Washington, Estados Unidos.- El presidente estadounidense, Donald Trump, ha alimentado esta semana la polémica sobre Siria en su país justo cuando la investigación previa a un juicio político cobraba fuerza, en un aparente intento de distraer la atención de un tema que amenaza su cargo y en el que está perdiendo aliados.
La publicación este miércoles de una carta de la semana pasada en la que Trump pedía no ser "tonto" al presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, dejó boquiabiertos a muchos estadounidenses porque llegó poco antes de que el vicepresidente Mike Pence aterrizara en Turquía para negociar una tregua en la ofensiva de ese país en Siria.
Pero Trump no parecía preocupado por la posibilidad de que su misiva socavara los esfuerzos de su vicepresidente en Ankara, y se aseguró de mantener la atención pública en esa crisis con una oleada de insultos a la presidenta de la Cámara Baja, Nancy Pelosi, después de una reunión centrada en Siria.
Aunque su decisión de retirar las tropas estadounidenses del norte de Siria ha generado fuertes críticas de ambos partidos y algunos la consideran el error más grave en política exterior de su Presidencia, Trump es consciente de que es improbable que ese escándalo le pase factura en las urnas.
"Trump está tratando de usar Siria como una distracción, porque cree que la mayoría de sus votantes más fieles no saben demasiado sobre el tema o no les importa lo suficiente como para afectar a su apoyo", manifestó a Efe una experta en comunicación política en la Universidad de Boston, Tammy Vigil.
"Su base de votantes no le va abandonar por eso, así que tiene razones para usarlo como un escudo para no tener que hacer verdaderamente frente a los temas relacionados con el juicio político", añadió.
Mientras Trump presumía este jueves de que su "mano dura" hacia Siria había forzado supuestamente a Erdogan a aceptar una tregua, los problemas relacionados con el juicio político empezaban a multiplicarse en la Casa Blanca.
Los intentos de Trump de prohibir a su Gobierno que coopere con una investigación demócrata que considera "ilegal" hicieron aguas con la comparecencia a puerta cerrada el jueves del embajador estadounidense ante la Unión Europea (UE), Gordon Sondland.
El funcionario criticó que Trump exigiera a su equipo encargado de Ucrania que se coordinaran con su abogado personal, Rudy Giuliani, el principal instigador de la teoría de que el exvicepresidente Joe Biden incurrió en corrupción en ese país.
Giuliani sale mal parado casi en cada nueva revelación, y el miércoles, mientras Trump intentaba centrar la atención en su carta a Erdogan, la cadena CNN reveló que el FBI investiga si agentes de inteligencia extranjeros pudieron haber explotado los intereses financieros en Ucrania de su abogado para influir en la Casa Blanca.
"A Trump no le funcionó lo de publicar la carta a Erdogan, y ahora está dando bandazos y no encuentra la manera de recuperar el control del ciclo informativo", dijo a Efe otra experta en comunicación política en la Universidad de Texas A&M, Jen Mercieca.
Con los titulares copados el jueves por las revelaciones de Sondland y los pronósticos republicanos de que habrá un juicio político en el Senado antes de 2020, Trump se sacó un as de la manga y envió a su jefe de gabinete interino, Mick Mulvaney, a desatar una nueva polémica, esta vez ajena a Siria.
Ante las cámaras de la sala de prensa de la Casa Blanca, Mulvaney confirmó que la próxima cumbre de líderes del G7 se celebrará en el club de golf de Trump en Florida, una decisión que desencadenó una ola de críticas porque beneficiará al entramado empresarial del presidente.
Pero ni siquiera ese conflicto de interés consiguió arrebatarle del todo el protagonismo al juicio político, porque a Mulvaney se le escapó un nuevo titular: aseguró que Trump retuvo un paquete de ayuda militar a Ucrania en parte porque quería que investigaran la presunta corrupción de los demócratas en 2016.
Después de que el equipo legal de Trump se quejara por esa confirmación de que el presidente retuvo ayuda militar a Ucrania por motivos partidistas, Mulvaney trató de dar marcha atrás y subrayó que no hubo "absolutamente ningún quid pro quo" entre ambas cosas.
Pero el daño estaba hecho, y Trump volvió a recurrir al alto el fuego en Siria para intentar cambiar de tema, tanto en Twitter como en declaraciones a la prensa y en un mitin en Texas.
A medida que avance la investigación demócrata, "es probable que continúen los intentos de Trump de distraer", según la experta Vigil.
"Yo no descartaría que desate más problemas internacionales para desviar los focos del juicio político y para poder argumentar que hay que apoyar a su Gobierno. Esto funcionará con algunos de sus votantes, pero también puede volverse en su contra", concluyó. EFE