la cotidianidad, sin horizontes, sin perspectivas, obligados a soportar el hastío de una rutina cotidiana, sin sentido y sin perspectivas. Es por eso que en el presente artículo presentaré algunas de las perspectivas que para el 2018 han sido propuestas por algunos intelectuales dominicanos y latinoamericanos.

R. Colombo (2018, promete y compromete, Acento 4-1-2018) ha señalado: “Cabe resaltar que el 2017 constituyó un punto de inflexión en la conciencia y en el accionar de los dominicanos y dominicanas: Teñimos de verde las calles de Quisqueya, reclamando un mejor país para todos, sin corrupción ni impunidad. ¡Contigo, el 2018 promete!”

D. García, (¡2018, un año para reaprender y avanzar! Acento, 2-1-2018), plantea la importancia de mantener la esperanza indignada: “La esperanza es una virtud que debería brillar en el 2018. Mantenerla viva fortalece nuestra energía para trabajar sin descanso por el país y para el país. Hablamos de una esperanza inteligente y crítica que tiene como base un compromiso serio con el avance y la humanización de la sociedad dominicana…”

H. Rodríguez (Grandes aprendizajes para el 2018, Acento, 3-1-2018), ha propuesto algunos aprendizajes para el presente año. “Debemos aprender a:

-Tener los ojos bien abiertos para que nadie ponga límites a nuestros sueños y a nuestros proyectos individuales y colectivos.

-Darnos cuenta que la suma de voluntades de los más débiles crea fuerzas vigorosas imparables por los más fuertes.

– Someter a la mirada pública de los ciudadanos y ciudadanas todo cuanto los gobernantes y líderes partidarios esconden y tergiversan.

– Recuperar una agenda ética para la economía que supone responsabilidad ética de las políticas públicas al servicio de los ciudadanos y ciudadanas, con la educación y salud en primer orden.

– Convencernos de que la eficiencia de las metas de crecimiento económico, productividad y competitividad del país deben medirse en función de si eliminan la pobreza y producen bienestar a todos los ciudadanos y ciudadanas.

– Entender que las universidades y los intelectuales sólo tienen sentido si son capaces de formar comunidades críticas que asumen compromisos sociales.

– Juzgar en la “plaza pública” a los que devaluaron la democracia y se burlaron de la justicia con acrobacias legales y maniobras anti-éticas.

Finalmente, debemos “aprender que lo aprendido” debe convertirse en un “grito del corazón” contra el muro de la exclusión social, la indiferencia ética, la falta de compromiso político, el miedo y  el silencio cómplice”.

R. Espinal (2018: ¿Qué esperan? Acento, 3-1-2018), comienza el año con un grito de indignación y de llamado a un cambio de actitud y de prácticas políticas de los funcionarios públicos del partido gobernante: “¿Qué esperan los peledeístas para cambiar el rumbo del país? ¿O piensan ordeñar la vaca hasta secarla? No falta mucho; el endeudamiento va alto y cada día los problemas se agudizan… (…) ¿Se atreverán las autoridades actuales a dejar de pactar la inequidad, la ineficiencia y la impunidad para que el país pueda dar un salto al bienestar? Gobierno: asuman su slogan, ¡Manos a la obra! La gente está harta de esperar viendo y viviendo el deterioro en las condiciones de vida. ¿Terminará el 2018 peor de lo que comienza? ¿Qué esperan para cambiar de rumbo?”

C. Mercedes (Un nuevo año: Lo que auguramos. Acento, 2-1-2018) ha señalado con perspicaz intuición: El 2018 debería  ser el antípoda del 2017, en todo lo concerniente  a lo  institucional, la justicia  y la mega corrupción (…)”. El 2018,  es el escenario perfecto para  aunar esfuerzos  por comprender que el desarrollo  solo  es posible cuando imbricamos política y ética. (…). La  teoría  de la justicia  se sostiene, según John Rawls, cuando política y  ética  giran biunívocamente, en una relación dialéctica que no  se pueda asumir la política  a distancia  de la ética (…). Busquemos en  este  espacio  de  reflexión que significa un nuevo año, el rincón  de la templanza,  de la prudencia,  de la fortaleza y la justicia, para cimentar los pasos  de la  esperanza anidada en el 2017: La movilización social. De nada sirve haber ‘logrado, realizado nuestra  revolución personal’, si el termómetro social que nos rodea, nos acogota”.

J.L. Taveras (Proclama para un año nuevo, Acento, 2-1-2018), ha señalado: “¡A trabajar! El futuro no se espera; se construye: es la obra inacabada del presente, de un hoy infinitamente progresivo (…). Los años no son malos ni buenos; nuestras determinaciones pueden ser asertivas o erradas y son ellas las que finalmente decretan lo que somos o seremos; ellas nos redimen o nos condenan. Pero debemos vivir la ficción de un nuevo año para hacer rupturas con la rutina, oxigenar la monotonía, pausar el ritmo, aspirar otros alientos, contar las pisadas, afirmar nuestras convicciones, reordenar los planes y darles otras alturas a las visiones. Sí, ¡vivamos intensamente esa ilusión! pero como simple coartada para repensar nuestros designios y rescatar así tantos compromisos arrimados. (…) Desempolvemos los pactos interiores abandonados porque, a pesar de su brevedad, la vida siempre nos aguarda cuando es para ser más. El nuevo año es una oportunidad siempre inédita para perdonar, amar, corregir, construir, pensar, y… soñar”.

El Papa Francisco, en su mensaje con motivo de la celebración de la 51 jornada mundial de la paz, el pasado día 1 de enero, se ha referido a los migrantes y refugiados, como hombres y mujeres que buscan el bienestar y la paz y propone que para el año 2018, las sociedades, los gobiernos, las iglesias y las organizaciones  e instituciones que trabajan con migrantes y asilados, asuman un plan de trabajo fundamentado en cuatro piedras angulares para la acción: “Para ofrecer a los solicitantes de asilo, a los refugiados, a los inmigrantes y a las víctimas de la trata de seres humanos una posibilidad de encontrar la paz que buscan, se requiere una estrategia que conjugue cuatro acciones: acoger, proteger, promover e integrar”.

En definitiva, después de lo expuesto más arriba por los diferentes escritores e intelectuales citados, no queda mucho más por decir. Pues sus aportes son los suficientemente concretos y luminosos para orientar y alimentar nuestra esperanza indignada y nuestras prácticas solidarias, resistentes y comprometidas con la creación de una Vida Digna, en una sociedad estructuralmente injusta, durante todo el año 2018.