La forma tiránica en que Rafael L. Trujillo se impuso a la sociedad, estableciendo la más larga dictadura conocida en la historia de la República Dominicana (1930-1961), se instituyó con la organización y acción permanente de un aparato de inteligencia conocido como “servicio secreto”; adscrito por muchos años al Ejercito Nacional (E.N), aunque también la Policía Municipal de la Capital tuvo su propia unidad de “inteligencia”. Cuando esa institución de orden público se transformó en Policía Nacional en 1935, el Servicio Secreto permaneció operando en ella y participó en las tareas de espionajes y represión contra los opositores, más allá de la muerte de Trujillo.
Una vez que el mandatario dejó de ser jefe del Ejército el 16 de agosto de 1930, siguió incidiendo de forma directa y personal sobre la estructura militar, terminando de convertirla en una institución que asumió como normal las funciones de apoyo y protección a los intereses político-partidarios del dictador. Esa contaminación de tinte político venía desde el período de Horacio Vásquez; posteriormente la utilizó e hizo que el Ejército se convirtiera en el sostén fundamental del golpe de Estado y de su llegada a la presidencia.
Politización del Ejercito Nacional.
A dos meses del derrocamiento de Vásquez, el encargado de inteligencia del Ejército Nacional había estado muy activo, apremiado por las exigencias hechas por Trujillo. En respuesta a solicitud de datos que este hacía, el mayor Furcy Castellanos, quien fungía como responsable, Oficial de Leyes e Inteligencia, recibió la orden (el 27 de mayo de 1930), de parte del “Comandante en Jefe del Ejército Nacional”, y así la transmitió, de que se pasara “una circular a todos los Oficiales Comandantes de Compañías, exigiéndoles que rindan a esta Oficina un informe en relación con el movimiento político, comercial, social, etc., ocurrido cada mes en la provincia bajo su Comando, así como cualquier otro informe que pueda ser útil a la reorganización del Servicio de Inteligencia del E. N”.(1) De lo que se trataba era, en ese momento, de descabezar a la oposición al golpe de Estado y a las fraudulentas elecciones, como una forma de retener el poder.
Tal y como lo expresa el historiador cubano Eliades Acosta en su libro “La dictadura de Trujillo: documentos”, existen evidencias, “que muestran la forma en que Trujillo mezcló a los mandos del E. N., en la política, para su propio provecho. Lejos de mantenerlos cumpliendo los deberes reglamentarios, se les exigía efectuar labores de inteligencia, control y represión de los oponentes políticos de Trujillo, o de los sospechosos de ser desafectos al Gobierno”.(2) La citada obra del historiador Matos, publicada por el Archivo General de la Nación en seis volúmenes, contiene una selección de las colecciones de documentos producidos por la dictadura, que pertenecieron al Archivo de la Presidencia; rica en informaciones detalladas sobre los métodos y mecanismos de represión política utilizados por el régimen.
La politización del aparato militar facilitó la vinculación directa de las operaciones de las fuerzas policiales y militares de entonces, con elementos y estructuras formadas por civiles y funcionarios del gobierno que actuaban en labores de inteligencia. Esas tareas, con las que la sociedad dominicana fue tenida permanentemente vigilada, cubrieron a los empleados y funcionarios de la administración pública y de las empresas privadas; los sitios públicos, los centros militares y policiales, la intimidad del hogar, las escuelas, las iglesias, Universidad, y la vida de los dominicanos en el extranjero. Todo, absolutamente todo estaba bajo las miradas agresivas de los espías del régimen, incluyendo la familia.
No existía lugar, por apartado que fuera, en el que no operara una o varias células de civiles dedicados a las más perversas labores de vigilancia; pero esos odiosos trabajos se concentraban principalmente en el Servicio Secreto del Ejercito y recaían sobre los que eran considerados “desafectos” así como en sus familiares más cercanos.(3)
Servicio Secreto en la Policía Municipal.
Autores han señalados y se repite como cierto, que el surgimiento del Servicio Secreto ocurrió en 1926, al parecer cometiendo un error. El Servicio Secreto del Ejército venía desde los tiempos de la ocupación americana cuando, en 1917, el gobierno militar creó la Guardia Nacional Dominicana. Posteriormente, esa institución militar formada por dominicanos, cambió su nombre a Policía Nacional Dominicana (PND), y en 1928 se transformó en Ejercito Nacional. Esto, sin que su servicio de inteligencia dejara de operar durante las tres décadas de dictadura.
