Desde meses antes de finalizada la guerra de abril de 1965, el Movimiento Popular Dominicano (MPD), dio a conocer de manera pública la que iba a ser su estrategia político-militar tan pronto terminara la Revolución; pero no tomaron en cuenta que sus anuncios sobre la “guerra popular” también iban a poner en alerta a las autoridades dominicanas y mucho más a los servicios de inteligencia de los Estados Unidos. Los responsables de los servicios de seguridad del Estado dominicano, en el primer período de gobierno del doctor Joaquín Balaguer (1966-1970), le informaron al mandatario “que el juramento hecho en la Conferencia Tricontinental de convertir a la República Dominicana en otro Vietnam, ha sido respaldado con fondos traído a este país por los revolucionarios. Por los menos 150 dominicanos han recibido adoctrinamiento político y de guerra de guerrillas, y sabemos que elementos subversivos les han facilitado dinero, armas y materiales”.
Ese juramento, a todas luces imprudente, fue resultado de la emotividad expresada por Cayetano Rodríguez del Prado, dirigente del MPD, ante los periodistas que cubrieron la citada conferencia celebrada en La Habana, del 3 al 15 de enero de 1966, y recogida por las agencias de prensas internacionales. La noticia puso en aviso al gobierno dominicano de Héctor García Godoy, quien procedió de inmediato a prohibir el ingreso al país de la delegación dominicana, que de acuerdo a Rodríguez del Prado en sus memorias Notas autobiográficas: recuerdos de la Legión Olvidada, libro publicado en el 2008, estuvo integrada por Guido Gil en representación del 14 de Junio; Asdrúbal Domínguez por el Partido Comunista Dominicano (PCD); Cayetano Rodríguez del Prado por el Movimiento Popular Dominicano (MPD); Carlos Amiama por el Frente Unido, y el doctor Euclides Gutiérrez Félix en representación del coronel Francisco A. Caamaño.
Antes de regresar al país de forma clandestina, los miembros de la delegación participaron en la reunión en la que quedó formada la Organización Latinoamericana de Solidaridad (OLAS), responsable del seguimiento a la iniciativa cubana de crear focos guerrilleros en países latinoamericanos. En la reunión participaron autoridades cubanas, incluyendo al presidente Fidel Castro. Posteriormente, en agosto de 1967, la OLAS se reunió en conferencia de solidaridad con la participación de una comitiva dominicana y de los países miembros, entre ellos Amaury German Aristy quien fue electo su vicepresidente, en representación del Movimiento Revolucionario 14 de Junio (1J4).
El trabajo de inteligencia y contra insurgencia del gobierno dominicano, las delaciones hechas por izquierdistas que “colaboraban” con el gobierno, la atención puesta al “problema dominicano” por los servicios de espionajes norteamericanos que operaban en la Republica Dominicana, la imprudencia y las divergencias en el liderazgo de izquierda se desarrollaban al tiempo que los sus partidos hacían importantes esfuerzos para organizar movimientos guerrilleros, motivados en el no reconocimiento de lo que fue la derrota militar sufrida en la revolución de abril de 1965.
Abril marcó el futuro de la Izquierda
Desde junio de 1965, las agrupaciones de izquierda que participaron en la guerra civil, habían llegado a la conclusión de que no podían avanzar ni triunfar en la guerra que los enfrentaban a las tropas norteamericanas y a los soldados de las Fuerzas Armadas Dominicana, debido a que los grupos o comandos armados que participaban en ella, y que en principios controlaron gran parte de los barrios de la ciudad de Santo Domingo, habían quedado cercados y controlados por las tropas norteamericanas en unas decenas de cuadras de la zona colonial, Gazcue y Ciudad Nueva.
Esa situación llevó a las agrupaciones 14 de Junio y al MPD, principalmente, a querer trasladar la guerra a los pueblos del interior, para lo que intentaron operaciones militares de pocas envergaduras en Tenares, Villa González, Ramón Santana, Padres las Casas y en especial en San Francisco de Macorís. En esta última ciudad, en la que los militares contrarios a la revolución, contando con informaciones de los planes proyectados, se prepararon de antes manos para esperarlos y sofocar la tentativa insurreccional. En ese acontecimiento fueron aniquilados los principales dirigentes del intento de levantamiento armado. Con el saldo trágico de ese hecho, quedaron sellados los planes de romper el cerco a que estaban sometidos en la “zona rebelde” y, aunque resistieron con valentía y heroísmo se tuvieron que plegar a las negociones que concluyeron con la firma del Acta de Reconciliación Dominicana y el establecimiento del Gobierno Provisional de Héctor García Godoy a partir del 3 de septiembre de 1965.
