El poemario “África en mi piel”, de la autoría del sociólogo y poeta Rafael Nino Féliz, conjuga una muestra relevante del imaginario colectivo dominicano y caribeño que se expresa a través de numerosas metáforas de la vida cotidiana. Lo negro, en la poética de nuestro autor, remite a la historia de la piel del mulato, similar a como la representó el decimero decimonónico, Juan Antonio Alix, en su famosa décima, “El negro tras de la oreja”.

Empero la poética de nuestro autor va más allá de describir las ideas estigmatizadas del blanco hijo de negros, quien, aunque presuma de su blancura, le será casi imposible desligarse de la sombra presente en la forma de un cuerpo curvo y ondulado. De ahí que los 34 poemas que incluye el autor en su libro otorgan vida a lo que es propio en la historia del negro. La literalidad del poema se trasluce en palabras encadenas, significantes que expresan las oposiciones: látigo/piel; dueño/amo; negrura/blancura; alegría/tristeza; libertad/esclavitud; laceración/indignación, etc.

La poética de la negritud en Nino Féliz se metaforiza mediante significantes literarios que relucen la alegría que deviene de la herencia africana. El placer y los deseos de la carne como símbolos de la alegría y del ocio negro se expresan en la contemplación poética del deseo y de las ansias de disfrutar ese placer que produce el cuerpo afroantillano, a través de la recursividad como recurso anafórico del léxico hispánico:

Africanízame en tu delgada cintura de negra bailarina

Africanízame en tu identidad que no abandonas…

Africanízame en el arte que corre por tus venas…

Africanízame en tus finas manos de artista…

Africanízame en tu blanca dentadura de diosa irrepetible…

Africanízame en tu vientre de madre planetaria…

Africanízame en tu tambor bajo el silencio roto de la noche (Félix, 2017, p. 21)

La cintura constituye la metáfora del desdoblamiento del cuerpo, del baile a ritmo del tambor; mientras la identidad del negro lo constituye el fenotipo africano presente en el cuerpo mulato de los caribeños, sin importar el color de su piel. Las artes negras se expresan en las pinturas chillonas y variopintas, mientras su artesanía se expresa en la alusión directa a las manos alargadas y callosas de la mulata. Asimismo, los versos metaforizan la alegría del negro con los epítetos “blancura de tus dientes” y “en tu tambor bajo el silencio roto de la noche”, etc.

Pese al relucir de los significantes de la alegría con la que disipa el dolor del cuerpo de herencia africana, el poeta se constituye en portavoz de la clase oprimida, puesto que expresa el clamor por la libertad y por la lucha por la igualdad de derecho que ha caracterizado la historia esclavista, en la que el personaje negro lamentablemente ha sido más víctima que victimario:

Dejad que mis pies caminen por la senda…

Dejad que mis pasos transiten bajo luna llena…

Dejad que mis pies deshagan sus penas (Félix, 2017, p. 24).

El poeta cierra su poemario describiendo las alternativas que tiene el negro para sobrevivir, ante las condiciones de hambres y desesperanzas, producto de las garras del capitalismo salvaje, que mantiene a gran parte de ese continente y del mundo en pobreza extrema. Para ello, el poeta abandona el lenguaje simbólico para recoger la ignominia que caracteriza a gran parte de la humanidad, debido a la desigualdad social, con lo que consigue alcanzar gran parte de la verosimilitud propia de la literatura realista.

La metáfora de la negritud no refiere al negro de antaño, sino que representa, más bien, a las víctimas de la explotación; constituye simbología de la opresión de los más débiles por parte de los más aptos. Sin importar el color de piel, el destino remite al poeta a la herencia africana que inició en América casi junto al exterminio de los indios del Caribe, y del siguiente modo lo expresa:

Yo vi dos hombres subir a un árbol

De mango alto y de buen frutal

Aquellos llenos de hambre

Cuyos estómagos lucían muy mal… (Féliz, 2017, p. 54).

Féliz, Rafael Nino (2017) África en mi piel. República Dominicana: Editorial Gente.