Las tareas de inteligencia eran parte de la cotidianidad de la PND y la unidad responsable de ejecutarla permaneció activa cuando esa organismo militar se transformó en Ejercito Nacional; pero el servicio secreto que el presidente Horacio Vásquez autorizó formal en 1926, mediante decreto del 10 de septiembre, no fue el de la Policía Nacional, sino el de la Policía Municipal. Eso quiere decir, que desde entonces en el país operaban dos organismos de inteligencia: uno en el Ejército que tenía jurisdicción nacional, y otro que solo actuaba en la ciudad de Santo Domingo, pero a cargo de la Policía Municipal.
El referido decreto que modificaba el artículo 370 del reglamento de la Policía Municipal, contenía los siguientes lineamientos:
“Con la importancia de la Común y del personal de que se disponga, el Jefe del Cuerpo podrá organizar un Servicio Secreto, encargado de la investigación de todo asunto de interés público, y cuyos miembros no portaran armas sino en caso de especial necesidad, previa autorización del Secretario de lo Interior, Policía, Guerra y Marina. Terminada la investigación, el expediente será archivado, a menos que de él no se deprenda la necesidad de tramitarlo para poner en movimiento la acción pública”.
“Cuando la urgencia del caso sea tal—dice también el decreto del general Horacio Vásquez—que la espera de la autorización pueda perjudicar al servicio, dicha autorización no será previa; pero el Comisario que en estas excepcionales condiciones entregue un arma a un agente secreto, deberá participarlo a la Secretaria de lo Interior, con las justificaciones necesarias para su aprobación”.(4)
Posteriormente, siendo Trujillo presidente y mediante ley número 1022, del 2 de marzo de 1935, la Policía Municipal pasó a llamarse Policía Nacional. De ese modo, el servicio secreto que surgió en 1926 permaneció operando en la nueva Policía Nacional, ya que lo que se hizo fue “refundir los diversos cuerpos de Policía Municipal con el nombre de Policía Nacional”.(5).
De acuerdo con el historiador Rafael Hernández, en su libro Ramón –Van Elder– Espinal” Una vida intelectual comprometida, uno de los primeros jefes del Servicio Secreto de la Policía Nacional lo fue Luis Arzeno Colón (Tuto), abogado, periodista y procurador fiscal, que ingresó como teniente a la Policía Municipal, de la que pasó a la Policía Nacional para luego ser cabeza del Servicio de Inteligencia que precedió a la formación del Servicio de Inteligencia Militar (SIM).(6).
Trujillo, el ciclón y los opositores.
Trujillo se juramentó como presidente a mediados de agosto. Diecinueve días después, el 3 de septiembre de 1930, la ciudad de Santo Domingo recibió los destructores vientos del ciclón de San Zenón. Se calcularon los muertos en más de 3 mil personas y los heridos en unos 6 mil; también más de 30 mil quedaron sin sus viviendas.(7) Este catastrófico evento de la naturaleza facilitó que el mandatario declarara la Ley de Emergencia, un día después de la tragedia, suspendiendo las garantías constitucionales y asumiendo poderes extraordinarios que lo situaron en una posición ventajosa para las tomas de decisiones.(7ª)
La calamitosa situación de la ciudad, con miles de casas destruidas y cientos de cadáveres apilados en las calles, fue aprovechada por el nuevo presidente de la República para ajustar cuentas definitivas con muchos de los que se opusieron a su llegada a la presidencia, algunos de los cuales se encontraban prisioneros en la Fortaleza Ozama y en la Penitenciaría Nacional de Nigua.
Sobre el ciclón de San Zenón—dice Jesús de Galíndez, español que fue asesinado por la dictadura en 1956—que ese hecho fue “durísimo, la destrucción material fue grande; centenares o millares de personas perecieron. Los adversarios de Trujillo agregan, sin embargo, que el ciclón fue además un buen pretexto para suspender las garantías constitucionales en el momento oportuno; alguno llega a afirmar que entre los cadáveres incinerados sin identificación en la Plaza Colombina—hoy parque Eugenio María de Hostos—pudieron contarse bastantes presos políticos de los que nunca se volvió a saber nada”.(8).
