El presidente Rafael L. Trujillo se juramentó un 16 de agosto de 1930. Un año después, cuando se celebraba ese hecho, quedó constituido en el teatro Capitolio un partido político que se convirtió de la noche a la mañana en una estructura de poder político: instrumento de vigilancia de los opositores, instancia de control vinculado al Estado, además de mecanismo para el enriquecimiento del dictador, que se extendió por décadas con el nombre de Partido Dominicano.
Afanes para la formación del Partido
El año de 1930 marcó un hito en la historia dominicana produciéndose cambios en la forma de gobernar, de un régimen con signos democráticos a uno completamente dictatorial. El caudillismo llegó a su fin con el retiro del general Horacio Vásquez, la muerte de Desiderio Arias y la desaparición de las agrupaciones políticas tradicionales para dar paso a la existencia de un partido único, producto de la fusión de las organizaciones que en 1930 formaron la Confederación de Partidos. Esta propuesta surgió del Partido Unionista, para que se fundara el Partido del General Trujillo; pero en agosto de 1931 esa organización recibió el nombre de Partido Dominicano (PD). (1).
El proceso de formación del PD abarcó los agrupamientos de la compactación que llevó a Trujillo a la Presidencia; pero no todos sus integrantes formaron parte del proyecto, como fueron los casos del Partido Liberal y del Partido Republicano; al contrario, estos se opusieron a la formación de la organización, aunque una parte de sus seguidores se adhirieron a los planes de Trujillo. La creación de la nueva entidad pasaba necesariamente por la destrucción de los que no se plegaron a los propósitos de Trujillo, (2) en especial los partidos Nacional y Progresista.
El Partido del General Trujillo (PGT)
Los planes para fundar la agrupación de Trujillo comenzaron el 26 de septiembre de 1930, cuando el congresista Jaime Sánchez hijo propuso que todos se aglutinaran en una sola agrupación dirigida por el general Trujillo. (3) El 20 de octubre de 1930, Elías Brache, de la Coalición Patriótica de Ciudadanos, sugirió la formación del Partido Unionista “bajo la jefatura suprema de Trujillo”; semanas después se dio a conocer el “Comité Directivo de la Organización Provisional del Partido del General Trujillo”.(4)
El 14 de marzo de 1931, Arquímedes Cruz Álvarez escribió en la prensa llamando a la formación del Partido Unionista Revolucionario, para darle forma objetiva a los ideales de la “revolución febrerista”. La propuesta tenía el propósito de “unificar en un solo cuerpo organizado y serio—decía Cruz Álvarez—, bajo la dirección del distinguido ciudadano que dirige hoy los destinos nacionales con reconocida ecuanimidad y acentuada entereza” a los integrantes de la Confederación; (5) pero la sugerencia relacionada con el nombre del nuevo partido no se concretizó, aunque el interés fue motivo para promover el nuevo partido que se estaba organizando.
El Partido del General cambia de nombre
El 2 de agosto se reunió la Junta Provincial del Partido del general Trujillo y el 16 de agosto de 1931, en acto público en el teatro Capitolio, quedó formalmente constituido el Partido Dominicano, para respaldar a Trujillo, su “único jefe supremo”, en la gestión gubernativa. Se inició de inmediato la integración de sus miembros directivos en el tren gubernamental y se hizo obligatorio que se inscribieran todos los dominicanos. (6)
El Partido Dominicano devino en una institución totalitaria que obligaba a sus miembros a prestar servicios policiales, de propaganda, vigilancia e información.(7) El proceso de formación y consolidación de la estructura de este y de su incidencia en la sociedad, iba parejo a la persecución de los opositores y la integración de los antiguos miembros de los partidos tradicionales, incluyendo a los que habían pertenecido a organizaciones opositoras. (8)
La vinculación del Partido Dominicano (PD) con las funciones del Estado dejaba una nebulosa en cuanto a las atribuciones de uno y otro, como queda evidenciado en un discurso pronunciado por Trujillo en 1945, asignándole la responsabilidad de los servicios sociales, la educación, los comedores económicos, las cantinas escolares, la construcción de barrios, casas para los menesterosos, hospital de maternidad y edificio destinado para el club social de los trabajadores. (9). Como lo explica el historiador Robert Crassweller, El PD se integró desde temprano al Estado de manera oficial y sus máximos dirigentes ostentaban el rango de funcionarios del gobierno. (9a y b)
Posiblemente por esta integración Partido y Estado, Jimenes Grullón definió al PD como “una organización paragubernamental que compartió con el aparato represivo la función de mantener en pie al gobierno y solo se podía ocupar un puesto en la administración pública si se era miembro de él”. (10).
