SANTO DOMINGO, República Dominicana.- La ubicación de República Dominicana en el centro de la región, además de ser poseedor de la economía más fuerte, con por lo menos media docena de puertos, lo convierte en uno de los países de tránsito favoritos de los traficantes de cocaína, según una publicación del Centro de Investigación de Crimen Organizado, Insight Crime.
Para la fundación dedicada al estudio del crimen organizado en Latinoamérica y el Caribe, las múltiples rutas pueden ser utilizadas en el tráfico de narcóticos, teniendo acceso al mercado estadounidense, dada la proximidad con Puerto Rico, a solo 381 kilómetros de distancia.
“Si los traficantes logran ingresar cocaína a Puerto Rico, territorio de Estados Unidos, es fácil llegar a tierra firme, dado que está dentro de las barreras aduaneras estadounidenses”, subraya.
Lo mismo ocurre con los territorios franceses de Martinica y Guadalupe en cuanto a los cargamentos dirigidos a Europa continental.
Otra razón por la que República Dominicana es uno de los países de tránsito favoritos de los traficantes de cocaína es la creciente sofisticación de las organizaciones de tráfico de drogas (OTD) del país, las cuales solían servir principalmente como transportistas para organizaciones de Colombia y México.
República Dominicana tiene por lejos la economía y el PIB más grandes del Caribe, junto con un mercado inmobiliario en auge, que ofrece muchas oportunidades para el lavado de dinero.
En la actualidad, según el informe, los dominicanos “están comprando cocaína en Venezuela, contratando a los venezolanos para hacer el peligroso viaje por el Caribe, y tomando el control directo de los cargamentos una vez llegan a la isla”.
Adicionalmente, señala Insight Crime, estas OTD pueden llevar drogas hasta la Costa Este de Estados Unidos, donde la gran diáspora dominicana vende las drogas, incluso a nivel minorista.
“Esto significa que los dominicanos controlan actualmente una gran parte de los eslabones de la cadena de la droga y pueden maximizar las ganancias por kilogramo”, señala.
Una situación en la que los dominicanos, trabajando con los carteles colombianos y mexicanos, también actúan como intermediarios para las mafias internacionales que buscan obtener grandes cargas de cocaína, y sobre la cual las agencias internacionales de inteligencia de Santo Domingo han llamado la atención.
De Venezuela a Dominicana
República Dominicana resulta muy atractiva para los venezolanos que buscan huir de su país, en colapso, o esconder su dinero de la hiperinflación y de la expropiación del Gobierno, pero también para el narcotráfico.
El informe explica que los narcotraficantes en Venezuela están aprovechando los 1.400 kilómetros en línea recta desde la costa norte del país sudamericano hacia República Dominicana, como una “ruta directa”, mediante la cual se envían lanchas rápidas cargadas con hasta una tonelada de cocaína desde las penínsulas de La Guajira y Paraguaná.
La fundación indica que otra ruta usada por los barcos cargados de drogas es el grupo de islas a lo largo del archipiélago caribeño. Puntualiza que hay 834 kilómetros entre Venezuela y Trinidad y Tobago, y allí hay una serie de islas que se alinean hasta Cuba, como Granada, Martinica y San Cristóbal y Nieves.
“Luego se llega a las grandes islas – aduce –, comenzando con Puerto Rico y La Española, donde se asientan República Dominicana y Haití, y finalmente se encuentra Jamaica, para luego llegar a la isla más grande del Caribe, Cuba”.
Esta es parte de la descripción que hace el documento:
¿Por qué República Dominicana?
República Dominicana se asienta en el corazón del Caribe. Es el país más poblado de la región, con 10,5 millones de habitantes, y es el que tiene la economía más fuerte. Unos cinco millones de turistas ingresan al país a través de los aeropuertos internacionales y en las decenas de cruceros que llegan a sus puertos cada año. Desde el punto de vista comercial, los seis puertos de República Dominicana lo convierten en un centro regional para el transporte marítimo. Algunos de estos puertos tienen la capacidad de recibir buques Neopanamax, lo más grandes que pueden cruzar por el Canal de Panamá.
Santo Domingo es una de las ciudades más antiguas y grandes del Caribe, con un área metropolitana donde viven casi tres millones de habitantes. Cuenta con hoteles de primera clase, resorts, restaurantes y casinos, todo lo que desean los nuevos narcotraficantes. República Dominicana tiene por lejos la economía y el PIB más grandes del Caribe, junto con un mercado inmobiliario en auge, que ofrece muchas oportunidades para el lavado de dinero.
El país tiene múltiples rutas que pueden ser utilizadas por los cargamentos de cocaína. Para el mercado estadounidense, está Puerto Rico, a solo 381 kilómetros de distancia. Si los traficantes logran ingresar cocaína a Puerto Rico, territorio de Estados Unidos, es fácil llegar a tierra firme, dado que está dentro de las barreras aduaneras estadounidenses. Algo similar ocurre con los territorios franceses de Martinica y Guadalupe en cuanto a los cargamentos dirigidos a Europa continental.
