La historia, la que construyen los pueblos en sus actividades políticas, económicas y sociales va dejando innumerables huellas, materia prima para reconstruir los acontecimientos trascendentales y poder explicar a las nuevas generaciones la verdad de los hechos. Esas huellas están contenidas en los documentos, cartas, testimonios orales, memorias y medios impresos, sin importar la
justificación o encubrimiento de las reales causas relacionadas con las mismas.
Es el caso del asesinato de las hermanas Mirabal, ya se puede comprobar de que fue un crimen ordenado por el dictador Rafael L. Trujillo y en cierta forma anunciado por él a través del periódico El Caribe, medio impreso de su propiedad, el 16 de mayo de 1960. Un día antes, a seis meses y algunos días de que el Servicio de Inteligencia Militar (SIM) ejecutara la macabra orden, el tirano hizo graves declaraciones a la prensa acusándolas de comunistas, prueba de que venía planeando la muerte de las hermanas de la comunidad de Ojo de Agua, Salcedo, como lo confesó Johnny Abbes García años después.
El texto a que hacemos referencia, aparece en El Caribe firmado por J. Rafael Khoury, cargado de informaciones relacionadas con la coyuntura política que hacia tambalear la dictadura, muestra de que para esa fecha el tirano comenzaba a presentar signos de debilidad y desesperación: contradicciones con la iglesia católica; dificultades con la política exterior de los Estados Unidos y las sanciones impuestas por la Organización de Estados Americanos (OEA); además, enfrentamiento con la iglesia Testigos de Jehová; apresamiento y tortura de cientos de jóvenes de la agrupación clandestina 14 de Junio; simulacro de apertura política supuestamente democrática con el ingreso de algunos líderes del Movimiento Popular Dominicano en 1960, y la denuncia de que en la zona del Cibao el antitrujillismo estaba en ascenso, principalmente en San Francisco de Macorís, La Vega, Salcedo, Tenares y Santiago.
La situación era más que compleja y apuntaba al debilitamiento de los controles impuestos por la dictadura desde el 16 de agosto de 1930, cuando se inició formalmente el largo período en el que Trujillo había logrado agenciarse el apoyo de los Estados Unidos, la Iglesia Católica, las Fuerzas Armadas, y neutralizado a importantes sectores económicos del país, mientras que la oposición había sido controlada a lo interno y solo tenía relativa actividad en países de la región, especialmente Cuba, Venezuela y Puerto Rico, en los que existían gobiernos dispuestos a denunciar lo que estaba pasando en la República Dominicana.
En el marco de esta difícil coyuntura, Trujillo inició una ofensiva que lo llevó a las principales ciudades del país, buscando la consolidación del régimen y la exaltación de su figura; de manera que los “mítines apoteósicos” celebrados para recibirlo en cada una de las visitas, eran aprovechados por él para denunciar las actividades de quienes entendía amenazaban la continuidad de su gobierno.
Estando en Santiago el 16 de mayo de 1960, Trujillo aprovechó para opinar sobre las actividades de sus opositores, quienes, de acuerdo al mandatario, desarrollaban actividades clandestinas, diciendo que “ciertos católicos, con sotana o sin ella, trabajan con los comunistas y “Testigos de Jehová”, apuntando que donde los opositores habían echado raíces “más hondas” había “sido en la sección de Conuco y en las ciudades de Tenares y Salcedo, hasta llegar a San Francisco de Macorís”.
En sus declaraciones, Trujillo señaló por sus apellidos a los responsables de que en el Cibao se produjeran esos movimientos. La región estuvo por décadas controlada, pero ahora no parecía poder evitar el auge del rechazo a su política, por lo que reiteró: “años atrás en Conuco se destacaron los Mirabal y sus familiares, y algunos miembros de la familia González. Los comunistas también hicieron intensa campaña en La Vega y en las secciones de Cutupú y Río Verde”. Se expresó sin dejar de señalar a los que, desde Santiago, también se habían convertido en enemigos de su régimen, como eran los casos de “miembros de una familia Pérez”.
Desde antes de las referidas acusaciones hechas por el dictador de manera pública, ya se percibía el interés de asesinar a las jóvenes de la comunidad de “Ojo de Agua”, Salcedo, tal y como lo anota Johnny Abbes en su escrito sobre las muertes de las tres hermanas:
“Minerva Mirabal era la que había llevado la semilla de la sedición a su familia—dice Johnny Abbes García—, y posiblemente la que había contagiado a su esposo, el Dr. Manuel Tavárez Justo quien había servido en el Gobierno como Fiscal y estaba vinculado a Isabel Mayer, una mujer de Montecristi de quien Trujillo se servía para muchas cosas. La actitud conspirativa de Minerva databa de sus días de estudiante de la Universidad, de la que salió graduada de abogada. Allí conoció a un joven inquieto y brillante que había ido a estudiar a Chile y regresaba hecho un marxista, Pericles Franco Ornes, quien luego fue uno de los dirigentes del Partido Socialista Popular. Las breves relaciones entre Minerva y Pericles bastaron para que la joven quedase enferma de izquierdismo radical, el cual andando el tiempo la condujo a la muerte y llevó la tragedia a su familia”.