Coincidiendo con esta observación, la historiadora Francis Pou García aporta informaciones de que bajo las condiciones contempladas en la Ley de Emergencia “tuvo lugar el crimen del general Alberto Larancuent, líder del Partido Progresista, quien se había levantado en armas en La Romana, pero prontamente fue sometido. Una vez liberado de la prisión, en septiembre de 1930, fue asesinado por un encapuchado en el Parque Colón. A su vez, el general Cipriano Bencosme, horacista, al ser considerado por el régimen como un elemento peligroso por poseer muchas armas, se ordenó su persecución y asesinato, mientras se encontraba sublevado en las lomas de Moca. En noviembre de 1930”.(9).
Por igual, Mario Read Vittini, que trabajó de abogado de Trujillo, confirma lo anteriormente dicho al decir que la declaración de emergencia le permitió al dictador “asumir poderes excepcionales, absolutos, y efectuar una represión total contra sus enemigos y simples adversarios políticos, so capa de reprimir el vandalismo, pero en realidad para intimidar a toda la población”.(10) En las medidas que el gobierno tomaba los correctivos para paliar las necesidades de los damnificados, la ley le fue permitiendo el control total del Estado sin ninguna oposición político-administrativa, ni partidaria.
En medio de la situación, Trujillo hizo que la acción del ejército garantizara su permanencia como gobernante. Para esos fines, de manera complementaria, se manejó con presteza en la obtención de recursos que fluyeron desde Puerto Rico, Estados Unidos y otras naciones, a la vez que obtuvo asesoría en materia de sanidad, higiene y en asuntos militares.
Entre los asesores del período de emergencia, el presidente logró que el Departamento de Estado de los Estados Unidos, permitiera la llegada al país del oficial del Cuerpo de Marines Thomas E. Watson, quien había sido uno de sus más importantes instructores militares durante la ocupación americana.(11)
Asesoría extranjera en el Servicio Secreto
Desde muy temprano iniciada su dictadura, Trujillo dio muestras de estar interesado en eficientizar el aparato de inteligencia del Ejército, para lo cual se agenció en diferentes momentos, la asesoría de extranjeros que tenían un historial de especiales habilidades en asuntos relacionados con el espionaje, tal y como sucedió con Thomas E. Watson en 1930, y con varios de los agentes del régimen de Gerardo Machado de Cuba, que luego de su derrocamiento estuvieron en Santo Domingo sirviendo en el cuerpo de inteligencia del mandatario dominicano.
Sobre ese particular, dice José Almoina en su libro Una satrapía en el Caribe, que el año de 1935 fue “prodigo de persecuciones y asesinatos por parte de la dictadura” y que para ese fin, la dictadura tuvo a su servicio a varios hombres experimentados de la dictadura de Machado, entre ellos Arsenio Ortiz, el jaguar de Oriente y el capitán Crespo. (12) Posiblemente relacionado con los detalles íntimos de la dictadura que cuenta en su libro, el referido escritor, que ocupó la condición de secretario particular del dictador, fue asesinado por el Servicio de Inteligencia en el Exterior por orden de Trujillo. Murió en México en marzo de 1960.
En ese interés—de contar con experiencia extranjera en asuntos de espionajes—se dio el caso de que un funcionario del Partido Dominicano le recomendara al gobernante, en 1936, la conveniencia de obtener los servicios del costarricense Maximiliano Löwenthal, quien era tenido como muy eficiente en esas labores. En la sugerencia el funcionario del partido le decía al presidente: “Honorable Jefe Supremo: Refiero a Ud. respetuosamente, la carta que con fecha de ayer me escribe el Sr. Maximiliano Löwenthal, Director de “La Raza”, de Costa Rica. El Sr. Löwenthal tiene muy apreciables relaciones con algunos Jefes de Estado, centroamericanos en su mayoría, y con altas personalidades de América, según lo he comprobado examinando su correspondencia”.
