SANTO DOMINGO, República Dominicana.-El escritor e intelectual Melvin Mañón aclaró que el caso de “Juanito Voz Proletaria”, descrito y analizado por el historiador Alejandro Paulino Ramos como una infiltración de la izquierda dominicana, en realidad se trató de un cambio de postura política e ideológica del dirigente del Movimiento Popular Dominicano, quien estuvo en la izquierda mucho antes de ser atraído por el gobierno del doctor Joaquín Balaguer y los organismos de inteligencia de los Estados Unidos.

En una carta a la dirección de Acento, Melvin Mañón dice que conoció bien el caso, porque Juanito estuvo bajo su dirección política en San Francisco de Macorís. Dijo que los jóvenes deben conocer cómo fue desarticulado el movimiento de izquierda en la República Dominicana.

A continuación la carta:

Sr: Fausto Rosario

Director de Acento.com.do

Estimado Fausto.

He visto y leído con interés una publicación a la firma de Alejandro Paulino Ramos titulada: “El espía que se infiltró en la izquierda. El fusilamiento de “Juanito Voz Proletaria”.  Me gustaría añadir algunos datos sobre este, un caso que conozco bien y que además me ha interesado durante años porque dirigí a Juanito en 1963-64, viví en San Pedro de Macoris donde conocí a Fabiola, en casa de su hermano Tácito y nos hicimos novios y poco después, 1964-65 y 66 trabajé con Rubirosa en la Romana cuando el era apenas un empleado de la oficina de correos local.  El propósito principal de estas notas es intentar, una vez mas, que los más jóvenes entiendan cómo fue instrumentada y ganada por el enemigo la guerra contra el movimiento revolucionario.

…ayuda a entender el trabajo enemigo en nuestras filas y hay que decir, que nadie llegó tan lejos como Guillermo en esos afanes y que Juanito no fue el único agente descubierto por él ni el único juzgado y ejecutado.

En primer lugar, aunque no parece importante podría mejorarse el título del trabajo. Juanito no se “infiltró” en la izquierda sino que fue reclutado por el enemigo después de haber estado dentro de ella varios años. No es lo mismo ni es igual. Para “infiltrar” a la izquierda hacía falta que Juanito estuviera fuera de ella, que viniera de otra parte lo cual también es procedimiento  muy común. El enemigo prepara una persona de su confianza, la posiciona, la orienta y logra que esa persona sea aceptada en la organización que se intenta penetrar. Ese no fue el caso de Juanito que había estado por lo menos desde 1963 como miembro del MPD en San Francisco de Macorís. Allí lo conocí y lo traté como subalterno hasta mediados de junio de 1964 cuando, -siendo dirigente regional del MPD para todo el Cibao y la Línea- fui arrestado en Nagua y debí abandonar la zona siendo trasladado por el MPD a la jefatura del partido en la región Este del país con sede en San Pedro de Macoris. Si Juanito “infiltró” la izquierda tenía que estar fuera de ella, lo cual es técnicamente posible en su caso, pero no se compadece con el texto y la narrativa de la publicación. Juanito, en función de la narrativa mencionada fue “reclutado” por la inteligencia enemiga, posiblemente durante algún arresto, aprovechando debilidades por ellos conocidas o chantajeándolo si tenían con que hacerlo. Todo esto es muy viejo en la historia y es, hoy día, la especialidad del Shin Bet israelí en su guerra total contra la resistencia palestina.

Juanito no tuvo militancia en el PCD, en esa época, sino y solamente en el MPD y de eso se supone que puedo afirmarlo como testigo. Además de haber sido su jefe en SFM estuve en el Comité Central del MPD desde junio 1964 hasta mediados de 1966 y Juanito estaba entonces dentro de la organización y siguió estándolo. Nos vimos en Cuba poco después de mi llegada a la isla en febrero de 1967 cuando ya el exhibía algunas señales de envanecimiento. A lo largo de esos años, Juanito siempre fue conocido, criticado y prevenido como un tipo que gustaba del alcohol, las parrandas y la fanfarronería; no tenía méritos militares ni tampoco teóricos que eran  dos variables de importancia.

Yo no puedo atestiguar en que momento Juanito pasó a trabajar para el enemigo, tampoco la secuencia de acontecimientos que llevaron al surgimiento de Voz Proletaria y menos aun como y por quién fue descubierta su traición. Lo que yo sí puedo asegurar mas allá de toda duda posible es que, Juanito no se fue del MPD por una decisión personal sino por una orden de su “controlador” es decir, el oficial que  lo dirigía  y puedo asegurar que ese oficial, no importa quien hubiera sido, JAMAS iba a autorizar que Juanito pasara del Comité Central del MPD a Voz Proletaria a menos que hubiera asegurado desde mucho antes, quienes iban a sustituirlo como espía en el MPD. No pretendo imputarle a Alejandro Paulino Ramos una falta que no le corresponde porque el no está supuesto a ser especialista en temas de inteligencia militar. Lo que trato es de que, los sobrevivientes y sus sucesores entiendan que si Juanito pasó del MPD a Voz Proletaria fue porque tenía sustituto dentro del MPD y seguramente mas de uno. ¿Quiénes eran? No lo se, pero si no entendemos esto no podemos entender nada de la guerra librada contra nosotros y confieso, con muchísimo dolor, que todavía hoy, esta verdad, tan simple y clara, no se entiende al interior de mucha, pero mucha gente que vivió de cerca o de lejos estos acontecimientos.

Cuando recogía testimonios y confrontaba evidencias para mi libro TRAVESIA recalé en un documento de la autoría de Guillermo Rubirosa Fermín  que me fue facilitado por su viuda. Junto con otros testimonios, el documento, una parte del cual transcribo en mi libro, ayuda a entender el trabajo enemigo en nuestras filas y hay que decir, que nadie llegó tan lejos como Guillermo en esos afanes y que Juanito no fue el único agente descubierto por él ni el único juzgado y ejecutado.

El tema de los agentes enemigos en las filas revolucionarias de esos años, persigue la memoria y el legado de una generación que fue manipulada con destreza  por ese mismo enemigo. Tan bien lo hicieron que muchos traidores de verdad nunca han sido identificados, andan por ahí tranquilos, amparados por el anonimato y sobre todo, por la identificación y señalamiento amañado de otros “traidores”, un recurso que siempre ha servido para proteger la identidad de los verdaderos. Finalmente, todos los intentos para escribir la memoria histórica del movimiento revolucionario dominicano de los años 60 han chocado con la resistencia a testimoniar de muchos. Algunos por dudas legítimas, por desconfianza, otros por dolor pero también porque, a esos antiguos traidores no les conviene revivir expedientes que, incluso accidentalmente, pueden conducir a esa temida identificación.

Sin mas por el momento y saludando el interés y la iniciativa del trabajo de Alejandro Paulino,

Melvin Mañón

Orlando, Fl.

8 de enero 2016.

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