Los venezolanos no ven mejoras económicas con programa anticrisis de Maduro

Caracas, 23 sep (EFE/Héctor Pereira).- Los venezolanos siguen sin ver mejoras en su calidad de vida luego de cumplirse el primer mes de la puesta en marcha de un programa anticrisis que el Gobierno de Nicolás Maduro anunció como un "milagro económico" ideado por él mismo que incluye la devaluación de la moneda y el aumento exponencial del salario.

En primer lugar, a un mes de lo que ha sido denominado por economistas como el "paquetazo" se ha reportado el cierre de un número aún no determinado de comercios que no lograron asumir el pago a sus empleados del nuevo salario con el consiguiente aumento del desempleo.

"Para mí ha sido un completo fracaso", dijo a Efe el economista Luis Oliveros en contraposición con el balance que el jefe de Estado ofreció el jueves cuando celebró el "éxito" de su paquete de ajustes que incluye la devaluación de la moneda en 95,8 %, controles de precios, aumentos salariales y de impuestos.

A juicio del experto la única medida con algún éxito ha sido la reconversión monetaria que le quitó cinco ceros a la moneda y con la que se echó a andar una nueva familia de billetes con denominaciones más ajustadas a la inflación, un indicador que cerrará el año en 1.000.000 % según estimaciones del Fondo Monetario Internacional.

"El único éxito que puede presentar es que ahora los venezolanos cuando vamos a comprar algo las tarjetas nos pasan más rápido porque pagamos en una sola operación, antes teníamos que pasarlas cuatro y cinco veces porque los sistemas no aguantaban", dijo.

Oliveros explicó que el escenario de hiperiflación "está alimentándose" con las recientes decisiones del Ejecutivo, al que acusó de mentir reiteradamente por declarar que ha logrado reducir a cero el déficit fiscal pues el Banco Central (BCV) "aumentó la cantidad de dinero después de la reconversión en números nunca antes vistos".

"Esto es decirle nuevamente al mercado, a los agentes económicos: estoy diciéndote mentiras", criticó.

Otra medida que la llamada revolución bolivariana difundió con altavoces fue el aumento del salario mínimo legal, que Maduro multiplicó por 35 y lo ubicó en unos 30 dólares mensuales según la tasa oficial de cambio (Dicom).

Este hecho, según el economista, "fue muy mal llevado" por el Gobierno "que no puede pretender hacer decretos del salario mínimo para tratar de que la gente gane y tenga mayor poder adquisitivo cuando ellos mismos están alimentando la hiperinflación".

El astronómico incremento salarial y los nuevos controles gubernamentales sobre la producción y distribución de ítems de primera necesidad han animado, siempre según Oliveros, la recesión económica y han hecho que las expectativas económicas hayan "empeorado notablemente" en el último mes.

Ese lapso "es suficiente para que un programa de estabilización quiebre las expectativas negativas de los agentes económicos y muy por el contrario en las últimas semanas hemos visto un nivel de persecución sin precedentes", señaló en alusión al encarcelamiento de 34 gerentes de supermercados.

Maduro ha dicho que castigará aquellos establecimientos donde haya especulación y que "ocultan" los alimentos, generalmente escasos en el país y más difíciles de encontrar en las últimas semanas luego de que el Ejecutivo fijase precios de varios de ellos.

El mismo argumento esgrimió el mandatario esta semana contra los banqueros, a quienes acusó de haber "secuestrado" los billetes, otro bien de difícil acceso en Venezuela.

Todo esto, a juicio de Oliveros, refleja "la misma política económica que ha seguido Nicolás Maduro en sus seis años de gobierno" con el agravante de una mayor persecución a la empresa privada.

El economista y diputado José Guerra ha dicho en sus redes sociales que "a un mes del inicio de la reconversión monetaria, persiste la escasez de billetes y no hay indicios de que la situación va a mejorar".

Pero la "persecución" de la que habla Oliveros también aplica para los venezolanos en general que siguen viviendo bajo un férreo control de cambio desde 2003 que, en el marco del gubernamental "plan de recuperación económica", se esperaba que fuera suplantado por un nuevo marco legal que despenalizó los delitos cambiarios.

Sin embargo, el incipiente mercado oficial de subastas de divisas no termina de seducir a los cambistas que encuentran en el mercado paralelo e ilegal precios muy superiores a la tasa oficial que fija el ente emisor.

