SANTO DOMINGO, República Dominicana.-El abogado especialista en derecho internacional Roberto Álvarez advirtió que en la República Dominicana es necesario poner freno al modelo  político autoritario, intolerante y excluyente.

Sostuvo que aunque los tres partidos gobernantes de los últimos decenios, PRSC, PRD y PLD son culpables, ha sido en los gobiernos del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), con el liderazgo de Leonel Fernández y el apoyo del Comité Político, que este modelo político ha tomado mayor dimensión, hasta llevar sus prácticas al paroxismo.

Subrayó que en Latinoamérica se produjo lo que se ha denominado la tercera ola democrática, que empezó en República Dominicana con la llegada al poder de Antonio Guzmán y el PRD en 1978.

“A partir de ese momento, el número de democracias se expandió en la región con el fin de las sangrientas dictaduras en el cono sur, en la década de los ’80. Sin embargo, desde aproximadamente el año 2000 la tercera ola democrática se ha estancado”, indicó.

Dijo que por octavo año consecutivo, Freedom House, institución que analiza el estado de la democracia y los derechos humanos en el mundo, registró en 2014 más retrocesos democráticos que avances, y todo indica que se vive una nueva ola inversa de retrocesos democráticos.

“¿Está República Dominicana incluida en esa ola inversa?”, se preguntó Álvarez, para responderse: “La respuesta es un rotundo sí. Y está claramente a la vista: un presidencialismo excesivo y autoritario, con un control desmesurado sobre los poderes legislativo y judicial y otros órganos claves como la Junta Central Electoral, es decir, sin frenos y contrapesos; un modelo político sustentado en el clientelismo, las más descaradas formas de corrupción, la compra de voluntades y votos, y la impunidad total”.

También señaló que el modelo económico dominicano ha dado como resultados: primero, endeudamiento público de alrededor de un 48 por ciento del Producto Interno Bruto/PIB (Fondo Monetario Internacional/FMI), segundo, un PIB per cápita que creció un 50 por ciento del 2000 al 2011, de acuerdo al Banco Mundial, pero que no ha sido distribuido equitativamente, tercero, una bajísima tasa de movilidad económica, con solo un 2 por ciento de la población dominicana escalando durante esa década a un nivel de mayor ingreso; en comparación, en Latinoamérica y el Caribe el promedio de la tasa de movilidad económica fue un 41 por ciento durante el mismo período (Banco Mundial), y, cuarto, la creación de un peligroso ejército de unos 680,000 jóvenes que ni estudian ni trabajan.

Resaltó que el PLD, como partido oficial, proclama a pleno pulmón que se mantendrá en el poder hasta el 2044, mientras la oposición política se encuentra con sus dos principales partidos postrados: uno secuestrado y el otro comprado.

Roberto Álvarez hizo estas ponderaciones en el acto en el cual un grupo de intelectuales y técnicos dio su apoyo a Luis Abinader, por considerar que representa la mejor opción para una candidatura presidencial que aglutine las fuerzas políticas de oposición para hacer frente al continuismo del PLD y sus aliados.

“Convencido estoy también que la elección presidencial de 2016 tendrá, como el dios mitológico Jano, dos caras: un rostro diáfanamente prospectivo -con Luis Abinader- mirando el futuro; y el otro semblante retrospectivo -con Leonel Fernández- petrificado en el pasado”, precisó.

A continuación el discurso completo de Roberto Álvarez

Roberto Álvarez.
Roberto Álvarez.

Amigas y amigos. Es para mí un privilegio y gran honra dirigirme a ustedes en apoyo de la aspiración de Luis Abinader a la candidatura de la presidencia de la República por el partido en formación, Partido Revolucionario Mayoritario, y por la alianza de partidos y movimientos sociales, Convergencia por un Mejor País, para la elección presidencial de 2016. Espero que mis palabras reflejen el sentir de todos ustedes.

Como muchos dominicanos, mi participación política activa hasta el día de hoy ha sido episódica. Sin embargo, convencido estoy que las elecciones de 2016 son demasiado importantes para el futuro y bienestar de nuestra nación y que, por tanto, el deber constitucional de cada dominicano de “velar por el fortalecimiento y la calidad de la democracia” es un imperativo insoslayable.

¿Por qué serán claves las elecciones de 2016? Porque en el mismo día se disputarán aproximadamente 4,500 candidaturas a nivel presidencial, congresual y municipal, algo que no ocurría desde 1994, lo que determinará por cierto tiempo nuestro futuro político y económico y, por tanto, la calidad de nuestra democracia. Por ésto, es esencial poner freno al grave retroceso que ha sufrido nuestra democracia en los últimos años, derrotando en las urnas a la Corporación PLD.

