Los últimos cuatro años de la década del sesenta del siglo XX (1957-1961), presagiaron el derrumbe de la larga dictadura de Rafael L. Trujillo, iniciada el 16 de agosto de 1930: crisis económica en ascenso; dificultades diplomáticas con los países vecinos de la región caribeña; alejamiento de los Estados Unidos de regímenes dictatoriales; presencia en Cuba y en Venezuela de presidentes dispuestos a apoyar a los exiliados anti trujillistas; sanciones de la Organización de Estados Americanos contra República Dominicana; expediciones armadas procedentes de Cuba; organización de un movimiento opositor interno, concretizado en el Movimiento Revolucionario 14 de Junio; distanciamiento entre la iglesia católica y el régimen, y una amplia represión con el fin de desarticular los planes clandestinos de la oposición, que perseguían el final de la dictadura.
Desde 1954 los organismos encargados de la seguridad del Estado, el Partido Dominicano, la Policía Nacional y los cuerpos castrenses, que tenían cada uno sus aparatos de inteligencia, dieron muestras de propiciar la modernización de los mecanismos de control para evitar el surgimiento de agrupamientos integrados por enemigos de Trujillo; pero las medidas tomadas resultaron ineficientes, lo que se hizo más evidente posterior a la celebración de los veinte y cinco años de la llegada de Trujillo al poder, en 1955.
A partir de 1957, las medidas para modernizar los dispositivos responsables de la represión a los opositores y control sobre la población recibieron nuevos bríos, pues las iniciativas tomadas con ese fin en años anterior habían sido—de acuerdo con Arturo Espaillat, quien era el jefe de la seguridad y responsable del Servicio de Inteligencia—“eficientes, pero azarosas”:
”En aquel año—dice Espaillat—, arrostrando ahora la oposición activa de los Estados Unidos, Trujillo decidió atar todos los cabos sueltos creando un Departamento de Seguridad. El nuevo departamento tenía que coordinar todos los servicios relacionados con el espionaje, el contraespionaje, la aplicación de la ley y la inmigración. El Departamento de Seguridad incluía la Policía Nacional, el Servicio de Inteligencia Militar (SIM), el Servicio de Inteligencia del Exterior, y la Inmigración”.[1]
Junto a la actualización de los servicios oficiales en materia de represión, se favoreció la activación de organizaciones paramilitares vinculadas con la política del gobierno, especialmente las relacionados con la vigilancia interna, el espionaje en el extranjero, los grupos de choques, el contra-espionaje, las telecomunicaciones, censura a la comunicación, la imprenta y la prensa, y el movimiento migratorio, con el puntual objetivo de lograr “la sumisión de todas las clases sociales a la voluntad de la dictadura”.[2]
En el referido año, Trujillo tomó la decisión de separar del Departamento de Seguridad a Arturo Espaillat y colocar en su logar a Johnny Abbes Garcia, quien se había destacado en el exterior asesinando políticos dominicanos y extranjeros, para que se encargara de modificar la estructura del referido departamento de seguridad y hacerlo más eficaz, activando y “modernizando” los métodos y las infraestructuras utilizadas por el Servicio de Inteligencia Militar (SIM), para la seguridad del Estado. Los nuevos cambios conllevaron la creación de los centros de torturas de la Cárcel de la 40 y la Cárcel del Kilómetro 9 de la carretera Mella. Además, fue creada una fuerza paramilitar organizada por el hermano de dictador conocido como “Petan Trujillo”, que se hizo famosa por sus crímenes en la zona de Bonao con el nombre de “Los Cocuyos de la Cordillera”; también se organizó la Legión Extranjera Anticomunista como una fuerza adiestrada y armada con fines relacionados con la política exterior, integrada por civiles dominicanos y extranjeros, pero dirigida por oficiales de las Fuerzas Armadas de la absoluta confianza del dictador, con el propósito de invadir países considerados enemigos de su gobierno.