Oliveros se atreve a augurar "récord en los niveles de caída del Producto Interno Bruto", más cierre de empresas y "eso te va a generar desempleo, hambre, múltiples problemas que no veo cómo el gobierno vaya a poder revertir esa situación en el corto y mediano plazo". EFE

La industria argentina atraviesa un mal momento arrastrada por la crisis

Desde que Mauricio Macri llegó a la Casa Rosada, a finales de 2015, hasta agosto de este año, la actividad industrial cayó un 5,9 %, según datos oficiales, que situaron en menos del 60 % el uso de la capacidad instalada en julio, frente al 71 % de hace tres años, lo que supone una capacidad ociosa demasiado elevada que puede poner a los rubros más vulnerables al borde del cierre.
Desde que Mauricio Macri llegó a la Casa Rosada, a finales de 2015, hasta agosto de este año, la actividad industrial cayó un 5,9 %, según datos oficiales, que situaron en menos del 60 % el uso de la capacidad instalada en julio, frente al 71 % de hace tres años, lo que supone una capacidad ociosa demasiado elevada que puede poner a los rubros más vulnerables al borde del cierre.

Buenos Aires, 23 sep (EFE/Javier Caamaño).- La industria argentina se encuentra en sus niveles más bajos desde el cambio de gobierno hace casi tres años por la caída del consumo y la falta de financiación, entre otros factores derivados de la crisis económica, un mal momento que solo se ve atenuado en parte por la devaluación del peso.

Desde que Mauricio Macri llegó a la Casa Rosada, a finales de 2015, hasta agosto de este año, la actividad industrial cayó un 5,9 %, según datos oficiales, que situaron en menos del 60 % el uso de la capacidad instalada en julio, frente al 71 % de hace tres años, lo que supone una capacidad ociosa demasiado elevada que puede poner a los rubros más vulnerables al borde del cierre.

Con una inflación disparada (para este año se prevé que supere ampliamente el 40 %) y una política de contención de salarios, el consumo interno caerá en 2018 un 3,4 %, de acuerdo con las proyecciones -generalmente optimistas- del Gobierno, una tendencia que golpea con fuerza a la industria nacional, en la que las exportaciones suponen una baja proporción.

Daniel Funes, vicepresidente de la Unión Industrial Argentina (UIA, una de las patronales más importantes del país), señaló a preguntas de Efe el escaso acceso al crédito como otro de los aspectos que frenan la producción.

Para intentar contener la inflación y la fuga de capitales, el Banco Central fijó recientemente los tipos de interés en el 60 %, una tasa que encarece la financiación hasta niveles inasumibles para buena parte del tejido empresarial.

En cuanto a la política comercial de apertura de Macri, que suscita el apoyo de la mayoría de expertos por sentar unas bases que permitan un mayor crecimiento en el futuro, en el corto plazo aún no ha dado sus frutos; las importaciones han aumentado a un ritmo mayor al de las exportaciones y la balanza comercial ha profundizado su déficit.

A todo ello se han sumado otros factores que han lastrado el desempeño de la industria, como la caída económica de Brasil, el principal destino de las manufacturas argentinas, o una de las peores sequías en las últimas décadas, que ha dejado este año unos pobres números en los sectores ligados al campo, como aceites y harinas, de gran peso en la producción del país.

Frente a este panorama, uno de los puntos en los que se puede apoyar el sector para su recuperación es la competitividad que aportará en el plano internacional la devaluación del peso -el dólar ha repuntado desde el comienzo de este año un 100 % con respecto a la moneda local-, en opinión de Marcelo Elizondo, director de la consultora DNI.

Elizondo explicó que el principal sector exportador argentino es el de la industria automotriz, pero en él la ventaja cambiaria se puede ver diluida porque tiene mucha dependencia de insumos importados, y su principal comprador es Brasil, cuya moneda también se ha depreciado recientemente.

Las industrias de menor dimensión, muchas de ellas nacionales, de divisiones como químicos, plásticos o aparatos eléctricos, con una estructura de un número alto de empresas pero una baja exportación, que se dirige hacia toda Latinoamérica, pueden verse en cambio muy beneficiadas, porque no tienen tantos componentes importados.

También en la agroindustria el analista ve un gran potencial, ya que trabaja con materia prima del país y exporta a mercados como Europa y Asia, por lo que la baja de costes medida en dólares es más significativa y le suma una mayor competitividad.

Pero en medio de un contexto de recesión y de ajuste fiscal, el Gobierno ha adoptado medidas como una bajada del 66 % de los reintegros a las exportaciones y la generalización de las conocidas como "retenciones" a la exportación, con un importe de entre 3 y 4 pesos por dólar (entre el 7,5 % y el 10 %, según al tipo de cambio actual), que moderan el posible crecimiento en este ámbito.

Por otro lado, la fuerte caída del peso impactará limitando las importaciones, un hueco que puede ocupar la producción local.

Pero más allá del empujón que pueda obtener por la devaluación, las previsiones de la industria para los próximos meses son negativas, y "solo el tipo de cambio no resuelve el problema", como subrayó el vicepresidente de la UIA.

El sector difícilmente podrá volver a carburar hasta que no haya una reactivación de la economía, algo que el consenso de los economistas no espera hasta bien entrado el próximo año. EFE