Desde 1930 hasta 1961, la figura del “calié” se convirtió en una realidad que marcó la forma en que la dictadura de Rafael L. Trujillo restringió las libertades públicas; pero fue a partir de la creación del Servicio de Inteligencia Militar (SIM), en 1957, cuando ese personaje procedente de los estratos más bajos de la sociedad, alcanzó su verdadero perfil de instrumento instaurado para hacer el mal: vigilar, delatar, perseguir, torturar y matar. A partir de ese año, la forma de actuar de los espías sufrió un cambio radical, y al final el pueblo se la supo cobrar.
El Servicio de Inteligencia y los caliés
Johnny Abes García, que en principios se destacó como cronista deportivo, posteriormente dirigió en el exterior operaciones criminales contra políticos y funcionarios de otros países, además de la asechanza y asesinatos contra exiliados dominicanos. De la condición de agente civil del Servicios de Seguridad, por orden de Trujillo se convirtió en teniente coronel de las Fuerzas Armadas, destinado a partir de 1958 a ocupar la jefatura del Servicio de Inteligencia Militar. Fue bajo su dirección que de manera definitiva, quedó organizada a nivel nacional la estructura operativa del SIM al margen de los organismos existentes en las Fuerzas Armadas, y la integración formal de los “caliés” en las labores de Inteligencia. Con los nuevos cambios, en cuestión de semanas la represión y la asechanza se convirtieron en la pesadilla de los dominicanos.[1]
Lo primero que hizo Abbes García al ser designado Jefe del SIM, fue implementar los planes presentados a Trujillo con el fin de hacer más eficiente las actividades de inteligencia del régimen, lo que él explica de la siguiente manera: “Trujillo dispuso que yo instalara una oficina en el Palacio Nacional y me ocupara de organizar, definitivamente, las redes de servicios confidenciales cuya organización había empezado yo mismo en parte, para tener un control efectivo de las actividades anti dominicanas que se desarrollaban en el área del Caribe y un completo conocimiento de los progresos del comunismo, en su labor de penetración en nuestros países”.[2]
Con ese fin, el nuevo jefe del SIM, pues antes lo había sido el general Arturo Espaillat, procedió a una depuración del personal que procedía del anterior Servicio de Seguridad. Integró nuevos investigadores y agentes secretos para que laboraran como “caliés” y los sometió a un proceso de adiestramiento, instruidos por espías mexicanos con experiencia en ese tipo de trabajo. A los nuevos espías reclutados, unos 15, Abbes los llamó “agentes provocadores” y los destinó para infiltrar organizaciones clandestinas. [3]
Fue aproximadamente a partir de 1958, que los agentes del SIM se vieron de manera pública recorriendo las calles—tal y como lo narra el historiador Euclides Gutiérrez Feliz en su libro Trujillo: Monarca sin corona—a bordo de los automóviles conocidos por el pueblo como “cepillos”, conducidos “por hombres encarados, siniestros, equipados los vehículos con aparatos de radio con la intención, visible, de atemorizar”. [4]
Todas las actividades de los caliés estaban coordinadas por Abbes, pero en sentido general y en casos específicos, las acciones eran ordenadas directamente por Trujillo. El general Arturo Espaillat, que antes había sido jefe del SIM, hace la observación de que fue Abbes quien le dio forma y organizó todo el aparato represivo del régimen. También Mario Read Vittini en su libro Trujillo de cerca, apunta que con este “todas las modalidades comunes de espionaje, cambió y se transformó rápidamente”,[5] o como lo plantea específicamente el historiador Lauro Capdevila: “Bajo su dirección, la red de espías y de soplones, los “caliés”, extiende sus ramificaciones tentaculares a todas las esferas de la sociedad y en todo el territorio. (…). El chofer de taxi, el vendedor de billetes de lotería, el portero, el repartidor de periódicos y también la simple doméstica o el empleado del correo son, a menudo, agentes de la dictadura”.[6]
Construyendo el perfil de los caliés
Los chivatos, soplones y agentes que todos llamaban “calies”, mantenían en zozobra a la población persiguiendo a los opositores, coartando las críticas contra el gobierno y la esperanza de cambio. El aparato que los concentraba a todos lo era el Servicio de Inteligencia Militar, “integrado por personas de todas las clases sociales: limosneros, prostitutas, trabajadoras domésticas, profesores, personal y alumnos universitarios, limpiabotas, diplomáticos, cantineros, cocineros, trompetistas del ejército, venduteros callejeros, etc. Estaban dispersos en restaurantes, bares, parques, casas de familia, oficinas, institutos castrenses, escuelas, iglesias, universidades y otros lugares públicos y hasta en las cárceles, estos últimos llamados “camarones”. (….). A estos “caliéses” a sueldo se sumaban delatores espontáneos y gratuitos. Entre ellos cabe mencionar miembros del Partido Dominicano, quienes se situaban junto a los alcaldes pedáneos, los síndicos y otros altos funcionarios, como una segunda línea de vigilancia y control”.[7]
De acuerdo con Juan Bosch, los agentes conocidos con esa denominación, eran personas humildes que procedían principalmente de los campos dominicanos, de la “baja pequeña burguesía pobre y muy pobre, los mismos sectores de los cuales salen los policías y los guardias”, con ninguna o poca instrucción y dados a inventar noticias y situaciones relacionadas con rumores callejeros.[8]
Por lo visto, toda la sociedad estaba permeada por las actividades de los caliés, incluyendo ancianos, mujeres y niños de las calles.[9] Nadie estaba exento de estar vigilado, o de que en cualquier momento el SIM recibiera el “informe confidencial” que servía de fundamento para acusar a una persona de haber infringido la ley, cometido un delito, o de lo que era peor: de tener una actitud antritrujillista o haber pronunciado palabras críticas contra la política del régimen o contra algunos de sus funcionarios. Muchos de esos confidentes participaban en ese tipo de labores por necesidades económicas, sin que necesariamente tuvieran un interés político.
