El coletivo Ciudadanxs LGBTQ-RD hizo frente a la campaña de odio contra las personas de preferencia no heterosexual que en los últimos días se ha expresado  contra el embajador de Estados Unidos en el país, James (Wally) Brewster y su esposo Bob Satawake.

El colectivo Ciudadanxs LGBTQ-RD sostiene que los  ataques  al  Embajador  Brewster  se  apoyan  en  obstáculos  rancios  de la sociedad dominicana: el conservadurismo e hipocresía que gobiernan la vida pública, la privada y la íntima, y que hoy sirven para atacar a un hombre y para desviar la atención pública de los verdaderos asuntos de interés.

La entidad cívica consideró que promover la  igualdad   en general y la no discriminación hacia las personas LGBT en particular, como hace el embajador Brewster, no es una injerencia extranjera, ni es un despropósito.

A continuación el comunicado completo de  Ciudadanxs LGBTQ-RD:

A la sociedad dominicana, a sus líderes y gobernantes

A partir de la designación de James W. Brewster como embajador estadounidense  en  República  Dominicana,  se  ha  impulsado  la  discusión  y  el debate sobre los derechos humanos, en particular los derechos de las poblaciones lesbianas, gays, bisexuales y trans (LGBT). Desgraciadamente, la prensa mayormente se ha hecho eco de los ataques y las descalificaciones contra el diplomático.

La sociedad dominicana tiene muchos retos que afrontar, desde el grave problema de criminalidad e inseguridad ciudadana que vivimos, hasta los altos niveles de corrupción que se observan en nuestro país. A nosotros no se nos olvida que apenas el 22 de febrero de este año, en plena campaña por la reelección, Joao Santana, asesor del Presidente  Danilo Medina, formalizó su renuncia tras haber sido acusado de corrupción por haber recibido fondos ilícitos de parte de Odebrecht, por lo que enfrenta cargos ante las autoridades brasileñas.

Esconderse detrás del argumento estéril de la injerencia extranjera ya no es una opción.  Cuando un diplomático cumple con sus funciones como son visitas públicas y promoción del comercio  no se puede hablar de injerencia. En contraste con el encubrimiento de delitos sexuales, como ha sido el caso de la Iglesia Católica en República Dominicana, la cual ha usado todo su poder para evitar que las víctimas de pederastia accedan a la justicia, que sí lo es.

Los  ataques  al  Embajador  Brewster  se  apoyan  en  obstáculos  rancios  de nuestra sociedad: el conservadurismo e hipocresía que gobierna la vida pública, la privada y la íntima, y que hoy sirven para atacar a un hombre y para desviar la atención pública de los verdaderos asuntos de interés.

El Embajador Brewster   es un representante de estado, sus acciones responden a las directrices de la política de su país de origen. En esta ocasión el Estado   Norteamericano   busca   promover   la   igualdad   en   general   y   no discriminación hacia las personas LGBT en particular, esto ni es una injerencia extranjera, ni es un despropósito.

Nuestra constitución consigna que todos los dominicanos y dominicanas somos  iguales  ante  la  ley,  y  aunque  nuestra  realidad  dista  mucho  del  ideal constitucional,   no pueden validarse iniciativas que contravengan nuestra Carta Magna.

Las poblaciones LGBT,  formamos parte de las personas cuyos derechos constitucionales son constantemente violentados. Junto con los jóvenes que no encuentran trabajo, las mujeres que mueren a manos de sus compañeros y las personas a quienes se le niega su derecho a protestar, ponemos sobre la mesa los grandes problemas que nos aquejan como sociedad: racismo, misoginia, homofobia, xenofobia, y tal vez el peor de todos: que a pesar de que la ley contempla protección ante estas realidades, ésta aún no se cumple.   Por esto, demandamos el respeto a nuestra ciudadanía.

Esconderse detrás del argumento estéril de la injerencia extranjera ya no es una opción.  Cuando un diplomático cumple con sus funciones como son visitas públicas y promoción del comercio  no se puede hablar de injerencia. En contraste con el encubrimiento de delitos sexuales, como ha sido el caso de la Iglesia Católica en República Dominicana, la cual ha usado todo su poder para evitar que las víctimas de pederastia accedan a la justicia, que sí lo es.

El reconocimiento de derechos humanos, en este caso de las personas LGBT, nunca es ajeno a la realidad de un país. Es deuda histórica, legítima y urgente.

Por lo anterior, demandamos a la sociedad dominicana, a sus líderes y gobernantes a reconocer que las personas que formamos parte de las poblaciones LGBT somos parte valiosa de este país, por lo que exigimos que se respete nuestro derecho a vivir en dignidad, a expresar nuestras ideas y a asociarnos.

En tal sentido, pedimos que se detengan los ataques homofóbicos no sólo contra el Embajador Brewster, sino contra todas las personas LGBT, muchas de las cuales viven su día a día en la más abyecta discriminación y violencia a causa de su orientación sexual o su identidad de género.

Exigimos que este país abra los ojos y se de cuenta de que el oscurantismo en el que hemos vivido sólo promueve la pobreza, la ignorancia y la muerte.

Celebramos la valentía del Embajador Brewster al no replegarse; junto con él salimos a la calle, a los medios de comunicación, a nuestros espacios de trabajo a decir “aquí estamos y nos van a tener que respetar”.

Los derechos de las personas LGBT no son una agenda de los Estados Unidos, son derechos constitucionales que nos corresponden.

Ciudadanxs LGBTQ-RD

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