“Convencido estoy también que la elección presidencial de 2016 tendrá, como el dios mitológico Jano, dos caras: un rostro diáfanamente prospectivo -con Luis Abinader- mirando el futuro; y el otro semblante retrospectivo -con Leonel Fernández- petrificado en el pasado”

A nadie le debe caber duda alguna de que, con el actual modelo político y económico hemos estado cavando nuestra propia tumba. Si el PLD triunfa en las elecciones de 2016 y Leonel Fernández vuelve a la presidencia de la República, habrá que convocar al sepulturero nacional.

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Le debemos al teórico estadounidense Samuel Huntington, la clasificación de los procesos de democratización iniciados con el derrocamiento de la dictadura de Salazar en Portugal en 1974, a los cuales llamó la "tercera ola democrática". Las dos olas democráticas previas, según Huntington, habrían sido una primera -larga y lenta- que se desarrolló a través del siglo XIX hasta 1926 y la segunda ola desde fines de la segunda guerra mundial hasta 1964.

Sin embargo, Huntington enfatizó que cada una de estas dos olas democratizadoras terminó con una "ola inversa" de retrocesos democráticos.

En Latinoamérica, la tercera ola democrática se inició en República Dominicana con la llegada al poder de Antonio Guzmán y el PRD en 1978. A partir de ese momento, el número de democracias se expandió en la región con el fin de las sangrientas dictaduras en el cono sur, en la década de los ’80.

Sin embargo, desde aproximadamente el año 2000 la tercera ola democrática se ha estancado. Por octavo año consecutivo, Freedom House, institución que analiza el estado de la democracia y los derechos humanos en el mundo, registró en 2014 más retrocesos democráticos que avances. Todo indica que estamos en una nueva ola inversa de retrocesos democráticos.

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¿Está República Dominicana incluida en esa ola inversa? La respuesta es un rotundo sí. Y está claramente a la vista: un presidencialismo excesivo y autoritario, con un control desmesurado sobre los poderes legislativo y judicial y otros órganos claves como la Junta Central Electoral, es decir, sin frenos y contrapesos; un modelo político sustentado en el clientelismo, las más descaradas formas de corrupción, la compra de voluntades y votos, y la impunidad total; un modelo económico cuyos resultados son: primero, endeudamiento público de alrededor de un 48 por ciento del Producto Interno Bruto/PIB (Fondo Monetario Internacional/FMI), segundo, un PIB per cápita que creció un 50 por ciento del 2000 al 2011, de acuerdo al Banco Mundial, pero que no ha sido distribuido equitativamente, tercero, una bajísima tasa de movilidad económica, con solo un 2 por ciento de la población dominicana escalando durante esa década a un nivel de mayor ingreso; en comparación, en Latinoamérica y el Caribe el promedio de la tasa de movilidad económica fue un 41 por ciento durante el mismo período (Banco Mundial), y, cuarto, la creación de un peligroso ejército de unos 680,000 jóvenes que ni estudian ni trabajan.

Por otro lado, tenemos un partido oficial que proclama a pleno pulmón que se mantendrá en el poder hasta el 2044, y, como si fuera poco, una oposición política cuyos dos principales partidos se encuentran postrados: uno secuestrado y el otro comprado.

Quiero hacer un paréntesis para expresar que, en mi opinión, los tres partidos principales, el PLD, el PRSC y el PRD comparten la culpa -unos más que otros- de la situación actual. Además, han demostrado un pésimo nivel de autocrítica, condición esencial para un partido democrático.

Pero nosotros, los ciudadanos, también hemos contribuido en permitir que la arraigada cultura autoritaria, intolerante y excluyente imperante se haya convertido en la práctica hegemónica de la mayoría de los principales líderes políticos dominicanos.

El PLD –bajo el liderazgo de Leonel Fernández y su Comité Político- simple y llanamente ha elevado esta práctica política al paroxismo, imbuido su liderazgo de una intención mesiánica de perpetuarse en el poder. Les pregunto: ¿lo vamos a permitir?

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Dicen que en la política los vacíos duran escaso tiempo. No es casual o coincidencia que en un momento de inflexión como el actual para nuestra democracia, haya surgido la oportuna idea de formar una nueva mayoría, compuesta de un amplio espectro de partidos políticos y movimientos sociales. Sin embargo, es preciso estar conscientes que la construcción de esta gran mayoría social y política, la Convergencia por un mejor país, es un proceso arduo y complejo, que requiere la adopción, después de una amplia reflexión, de una plataforma programática audaz y sensata a la vez.