Ejemplo del delator desinteresado de la política lo aporta el historiador Marcio Veloz Maggiolo, cuando en una entrevista cedida a la escritora Ana Gallego Cuiñas, narró que él tenía un amigo poeta “un calié, un soplón con un sueldo, por necesidad”. Ese espía, que años después falleció en España, participaba en los talleres literarios y se reunía con los poetas en la zona del Conde: “Y él llegaba y se sentaba, se volvía hacia atrás y él decía lo siguiente: señores no hablen mal del gobierno, porque eso me puede perjudicar”.[10] Igual que este poeta, los había en todas las instancias de la sociedad, porque ser calié se convirtió también en una forma de vida.
Caliés al servicio de Ramfis Trujillo
En los primeros tiempos, el Servicio de Inteligencia de la Aviación Militar Dominicana, bajo la dirección de Ramfis Trujillo, no tenía relación con el SIM que dirigía Johnny Abbes García. Al respecto, dice Cesar A. Saillant, que el primero era un servicio interno “cuya misión consistía principalmente en investigar los hechos ordenados por la jefatura”; [11] más tarde, en los últimos años de la dictadura, este se convirtió “en un servicio de represión” que trascendía la esfera militar y competía con el SIM en sus métodos de torturas. Ambos, a la muerte de Trujillo, actuaron combinados y “todas las incidencias de carácter político eran informadas por la oficina de Johnny Abbes, al servicio con oficinas” en la base aérea de San Isidro “para que el general estuviese perfectamente edificado de todo”.[12] De hecho, a partir de junio de 1961 cuando el jefe del SIM fue sacado del país, asignado a la embajada de Japón, todo el accionar de los servicios de inteligencia quedó concentrado en las manos del hijo predilecto de Trujillo.
Partidos infiltrados por caliés?
Desde su creación, una de las estrategias del SIM estuvo dirigida a la vigilancia y persecución de los pequeños grupos antitrujillistas que se formaron a partir de 1957, y que cada cierto tiempo daban muestras de su existencia a través de la propaganda política o planificando acciones violentas. De acuerdo al general Arturo Espaillat, que siendo director del Servicio de Seguridad y posteriormente del SIM no pudo eliminar esos focos disidentes, el dictador designó a Abbes García como nuevo director del SIM con el fin de frenar esas actividades, lo que se hizo colocando espías dentro de los grupos opositores
La infiltración de los agentes en esas agrupaciones clandestinas se intensificaron a partir de la organización a finales de 1959, del Movimiento Revolucionario 14 de Junio (1J4), y de la llegada al país, en 1960, del Movimiento Popular Dominicano (MPD).
Las informaciones recogidas por el SIM a través de su red de agentes secretos, llegaban hasta las más altas instancias del régimen, comenzando por Trujillo. Además, el SIM entregaba detalles de sus hallazgos al Servicio de Inteligencia de la AMD, que iban directamente a la oficina de Ramfis Trujillo, que tenía su propia cárcel de torturas en el kilómetro 9 de la carretera Mella, en la zona oriental de la ciudad de Santo Domingo.
Sobre este particular, el secretario personal del hijo de Trujillo, aporta algunos detalles de la forma en que operaban los caliés al interior del 1J4, MPD, y de la Unión Cívica Nacional (UCN), en los meses posteriores a la muerte de Trujillo, cuando Ramfis concentraba en su oficina a nivel nacional, todo lo relativo a la seguridad del Estado, y en especial daba seguimiento de manera personal a los aspectos vinculados con las organizaciones oposicionistas:
“El general recibe informes muy completos de los planes de sus dirigentes—explica Cesar A. Saillant—, pero esos nombres jamás se han pronunciado en mi presencia (…). Son tan exactos que muchas veces pienso que son personas pertenecientes a las mismas directivas de esos partidos y hasta ahora son los que le han permitido al general sortear las situaciones con un ánimo de dificultades, casi siempre inesperadas pero las cuales él siempre ha previsto. (…). Casi desde que se instaló en el país el MPD—(los informes)—llegaban diariamente a Jainamosa, primero, y luego a la Base aquellos informes muy confidenciales que el general, después de leer, pasaba al coronel Sánchez Rubirosa (…). Llevan marcada la fecha y veo que se escriben diariamente, en tipo de maquina un poco más pequeño que el standard y contienen una relación horaria de lo que sucede en las oficinas del MPD, quienes entran, quienes salen, que hablan, con quien hablan, que traen, a qué hora se retiran, quienes duermen allí, quienes llaman por teléfono…en fin, un informe prolijo (…)”.