Un Partido para imponer la dictadura
El Partido que dejó de llamarse Trujillista para asumirse como propiedad de Trujillo con el nombre de Partido Dominicano, fue un mecanismo de control social personal del dictador, con el que pudo sobreponerse y perpetuarse en la presidencia, utilizando y acomodando a su favor las instituciones, la constitución y las leyes, de modos que por primera vez el Estado operaria, en su relación con la población, a través de una estructura política que se erigía sobre todos los poderes para imponer las decisiones del mandatario, en beneficio de él, de sus funcionarios y familiares. Pero para eso, fue necesario que desde el Partido se tomaran decisiones sustentadas en la represión, el crimen y el miedo.
Tal y como lo refiere José Almoina: “Las personas dignas que condenaban aquel sistema comenzaron a ser perseguidos, inaugurándose la más bárbara tiranía que haya pasado por Hispanoamérica. Al que no alababa, palo; al que no se sumaba, saqueo; al que se expresaba con realismo respecto al Sátrapa; el cementerio. La ola de terrorismo se desencadenó sobre lo más honesto, lo más culto, lo más renombrado, lo más selecto socialmente. A las mujeres decentes se las insultaba en público o se las atropellaba o estupraba en privado”.(11). En la historia dominicana esa organización política personalista, cuyo distintivo estaba formado por la propia imagen del dictador y una palma a la que la gente se refería como “la palmita”, se organizó sustentada en los recursos del Estado y los aportados involuntariamente por el pueblo, convirtiéndose en la primera agrupación en tener funcionando una estructura a nivel nacional.
La Palmita del Partido
La “palmita” era el carnet que servía de identificación para cada uno de los inscritos en el partido. Los miembros eran registrados de manera estricta, a la vez que se les daba seguimiento era permanentemente bajo el escrutinio de los agentes y funcionarios de la organización, que se inmiscuían en la vida íntima, laborar y familiar de los miembros. Se hizo común, durante los treinta años de dictadura, que todos los dominicanos mayores de dieciocho años se encontraran registrados en esa organización, incluyendo los enemigos del régimen y los que eran ubicados como “desafectos”.
De esa forma, la “palmita” se hizo imprescindible en las actividades diarias, y obligatoria para la realización de diligencias públicas que entrañaran la movilidad en los pueblos, barrios, calles y carreteras del país. Junto a “la palmita” y a la cedula de identidad, que era también una identificación obligatoria para poder transitar, siempre se llevaba en los bolsillos o las carteras y al lado de los referidos documentos, otro carnet que daba fe ante las autoridades de que todo estaba en orden: se hizo forzoso portar el carnet del Servicio Militar Obligatorio; por eso era norma de las patrullas policiales y militares solicitar a los transeúntes mostrar “los tres golpes”. Si por alguna razón un ciudadano no podía mostrar esos tres documentos, entonces se le detenía para investigación o se le podía señalar como sospechoso de ser contrario al gobierno.
Sobre este particular, Félix A. Mejía, en su libro Viacrucis de un Pueblo, publicado en México en 1951, aporta el siguiente testimonio: “Daba gusto ver como los guardias paraban a los ciudadanos con el rifle en ristre y con una cara matadora, en plena calle, no importaba que se fuera del brazo de una dama, o que se estuviera en el parque o a la puerta de su casa, para pedirle su inscripción con esta celebre “!Su palmita!”, porque el carnet de inscripción tiene además del retrato de Trujillo, una palmera como emblema de rectitud”. (12).