“Tres días después de haber ordenado Trujillo la liquidación del problema Mirabal—sigue diciendo Abbes García—, recibí un informe confidencial de nuestra oficina de Santiago en la que se hablaba de un desesperado plan de las hermanas y de un grupo de jóvenes del Cibao para tratar de libertar a los Dres. Tavárez Justo, Leandro Guzmán y a Pedro González, los esposos”. [1]
Como había dicho antes, la historia va tejiendo los acontecimientos y dejando el hilo que conduce a desentrañar la verdad: la familia Mirabal fue perseguida y acosada por Trujillo; expropiada, parte de su patrimonio pasó a manos del jefe del SIM en el Cibao capitán y Alicinio Peña Rivera como premio al éxito alcanzado en “la operación Mirabal”. El 25 de noviembre de 1960, las hermanas fueron asesinadas por los esbirros del Servicio de Inteligencia Militar (SIM); pero la sentencia de muerte, como lo demuestra el siguiente texto tomado del periódico El Caribe del 17 de mayo de 1960, fue pronunciada por Rafael L. Trujillo.
Texto de la reseña periodística de El Caribe, 17 de mayo de 1960:
“Homenaje a Trujillo: incalculable multitud desfila ante estadista”
“Líder denuncia actividades clandestinas que perturban varias secciones del Cibao”.
Por : J. Rafael Khoury
“Santiago, 16 de mayo.—El Padre de la Patria Nueva, Generalísimo Doctor Rafael Leonidas Trujillo Molina, hizo hoy trascendentales declaraciones a la prensa, en las cuales denunció las actividades clandestinas a que se han estado dedicando algunas personas en ciudades del Cibao.
Dijo que esas actividades fueron desplegadas en Santiago, La Vega, San Francisco de Macorís, Salcedo y Tenares, en las secciones de Conuco, Cutupú y Río Verde.
Trujillo habló con este redactor al terminar el apoteótico desfile de hoy, en el que las fuerzas vivas de esta provincia le testimoniaron su inquebrantable lealtad y cariño.
El ilustre líder dijo: “la manifestación fue magnifica. Me hay complacido especialmente la asistencia de la juventud, porque esta juventud estará siempre dispuesta a castigar a los traidores internos y externos, en cualquier momento”.
Con su verbo firme y expresivo el Generalísimo declaró que ratificaba sus declaraciones del 28 de abril a la prensa, en las que informó que “ciertos católicos, con sotana o sin ella, trabajan con los comunistas y testigos de Jehová”.
Y agregó: “desde hace mucho tiempo los Testigos de Jehová y los comunistas donde han echado raíces más hondas ha sido en la sección de Conuco y en las ciudades de Tenares y Salcedo, hasta llegar a San Francisco de Macorís”.
Tras una breve pausa prosiguió: “años atrás en Conuco se destacaron los Mirabal y sus familiares, y algunos miembros de la familia González. Los comunistas también hicieron intensa campaña en La Vega y en las secciones de Cutupú y Río Verde”.
En una rotunda reafirmación de cómo sigue paso a paso todas las actividades de su pueblo, el Jefe dijo: “En Santiago, miembros de una familia Pérez, una de ellas hija de Froilán Pérez, se unió al reconocido comunista Bonilla Atiles, y ahora residen en Nueva York”.
El Generalísimo informó que el Servicio de Migración le acababa de avisar que dos norteamericanos pertenecientes a la secta Testigos de Jehová, habían pedido permiso para desplegar sus actividades en el país y que a ambos se les había extendido pasaportes.
Expresó que no sabía sí algún comunista extranjero deseaba venir a la República Dominicana, pero en caso de que así fuera también se le daría permiso de entrada para que salgan abiertamente a la luz”. [2]
(Fuente: [1] Johnny Abbes García, “Odisea y muertes de Hermanas Mirabal”. Periódico El Tiempo, Nueva York, 5 de noviembre 1967; [2] “Homenaje a Trujillo: incalculable multitud desfila ante estadista; Líder denuncia actividades clandestinas que perturban varias secciones del Cibao”, El Caribe, 17 de mayo de 1960).