“Ahora, con la UCN y el 14 de Junio, existen otros medios de conocer de antemano muchos de sus planes. Ahí están los teléfonos de las oficinas de los líderes, controlados las 24 horas del día y que ellos usan con una imprudencia infantil, pues pienso yo que debieran de saber que sus teléfonos están “chequeados”. Diariamente el Jefe del Servicio de Inteligencia Militar de la AMD, el doctor Cabral Noboa, lleva a nuestra oficina no las cintas, que el general no va a poner a oír, sino escritas a máquina las conversaciones. Las trae personalmente en un folder, y son tantas que solo se subrayan las partes más importantes para que el general las lea; Sánchez Rubirosa las lee completas. Después de leídas, no se guardan, sino que se rompen y se queman”. [13]
Cierto o no lo narrado por Cesar A. Saillant, todavía existe un manto de dudas en torno a la forma en que los grupos contrarios al régimen fueron infiltrados, y sobre la identidad de los espías que en los días finales de la dictadura, discretamente se hacían pasar como miembros del 1J4, del MPD y de la UCN.
El mote de calié se popularizó a partir de 1959
En el lenguaje popular de los dominicanos, la palabra “calié” en singular, “caliés” o “caliéses” en plural es usada para señalar a los agentes secretos civiles, pero que también incluye militares: espías pagados por el Estado que sirvieron como confidentes, delatores, soplones y “chivatos”, asignados al Servicio de Inteligencia Militar, que se destacaron en la vigilancia, persecución, torturas y asesinatos de los considerados enemigos o desafectos al régimen de Trujillo.
Ese vocablo, que era utilizado por un reducido grupo de opositores, pasó a generalizarse a partir de 1959, aproximadamente, como lo aportan testimonios del capitán (r) de la Aviación Militar Dominicana Ricardo Bodden y del que fue jefe de prensa del gobierno constitucionalista durante la guerra de Abril, el periodista Bonaparte Gautreaux Piñeyro. Para entonces, las actividades represivas y de vigilancia del SIM se hicieron más visibles para la población; pero nadie usaba esa palabra abiertamente, por miedo a ser señalado como opositor.
Por otro lado, en nuestra búsqueda hemos ubicado la palabra “calié” en un informe confidencial enviado por el funcionario de la embajada de Canadá J. W. Graham al subsecretario de estado para asuntos externos de ese país, del 2 de agosto de 1961; a solo semanas después de la muerte de Trujillo. Muestra de que el referido término era usado mucho antes de la desaparición física del dictador.
En ese informe, el diplomático se refiere a un incidente del que fue testigo, ocurrido frente a la oficina de la sede diplomática, y señala la manera en que la multitud fue infiltrada por lo que él sindicó como “miembros de la policía secreta” a los que llama “caliés como se les conoce localmente”. [14] Las menciones repetidas del vocablo aparecidas en el documento, son pruebas de que los dominicanos identificaban a los “agentes secretos” con el sobrenombre de “caliés”.
Posteriormente, el 2 de septiembre de 1961, circulo la edición número 3 del “1J4”, periódico del Movimiento Revolucionario 14 de Junio. En ese impreso apareció ya de manera pública el término “caliés” inserto en la columna “Al saber esto…sonría! Porque no queda otra cosa”. El párrafo en cuestión dice lo siguiente: “Los guardias, policías y caliés, que matan gente o aplican el culatismo, no tienen la culpa de ello; los que mandan a aplicar la palocracia, las balas y Balá ….tampoco tienen la culpa; el vecino de enfrente de la casa donde matan o el paseante que recibe los golpes o heridas, tampoco tiene la culpa”.[15] La utilización del referido vocablo fue utilizado, posiblemente, por el periodista Ramón Alberto Ferreras, quien era el jefe de redacción del periódico del 1J4.