Aunque las organizaciones revolucionarias no pudieron evitar la firma del acuerdo de paz, sí se negaron a entregar todas las armas y acusaron al gobierno de Caamaño de haber traicionado la revolución, procediendo a la extracción de pertrechos militares para, una vez instalado el gobierno provisional proceder a preparar lo que llamaban “la guerra popular”. Es decir, “la guerra de masa”, como la promovía el MPD, de todo el pueblo a nivel nacional, contra el gobierno y contra los Estados Unidos, dirigida por el partido marxista leninista.
Esa estrategia para desarrollar la guerra fue definida en el “Pre-congreso” del MPD, con la resolución dada a conocer, de que trabajarían “arduamente para hacer del pueblo dominicano un gran ejercito de más de tres millones de hombres con la clase obrera y su partido a la cabeza para hacer frente a los planes agresivos de los imperialistas”, y en la que observaban que de la única manera que se podía derrotar al imperialismo, era “mediante la guerra prolongada como forma fundamental de lucha, con el campesinado como fuerza principal y la clase obrera como clase de vanguardia”. Con esos fines, muy temprano en 1967, ese partido envió a Cuba un selecto grupo de 10 hombres para participar en los adiestramientos en guerra de guerrillas. Otros grupos de sus militantes, entre los que estaban Rodríguez del Prado, Baldemiro Castro y Leopoldo Grullón se habían entrenados con los mismos objetivos entre 1963 y 1965, igual lo hicieron varios dirigentes del 1J4.
El MPD definió su estrategia durante la guerra.
La decisión del MPD de llevar la guerra más allá de los límites de la zona constitucionalista, comenzó a ser fraguada desde los tiempos en que celebró su famoso “pre-congreso”, que tuvo lugar a partir del 16 de agosto de 1965 en la zona constitucionalista, con el argumentos siguiente: “Teniendo nuestro Partido una concepción clara del papel que juega el campo y el que juega la ciudad en guerra contra el imperialismo nos lanzamos a la toma de San Francisco de Macorís. Allí tuvimos pérdidas de vidas preciosas, como la del compañero Baldemiro Castro y muchos otros, así como pérdidas de armas y otros equipos debido a que nuestro plan fue descubierto antes de tiempo. Esta acción que fue realizada conjuntamente con otras organizaciones, tenía como finalidad una retirada al campo con las armas y equipo que capturaran. La falta de organización suficiente de nuestro Partido en esa localidad para emprender acciones de tal naturaleza, fue la causa principal, junto con otras, del fracaso de nuestros planes en San Francisco de Macorís”.
En ese “pre-congreso” los emepedeistas adoptaron la resolución de que la guerra en el la zona rural era la que le daría a largo plazo el triunfo soñado, y “que por tal razón, se tenían que continuar las tareas “de organización y preparación de las masas campesinas con el propósito de crear un lugar propicio para combatir y vencer al imperialismo norteamericano”.
El MPD trazó en el referido evento, la forma en que ellos pensaban desarrollar su lucha armada, una vez terminada la guerra de Abril: 1. Trabajar para la construcción del partido marxista-leninista; 2. Reiniciar la lucha teniendo como principal escenario el campo, pues “de persistir en la lucha armada en la ciudad es causa pérdidas de vidas y de recursos innecesarios; 3. Establecer la posibilidad, que una vez reiniciada la guerra en los campos, los Estados Unidos intervendría “cuando las tropas títeres sean derrotadas por la revolución”; 4. Que la “lucha armada debe ser una lucha de masas, no de un grupo, debe ser una guerra popular”. 5. Que—coincidiendo con la estrategia guerrillera del Catorce de Junio—había que rodear la ciudad desde el campo, y 6. La necesidad de trabajar en las Fuerzas Armadas”.
