Cada vez que se habla en EEUU de la posibilidad de que los republicanos celebren en julio una convención disputada, algo no visto en décadas, quien más suena como candidato con opciones de 'salvar' al partido es el legislador Paul Ryan, quien asegura, no obstante, no estar en absoluto interesado.

Las primarias de esta semana en Wisconsin, ganadas por el senador Ted Cruz, demostraron que el favorito en la contienda republicana, el magnate Donald Trump, no tiene fácil alcanzar los 1.237 delegados necesarios para asegurarse la candidatura a la Casa Blanca en la convención de Cleveland (Ohio) en julio.

Un sondeo del diario Politico elaborado con aportaciones de estrategas y activistas republicanos, divulgado el viernes, reveló que un 90 % de los encuestados cree que ni Trump ni Cruz ganarán la nominación en la primera votación en Cleveland.

El cambio de opinión con respecto a un mes atrás es muy significativo, ya que entonces, según Politico, solamente la mitad de los encuestados preveían una convención disputada, en la que puedan aparecer candidatos que compitieron en las primarias y se retiraron por falta de apoyo u otros que ni siquiera hayan hecho campaña.

Ante esa posibilidad de una convención caótica, sin un favorito con apoyo suficiente para acallar a las voces disidentes, vuelve a hablarse de Ryan, quien ya fue el elegido para tratar de unir al partido en octubre pasado cuando sus líderes se mostraron incapaces de ponerse de acuerdo sobre el sustituto de John Boehner al frente de la Cámara de Representantes.

Ryan preside desde fines del año pasado esa Cámara y es uno de los "grandes líderes" de los conservadores en el Congreso, como dijo esta semana el senador republicano Orrin Hatch al calificar de "naturales" las especulaciones acerca de él como un posible candidato de consenso.

Mientras, Charles Koch, multimillonario y uno de los principales donantes de los republicanos junto a su hermano David, ha comentado a sus íntimos que cree que Ryan, candidato a la Vicepresidencia en 2012 como compañero de fórmula de Mitt Romney, sería "un ganador seguro" en una convención disputada.

Pero desde Israel, país al que realizó una visita oficial esta semana, Ryan insistió en que, al menos de cara a las elecciones de noviembre próximo, no quiere ni oír hablar de la Casa Blanca.

"Creo que es necesario presentarse como candidato a presidente para ser presidente. Yo no me estoy postulando, así que punto. Fin de la historia", zanjó el legislador durante una entrevista radiofónica.

No obstante, Ryan también se resistió en un principio a reemplazar a Boehner al frente de la Cámara Baja tras la renuncia inesperada del favorito a ocupar el cargo, Kevin McCarthy.

Finalmente aceptó con dos condiciones muy claras: contar con apoyo mayoritario entre la bancada republicana y no renunciar a dedicar tiempo a su familia.

Ross Douthat, columnista del diario The New York Times, apunta sin embargo que, a diferencia de la nominación republicana a la Casa Blanca, el "trabajo" de asumir la presidencia de la Cámara de Representantes era algo que "nadie más" de los que tenían opciones "quería realmente".

Mientras, Paul Waldman, analista político y columnista del Washington Post, considera que hay "pocas razones" para pensar que el electorado republicano, que se ha decantado en estas primarias por candidatos con posturas extremas como Trump o Cruz, "comparta" la buena opinión de la que goza Ryan entre el aparato del partido.

A juicio de Waldman, Ryan no entusiasmó como candidato a vicepresidente en 2012 "y los demócratas no tendrían ningún problema en retratarlo como un representante de la elite cuyos principales objetivos son reducir los impuestos para los ricos y desmantelar el (programa social) Medicare".

Una encuesta de Rasmussen divulgada esta semana tal vez desaliente a los seguidores de Ryan. Si él fuera el candidato republicano a la Casa Blanca, en noviembre perdería frente a los precandidatos demócratas Hillary Clinton (40 % a 34 %) y Bernie Sanders (41 % a 34 %). EFE