Por igual, en la sección del periódico antes citada, el vocablo volvió a aparecer en el número 4 del 9 de septiembre, contestando un suelto de prensa contra Ferreras aparecido en otro periódico, y diciendo que el que publicaba la columna “Microscopio”, la emprendió “contra nuestro Jefe de Redacción porque dizque le dijeron beodo y calié, y trata de justificar lo segundo disque por su condición de “hablador” de verdades. Y la única verdad de todo esto es que el hombre viene siendo espía y borracho desde hace mucho tiempo”.[16]
Pero cuando en verdad el vocablo caliés se hizo definitivamente popular, fue cuando en el periódico de referencia, en su número 17 del 2 de diciembre, se dio inicio a la sección “Conozca a los caliés”, en la que se plantea, refiriéndose a los espías, lo siguiente: “Esa miseria humana que tanto daño ha hecho a este país. Ese cáncer de la tiranía que todavía campea por su s respetos en nuestras ciudades y poblaciones. .. (…), instrumentos de barbarie, delación, tortura y asesinato y demás tropelías con que contaba Trujillo para intimidar a este pueblo”. [17]
Sin embargo, resulta apropiado aclarar que no todo el que apareció en la referida columna era realmente Calié. Muchos de los mencionados a veces eran simples soplones o chivatos, que habían quedado evidenciados por su cercanía con los verdaderos agentes señalados como tales, y que eran miembros del SIM o laboraban por pagas para el Servicio de Inteligencia de Ramfis Trujillo. Otros, eran personas humildes que recibían pagos a través de Interior y Policía, pero no rendían labores algunas. A partir de diciembre de 1961, el 1J4 gustaba sindicar a “Radio Caribe” con el nombre de “Radio Calié”.
Por otro lado, es significativo anotar, que aun la palabra se hizo popular, el periódico UCN, de la Unión Cívica Nacional, se cuidó de señalar a estos agentes con el referido nombre, aunque a veces preferían nombrarlos con los motes de paleros, miembros del SIM, o agentes del ACI, pero rara vez como espías, soplones, chivatos. Es posible que fuera a partir del 25 de octubre que ese medio procediera a utilizar el mote de manera frecuente.
En la edición número 23 del periódico UCN, apareció la confesión de una persona de la que el medio de prensa prefirió no dar a conocer su nombre. Con lo dicho por el referido personaje se dio inicio a la publicación de varios textos bajo el título de “Ex agente del SIM confiesa: yo fui calié”, en los que se describen detalles de las acciones criminales de los caliés en la Cárcel de La Cuarenta.[18] Tambien, el 23 de diciembre, el periódico Unión Cívica publicó una sección que llamó El “Álbum negro de La Cuarenta”, en la que dio a conocer a destacados miembros del SIM, señalados como “de los más peligrosos caliés que operaban en La Cuarenta”.
En cuanto a un medio informativo de circulación nacional, como lo era el periódico El Caribe, que fue hasta el 18 de noviembre de 1961 propiedad de Trujillo, el mote de calié apareció en la edición del 24 de noviembre, una semana después de que los Trujillo abandonaron el país, al publicar una información con el título: “Sujeto indicado de calié da muerte de balazo a obrero”.[19] En la misma edición el periódico inserta una foto de Frank Yepez Castillo “quien fuera herido de un balazo en el hombro por el calié Luna Paulino”. El acusado de la agresión había sido miembro del SIM y en esa fecha fungía como integrante de la Agencia Central de Información (ACI). En la noticia de referencia aparece el dato de que Luna Paulino asesinó al obrero por este haberlo señalado como calié. Posterior al hecho, su vivienda fue incendiada por los manifestantes que repudiaban el crimen cometido. [20]
El vocablo en un Informe embajada Canadá
Por tener importancia para el conocimiento del tema tratado y porque detalla un incidente que puede servir de referencia para entender la coyuntura que se estaba viviendo en las semanas posteriores a la muerte de Trujillo, transcribimos una traducción libre del documento elaborado en ingles por un funcionario de la embajada canadiense, el 2 de agosto de 1961:
“1822/5000. El subsecretario de estado para asuntos externos, Ottawa, Canadá. 2 de agosto 1961. Embajada de Canadá, Ciudad Trujillo, República Dominicana.
“Como ilustración de un aspecto de la tarea de reconciliar el crecimiento de la libertad permisible, ofrece la evolución de un incidente que estalló ayer por la mañana en la calle frente a nuestro edificio y que observamos desde las ventanas de nuestra oficina.
“2. Poco antes de las diez de la noche, una gran multitud se había reunido a lo largo de las calles principales de la capital para ver un desfile organizado anualmente por el general Arismendi Trujillo, uno de los hermanos del difunto Generalísimo, para celebrar el aniversario de su estación de radio, televisión y club nocturno. La Voz Dominicana. Artistas del extranjero, coristas, y el propio Arismendi envueltos en una ruidosa procesión a través de la ciudad. Poco antes de que la parada llegara a nuestro rincón, una gran concentración de personas comenzó a gritar "libertad". Como suele suceder en tales ocasiones, en la multitud se infiltraron los miembros de la Policía Secreta.
“Algunos de los "caliés", como se les conoce localmente, presionaron a los que gritaban "libertad". Varias personas enojadas y exaltadas rechazaron y comenzó una pelea. Después de unos cuantos golpes, la policía secreta sacó sus revólveres, la multitud retrocedió, excepto por dos principales asaltantes y los "revoltosos" procedieron al látigo a estos dos. Uno cayó al suelo, con lo cual uno de los "caliés" comenzó a asesinar a los principales asaltantes y al "calié", como se les conoce localmente.
