Los cuarenta y nueve poemas que componen el fascinante poemario del laureado escritor dominicano, Valentín Amaro, constituyen una muestra auténtica de su vasto universo poético. Destaca, ante todo, su capacidad creadora al convertir el clamor y la mezquindad humana en poesía, más allá de las ideologías que complementan el sentido de la vida.

Su principal preocupación se trasluce en la responsabilidad individual del sujeto ante su propia existencia, su pasado, su presente y su futuro; dejando ver a través de sus versos la frustración característica del poeta que se inhibe ante el porvenir, insatisfecho ante las respuestas otorgadas por parte de la ciencia o mediante el discurso religioso.

La principal metáfora cosmogónica del poeta es la desnudez que remite en el discurso religioso al primer hombre bíblico, Adán; metáfora en tanto símbolo del sinsentido que otorgan los teneres, bienes materiales o cualquier tipo de presunción, puesto que de todas formas sin nada nace un hombre y nada puede llevarse al sepulcro:

(…) “Desnudo, soy el otro Adán

en las cenizas buscándome” (2016, p. 17).

La metáfora existencialista del poeta no solo apunta hacia una cosmogonía sacralizada, sino que, al mismo tiempo, direcciona su clamor hacia una desacralidad, tanto cosmogónica como escatológica. El matiz principal de esta metáfora lo constituye “lo oscuro”, por la inseguridad de admitir los discursos opuestos del origen y del fin, lo cual le genera inquietudes existenciales al estilo del decimonónico pintor francés Paul Gauguín en su última vehemencia artística: “¿Quiénes somos? ¿De dónde venimos? ¿Hacia dónde vamos?”:

“Hay un hombre danzando en lo oscuro,

nada sabe el azar

ni de los pequeños dioses

que vigilan su otoño

perdido tropieza a cada paso,

en cada burdo intento

de su drama interminable”…  (2016, p. 18).

 

El miedo ante lo desconocido no constituye en sus versos un lenguaje alegórico, sino más bien, refiere a una categoría de la existencia humana con la que el poeta soslaya momentáneamente la metáfora, abandonando, en apariencia, el existencialismo de sus versos para colocarse en un empirismo desde donde recurre a una metafísica inacabada, por desconocer lo que está velado al ojo humano. Sin embargo, tal abandono solo ocurre al referirse al miedo, a esa sensación de inseguridad que acompaña al poeta por la inconformidad ante las respuestas sobre el más allá. En sus mismos versos el poeta recupera la metáfora de la desnudez para completar la alusión a la inseguridad de la vida:

“El miedo me abraza al silencio.

Estoy solo,

con preguntas de los siglos a cuestas

como viejo aislado que da vueltas.

¿Qué espero?

¿Qué invento?

¿Qué de mi andar desnudo?”… (2016, p. 19).

Para el poeta Amaro, la vida es como una gota tenue de rocío, que cae y al amanecer desaparece. Estas nociones pudieran deprender de la poética bíblica hebrea o de la propia observación histórica del poeta, ante la brevedad de la vida descrita desde antaño por el poeta romano-español Lucio Anneo Séneca:

“El hombre es una casa viva, vacía,

Un silencio pesado como el mundo,

¿Qué hacer cuando la máscara se cae? (…)

¿Qué hacer con el fétido aliento de las horas?”

Evidentemente, las metáforas existencialistas con las que el notable escritor dominicano, Valentín Amaro, entrama su poemario: “En el temblor de las Visiones” (2016) no dejan brechas para ubicar al poeta en el vasto mundo de la religiosidad, pero tampoco dentro de las creencias desacralizadas. Aunque se ampara en elementos cosmogónicos propios del mundo sacralizado occidental, sus clamores existenciales no resultan necesariamente suficientes para ubicarlo dentro de un pensamiento religioso.

En sus versos se evidencia la sensibilidad de un poeta, intelectual y académico de sólida formación humanística, no solo por el acervo cultural y literario al que se adscriben sus poemas, sino, además, por la memoria fraterna, y piadosa, propia de lo humano con la que metaforiza la literalidad de sus versos.

Amaro, Valentín (2016). En el temblor de las visiones. República Dominicana: Editorial Santuario; Alejandría editores.