En ese mismo sentido, el doctor Luis Scheker Ortiz, que nació a principios de los años cuarenta y vivió en Santo Domingo durante la dictadura de Trujillo, cuenta en su artículo “Homenaje a la Palmita”, aparecido en el periódico Hoy, del 14 de mayo del 2007, detalles relacionados con su experiencia con el famoso documento que identificaba a los miembros del Partido:
“La Palmita era la clave. Llegada la mayoría de edad, a correr apresurados para sacar la cédula y de inmediato a inscribirte en el Partido Dominicano, cuyo símbolo era la Palma Real; su lema Rectitud, Libertad, Trabajo y Moralidad” (Rafael, Leonidas, Trujillo, Molina, las letras iniciales del singular gobernante.) En llegando, allí estaba, enhiesta, firme, desafiante dándote la bienvenida en cada local del Partido Dominicano. ¡La Palmita!, símbolo oprobioso de ese régimen execrable, pero invencible”.
“Sin la palmita—sigue diciendo el doctor Scheker Ortiz—no era posible vivir, conseguir un empleo en la administración pública o escaparse de algún sobresalto que le costara la vida, como ciudadano sospechoso. Era ese carnet, ese símbolo, el control absoluto de la vida ciudadana que el patrullaje y caliesaje complementaban eficientemente. Cuando cayó Trujillo creímos, ingenuamente, que la palmita había muerto”. (13).
Obligados a votar por el Partido
Desde muy temprano se hizo costumbre, especialmente después de la reelección presidencial de 1934, que los ciudadanos mayores de 18 años fueran conminados a asistir a los sitios de votación y emitir sus votos a favor del Partido y de su único candidato, máximo jefe y símbolo perenne del mismo.
Se daba el caso, y esto era una constante en todos los pueblos y parajes de la República, que los funcionarios del gobierno llevaban un control de los votantes inscritos en el PD, de modos, que si por algún motivo se dejaba de concurrir a votar, los que así actuaban eran llamados de inmediato exigiéndoseles una explicación que justificara su actitud. En tal caso, la Junta Superior Directiva del partido instruía sobre las medidas a tomar, que podían ser: llamar la atención de los no votantes, mantenerlos bajo vigilancia, separarlos de su empleo si lo tuviere, o anotarlo en una lista de los considerados sospechosos o “desafectos” del régimen.
Para edificar en relación a la forma de operar del Partido Dominicano presionando a la población, es importante repasar algunos de los documentos encontrados por el historiador Eliades Acosta en el Fondo Partido Dominicano de Archivo General de la Nación. Uno de ellos, por ejemplo, refiriéndose a los que “por equivocación dejaron de votar” en elecciones efectuadas en 1939, es esclarecedor.
El documento dice lo siguiente:
“Ciudad Trujillo, R. D. 17 de enero de 1942, Oficio No. 00454. Señor Jacobo de Lara Encargado de la Colonia Agrícola “Jamao” Villa Trina, Moca. Distinguido correligionario: En contestación a su atento oficio #21, de fecha 12 del mes en curso, me es grato informarle que esta Junta Superior Directiva ha tomado en consideración cuanto usted expone en relación con los correligionarios que figuran en su lista anexa, y que por equivocación dejaron de votar en las elecciones celebradas el próximo pasado mes de diciembre”.
Y sigue diciendo el documento: “He analizado detenidamente la situación de dichos correligionarios, y de acuerdo con la ley de la materia, ya nada puede hacerse en el sentido de que tales personas puedan aparecer como votantes. Pero, usted debe llevar al conocimiento de cada uno de ellos que se ha tomado nota de la causa justificada que les impidió realizar el sagrado deber del voto, y que en las próximas elecciones de mayo tendrán la oportunidad de demostrar su entusiasmo por la política de nuestro Ilustre Jefe Supremo concurriendo, de los primeros, a depositar sus votos respectivos en la mesa electoral de su residencia”. (14).
En cuanto a la inasistencia a los actos públicos del Partido Dominicano, permanecer ausente o mostrar indiferencia ante las actividades en las que estuviera presente el mandatario, era peligroso para el que actuaba de ese modo. Entonces se le criticaba de manera amenazadora, lo que daba excusa para que se instrumentaran expedientes por la falta de “cooperación”.