“3. Los incidentes de este tipo proporcionan evidencia adicional del poder desproporcionado de la policía secreta en asuntos fuera de su provincia y la transparencia de algunas de las reformas en su organización.
“4. Desde nuestra carta 132 del 19 de julio, el Director de la Agencia Central de Información (anteriormente Servicio Inteligencia Militar), Coronel Figueroa Carrión, fue reemplazado por el Juez Felipe Osvaldo Perdomo Báez. Perdomo Báez es un abogado muy respetado que no se ha visto afectado por la asociación con los sistemas de Trujillo. El cambio es útil. Se sospecha que el predecesor, Figueroa Carrión, pagó y alentó, por iniciativa propia, a algunos miembros del Movimiento Popular Dominicano a crear disturbios para desacreditar a la oposición en su totalidad. Sin embargo, a pesar de estos cambios, la organización aún es odiada y muchos dominicanos esperan un momento de venganza sobre sus miembros. Se han elaborado listas de "proscritos" para dar los nombres y crímenes de "caliés" seleccionados.
“5. El acoso de la oposición, descrito brevemente en nuestra carta 135 del 20 de julio, continúa. Cada día desde que el partido Unión Cívica Nacional imprimió su lista de adherentes (17 de julio) que en el mismo instrumento eliminaron a personas que niegan que siempre hubieran tenido la intención de dejar el Partido Dominicano. Es probable que en la mayoría de estos casos estas cartas se presentaran como una manera de preservar empleos. Se suspendieron los asalariados de muchos empleados públicos que habían firmado como miembros de Unión Cívica Nacional y fueron despedidos. Sin embargo, la UCN continúa expandiendo su membresía y, en algunos casos, ha logrado superar la intimidación por el peso de los números. En una ocasión, un director de una gran fábrica textil le dio instrucciones a su jefe de personal para que despidiera un empleado que había firmado el manifiesto. El jefe de personal respondió que el director tendría que despedir a la mayor parte de su personal, incluido a él mismo, ya que todos habían firmado el manifiesto.
“6. La UCN realizó un mitin exitoso en la capital el 29 de julio y planea realizar un mitin similar en Santiago este domingo. En el transcurso de su discurso, el Dr. Viriato Fiallo, instó al presidente de la Republica Dr. Joaquín Balaguer a concentrar sus esfuerzos de reforma para no convencer a los periodistas y la OEA, sino a convencer a la gente dominicana. Sorprendentemente, la mención del nombre de Balaguer produce abucheo en la multitud, sin embargo, en los discursos fueron limitados y la gran multitud de aproximadamente 5,000 estuvieron entusiastas pero en orden.
“7. Durante las últimas semanas, el Partido Revolucionario dominicano ha estado sujeto a una campaña diseñada para despedir a sus directores. Tanto Ángel Miolán como Nicolás Silfa han sido denunciados por miembros de otras organizaciones de exiliados. Silfa también fue denunciado y Miolán ha sido acusado de irrumpir e interrumpir una escuela con otros miembros de su partido.
“8. La Agrupación, el 14 de Junio, no se declaró formalmente como un partido político en el que se inscribió a los miembros del grupo hasta el 30 de julio y no ha recibido tanta atención por parte de quienes desean dañar su nombre. La excepcional excepción fue un cargo contra dos de sus miembros por prender fuego a almacenes y edificios públicos en la región norte.
“En general se cree que habían sido "enmarcados". En la región este hay informes de que habían sido enmarcados. En el este hay informes de que un antiguo asociado de Trujillo, Félix Bernardino, ha estado organizando represalias contra muchos miembros de la oposición.
“9. Los periódicos han dado considerable publicidad a la mayoría de los cargos contra la oposición. Sin embargo, al mismo tiempo, han proporcionado espacio para entrevistas con personalidades de la oposición. Radio Caribe también ha dado tiempo para entrevistas políticas. Más alentador es el rechazo del Ministro de Justicia, en respuesta a una fuerte carta del presidente Balaguer, publicado en El Caribe 26 de julio, para investigar una serie de incidentes mencionados anteriormente. (Sgd) J. W. Graham”.[21]
La Crisis política afectó a los caliés
Al mismo tiempo que se deterioraba la autoridad impuesta durante treinta años por la represión y el miedo, los sectores oposicionistas irrumpieron en la política, apoyados en la presión norteamericana que insistía en la democratización del régimen y en las protestas callejeras. Como parte de las negociaciones con los Estados Unidos, el gobierno de Ramfis Trujillo y Joaquim Balaguer procedió a la liberación de decenas de presos políticos, quienes de inmediato impulsaron la lucha contra la dictadura. El 11 de junio se constituyó la agrupación Unión Cívica Nacional, y el 14 de julio comenzó sus actividades públicas el Movimiento Revolucionario 14 de Junio (1J4), mientras que ya actuaba desde la primera semana de junio de 1960, el Movimiento Popular Dominicano (MPD).