“Y como él fue, de acuerdo con sus documentos—dice Emilio A. Morel—Capitán del Servicio Secreto Austriaco en la Gran Guerra y posee varios idiomas, no dudo que pueda prestar en el extranjero a la causa del Excelentísimo Presidente Trujillo importantes servicios políticos en determinadas circunstancias. El Capitán Löwenthal contrajo nupcias en esta ciudad con la notable poetisa puertorriqueña Amelia Ceide, gran admiradora del Generalísimo y de su obra”.(13) La observación hecha por el funcionario guardaba relación con los afanes del dictador en consolidar un eficiente cuerpo de inteligencia en el exterior, para controlar las actividades de los opositores que permanecían en el exilio y de paso inmiscuirse en los asuntos internos de varios países centroamericanos y de la región del Caribe.
Thomas E. Watson asesorando a Trujillo
El más importante asesor de Trujillo al comienzo de su dictadura lo fue el mayor Thomas E. Watson. Desde mediados de septiembre de 1930, Trujillo conto con la ayuda del referido oficial del Cuerpo de Marines de los Estados Unidos, quien había sido uno de sus instructores en el período del gobierno militar americana en materia de espionaje.
Watson, que había permanecido varios años en Santo Domingo en el período de la ocupación americana, se marchó en 1924, pero regresó a país inmediatamente después del ciclón de San Zenón, siendo nombrado por el gobierno como Oficial Director de Alimentos, y posteriormente fue propuesto como asesor del Ejercito Nacional. El Listín Diario trajo la noticia, el 8 de noviembre, de que el “mayor Thomas E. Watson iba a ser nombrado como instructor de Ejercito Nacional; (14) pero de esto no se volvió a tener noticias. De seguro, desde diciembre en adelante y hasta su partida, Watson se concentró en las tareas relacionadas con los intereses militares del régimen, específicamente las que tenían que ver con “el servicio de inteligencia militar de Trujillo”.(15).
En cuanto a las actividades más destacadas del oficial americano, la prensa registró las relacionadas con las medidas del gobierno para mitigar el hambre y desolación de los damnificados: El 17 de septiembre de 1930, Watson junto a varias autoridades municipales, recorrió la ciudad y su contorno.(16) El día 22 se presentó al Hospicio de San Lázaro,(17) y el día 24 se trasladó a llevar ayuda alimenticia a los sectores desamparados. El 29 de septiembre visitó la Estación Central de la Policía y posteriormente se le vio muy activo en operativos de limpieza de la ciudad, hasta que en diciembre de 1930 cesó en sus funciones.
Estando encargado de la Dirección de Alimentos, el mayor Watson visitó la isla de Puerto Rico y el territorio de Haití, que para entonces estaba bajo ocupación militar americana. De acuerdo al Listín Diario, este concluyó sus funciones el 1 de diciembre, para lo cual presentó un informe relacionado con los fondos y ayudas recibidas por República Dominicana desde los Estados Unidos “para socorros de las victimas del ciclón del 3 de septiembre”.(18)
Desde el momento en que abandonó sus responsabilidades relativas al ciclón, el mayor Watson dejó de aparecer en actividades públicas. Parece se concentró en tareas más discretas que la prensa no dio a conocer, presumiblemente vinculadas a la organización del cuerpo de espías del Ejercito. Su estadía en el país concluyó el 20 de julio de 1931 cuando el Departamento de Estado lo trasladó a su cuartel general en Washington.
Se debe hacer notar, tal y como lo refiere Bernardo Vega, que a través de ese oficial del cuerpo de marines norteamericano, Rafael L. Trujillo logró un canal de acercamiento con el gobierno de los Estados Unidos, beneficioso para el fortalecimiento de las relaciones con esa nación y para obtener el apoyo a la continuidad de su mandato.(19)
Forma operativa de los espías del Ejército.
En los informes del aparato de inteligencia del Ejército que se conservan en el Archivo General de la Nación, estos no siempre aparecen con el nombre de “servicio secreto”. Muchos de los documentos se refieren al “Servicio de inteligencia”. Con el tiempo, se crearon los nuevos organismos que formaron parte de las Fuerzas Armadas Dominicanas, y cada uno de ellos contó con una estructura especializada en labores de vigilancia de los opositores. De ese modo, fue creada la Marina de Guerra (1947) y la Aviación Militar Dominicana (1948). Tanto en el Ejército, como en las nuevas instituciones castrenses, operó un “servicio de inteligencia”, mientras que en la Policía Nacional siguió activo el “Servicio Secreto”, muy relacionado con la Secretaría de Interior y Policía.