Tales son los casos que insertamos a continuación:
1. Por dejar de asistir a un acto en homenaje a Trujillo: “Ciudad Trujillo, R. D. 12 de enero de 1942. Oficio No. 00262. Señor Nicolás Vega Secretario de Estado del Despacho del Generalísimo Ciudad. Distinguido señor Secretario:
“Me permito referirle, para su conocimiento y fines que sean de lugar, el siguiente radiograma que acabo de recibir suscrito por el señor don José Arismendy Trujillo Molina, primer vicepresidente de la Junta Superior Directiva del Partido Dominicano:
“Recomiendo por su órgano destitución del señor Miguel Andrés Guzmán, profesor de la Escuela Graduada Mixta de esta común, por mostrarse indiferente a los actos celebrados ayer en esta común (Monseñor Nouel) justo merecido honor del Padre de la Patria Nueva Generalísimo Trujillo Molina”. (15)
2. Falta de cooperación de empleados: Ciudad Trujillo, D. S. N. 13 de marzo de 1948. Oficio No. 03086. Al : Señor Secretario de Estado de lo Interior y Policía. Su despacho. Ciudad. (…)
“Para conocimiento de usted y fines que considere de lugar esa Secretaría de Estado, cúmpleme transcribirle, muy cordialmente, parte de un informe rendido recientemente a esta Junta Central Directiva: “La falta de cooperación que se ha podido notar de parte de los señores Félix María Echavarría y Francisco C. Rivera, tesorero y secretario municipal de la común de Luperón, respectivamente, quienes han dejado de asistir diferentes veces a actos oficiales y políticos celebrados en esta común, sin ninguna causa justificada, demostrando poco ánimo en ofrecer la debida cooperación a los actos. Al extremo de que el señor Echavarría, tesorero municipal, fue designado como parte de la Delegación Oficial que debía presidir los actos de inauguración de las plantas de Isabela y Mamey, conjuntamente con las demás autoridades, y ni asistió a los actos de Isabela ni de Mamey, no obstante haber salido para Isabela a jugadas de gallos el mismo día 28 y haber pasado casi todo el día en la gallera”.
También dice el documento: “Tampoco concurrió a los actos oficiales de Mamey el domingo 29, trasladándose en cambio a la sección de Ranchito a jugadas de gallos en compañía de otras personas de la localidad. Asimismo, no hizo acto de presencia en los actos oficiales y políticos llevados a cabo con motivo de la fiesta patria del 104 aniversario de la Independencia. En lo que respecta al señor Rivera, secretario municipal, este se negó a concurrir a los actos oficiales de Isabela y Mamey, fingiéndose quebrantado de salud, y el mismo domingo 29, fecha en que tuvo lugar la inauguración del alumbrado eléctrico de Mamey, se trasladó a la citada sección Ranchito, juntamente con el señor Echavarría a desafío de gallos”. (16).
Un partido para llenar los bolsillos del presidente
Juan Isidro Jimenes Grullón, nieto del presidente Jimenes y médico egresado de la Universidad de Paris, que fue apresado y torturado en 1934 por estar implicado en una conspiración contra Trujillo, explica en su libro La República Dominicana (análisis de su pasado y su presente, publicado en La Habana en 1940, (17), que los tributos gubernamentales no proporcionaban por lo común al dictador muy crecidos beneficios directos”, sino que su riqueza, por lo menos hasta 1940, era obtenida producto del “control de más del 75% de las actividades económicas, lo que se logra a través de “corporaciones extraoficiales” diseminadas en todo el país, que actúan con “el favor oficial”. (18).
Esta afirmación es confirmada por Carmita Landestoy, que fue funcionaria de Trujillo durante varios años, al decir que el dictador y sus familiares más cercando se enriquecían a través del monopolio: “Los métodos usados por Trujillo a fin de que él y sus familiares puedan monopolizar determinados productos en beneficio particular, comprenden golpes, prisión, tortura, y muerte; pero este sistema en el cual taimadamente y a manera de pulpo, va controlando tanto los bienes como a las personas, es único en el Continente”. (19).
De acuerdo a su denuncia, en la primera década el gobernante en persona controlaba el negocio de la sal, de la leche, el tabaco y el arroz; mientras que su esposa, María de los Ángeles Martínez, monopolizaba la venta de materiales de construcción, la compra de los sueldos a los empleados públicos, las lavanderías, y la “Aduanita”. Esta última–dice Landestoy—funcionaba “en combinación con su primo (…); abrieron una oficina, por la cual tenían que pasar todos los artículos después que habían salido de la Aduana, y cobraban un tanto por ciento sobre el valor de los mismos, pero no daban recibo”. (20). Por su lado, Petan Trujillo se dedicaba al negocio de la carne, manteca de cerdo, los chicharrones, el pescado y los frutos menores, además de ser un gran terrateniente en la región del Cibao.
