La creación de valores estéticos es lo propio del arte, sin embargo, querer confirmar el arte en el terreno de los valores estéticos sería desconocer su misión universal. El arte es el lugar ideal, ficticio, del entrechocamiento de todos los valores —los valores universales, colectivos e individuales, los valores intelectuales, estéticos, religiosos— y de sus choques con el mundo físico-causal, exento de valores. Estos entrecruzamientos, tales como los presenta el arte, se caracterizan por el hecho de que los símbolos que producen son en sí mismos valores estéticos.
Como estos intercambios ocurren en un espacio ficticio, imaginario, es una esfera ideal, donde el taller del artista se torna comparable a un laboratorio axiológico ideal donde se examina, bajo forma de juego estético, aquello que ocurre cuando se hacen actuar distintos valores unos sobre otros, y cuando chocan con el mundo físico-causal.
Aunque todo esto pasa en una esfera imaginaria, ficticia, el resultado de tales experimentos axiológicos que constituyen el arte es válido para la realidad. Y esto gracias a que el modo de existencia de los valores es el de la validez, y que la validez es un dominio más allá de lo real y lo imaginario. Puesta por encima de esta distinción entre real e imaginario, la validez los abarca a ambos. Los valores que han probado su validez en los experimentos ficticios de la imaginación artística, demuestran por eso mismo su validez en la vida real, pues una validez ideal es al mismo tiempo una validez real. De ahí la gravedad de los experimentos ficticios del juego artístico, puesto que sus resultados axiológicos son válidos para la vida misma.
Si el juego estético del arte, muestra por tanto en su esfera ideal, que un valor dado es particularmente susceptible de ser degradado, también lo es en la realidad. Y si el juego estético del arte muestra en su esfera ideal que otro valor es precario, que está amenazado de una posible pérdida, también lo está en la realidad.
Estos aspectos axiológicos del arte muestran que es más que un juego acompañando la vida. El arte es una parte misma de la vida, su aspecto axiológico ideal.
El arte dramático busca personificar los valores en sujetos ficticios, y a presentar el entrechocamiento de los valores bajo forma de acciones concretas de los sujetos. Hay que observar sin embargo que aquí, como en todo arte, “solo los sustentáculos de los valores son ficticios”, mientras que los valores mismos son tan reales como lo son en la vida, desde que la validez es un dominio más allá de lo real y lo imaginario.
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