Tal y como lo refiere el historiador Bernardo Vega, en su escrito sobre la “Era de Trujillo”, las labores de inteligencia del régimen “incluían el ejército y la policía, pero también elementos civiles” y funcionarios públicos, estaban concentradas los dominicanos que eran considerados “desafectos”, a quienes se les vigilaba, se les impedía tener acceso a empleos públicos y privados y se les daba seguimiento a través de la elaboración de expedientes.(20)
Siendo Rafael L. Trujillo presidente de la República, se mantuvo de manera permanente orientando y recomendando de manera directa y personal, los asuntos que guardaban relaciones con las tareas de espionajes contra los opositores, como lo evidencia los documentos aparecidos en el Archivo de la Presidencia, lugar en que era deposita la correspondencia oficial del tirano.
El afán en hacer que un organismo institucional como lo era el Ejército Nacional se implicara en asuntos políticos y partidarios, se hizo más insistente una vez que el gobernante tuvo en sus manos todos los resortes del poder.
Tan temprano como el 21 de octubre de 1930, semanas después del ciclón de San Zenón, ya Trujillo instruía al “Comandante del Ejército”, para que los subalternos siguieran enviando los reportes de inteligencia, que eran seguidos por él con mucho interés, y le ordena a actuar con diligencia, “siendo mi deseo que ese Comando recomiende a los Oficiales Comandantes enviar los reportes con regularidad”.(21)
Los detalles contenidos en los documentos que a continuación insertamos, resultan un ejemplo apropiado sobre las informaciones de la vida política requerido por el presidente, y muestran fehacientemente el por qué este tenía tanta necesidad de que llegaran hasta su despacho, para mantener el control de los políticos que entendía sus enemigos.
En uno de esos documentos, tachado como “Informe Confidencial”, enviado por el Oficial Comandante de la 10ma. Compañía de Santiago al Comandante del Segundo Regimiento, el 13 de octubre de 1930, se puede leer lo que sigue:
“De acuerdo con la referencia (a) arriba citada, muy respetuosamente, se le informa a esa Comandancia de Regimiento lo siguiente: a) Las actividades de los políticos la semana pasada fue la siguiente: Con motivo de la llegada al país, del líder de la Alianza Nacional Progresista, Señor Martín de Moya Jr., varios Tenientes de ese Partido, en esta provincia, han manifestado que desean que el Sr. De Moya, coopere con el Gobierno, para ellos también cooperar; además visitaron esta ciudad, en el curso de la semana pasada, los adeptos pertenecientes al Partido Nacional, Sr. Arcadio Sánchez, ex Gobernador Civil de Montecristi, Arturo Méndez C., ex Primer Teniente del Cuerpo de Ayudantes del ex Presidente Vásquez, y Camilo Lázaro Casanovas, ex Procurador Fiscal de Montecristi”.
“Hasta la fecha—sigue diciendo el documento—no he podido descubrir que trataron en esta Ciudad, estos individuos. b) Las propagandas circuladas en esta semana son: Que el Sr. Martín de Moya Jr., ex Secretario de Estado de Hacienda y Comercio, en el gabinete del ex Presidente Vásquez, y prominente líder del Partido Alianza Nacional Progresista cooperará con el Gobierno del Hon. Presidente Trujillo, a base de un tanto por ciento para sus amigos, además circulan propagandas, de labios de los familiares del Vicepresidente Lcdo. Rafael Estrella Ureña, de que éste se embarcará en breve para Europa, en viaje de salud. c) La condición política de esta Provincia, es buena”.(22)
Otro informe, que los encargados de las labores de inteligencia estaban obligados a enviar de forma regular a sus superiores cada 15 días, es el del teniente David Carrasco, de la 10ma. Compañía de Santiago fechado 15 de noviembre de 1930, tres meses después de la juramentación de Trujillo, es el siguiente:
“1. En concordancia con la referencia (a) arriba citad, se informa a Ud, muy respetuosamente, las investigaciones realizadas por este Comando en el transcurso de la quincena que vence hoy. 2. Recientemente, con la prisión de los señores Victoriano Almanzar, y uno de apellido Rodríguez, quienes pertenecen al Estado Mayor del Gral. Desiderio Arias, han circulados ciertas propagandas en las cuales, de una manera muy notoria, dan a vislumbrar la veracidad de que se está tramando una revolución en el país”.