En relación a esa política de monopolio, apoyada en el poder que le daba su condición de presiente de la República, dice Jimenes Grullon que Trujillo organizó lo que llama en su citada obra la “formación de un cartel”:
Un caso llamativo, en los primeros años de la dictadura, fue la existencia de “La Compañía Bancaria Nacional”, propiedad de Trujillo, que se convirtió en prestamista a los empleados del Estado, avanzándole el 80% del pago del mes a cambio del 6% de su salario cada mes. “El préstamo ofrecido es el 80% porque se deja un margen de 20% para cubrir las contribuciones regulares que Trujillo impone para el Partido Dominicano, y las extraordinarias, tales como los homenajes, las fiestas, etc. Se calcula que el Partido —o sea el dictador— recibe de los empleados públicos no menos de $250,000 anuales”. (21).
Pero como se sabe, con el tiempo la forma de Trujillo enriquecerse se desbordó, pues de acuerdo a los documentos relacionados con el monopolio de Trujillo, tal y como lo refiere el historiador Bernardo Vega, al final de la dictadura él y sus familiares controlaban la mayor parte de la economía dominicana:
Trujillo terminó siendo dueño “de diez de los catorce ingenios azucareros del país”, el mayor propietario de tierras ganaderas, en propietario de las industrias del “cemento, trigo, aceite comestibles, cigarrillos, chocolate, zapatos, saco y cordelería, baterías, clavos, discos, licores, papel, botella, pintura, recauchado, sal y yeso, mármol y tenerías”, bienes raíces, transporte, seguros. (22).
El 10% para el Partido.
Durante los más de 30 años de continua dictadura de Trujillo, los empleados públicos estaban constreñidos a financiar las actividades del Partido Dominicano a través del descuento del 10% de sus salarios, lo que se hacía de manera formal a través de los descuentos hechos desde las instancias oficiales encargadas de realizar el pago de los empleados públicos, “como contribución para su sostenimiento, dineros de los cuales dispone a su antojo el Supremo Jefe del Partido”.
Como forma de seguir edificando en torno a la manera en que el PD devino en una estructura recaudadora de riquezas, insertamos algunos documentos del Partido en los que se deja constancia de la malsana práctica de latrocinio de los bienes del pueblo:
1. Dejan sin efecto descuento del 10% a empleados de La Romana: “Ciudad Trujillo, R. D. 4 de noviembre de 1944. Oficio No. 7592. Sr. J. R. Saladín Pereyra Tesorero General del Partido Dominicano Presente. Sr. Tesorero: “Comunícole, para su conocimiento y fines del caso, que nuestro ilustre Jefe Supremo ha dado las órdenes necesarias para que no se efectúe el descuento del 10% correspondiente al Partido, de los sueldos de los empleados que con carácter temporero serán utilizados por la Junta Provincial y Comunales Electorales de La Romana e Higüey”. (23).
2. Investigación sobre descuento del 10%: “Ciudad Trujillo, R. D. 15 de junio de 1943. Oficio No. 3865. Señores Presidente y Secretario de la Cámara Oficial de Comercio, Industria, Agricultura y Trabajo, Barahona. Estimados señores: La opinión de esta Junta Superior Directiva sobre la consulta a que se contrae su oficio No. 486, coincide con las externadas por el Consultor Jurídico del Poder Ejecutivo y el Tesorero Nacional, en relación con la naturaleza de los cargos de las Cámaras de Comercio, Industria, Agricultura y Trabajo, copia de las cuales obran en el expediente enviado por ustedes”.