Contradictoriamente, tan pronto como finalizó la guerra los grupos de izquierda redujeron la “guerra popular”, a la formación y organización de grupos guerrilleros desvinculados de la población, influenciados por la estrategia cubana y por en el limitado conocimiento de los métodos guerrilleros utilizados por los norvietnamitas contra el ejército norteamericano.
Influencia cubana en los planes izquierdistas
La Guerra de Abril terminó el 3 de septiembre de 1965. En muy poco tiempo los grupos de la izquierda modificaron sus tácticas de luchas. Para esos cambios incidió mucho el interés cubano expresado en la Conferencia Tricontinental y en la OLAS. Esto fue evidente cuando el abogado Guido Gil, quien encabezaba la delegación del 14 de Junio, planteó una posición que fue considerada como emotiva por sus compañeros. La posición de Guido entró en conflicto con la línea de los cubanos, debido a que—decía Julito de Peña Valdez en un documento que cayó en manos de las autoridades a finales de 1966—ellos intentaban “imponen sus decisiones por encima (de la) decisión de nuestro delegado (…), de querer imponer su posición con relación a la guerra y de dirigir la lucha continental y mundial contra el imperialismo. (…). Posición de la guerra de guerrillas al margen del Partido y de la guerra popular”, a lo que Julito agregaba el argumento de que “nadie debe intervenir en los problemas internos de otro ni tratar de imponer su táctica y su estrategia”.
De lo que pasaba en los encuentros cubanos con los grupos de izquierda latinoamericanos, tanto en la Conferencia Tricontinental, como en la fundación y posterior conferencia de la OLAS, así como de la experiencia de la forma en que los vietnamitas combatían a los Estados Unidos en la Guerra de Vietnam, el MPD y el 1J4 fueron asumiendo y modificando lineamientos a la vez que promovían sus estrategias para la lucha armada:
El Catorce de Junio comenzó a darle forma a su tesis de la “guerra del campo que rodea la ciudad” creando focos guerrilleros en las montañas dominicanas, en lugares que identificaban como zonas estratégicas así como bases de apoyo en algunas ciudades. El MPD, por su parte, se entretuvo promoviendo la “guerra popular prolongada” que se iba a desarrollar teniendo el campo como escenario. Para ese fin elaboraron un plan que descansaba en el envío de los principales cuadros a zonas escogidas, bajo la consigna de “lo mejor al campo”.
Desde los lugares identificados para preparar el enfrentamiento contra el gobierno, la lucha se iba a desarrollar, planteaban ellos, luego de ganarse la confianza de los campesinos y de integrarlos a sus planes, formando el ejército revolucionario y de esa forma proceder a enfrentar a las fuerzas militares del gobierno, controlando las diferentes ciudades hasta llegar a derrotar el enemigo e instaurar un gobierno popular y revolucionario. Desde esa posición, que fue conocida como “lo mejor al campo”, el MPD llegó a concentrar una parte importante de sus dirigentes en la provincia de Santiago, sin resultados aparentes. Luego intentaron establecerse en la Cordillera Central, aunque con el tiempo ese esfuerzo se fue desintegrando sin que los emepedeistas dispararan un solo tiro.
Fraccionamiento de la izquierda.
Los planes guerreristas del MPD, 1J4, y del PCD, que también estaban en ese interes, contaban con obstáculos heredados de los debates entre los partidos comunistas de la Unión Soviética, China Comunista y Cuba Socialista, sintetizados en las ideas de que ninguna guerra se podía iniciar sin antes haber formado el “partido marxista leninista” o el “partido de la clase obrera”—como preferían llamarle—que dirigiera el ejército revolucionario. Eso trajo como consecuencia un encendido enfrentamiento entre los tres partidos, acusándose unos a otros de “revisionistas”, “pro chinos” y “pro castristas”. Resulta edificante el mensaje enviado por el MPD al PCD en agosto de 1965, en el que le dicen que ellos eran seguidores del Partido Comunista Chino y observaban: “Ahora ustedes dicen que son independientes, con relación a la crisis del movimiento comunista internacional. Creemos que eso no está bien, creemos que hay que adoptar una posición en uno u otro lado, pues a las masas les interesa saber quién está desviado y quien no lo está. A cada partido comunista en su país le corresponde, por lo tanto, decir quién es el marxista leninista y quien el revisionista”.