Los territorios británicos de ultramar, como Anguila, Bermudas, las Islas Vírgenes Británicas, así como antiguas colonias como Jamaica, son trampolines hacia el Reino Unido. Sin embargo, gracias a las ventajas lingüísticas y a la gran diáspora dominicana, España sigue siendo el principal punto de entrada en Europa para las drogas que salen de República Dominicana. España ha sido tradicionalmente la nación europea con la mayor cantidad de incautaciones de cocaína.
Otra razón por la que República Dominicana es uno de los países de tránsito favoritos de los traficantes de cocaína es la creciente sofisticación de las organizaciones de tráfico de drogas (OTD) del país. Las estructuras criminales dominicanas solían servir principalmente como transportistas para organizaciones de Colombia y México. Ya esto ha cambiado. Las OTD dominicanas han entrado a las grandes ligas.
Hoy en día, los dominicanos están comprando cocaína en Venezuela, contratando a los venezolanos para hacer el peligroso viaje por el Caribe, y tomando el control directo de los cargamentos una vez llegan a la isla. Pero su trabajo no se detiene ahí: estas OTD pueden llevar drogas hasta la Costa Este de Estados Unidos. Allí, la gran diáspora dominicana vende las drogas, incluso a nivel minorista. Esto significa que los dominicanos controlan actualmente una gran parte de los eslabones de la cadena de la droga y pueden maximizar las ganancias por kilogramo. Los dominicanos, trabajando con los carteles colombianos y mexicanos, también actúan como intermediarios para las mafias internacionales que buscan obtener grandes cargas de cocaína. Las agencias internacionales de inteligencia de Santo Domingo han llamado la atención sobre la creciente presencia de figuras del crimen organizado ruso.
Fuentes de los organismos de seguridad de Estados Unidos reconocen la creciente importancia y alcance de las OTD dominicanas.
“Tenemos actualmente cuatro o cinco casos de grupos dominicanos de alto nivel que llevan cantidades significativas de drogas a Estados Unidos”, declaró una fuente que habló bajo condición de anonimato.
República Dominicana es inmensamente atractiva para los venezolanos que buscan huir de su país, en colapso, o esconder su dinero de la hiperinflación y de la expropiación del Gobierno. La cultura de esta isla caribeña es muy parecida a la de Venezuela, por lo que se sienten como en casa.
Los venezolanos adinerados han invertido durante mucho tiempo en casas de descanso y otras propiedades en República Dominicana, y la inversión ha crecido a medida que las expropiaciones en su país han aumentado. Entre 2010 y 2015, la inversión venezolana en República Dominicana ascendió a US$5 mil millones, principalmente en centros turísticos, bienes raíces residenciales y comerciales, así como en centros comerciales. Pero pocos venezolanos se han quedado a vivir en la isla. Un censo de inmigrantes en República Dominicana en el año 2012 mostró que en el país solo vivían 3.434 personas nacidas en Venezuela, 12 años después de que Hugo Chávez llegara al poder.
Sin embargo, esa situación cambió después de que el presidente Nicolás Maduro asumiera el cargo y el país se hundiera en una crisis económica en 2013. Los primeros en llegar a República Dominicana fueron los venezolanos de clase media y alta que huían de la incertidumbre. En general, establecieron empresas de servicios de tamaño mediano y consiguieron empleos como profesionales. Pero lo que inició como un flujo pequeño se convirtió en una inundación. Muchos de los que llegaron más adelante han entrado a hacer parte de la economía informal, vendiendo arepas venezolanas y otro tipo de comidas rápidas en las esquinas, ejerciendo trabajo sexual o conduciendo taxis.
La llegada de venezolanos a través de los aeropuertos dominicanos aumentó en un 40 por ciento en 2016 en comparación con el año anterior, con un total de 142.540 viajeros, aunque no hay datos claros acerca de cuántos fueron con fines turísticos y cuántos se quedaron en la isla. En un intento por detener este flujo, en diciembre de 2016 el Gobierno dominicano anunció nuevas restricciones a los venezolanos que llegan como turistas, como presentar pruebas de medios financieros o reservaciones de hoteles pagadas. Una fundación que ayuda a los inmigrantes venezolanos en República Dominicana estima que actualmente puede haber unos 200.000 venezolanos residentes en el país.
Varias fuentes dominicanas señalan que los venezolanos vinculados a la administración Maduro están comprando quintas de lujo en resorts de primera clase como Casa de Campo en La Romana, posiblemente con ganancias provenientes del narcotráfico o mediante el saqueo de las arcas del Estado.
Fuentes estadounidenses afirman que en República Dominicana hay presencia de estructuras criminales venezolanas, las cuales trabajan con grupos dominicanos, mexicanos y colombianos.
“En realidad, están en control de las principales organizaciones, orquestando el blanqueo de dinero, el tráfico de cocaína, el transporte e incluso la distribución”, dijo una fuente de los organismos de seguridad estadounidenses ubicados en el Caribe.
Si a todo esto se agregan los altos niveles de corrupción entre la clase política y las fuerzas de seguridad, República Dominicana tiene el potencial de convertirse en un paraíso para el narcotráfico.