“Considerando, sin embargo, que el objetivo principal de su consulta es saber si los empleados de esa institución están o no sujetos a la contribución del 10% de sus sueldos, que todos los adeptos al Partido Dominicano ofrecen para el sostenimiento y desarrollo de esta poderosa agrupación política, por cuanto, si no está claramente expuesto en su oficio citado, se advierte fácilmente en los términos y anexos del mismo, me es grato informar a ustedes que es opinión de esta Junta Superior Directiva, que todos los miembros del Partido que sirven cargos en instituciones oficiales, semioficiales o en aquellas que el Estado organiza como servicio para la sociedad, tales como las Cámaras de Comercio, las Oficialías de Estado Civil y las Conservadurías de Hipotecas, están sujetas, por disciplina y por deber, al pago regular de sus contribuciones al Partido, para los fines indicados”. (24).
El Partido en labores de espionaje
El espionaje se convirtió, a lo largo de las tres décadas en que el país estuvo gobernado por el régimen dictatorial de Rafael L. Trujillo, en una modalidad que coexistía con los diversos mecanismos de inteligencia del gobierno. La función de delator que existía a nivel nacional, se ejercía a cambio de una remuneración proveniente del Estado o de los fondos del Partido Dominicano. Esa forma de control facilitaba la vigilancia y seguimiento permanente de los disidentes, y resultaba en un mecanismo que vigorizaba y daba permanencia al gobierno de Trujillo:
“Por doquiera, tras los pasos del caminante, o en la intimidad de la alcoba, asomaba el ojo del espía. Los matones, a su vez, actuaban a plena luz meridiana. En ciudades y campos, sin cuidarse de la presencia inoportuna del transeúnte, descargaban sus revólveres sobre los enemigos peligrosos”. (25). Una parte importante de estos espías actuaban bajo la sombra y protección directa del Partido Dominicano, y para sus funciones recibían el correspondiente salario.
Un testimonio importante es el de Carmita Landestoy, porque conoció de cerca la labor de los espías del Partido Dominicano, ya que ella llegó a ser funcionaria de ese partido. Sobre ese particular dice la importante personalidad del movimiento femenino de entonces, lo siguiente:
“El pueblo está espiado dentro y fuera del hogar. Sobre todo el país, hasta en el último rincón hay personas pagadas para vigilar e informar. Además, el Partido Dominicano es una “Gestapo”. Hace dos años que Trujillo formó un cuerpo de espías de jovencitos de 14 a 16 años con un sueldo de 60.00 (sesenta dólares) mensuales. ¡Hasta la niñez está pervirtiendo!. Hace poco, más o menos unos dos años, que también pasó una circular a cada empleado del Gobierno en todo el país, diciéndole que cada empleado debía observar lo que hablaban los otros e informar cuando expresaban algo contra el Gobierno, así es que los ha lanzado a espiarse mutuamente”. (26).
La labor de espionaje se daba en coordinación con la policía, el ejército, los veteranos del Ejército, la Brigada “Cuarenta y tres” y el servicio de información de la Secretaría de la Presidencia. La forma de organizar esa estructura de información y vigilancia del PD es descrita por José Almoina, quien fue secretario personal de Trujillo:
“El Partido Dominicano, organizó un sindicato de servicio doméstico; aparentemente se trataba de proteger a las pobres sirvientas explotadas; en realidad se convirtió en medio de infiltrar espías en la intimidad de los hogares. Cada sirviente recibe instrucciones en el Partido y éste se encarga de buscar y conseguir ocupación para ellos. Las familias a las que se ofrece una sirviente por el Partido y no la acepta comienza a pasar de la categoría de sospechosa a la de “desafecta”. (…). Si por el contrario, la familia acepta a la sirvienta propuesta por el Partido, comienza entonces el servicio de información a actuar. Todos los días la criada debe ir al Partido a dar cuenta de lo que pasa en la casa, las visitas que se reciben, las conversaciones que se sostienen, la manera de pensar de todos los miembros de la familia”. (27).
“El Partido tiene un servicio de camareros de ambos sexos—sigue diciendo Almoina—, especialmente preparado, y por lo general formado de negros cocolos, es decir de gentes procedentes de las Antillas Menores; estos servidores producen informaciones altamente apreciadas por la Gestapo trujillera pues todos hablan el inglés y el francés (…). La Gestapo, para colocarlos en las Embajadas y Legaciones se sirve de medios indirectos y completamente reservados; los empleados de esta manera, aparentan ser adversarios o tener poca simpatía por el régimen, aprovechan cualquier oportunidad para manifestar su desagrado por Trujillo y su familia”. (28).