El resultado de esas divergencias, que muchas veces terminaron en enfrentamientos armados, fue la división de las agrupaciones y la formación de pequeñas organizaciones, que a la vez se subdividían en otras mucho más pequeñas. A esas dificultades se añadieron importantes niveles de infiltración de espías y la captación de colaboradores que actuaron como “chivatos” en el seno de las organizaciones. Esto pasó tanto en el MPD como en el Catorce de Junio, Voz Proletaria y en el PCD.
Además, las resoluciones tomadas de manera pública por el MPD y la labor de inteligencia del gobierno del doctor Balaguer, eran un valladar a los planes elaborados, y para desgracias de los partidos de izquierda que jugaban a la guerra, una rica documentación conteniendo todos los planes del 14 de Junio y del MPD, fueron requisados por el gobierno antes de finalizado el año de 1966. Las autoridades estaban muy atentas a los pormenores de las luchas internas en los partidos y además las incentivaban incidiendo de manera velada en los fraccionamientos que se estaban sucediendo:
No había terminado la guerra y ya en el Partido Socialista Popular (PSP) se dio un desprendimiento con el que esa organización perdió casi el 100 por ciento de sus dirigentes y militantes, quedándose en el Partido Socialista un reducido grupo de su dirección histórica. En el pleno del Comité Central en el que ese partido cambió las siglas de PSP por la de PCD, celebrado el 8 de agosto de 1965, se planteó que esa modificación obedecía a la necesidad de tener un nombre “científicamente exacto” para contribuir “al esclarecimiento ideológico de la clase obrera”.
Por otro lado, en los días posteriores a la instalación del Gobierno Provisional, surgió en el seno del Movimiento Revolucionario Catorce de Junio (1J4), un pequeño sector que se auto titulaba pro chinos y que resultó ser el primer desprendimiento sufrido por esa organización. Esos militantes, la mayoría de ellos estudiantes universitarios, fueron encabezados por Luis—Pin—Montas, Antonio Lockward y otros que ingresaron de inmediato al MPD.
A partir de 1966 nuevos sacudimientos estremecieron la estructura del 1J4, cuando los debates sobre la guerra y la construcción del partido, así como la necesidad de adoptar posiciones en el campo de la política internacional de los partidos comunistas, fueron llevados a su primer congreso celebrado entre el 8 y 10 de julio. En el proceso surgieron la “tendencia transformista” que aupaba la posibilidad de que el Catorce de Junio podía convertirse en el partido marxista leninista de la clase obrera y la “tendencia no transformista”, que plantaba la imposibilidad de esa transformación y veía al MPD como la fuerza de izquierda con la fortaleza suficiente para convertirse en ese Partido. Los seguidores de esa tendencia ya se habían pasado al MPD a principios de diciembre de 1966, aunque lo hicieron de manera pública el 7 de diciembre, en un comunicado firmado por Rafael-Fafa-Taveras, Agustín Moisés Blanco Genao, Pedro Bonilla, Guido Gil, Manuel-Lucky-Pozo, Amín Abel Hasbun y Jaime-Jimmy-Duran.
En cuanto a la posterior división en el MPD, la situación no dejaba de ser caótica pues en su seno se daban iguales enfrentamientos, a la vez que surgían celos en un sector de su vieja militancia, ante la llegada del grupo procedente del 14 de Junio:
Del seno del Movimiento Popular Dominicano surgió el Partido Comunista de la República Dominicana (Pacoredo), en julio de 1966. En esa ocasión, el debate enfrentó a los seguidores de Luis-Pin-Montas contra la “segunda posición” encabezada por Maximiliano Gómez (El Moreno). Los de la “primera posición”, proponían, de acuerdo a las citadas memorias de Cayetano Rodríguez, una “reorganización y reorientación de la organización basada en una reafirmación radical de los principios del marxismo leninismo” que además promovía la discusión y formulación de un programa político-agrario.
