Cuando se analizan las causas de la baja calidad de la educación dominicana en los niveles preuniversitarios –calificada entre las peores del mundo- se les atribuye a maestros y profesores la mayor responsabilidad, debido a la deficiente formación que adquieren en las instituciones de educación superior de donde egresan. Además, a la existencia de otros elementos determinantes que influyen en la práctica educativa, y que el MINERD sigue sin darles las respuestas que ameritan para superar este hándicap, aun disponiendo de un denominado Instituto Nacional de Formación y Capacitación Magisterial (INAFOCAM) que no ha podido encarar el deterioro de la calidad educativa, de donde no se podrá salir si continúan haciendo lo mismo.
El MINERD con su reducido presupuesto hasta el año 2013 –entrada en vigencia del 4% del PIB- nunca desarrolló un programa permanente de formación continua para los docentes del Nivel Básico, y mucho menos para los del Nivel Secundario. Apenas celebraba –y continúa- realizando las improvisadas jornadas de verano, de lo que supone la Dirección General de Educación Básica requieren los docentes, no en base a investigaciones sobre las necesidades pedagógicas y curriculares de cada centro educativo.
La educación está cambiando los modelos y paradigmas en todas las latitudes, tratando de superar los que las han guiado, especialmente en cuanto a la formación de los maestros y profesores, por lo que los sistemas educativos y los docentes enfrentan nuevos retos. Pero los docentes no son los únicos responsables de los resultados y de la calidad del sistema educativo. Tampoco pueden asumir el desafío del cambio en forma aislada e individual, aunque tienen un rol protagónico en la configuración de las experiencias de aprendizaje de los alumnos. En el país debería producirse un diálogo fructífero sobre los avances y las dificultades que se vislumbran en la formación de los docentes que día a día construyen la educación que se imparte en las aulas.
La formación docente es un proceso continuo y de larga duración que no se agota durante la fase de la formación inicial que proporciona una licenciatura. Formación que se caracteriza por la uniformidad y los docentes son un cuerpo heterogéneo; tienen distintas exigencias de formación a lo largo de su carrera profesional.
La profesión docente se encuentra permanentemente demandada por los cambios y avances que se operan en el conocimiento científico. Desde esta visión, el desarrollo profesional de los docentes -tarea insoslayable del MINERD- constituye una estrategia fundamental tanto para renovar su trabajo, como para responder a las nuevas necesidades de la sociedad.
Michael Fullan, ante esta complejidad expresa: “la educación del profesorado tiene el honor de ser, al mismo tiempo el peor problema y la mejor solución de la educación”. Por lo cual, tanto los docentes como el MINERD deben trabajar para mejorarla.
En la actualidad los maestros y profesores son profesionales, es decir, personas más o menos expertas en la enseñanza y el aprendizaje, de acuerdo a sus estudios de nivel superior. Sin embargo, cualquier curriculum es improductivo cuando los responsables directos de la enseñanza no se encuentran en pleno dominio de los contenidos y de las herramientas pedagógicas capaces de brindar las óptimas oportunidades de aprendizaje a los estudiantes.
A pesar de los esfuerzos y de las inversiones realizadas en programas de capacitación, los resultados distan de ser los esperados, y este esquema que se viene aplicando en RD, está desapareciendo en muchos países.
La instrucción de los docentes y su educación permanente se conoce como Formación Docente Continua, o Desarrollo Profesional, ya que estos términos reflejan más fielmente el hecho de que los maestros y profesores son profesionales; su labor es un complejo proceso para ayudar a los alumnos a aprender y, por tanto, su preparación no es una capacitación ligera.
En cualquiera de estas denominaciones, se entiende como un proceso continuo que procura la adquisición o perfeccionamiento de conocimientos, capacidades, actitudes y destrezas que están enfocados en beneficiar la calidad de la educación. Asimismo, implica una postura de eliminación de paradigmas tradicionales y un deseo de mejora en la práctica para que los docentes sean agentes de cambio dentro y fuera de las aulas.
Los maestros y profesores se hacen cada día en la medida que el proceso de formación continua les permite hacer su trabajo cada vez mejor, para lo cual tienen que mantener una constante actitud de aprendizaje. Y el enfoque basado en programas de capacitación ha demostrado que no satisface los desafíos actuales de la educación de calidad que demanda cualquier sociedad, y la dominicana no es excepción. Y más cuando un Informe del PREAL establece que: “En promedio, los maestros latinoamericanos no se preparan adecuadamente para su función. Tienen menos horas de formación profesional que sus contrapartes de los países desarrollados y la capacitación que reciben suele ser de mala calidad”.
El término capacitación se usa en forma exclusiva para referirse a cursos específicos de corta duración, o a oportunidades de aprendizaje que los docentes pueden recibir en su lugar de trabajo con el fin de aprender una nueva destreza. Por ejemplo, el uso de un material curricular. En cambio, el desarrollo profesional incluye experiencias formales como: programas básicos o avanzados de docencia, asistencia a talleres, a cursos en instituciones superiores; a reuniones profesionales; desempeño de actividades en calidad de coordinador; la realización de estudios de investigación y presentaciones en conferencias, entre otros.
El MINERD debiera reconocer que dado que los docentes están en contacto diario con los estudiantes que potencialmente conforman la próxima generación de maestros y profesores, el entusiasmo y la motivación de la fuerza laboral docente actual son influencias importantes en la oferta de futuros docentes. De ahí que si la docencia no se percibe como una profesión atractiva y la enseñanza no cambia de forma fundamental, sería difícil revertir la espiral actual de deterioro de la escuela pública dominicana.