Ahora bien, amigos, la Convergencia también requiere un líder que esté a la altura del momento y que sea capaz de lograr una nueva articulación entre el poder ciudadano y los partidos políticos. Un líder ético que represente lo mejor que nuestro país puede ofrecer: ese líder es Luis Abinader. Y, como afirma la filósofa española, Adela Cortina, “uno de los grandes desafíos del siglo XXI es conseguir que la gente que tenga poder tenga también ética”.

Luis Abinader es un individuo inusual pues conoce tanto los intríngulis de la política, así como los de la empresa privada. Pero, además, Luis Abinader posee la sensibilidad para vincularse con los sectores sociales que miran la política con indiferencia y tiene la capacidad para incorporarlos a la nueva mayoría política y social que se está construyendo.

Luis Abinader proviene de una estirpe con arraigado sentido patrio y vocación política: es hijo de José Rafael Abinader y Rosa Sula Corona.

Luis Abinader habla en el acto en que recibió el apoyo de intelectuales y técnicos.
Luis Abinader habla en el acto en que recibió el apoyo de intelectuales y técnicos.

Su padre desempeñó, entre otros cargos, el de Vice Ministro de Finanzas de Juan Bosch, Ministro de Finanzas del gobierno constitucional del coronel Francisco Caamaño, y Senador de la República. En1980, como Contralor General bajo el gobierno de Antonio Guzmán, le cupo la gloria de negociar exitosamente la devolución de los US$39 millones de dólares que la Gulf & Western adeudaba al Estado dominicano. Su paso por la administración pública se caracterizó por la eficiencia, la probidad y su lucha constante contra la corrupción administrativa. Ha sido militante activo del PRD por más de 50 años. Fundó en 1966 la exitosa Universidad O&M.

Su madre, Rosa Sula Corona, proviene de una familia de comerciantes exitosos de los Ranchos de Babosico, Sábana Iglesia, serranos, campesinos laboriosos y honrados, algunos de ellos negociantes de los célebres andullos de tabaco del Cibao.

De hecho, uno de los antepasados de Luis Abinader, Benigno Corona, es mencionado por José Martí en sus crónicas recopiladas por Emilio Rodríguez Demorizi y publicadas bajo el título Martí en Santo Domingo. Durante su tercer y último viaje a República Dominicana, Martí relata, dos meses antes de morir en combate en Dos Ríos, Cuba, un encuentro con Benigno Corona, ocurrido el 2 de marzo de 1895, en el cual lo cita, exaltando la política con sabiduría popular, así: "Porque yo de alta política no sé mucho, pero a mí  acá en mi sentimiento me parece saber que la política es como un deber de dignidad". Creo, señores, que ese lema define nítidamente el sentir de Luis Abinader: “la política es un deber de dignidad”.

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Ahora bien: ¿Es posible frenar y revertir el retroceso democrático que enfrentamos, derrotando a la Corporación PLD en las urnas? Si logramos organizar a la ciudadanía y a los sectores políticos y sociales. Si creemos fervientemente en nuestro propósito. Si sentimos la misma esperanza y audacia. Si compartimos el mismo sueño y pasión. Y si empujamos todos en la misma dirección, estoy seguro que podremos llevar a Luis Abinader y a suficientes candidatos democráticos al poder en 2016. Completamente seguro.

Convencido estoy también que la elección presidencial de 2016 tendrá, como el dios mitológico Jano, dos caras: un rostro diáfanamente prospectivo -con Luis Abinader- mirando el futuro; y el otro semblante retrospectivo -con Leonel Fernández- petrificado en el pasado.

Dice un viejo proverbio africano: "Si quieres ir rápido, anda solo. Si quieres ir lejos, anda acompañado". Este es, definitivamente, el momento de andar bien acompañado.

En su célebre obra Julio Cesar, Shakespeare plasmó una de sus memorables frases, cuando en una de las discusiones entre Bruto y Casio sobre la condición humana, Casio dice: "La culpa, querido Bruto, no es de nuestras estrellas, sino de nosotros mismos, que consentimos en ser inferiores". Amigos, no es el destino el que mueve nuestras decisiones y acciones, sino la condición humana, nuestras reacciones y acciones frente a los acontecimientos.

Este es el momento de movilizar a todo el pueblo dominicano, desde Barahona a Samaná, desde Montecristi a La Romana, desde Puerto Plata a Santo Domingo, con un solo compromiso, reclamar como nuestra la democracia dominicana, llevando a Luis Abinader a la presidencia de la República y poniendo fin a esta insoportable larga noche política.

Muchas gracias.

Roberto Álvarez

15 julio 2014