Los de la “segunda posición”, por el contrario, “planteaba que el MPD se encontraba en la tercera y última fase de un partido marxista-leninista y que no era necesaria la campaña de educación ideológica (…), ya que la agrupación en encontraba en la etapa de la lucha por alcanzar el poder político del estado”, y que debían proceder a la formación de células en los centros febriles, además de priorizar la valentía de los hombres y la importancia del fusil en la guerra que, pensaban ellos, se avecinaba.
En cuanto a la lucha armada, los partidarios de la “segunda posición” orientaban en el sentido de que lo fundamental para la guerra era propiciar el trabajo en la zona rural, que sería escenario de la guerra popular prolongada, por lo que una vez derrotada la posición de Pin Montas, procedieron a enviar a un nutrido grupo de sus mejores cuadros a la ciudad de Santiago, de donde se desplazaban a otros puntos de concentración campesina en labores de adoctrinamiento y reclutamiento de los hombres del campo, que iban a constituir la fuerza principal del ejercito armado, pero dirigidos por la clase obrera.
En medio del desarrollo de esa decisión, surgió en 1967 la “tendencia Voz Proletaria”, opuesta a la posición de “lo mejor al campo” y a las decisiones que en esos días se tomaron en la Conferencia de Cuadros Guido Gil, celebrada en enero de 1968 en homenaje a ese dirigente que había sido secuestrado y desaparecido por la Policía el 17 de enero de 1967. La “tendencia Voz Proletaria” resultó en un desprendimiento del MPD, que con el mismo nombre se convirtió en un pequeño partido en julio de 1968, bajo la dirección de Caonabo Elpidio Jorge Tavárez, mejor conocido como Juanito, y Rubirosa Fermin, entre otros.
Juanito, tenido por muchos como el máximo dirigente de Voz Proletaria, fue detectado como agente de la CIA mientras se encontraba todavía militando en el MPD, en cuya condición viajó a Cuba para adiestrarse en guerra de guerrillas y, de manera inconsulta con la dirección de ese partido viajó desde La Habana a China, en 1967; pero después de su regreso y al ser señalado como agente se dice que provocó la ruptura de su grupo con el MPD. Meses después, sus propios compañeros confirmaron la condición de espía y agente infiltrado, y lo fusilaron, se rumoró que por Rubirosa Fermín en una finca de la región Este, en la primera semana de enero de 1969.
En cuanto al Pacoredo, debido a que “dentro de su seno se produjeron luchas y contradicciones”, surgió de inmediato un pequeño grupo que se desprendió de ese partido, con el nombre de Unión Proletaria. Encabezado por Narciso-Narcisazo-González, Antonio Lockward y Carlos Amiama, muy pronto este grupo se desintegró.
Esta era la situación de la izquierda dominicana al momento de intentar llevar a la práctica los planes de guerra elaborados al finalizar la revolución de Abril de 1965; situación que la llevó a reconocer que la policía conocía muy bien lo que se estaba fraguando. Especialmente el MPD reconoció, en comunicado publicado en El Nacional el 17 de julio 1967, que las autoridades tenia amplios conocimientos de sus planes, al decir entre otras cosas:
Que “la PN quiere dar la impresión al pueblo de que nos tiene en sus manos, que por donde quiera que nos movamos estamos cercados y que no nos queda otro camino que esperar la muerte en cualquier esquina. Esa idea la tratan de sembrar publicando una serie de datos, ordenados, arreglados y abultados a su antojo, que posee la policía desde hace tiempo unos, y otros obtenidos en allanamientos a residencia de compañeros. (…). Los comunistas no negamos que la Policía nos ha golpeado duro en repetidas ocasiones, que por errores de liberalismo, violaciones a las medidas de seguridad y a los rigurosos métodos clandestinos que debemos utilizar en la lucha revolucionaria, indiscreciones y vacilaciones de compañeros, la policía se ha apropiado de datos de nuestra organización. (…). Nosotros fracasamos, pero somos capaces de rectificar el estilo de trabajo y lograr la victoria”.
El MPD redefiniría muy pronto su táctica de lucha militar, y tomará nuevas resoluciones para intentar el éxito de sus planes; pero el gobierno no parecía estar en una actitud de permitir que ellos triunfaran.
(Este escrito es parte de la serie Crónicas de los doce años de Balaguer de Alejandro Paulino Ramos)