Algunos informes de delatores publicados por el AGN
1. Informe de una casa de familia: “Ciudad Trujillo, R. D. 4 de marzo de 1946. Confidencial. Señor Armando P. López Presidente de la Junta Comunal del Partido Dominicano San Cristóbal. Señor Presidente: “Transcribo a usted, con carácter confidencial y con recomendaciones de realizar una discreta investigación del caso, un párrafo de un informe referido a esta Junta Directiva en fecha 9 del corriente mes, y cuyo texto es el siguiente:
“En la visita que le hice a doña María Harootian esta mañana, entre una y otra conversación, ella, hablando de su terrible situación económica, me dijo que aquí las cosas no podían estar bien nunca hasta que no existiera una igualdad, por ejemplo: que unos ganaban muy grandes sueldos y otros ganaban sueldos muy pequeños. Me dijo, además: “Tú ves, aquí las cosas debían ser como por ejemplo en Rusia, que todo el mundo allí goza de los mismos derechos; y no sólo aquí debía ser así, sino en América del Norte y en otros países”. Luego terminó diciéndome: “Bueno: déjame prepararme para irme a la oficina”. Lo que me da a entender que estas son tendencias al comunismo”. Mientras aguardo conocer el resultado de sus investigaciones al respecto, le saluda muy atentamente”. (29).
2. Informe de actividades comunistas: “Ciudad Trujillo Distrito de Santo Domingo 11 de diciembre de 1946. Oficio No. 12078. Nota confidencial. Señor Lic. Julio Ortega Frier Ciudad. Estimado amigo: Muy cordialmente me permito transcribirle un párrafo que aparece en un informe confidencial que he recibido de actividades comunistas en La Vega. El párrafo anunciado dice así: “Polibio Acosta (a) Polo, de oficio mecánico electricista, empleado de la oficina de la Compañía Eléctrica de La Vega, reside en el Barrio “Nápoles”, de La Vega, es cuñado de la señorita Esperanza Genao, miembro del Comité del P. S. P., y viven bajo el mismo techo”. (30).
3. Espionaje en el exterior: Ciudad Trujillo, R. D. 9 de enero de 1942. Oficio No. 00236. Señor Don Luis A. Méndez L. c/o Consulado General de la República Dominicana 30 Rockefeller Plaza New York City. Distinguido correligionario:
“Complázcome en acusarle recibo de su atenta comunicación de fecha 3 de los corrientes, en la cual usted se refiere a la que le dirigí en fecha 27 de diciembre pasado informándole de su designación como agente del Partido Dominicano en esa ciudad (…). De acuerdo con sus magnos deseos me es grato apuntar, en líneas generales, el modo como habrá de desenvolverse la misión que a usted le ha sido confiada, y la cual estoy seguro que usted desempeñará a completa satisfacción de esta Junta Superior Directiva y del insigne Jefe Supremo y Director del Partido Dominicano. Considero que usted debe obtener, por cuantos medios estén a su alcance, amplia información acerca de las actividades de los enemigos o desafectos residentes en esa ciudad con el fin de rendir un reporte quincenal a esta Junta Superior Directiva para que el suscribiente pueda informar de ellos inmediatamente al Generalísimo Trujillo Molina”. (31).
Muerto Trujillo, el Partido llegó a su fin.
El Partido Dominicano no sufrió transformaciones significativas en todos aquellos años y se mantuvo como elemento catalizador de las iniciativas del mandatario, promoviendo las decisiones emanadas del gobernante y sus más cercanos colaboradores, hasta que ajusticiado el tirano la noche del 30 de mayo de 1961, la población se sacudió del miedo y comenzó a expresar su disgusto en contra de la dictadura. Entonces se vieron los funcionarios del partido temerosos, escondiéndose lejos de la ciudadanía o saliendo apresurados del país para salvar sus pellejos.
En medio de la debacle que significó la falta del dictador, Rafael L. Trujillo hijo (Ramfis) y los más destacados de la familia Trujillo salieron del país en noviembre de 1961, mientras que el doctor Joaquín Balaguer, que para entonces actuaba como presidente de la República, títere de la familia Trujillo, se vio compelido a realizar cambios urgentes con el fin de detener las protestas populares. Entre esos cambios se encontraron el restablecimiento del nombre a la ciudad de Santo Domingo; la reintegración al Estado de numerosas empresas que estaban en manos de Trujillo, y la formal desintegración del Partido Dominicano, lo que fue anunciado por el doctor Balaguer el 28 de diciembre de 1961.