A la vez que el gobierno mostraba una cierta apertura para complacer a la OEA y al Departamento de Estado, iba también aumentando la represión ejercida a través de los Cocuyos de la Cordillera, el Servicio Secreto de la Policía, Los Jinetes del Este, los Paleros de Balá y del Servicio de Inteligencia Militar y su legión de calies esparcidos en todo el territorio nacional, a los que la gente comenzaba rápidamente a perder el miedo.
En el marco de la situación imperante, que pudo ser aprovechada con ventaja por la oposición apoyada en las protestas y en la presión internacional, el régimen accedió a eliminar las bandas paramilitares, liberar decenas de presos políticos, cerrar la cárcel de La Cuarenta y disponer la salida Abbes García y de miembros de la familia Trujillo: a principios de junio Johnny Abbes fue sacado hacia Japón y María Martínez viuda de Trujillo, viajo a Europa junto a su hijo Rhadamés, acompañados de los hijos de Ramfis en la última semana de agosto de 1961. A finales de octubre abandonaron el país los hermanos Héctor-(Negro)-Bienvenido y José Arismendi-(Petán)-Trujillo.
Las negociaciones de Ramfis y Balaguer con los Estados Unidos y con la oposición, en especial con el Partido Revolucionario Dominicano cuyos dirigentes habían llegados al país el 5 de julio, y con la Unión Cívica Nacional, apuntaban al levantamiento de las sanciones impuestas por la OEA desde agosto de 1960; pero las protestas populares y los enfrentamientos con los pandilleros conocidos como “Paleros” y “Jinetes del Este”, dificultaban el clima necesario para la continuidad de la dictadura sin Trujillo.
Después de cinco meses de protestas y negociaciones, el hijo predilecto del tirano Trujillo responsable de la represión política, decidió abandonar el país al caer la tarde del sábado 18 de noviembre de 1961. Ese sábado Ramfis asesinó en la “Hacienda María” a varios de los prisioneros implicados en la muerte de Trujillo. A partir del día siguiente, los caliés iniciaron un repliegue con el fin de evitar ser agredidos por sectores con ánimos de venganza popular. Aunque algunos de ellos permanecieron los meses de noviembre y diciembre al servicio del gobierno de Balaguer laborando para la Agencia Central de Información (ACI), otros mudaron sus residencias a lugares lejanos, o se integraron a las Fuerzas Armadas y a la Policía Nacional como forma de preservar sus vidas y de encubrir sus verdaderas responsabilidades en la política represiva.
Los caliés en el gobierno de Balaguer
Cuando definitivamente terminaron de salir del país los familiares de Trujillo a mediados de noviembre, el doctor Balaguer quedó como máximo dirigente de un régimen en crisis pero que se negaba a sucumbir, sin poder impedir que la población reaccionara de manera violenta contra los caliés y los relacionados con la familia Trujillo, lo que se hacía principalmente a través de “las turbas”, que eran pobladas masivas en las que los participantes actuaban sin dirección ni control, armados de piedras, palos y otros objetos contundentes. El gobierno de Balaguer se extendió desde el domingo 19 de noviembre de 1961 hasta el martes 16 de enero de 1962 bajo un clima de permanente tensión política, acompañado de huelgas obreras, paralización de labores de los empleados públicos y de los vehículos del transporte público, bajo las consignas políticas de “Navidad con Libertad” y “Libertad sin Balaguer”.
Fue en esos tiempos—dice Juan Bosch—que “comenzaron a formarse lo que el pueblo llamó las turbas, grupos de jóvenes que creían que la revolución dominicana podía hacerse matando antiguos caliéses a cadenazos o destruyendo casas y propiedades de los familiares de Trujillo.[22] A partir del 19 de enero de 1962, los espías del SIM abandonaron definitivamente las calles, procediendo a cambiar sus nombres, obtener nuevas cedulas de identidad, modificar la forma de vestir y cambiar de residencias. Otros, con mejores posibilidades económicas, buscaron las maneras de salir hacia el extranjero con el fin de protegerse de las protestas. Cuando el doctor Balaguer no pudo mantenerse como presidente y buscó asilo en la Nunciatura Apostólica de Santo Domingo, dejó totalmente desamparado a los caliés y la población acrecentó su repudio contra los más destacados en la labor de represión política.
En esos días, aunque estuvo vigente una “Junta Cívico-Militar” desde la noche del 16 de enero hasta el día 19, en que se juramentó el nuevo “Consejo de Estado” encabezado por el abogado Rafael F. Bonnelly, los caliés no desaparecieron del todo, ya que el nuevo gobierno colegiado intentó mantener intacta la estructura del SIM a través de lo que Balaguer había bautizado como Agencia Central de Información (ACI); pero la población mantuvo su presión contra el gobierno y los agentes secretos pasaron a ser perseguidos de manera abierta por el pueblo, mientras que el Poder Judicial mostraba interés en llevar a la justicia a los personeros más sobresalientes en la política represiva de Trujillo.
