Madrid, 31 may (EFE).- Mariano Rajoy, del que siempre se ha reconocido su condición de resistente y de aguantar todos los embates de la política, se asoma a la puerta de salida ante la inminencia de una moción de censura que previsiblemente le apartara este viernes del poder.
El líder del PP (centroderecha) y sus colaboradores son ya conscientes de que al líder socialista Pedro Sánchez le salen las cuentas y mañana será respaldado por la mayoría absoluta del Congreso.
Rajoy, que hace un par de meses cumplió 63 años, es un político muy experimentado que ya en 1981 era diputado en la región de Galicia y que desde entonces ha ocupado diferentes cargos públicos, hasta llegar a la cúspide del Gobierno, lo que consiguió en diciembre de 2011.
A los casi seis años y medio al frente del Gobierno español se unen los ocho que estuvo en los diferentes gabinetes de José María Aznar (1996-2004) como ministro.
Hace apenas ocho días el líder conservador veía su mandato a salvo porque el 23 de mayo el Congreso aprobó los Presupuestos del Estado y todos los analistas coincidían en que eso casi le garantizaba llegar al final de su mandato, a mediados de 2020.
Sin embargo, al día siguiente la Audiencia Nacional emitió la sentencia del caso Gürtel, una trama de comisiones y pagos opacos entre cargos del PP y empresarios que ha supuesto condenas de cárcel para varios de ellos y una condena civil para ese partido por lucrarse.
La sentencia generó un aluvión de críticas contra el PP, que en estos últimos años acumula otros fallos judiciales contrarios a militantes y altos cargos por delitos de corrupción.
En 24 horas la situación cambió y Rajoy pasó de ver a salvo el resto de su mandato a ser señalado como el protagonista principal de un partido vinculado a la corrupción.
La moción de censura socialista se ha convertido en una cascada que, al principio con poca fuerza, ha cogido caudal hasta el punto de arrollar a Rajoy. De Rajoy siempre se ha dicho que no deja traslucir sus emociones y que tiene mucha capacidad para aguantar la presión.
La crisis económica y el contencioso con los secesionistas catalanes han puesto especialmente a prueba el manejo de los tiempos por parte de Rajoy, que para sus seguidores es magistral, aunque sus detractores la ven como una dificultad para tomar decisiones.
Ese "ponerse de perfil" que muchos le reprochan le ha ido bien a Rajoy durante muchos años, sobre todo cuando José María Aznar, líder del PP en los años del cambio de siglo, le eligió como sucesor entre un ramillete de posibles candidatos, alguno con más proyección social y política.
En 2004 parecía que Rajoy se convertiría en jefe del Ejecutivo, pero el efecto en la población de los atentados de islamistas radicales en Madrid -casi 200 muertos- tres días antes de los elecciones llevaron al PP a la derrota, frente al socialista José Luis Rodríguez Zapatero (2004-2011).
Como líder del PP Mariano Rajoy hizo una travesía del desierto difícil hasta que, a finales de 2011, el Gobierno socialista azotado por la crisis económica fue vencido en las urnas por el PP.
A finales de 2011 el PP ganó por mayoría absoluta, con 186 escaños, cifra superior incluso a la que tuvo Aznar en 2000.
En diciembre 2015 la crisis y la corrupción pasaron factura y el PP ganó los comicios, pero perdió ampliamente la mayoría absoluta.
Entonces Rajoy tuvo un gesto inédito y, por primera vez en democracia, declinó el ofrecimiento del rey Felipe VI de optar a la reelección por considerar que no tenía apoyos.
Ya como presidente interino, sin competencias plenas, Rajoy vio desde su escaño a Sánchez, secretario general del PSOE, intentar reemplazarle sin éxito.
La repetición electoral de junio de 2016 permitió al PP mejorar sus resultados, todavía lejos de una mayoría de gobierno, pero Rajoy está vez sí acudió al debate de investidura, para quedar a seis escaños de ser reelegido.
Su capacidad de aguante y su resistencia quedó de manifiesto. Volvió a la carga semanas más tarde, aunque para entonces tuvo que doblar el brazo a los socialistas y forzarles a que se abstuvieran en una nueva votación de investidura, a punto de acabar el plazo legal que hubiera llevado a otros comicios.
A Sánchez aquel envite le llevó a dimitir de su escaño y como líder socialista para no tener que respaldar a Rajoy como jefe del Gobierno.
Sánchez también ha hecho gala de resistente y, tras dar la sorpresa y volver al liderazgo del PSOE con el voto de la militancia, ahora se dispone a tomarse la revancha al desalojar a Rajoy del Gobierno. EFE