“3. En las citadas propagandas, está muy de boga de que el empréstito que el Superior Gobierno desea hacer, no llega a tener efecto, y esto no pasará desapercibido por Ud. de que produce en el ánimo del pueblo bastante decadencia, debido a la actual crisis financiera. 4. Se comenta mucho de que ciertos personaje, pertenecientes al Partido Liberal de algunas provincias, se han ido a refugiar a la Líneas Noroeste, dando esto lugar a mantenernos en una constante vigilancia”.
“Partido Republicano. “Nos han informado de que este Partido piensa muy en breve reunirse. No sabemos si es con el objeto de una nueva reorganización en él. Sobre este particular informaremos a Ud., oportunamente. Sobre algunos de los adeptos de este Partido, circulan versiones de que para el próximo mes de diciembre se está tramando un desorden en el país, sobre esto huelga cualquier comentario de nuestra parte, pues están vigilados rigurosamente, y con el mayor sigilo.
“Últimamente han sido reducidos a prisión en esta común, por estar hablando falsas propagandas en contra del Superior Gobierno, los señores Gerardo Ellis Cambiaso, Luis Santana, Elcazar Pichardo, Raúl Santana y Santiago Espaillat”.
“Común de San José de las Matas. “Hemos sido informados que el actual Comisario de dicha común, es hermano del Gral. Félix Zarzuela y uno de sus principales. Tenientes del líder del Partido Republicano, el Sr. Abigail Montalvo, se mantiene constantemente hablando en contra del Superior Gobierno”.
“Común de Jánico. “En esta común reina la mayor calma.
“Común de Tamboril. “En esta común reina también la mayor calma.
“Tendremos a Ud. al corriente de todas las informaciones concernientes al Departamento de Inteligencia, las cuales este Comando obtendrá de la manera más concisa y con la explicitud posible”. (23)
Los procesos de investigación de las unidades de inteligencia se sustentaban en el más vulgar espionaje. Los espías eran los responsables “de todas las pesquisas posibles al respecto” y mantener “una estrecha vigilancia y espionaje con fines de informar cualquier movimiento sospechoso que pudiera hacer”. A esta conclusión se llega al leer un reporte sobre la investigación llevada por el capitán del Ejército Tomás Flores contra el velazquista Manuel Encarnación. La indagación se inició por haberse recibido una orden (“la carta base”), de instancia superior para que se ejecutara la operación de inteligencia. Como respuesta a la solicitud, el Capitán Flores envió su informe “al Comandante en Jefe del Ejército”, que al parecer fue el que requirió las informaciones que a continuación copiamos:
“Muy respetuosamente, informo a Usted que desde que llegó a esta la carta base, he puesto un buen espionaje en actividad, y he hecho todas las pesquisas posibles al respecto, sin que hasta ahora se haya podido obtener algo que compruebe que Manuel Encarnación está en algo práctico, respecto de una revolución. 2. No obstante, he podido averiguar que él dice que la poca oposición que queda no puede pensar, de momento, en una revolución, pero que esperan un desastre entre los Jefes de Partidos Confederados, y que ellos aprovecharán ese momento para fomentar la revolución”.
“Este hombre—dice el capitán Flores—es uno de esos Velazquistas fanáticos, que todo se lo ha dado a Velásquez, y que cree que este es el único hombre, por lo que no cree que haya en él peligro. Se le informa que este hombre se ha dedicado ahora al Comercio, y que las personas que lo visitaban se han alejado de él, o él de ellos. No obstante, este hombre sigue siendo objeto de una estrecha vigilancia y espionaje con fines de informar cualquier movimiento sospechoso que pudiera hacer”.(24).
El Servicio Secreto al parecer fue reformado a mediados de los años cuarenta, cuando hubo una “recomposición del Ejército Nacional, en el marco de la conformación de las Fuerzas Armadas. (…). Fueron creados el Departamento del Servicio Secreto y los servicios de inteligencia en las Fuerzas Armadas y otras instituciones.”.(25)
En los depósitos del Archivo General de la Nación, especialmente en el Fondo Presidencia, existen cientos de documentos parecidos a los citados, además de un fichero debidamente organizado conteniendo tarjetas con resúmenes de los mismos, a la espera de que los historiadores desentrañen todos los crímenes y abusos de poder cometidos durante la dictadura; muchos de ellos bajo la responsabilidad de los servicios secretos de Trujillo.