La falta de protección oficial incidió en las dificultades encontradas por los espías para el ocultamiento, que perseguía, además de evitar la represalia del pueblo, encontrar los medios para evitar ser apresados y llevados a la justica. Alicinio Pena Rivera, que fue el jefe del SIM y los caliés en la región del Cibao, narra en su libro testimonial Trujillo: historia oculta de un dictador (1977), que él estaba enterado, “que los que eran jefes en el SIM, y los que lo habían sido, estaban ahora provistos de pasaportes y eran sacados del país. Los miembros de las Fuerzas Armadas asignados al SIM estaban reintegrados a sus unidades, y a muchos se les había enviado a remotas guarniciones, o a tranquilos parajes del país, donde no se les conocía”.[23]
En ese proceso de ocultamiento, fueron cómplices las autoridades del Consejo de Estado, quienes facilitaron la salida de los agentes extranjeros que ocuparon importantes posiciones en SIM, y de manera específica, amparados en la ley de emergencia promulgada en aquellos días, ordenaron sacar del país a los militares Miguel Ángel Paulino, coronel Luis Arzeno Colón, capitán Luis a Cocco y el doctor Manuel A. Pérez Sosa, ex director del SIM y los cubanos coronel del Rio Chaviano y Salvador Soto Mayor. [24] Ese mismo día salieron en vuelo de la línea aérea Panamerican hacia Fort France los naturalizados dominicanos Ramón Blaba, Ernes Margate U., Ángel Valiná y Antielkovich Rade, quienes eran oriundos de Checoslovaquia, España y Yugoslavia, vinculados a la Legión Extranjera Anticomunista y tambien vinculados al SIM.
Los caliés perseguidos por el pueblo
La inesperada muerte de Rafael L. Trujillo la noche del 30 de mayo de 1961, colocó en serias dificultades las estructuras de poder del régimen, obligando a los responsables de la vigilancia a actuar de manera violenta contra la ciudadanía, tratando de localizar a los implicados en el atentado contra el mandatario. Cientos de personas relacionadas con los ajusticiadores del sátrapa fueron apresados y llevados prisioneros a las cárceles de La Cuarenta y del kilómetro 9 de la carretera Mella, principalmente; lugares en los que fueron torturados y varios de ellos asesinados por orden de Ramfis Trujillo.
En todo el proceso desencadenado por la coyuntura, los agentes del SIM actuaron con indiscreción en los apresamientos, allanamientos y asesinatos muchas veces sin cubrir su identidad, lo que facilitó que la población identificara a varios de ellos. Desde muy temprano el mes de julio, sectores antitrujillistas comenzaron a enfrentarlos en las calles a expensa de sus propias vidas, como sucedió en las proximidades del puente Duarte a principios de septiembre de 1961 y en otros sectores de la ciudad capital a lo largo de todo el período de transición. La prensa diaria registra incidentes permanentes que van desde julio de 1961 hasta los últimos meses de 1962. No solo como lo anotó la embajada de Canadá, cuando informó que se enfrentaron algunos caliés con personas que protestaban en agosto de 1961, sino que los agentes tenidos como tales al quedar sin protección oficial comenzaron a ser perseguidos por la población, con saldos de heridos y propiedades destruidas. Como ejemplos de la situación vivida por los agentes secretos en los días finales de la dictadura, podemos citar los siguientes incidentes:
23 de noviembre 1961: Sucedió un incidente en que un propietario de una compraventa, que fue señalado como un agente, dio muerte a un obrero porque le vocifero que era “chivato”.[25]
24 de noviembre: “Sujeto indicado de calié dio muerte de balazo a obrero”.
24 de noviembre: Una multitud persiguió a un calié por las calles pidiendo su cabeza,[26]
25 de noviembre: Fecha en que se conmemoraba el asesinato de las hermanas Mirabal, un grupo de personas persiguió a un hombre acusado de calié. La persona en cuestión era el tesorero municipal de Bayaguana, quien corrió hasta refugiarse en la oficina de la Dirección General de Rentas Internas próximo al parque Colón y para su protección fue necesaria la intervención de monseñor Eliseo Pérez Sánchez.
