SANTO DOMINGO, República Dominicana.-La demógrafa y especialista en estadísticas Clara Báez afirmó que el Sistema Estadístico Nacional (SEN) arrastra serias deficiencias, lo que se evidenció recientemente con las diferencias en los datos registrados por la Junta Central Electoral (JCE) y el ministerio de Salud Pública (sobre el Covid-19).
No obstante, dijo que hay respuesta para este problema.
Explicó que la solución es multidimensional y debe empezar con darle importancia a la producción estadística nacional y sectorial mediante la asignación de los recursos que requiere cumplir con una función pública especializada.
Dijo que se necesita el apoyo de la academia, formando la masa crítica requerida de personal estadístico general y especializado y mediante la investigación académica, que utilice las bases de datos estadísticas disponibles. “Pues el uso es la mejor vía para identificar las mejoras requeridas”.
Resaltó que las deficiencias de las estadísticas de sanitarias y en particular las relacionadas con las estadísticas denominadas vitales (nacimientos y defunciones). así como aquellas sobre enfermedades de notificación obligatoria (como el COVID) son conocidas.
Subrayó que esas deficiencias se expresan en la falta de registro, el mal registro, además de las incompetencias o falta de cumplimiento por parte del personal médico u otro personal responsable.
A continuación la opinión de Clara Báez, y sus propuestas:
¿Hasta dónde el Estado ha importantizado el uso de las estadísticas para la formulación y gestión de las políticas públicas nacionales y sectoriales?
Ciertamente el Sistema Estadístico Nacional (SEN) tiene grandes deficiencias. Se trata de un problema complejo y las soluciones deben ser planificadas y corregidas desde una perspectiva integral, en función de las diferentes fuentes informantes universales: sean estos censos, encuestas probabilísticas, registros administrativos, estadísticas de síntesis, asi como las nuevas fuentes informantes innovadoras, que están surgiendo a partir de la integración de las TIC al proceso estadístico de recopilación, sistematización, análisis y difusión estadística.
Las deficiencias de las estadísticas de sanitarias y en particular las relacionadas con las estadísticas denominadas vitales – nacimientos y defunciones – asi como aquellas sobre enfermedades de notificación obligatoria -como el COVID- son conocidas desde siempre: su no registro y su mal registro, que refieren a incompetencias o falta de cumplimiento por parte del personal médico u otro personal responsable, la falta de equipamiento informático, la ausencia de protocolos para la normalización estadística -tarea que compete a la ONE liderar con el apoyo del sector salud y cuya ausencia dificulta la operatividad estadística desde un esquema de centralización normativa y descentralización operativa. Asimismo, la precaria automatización del procesamiento estadístico sectorial en formato de bases de datos reprocesarles, constituye un escoyo fundamental.
Sin embargo, los registros administrativos de recopilación de información – tales como los de la JCE y los del Ministerio de Salud cuya idoneidad es cuestionados hoy en la palestra publica – constituyen una de las vías de recopilación de información pública y privada más barata y con altos niveles de eficiencia, en países que han integrado la capacidad de producir estadísticas como parte integral de su proceso de desarrollo.
Justamente, la gran deuda del Sistema Estadístico del país y de la región de ALC, son los deficientes registros administrativos, cuya explotación con fines estadísticos no ha sido normalizada, no dispone de mecanismos de control de su calidad y su explotación esta mínimamente automatizada. Hoy coexisten la producción estadística vía recuentos, soportes en papel y fotos y hasta conteo con palitos, en función de los recursos físicos y competencias de los responsables de la producción continua de las estadísticas sectoriales del país, donde la automatización es más bien escasa. En muchos casos se viola una regla estadística básica: se hacen recuentos y no el registro de eventos individuales, que se puedan procesar y reprocesar y hacer el cruce de las variables demográficas básica: sexo, edad, territorio y estratificación económica.
La mejora de la explotación con fines estadísticos de los registros administrativos, es la vía para disponer y analizar estadísticas sectoriales idóneas y en ausencia de una política, un programa y los recursos humanos y financieros para abordarlo, las probabilidades de éxito son escasas. Véanse al respecto, las llamadas estadísticas hospitalarias, cuyos intentos fallidos de normalización y automatización de un registro único de pacientes se iniciaron en el año 2008, y ha sido imposible ponerlo en marcha por la renuencia del personal médico para asumirlo. Esto se aúna la negativa de instituciones públicas para permitir el acceso y reproceso de sus bases de datos estadísticas, con resguardo de la anonimización estadística.
Por otra parte, no es necesariamente incorrecto que los registros administrativos produzcan estadísticas que difieran de los producidos por otras instituciones. Todo depende del objetivo de la medición: no es lo mismo la medición del desempleo vio una encuesta nacional, que la medición del desempleo a través de las estadísticas de las plantillas las empresas o de algún registro estatal de desempleados, pues refieren a universos que no son iguales. Sin embargo, esas mediciones pueden ser de utilidad en función de la política pública cuyos resultados se quiera medir o evaluar. Lo mismo sucede con mediciones de pobreza multidimensional y las mediciones a partir de la disponibilidad de una cantidad de dólares por día: ambas son necesarias y refieren a objetivos diferentes: disponer de una medición nacional de la pobreza más completa y disponer de insumos para situar el país a nivel internacional.
Esto sin mencionar talvez lo más importe: la vigencia de un marco estadístico normativo que data del 1959, cuya actualización ha estado trabada por disputas de poder burocrático, que han impedido separar la producción estadística entre instituciones del Estado, de forma tal que la producción de información para la evaluación de resultados de impacto logrados por las políticas públicas implementadas, no sean levantadas por las instituciones ejecutoras de dichas políticas para evaluar los resultados logrados: se debe evitar ser al mismo tiempo juez y parte.
¿La solución? Es multidimensional y se inicia con importantizar la producción estadística nacional y sectorial mediante la asignación de los recursos que requiere cumplir con una función pública especializada. Requiere el apoyo de la Academia, formando la masa crítica requerida de personal estadístico general y especializado y mediante la investigación académica, que utilice las bases de datos estadísticas disponibles, pues el uso es la mejor vía para identificar las mejoras requeridas.
Es sobre esta base que será posible establecer en el SEN una producción estadística idónea, con marcos normalizados de producción y de control de calidad estadística, que permitan realizar una producción estadística coordinada entre el conjunto de los productores y evite duplicidades. Además, debe importantizar su difusión y uso, a través de un marco operativo de gestión del conocimiento estadístico y la facilitación del acceso, como insumo indispensable para una gestión de las iniciativas del Estado, la sociedad civil y el sector empresarial privado, basada en información de calidad.
Solo asi, podremos dilucidar con rigor las razones de las diferencias entre los datos de Salud Pública y de la JCE sobre COVID y, si pertinentes, trazar los correctivos de lugar. No hacerlo, es continuar sin los cambios que requiere el Sistema Estadístico Nacional, sobre todo a nivel sectorial, para producir las estadísticas que requiere el país para la planificación, implementación y evaluación de sus políticas públicas.