NOTAS: Las fotos pertenecen a la fototeca del Archivo General de la Nación. (1) Eliades Acosta, La dictadura de Trujillo: Documentos (1930-1939), T. I, vol. I, Santo Domingo, AGN, 2012, p. 89; (2) Ob. cit., p.88; (3) Bernardo Vega, “La Era de Trujillo, 1930-1961”. En: Frank Moya Pons (compilador), Historia de la República Dominicana, .CSIC, España, 2010, (pp. 445-503), p. 448; (4) Decreto modificación de artículo 370 del Reglamento de Policía Municipal. En: Gaceta Oficial, No. 3796, del 16 de octubre de 1926; (5) Véase Ley que autoriza al Poder Ejecutivo para refundir los diversos cuerpos de Policía Municipal con el nombre de Policía Nacional. Gaceta Oficial, No. 4843, de 1935; (6) Véase a Alfredo Rafael Hernández, Ramón –Van Elder-Espina: una vida intelectual comprometida. Santo Domingo, AGN, 2011, p. 22; (7) Lauro Capdevila, La dictadura de Trujillo: República Dominicana 1930-1961, Santo Domingo, Sociedad Dominicana de Bibliófilos, 2010, p. 50; (7ª) Boletín del Senado, vol. 10, No. 88, 5 de septiembre de 1930; (8) Jesús de Galíndez, La Era de Trujillo, (1era. edic. 1956), Santo Domingo, Letra Grafica, 1999, p.42; (9) Francis Pou García, “Movimientos conspirativos y el papel del exilio en la lucha antitrujillista”. Clío, año 78, No.177, enero-junio 2009. p. 15; (10) Mario Read Vittini, Trujillo de cerca. Santo Domingo, Editora San Rafael, 2007, p. 105; (11) Bernardo Vega, ob. cit., p. 466. Véase también Bernardo Vega, Los Estados Unidos y Trujillo. Santo Domingo, Fundación Cultural Dominicana, 1986. T.I, p. 54; (12) José Almoina, Una satrapía en el Caribe. Santo Domingo, Letra Grafica Breve, 2007, p. 113; (13) Véase Oficio No. 1693, firmado por Emilio A. Morel, fechado en Ciudad Trujillo el 30 de diciembre de 1936. En: Eliades Acosta, ob. cit., p. 35; (14) Listín Diario, 8 de noviembre de 1930; (15) Véase a Bernardo Vega, “La Era de Trujillo, 1930-1961”, ob. cit., p. 467; (16) Listín Diario, 17 de septiembre 1930; (17) Listín Diario, 22 de septiembre 1930; (18) Listín Diario, 16 de diciembre 1930; (19) Bernardo Vega, ob. cit., p. 466; (20) Bernardo Vega, ob. cit., p. 448; (21) Oficio No. 04316 emitido por el presidente de la Republica al Comandante del Ejército, tachado como “Informe confidencial” firmado por Rafael L. Trujillo, 21 de octubre de 1930. En AGN, Fondo Ejército Nacional, legajo 13, expediente 3, 1930; (22) Informe Confidencial. Oficio del Oficial Comandante de la 10ma. Compañía de Santiago a Comandante Segundo Regimiento, E. N, 13 de octubre de 1930. En: Eliades Acosta, ob. cit.; (23) David Carrasco, Oficial de Leyes e Inteligencia, E.N., Reporte quincenal, 10ma. Santiago, 15 de noviembre de 1930. AGN, Fondo Ejército Nacional, legajo 13, expediente 3, 1930; (24) Capitán Tomás Flores, Informe de Investigación dirigido al Comandante en Jefe del Ejército Nacional. En: Eliades Acosta, ob. cit., p. 96; (25) Nelson Moreno Ceballos, “Represión y crímenes”. En: Historia General del Pueblo Dominicano, Vol. V, Santo Domingo, Academia Dominicana de la Historia, 2015, (pp. 591-630), p. 602).