27 de diciembre: “Un supuesto calié fue golpeado por una turba enardecida”.[27]
29 de diciembre: Un grupo formado por unos cincuenta jóvenes se agruparon frente a la oficina de visado de los Estados Unidos, detrás de un tal “Piringo Pérez”, quien era acusado de calié. En el lugar consular estaba el ex jefe de la policía Luis Enrique Montes de Oca, a quien los manifestantes propinaron algunos golpes, además de despojarlo del arma que portaba.[28]
A partir de la salida de Balaguer del gobierno, el 16 de enero de 1962, la situación se tornó más peligrosa contra los señalados como confidentes, y en medio de las intenciones de la Procuraduría General de la República de enjuiciar a muchos de los vinculados a crímenes de la dictadura, se incrementó la violencia contra los antiguos miembros del SIM, por lo que el 1 de mayo de 1962, se informó que una “turba” saqueó la casa de un supuesto calié. [29]
La situación se tornó caótica debido a que la población que actuaba de manera enardecida contra los antiguos espías del SIM, no distinguía entre un agente, un espía-caliés, un soplón o chivato, y a todos los sindicaba como caliés. En tal sentido, apunta Juan Bosch, era difícil que la gente pudiera distinguir entre los que se les acercaban quiénes eran caliés o espiones de Ramfis y quiénes verdaderos luchadores del Pueblo, quiénes iban a ayudar y quiénes a aniquilar la semilla de libertad que ellos llevaban al país”, lo que fue aprovechado hábilmente por la Unión Cívica Nacional que convirtió la lucha contra esos agentes y “algunos pobres diablos del trujillismo” en “una cruzada santa”.[30]
La referida “cruzada” de la Unión Cívica guarda relación con su gestión gubernativa camino a las elecciones de diciembre de 1962, en las que esa agrupación intentaba ganar los comicios y permanecer en el poder. En eses proceso acordado con la OEA, el Consejo de Estado también se concentró en la reorganización económica y administrativa, y la confiscación de los bienes de la familia Trujillo; además, consentía ciertos espacios para el desahogo de la población, permitiendo la persecución contra los caliés y de las figuras más sobresalientes de la dictadura, a la vez que anunciaba que los agentes implicados en crímenes serían llevados a la justicia y procesados por sus crímenes. De esto hablaremos en nuestro próximo artículo sobre la forma en que terminaron los caliés.
(Notas bibliográficas: [1] Mario Read Vittini, Trujillo de cerca. Santo Domingo, Editora San Rafael, 2007, p.125; [2] Johnny Abbes García, Trujillo y yo: memoria de Johnny Abbes García. Santo Domingo, Letragráfica, 2009, p. 202; [3] Ob. cit., pp. 205-206; [4] Euclides Gutiérrez Félix, Trujillo: monarca sin corona. Santo Domingo Editora Corripio, 2008, p. 434; [5] Mario Read Vittini, ob. cit., p. 137; [6] Véase Lauro Capdevila. La dictadura de Trujillo. República Dominicana 1930-1961. Santo Domingo, Sociedad Dominicana de Bibliófilos, 2010, p. 286; [7] Nelson Moreno Ceballos, “Represión y crímenes”. En: Academia Dominicana de la Historia, Historia general del pueblo dominicano. Santo Domingo, ADH, 2015, (pp. 591-630), p.608; [8] “Profesor Bosch responde el discurso del Dr. Balaguer”. En: Juan Bosch, Obras completas, vol. 30, Santo Domingo, CPEP, 2012, p. 16; [9] Robert Crassweller, Trujillo: la trágica aventura del poder personal. Barcelona, Editorial Bruguera, 1968, p. 344; [10] Ana Gallego Cuiñas, “La violencia es una cicatriz: Entrevista a Marcio Veloz Maggiolo” (2003). Letral, Número 3, Año 2009; [11] Saillant, memorias 1957-1961 (1). p. 124; [12] Ob. cit., p. 225; [13] Cesar A. Saillant, ob. cit., (4)). Año 1961 (2). pp. 376-377; [14] (J. W. Graham. 1822/5000. (Sgd) J. W. Graham Informe al subsecretario de Estado para asuntos externos, Ottawa, Canadá, 2 de agosto de 1961. AGN. Colección digital Bernardo Vega; [15] Periódico 1J4, núm. 3, del 2 de septiembre de 1961; [16] Ob. cit., 9 de septiembre de 1961; [17] Ob. cit., No. 17, 2 de diciembre de 1961; [18] (Véase UCN, números 23, 25 y 26 correspondientes a los meses de octubre y noviembre de 1961; [19] El Caribe, 24 de nov de 1961; [20] Ob. cit., “Sujeto indicado de calié da muerte de balazo a obrero”; [21] J. W. Graham, ob. cit; [22] “Bosch acusa al gobierno de pagar el tiempo”. En: Juan Bosch, Obras completas. Vol. 22, p. 316; [23] Alicinio Peña Rivera, Trujillo: historia oculta de un dictador. New York, Plus Ultra Educcational Publishers, 1977, p. 399; [24] La Nación, 15 de mayo 1962; [25] El Caribe, 24 noviembre 1961; [26] La Nación , 25 de noviembre de 1961; [27] La Nación, 28 de diciembre 1961; [28] “Golpean a ex jefe de la Policía en la calle de El Conde”. La Nación, 30 de diciembre de 1961; [29] La Nación, 1 de mayo 1962; [30] Juan Bosch, Obras completas: Historia dominicana. Vol. 11, Santo Domingo, CPEP, 2009, p. 24)