(Notas bibliográficas: (1) Parte del presente texto aparece en: Alejandro Paulino Ramos, “Luchas políticas durante la primera mitad de la dictadura (1930-1945). En: Academia Dominicana de la Historia, Historia General del Pueblo Dominicano, Vol. V, Santo Domingo, ADH, 2015, pp. 216-218; (2) (Véase Alejandro Paulino Ramos, ob. cit.; (3) Ob. cit.; (4) Listín Diario, 20 de noviembre de 1930. (5) (La Opinión, 14 de marzo de 1931; (6) (Capdevila, La dictadura de Trujillo, p. 73; (7) Declaración de principios y estatutos del Partido Dominicano, Santo Domingo, Partido Dominicano, s.f., p.18; (9) “La actualidad política”, La Opinión, 27 de julio de 1933; (9ª y 9b) “Discurso de inauguración del Palacio de la Junta Central Directiva del Partido Dominicano”, 25 de febrero de 1945, en José F. Penson, El Partido Dominicano, Ciudad Trujillo, 1959, pp. 47-48. Véase también a Robert Crassweller, Trujillo: la trágica aventura del poder personal. Barcelona, Editorial Bruguera, 1968, p. 166; (10) J. I. Jimenes Grullón, Sociología política, Santo Domingo, Taller, 1976, p. 144; (11) José Almoina. Una Satrapía en el Caribe. Primera edición México 1950. Edición dominicana con notas de Orlando Inoa. Santo Domingo, Letra Grafica, 2007, p. 49; (12) Félix A. Mejía, Viacrucis de un Pueblo. 1ra. Edición 1951. Santo Domingo, Sociedad Dominicana de Bibliófilos, 1995. p. 62; (13) Periódico Hoy, 14 de mayo del 2007; (14) R. Paíno Pichardo Presidente de la Junta Superior Directiva, AGN, Fondo Partido Dominicano, libros de oficios (No.1-500), 2-20 enero, 1942; (15) R. Paíno Pichardo Presidente de la Junta Superior Directiva, AGN, Fondo Partido Dominicano, libros de oficios (No.1-500), 2-20 enero, 1942; (16) General de Brigada V. Álvarez Pina, E. N. Presidente de la Junta Central Directiva. AGN, Fondo Partido Dominicano, libros de oficios (No. 03001-03500), 9-22 marzo, 1942; (17) Juan Isidro Jimenes Grullón, La Republica Dominicana (análisis de su pasado y su presente), La Habana, Impresora Arellano, 1940; (18) Ob. cit., p. 230; (19) Carmita Landestoy, Yo también acuso. (1946). Santo Domingo, AGN, 2011, p. 131; (20) Ob. cit. p. 160; (21) Juan Isidro Jimenes Grullón, ob. cit., p. 230; (22) Bernardo Vega, “La Era de Trujillo, 1930-1961”, en: Historia de la República Dominicana, Madrid, CSIC, 2010, p. 464; (23) V. Álvarez Pina Presidente de la Junta Superior Directiva, AGN, Fondo Partido Dominicano, libros de oficios (No. 07501-08000), 1-22 noviembre, 1944; (24) Marino E. Cáceres Presidente de la Junta Superior Directiva AGN, Fondo Partido Dominicano, libros de oficios (No. 07501-08000), mayo 28-junio 22, 1943; (25) Jimenes Grullón, ob. cit., p. 188; (26) Carmita Landestoy. Ob. cit.; (27) José Almoina, ob. cit., pp. 102-103; (28) Ob. cit.; (29) V. Álvarez Pina Presidente de la Junta Central Directiva AGN, Fondo Partido Dominicano, libros de oficios (No. 1501-2000), 2-19 marzo, 1946; (30) V. Álvarez Pina Presidente de la Junta Central Directiva, AGN, Fondo Partido Dominicano, libros de oficios (No. 12001-12500), 9-19 diciembre, 1948; (31) AGN, Fondo Partido Dominicano, libros de oficios (No. 1-500), 2-20 enero, 1942).