Por igual, fueron organizados en la región oriental, los Jinetes del Este, bajo la responsabilidad del abogado y hacendado Félix W. Bernardino. El historiador Tirso Mejía-Ricart, dice en su libro Grandes hitos de nuestra historia republicana (1821-2012), que en 1959 la situación del régimen era claramente de confusión y que esa situación hizo que tomaran medidas desesperadas:
“En ese año pudo apreciarse sensiblemente que Trujillo y su camarilla habían perdido el control y la perspectiva de la situación que enfrentaban—explica el profesor universitario, que fue perseguido político durante la dictadura y hermano de Octavio Mejía expedicionario de junio asesinado en 1959—y se debatían entre esfuerzos diplomáticos y políticos desesperados, los que incluyeron gestiones infructuosas de acercamiento con Moscú, La Habana y otros gobiernos, la profundización del carácter terrorista de su régimen y la creación de cuerpos de armados de apoyo, como los “Cocuyos de la Cordillera” de Arismendy (Petan) Trujillo; los “Jinetes del Este”, de Félix W. Bernardino; la “Legión Extranjera Anticomunista”, comandada por el general Fausto Caamaño, auxiliado por los ex oficiales hitlerianos Vladimir Cesen y Milé R. Borggería; el grupo de San Isidro, de la oficialidad joven de la AMD en torno a Ramfis Trujillo y hasta el SIM, del siniestro Johnny Abbes”.[3]
Bernardino sirviendo a los planes de Trujillo
Félix Wenceslao Bernardino y Evangelista, quien era apodado en su pueblo como “Buchilai”, era oriundo de El Seibo. Desde esa comunidad y por sus vínculos con familiares de Trujillo en los años que estuvo preso en la fortaleza Ozama, logró proyectarse y convertirse en uno de los más fieles amigos del dictador. Se destacó sirviendo a la política represiva y criminal del régimen, tanto en el extranjero como en territorio dominicano. Suya fue la iniciativa de organizar un grupo de hacendados y otros residentes de la región oriental, en una estructura paramilitar que se conoció como Los Jinetes del Este.
Su cercanía a Rafael L. Trujillo parece haberla iniciado desde los tiempos en que el mandatario trabajaba como guarda campestre al servicio de propietarios privados cuando—dice Chichi de Jesús Reyes, en su artículo publicado en el periódico El Nacional en el 2013—que laboró al servicio Álvaro, quien fue padre de Félix W. Bernardino “en las secciones El Cabresto y Las Caobas, de Guerra.[4]
Sin embargo, las primeras relaciones políticas entre Trujillo y el que luego fue jefe de los Jinetes del Este, sucedieron en 1930 cuando Bernardino se vinculó al mandatario en los planes represivos desatados en aquellos días contra sus enemigos. Esa relación está claramente confirmada en varias comunicaciones enviadas a Trujillo posteriormente, como por ejemplo en la carta que el joven seibano envió a Trujillo desde la cárcel de la Fortaleza Ozama el 10 de mayo de 1937, en la que le reitera la amistad: “al mismo tiempo me permito ratificarle, como en el TREINTA y como siempre, mi amistad inquebrantable y mi lealtad incondicional”.[5]
La estadía de W. Bernardino en la cárcel de la Fortaleza Ozama, en la que estuvo prisionero a partir de enero de 1935 y por varios años, por haber dado muerte a Amable Dalmasí el 28 de diciembre de 1934, le permitió desarrollar una amistad con el general Trujillo, Jefe del Estado Mayor y del capitán Pedro V. Trujillo, encargado de la cárcel; ambos, hermanos de Trujillo, quienes les permitieron tener acceso a los estudios de Derecho en la Universidad de Santo Domingo, cuyas edificaciones se encontraban muy próximas la Fortaleza Ozama. El prisionero había sido condenado a tres años de cárcel el 14 de enero de 1936.[6]
En la carta que Bernardino remitió a Trujillo en 1937, publicada el 3 de agosto de 1937 felicitando a Trujillo por sus reformas carcelarias, aprovechó para referirse a las buenas atenciones de que fue objeto y para ponerse a las órdenes del mandatario, prometiéndole que escribiría en la prensa sobre las citadas reformas impulsadas por el gobierno.[7]
Al salir de la cárcel en los días finales de 1938, fruto de esas gestiones de acercamiento con los Trujillo, Bernardino terminó sus estudios y graduó de abogado en la Universidad, mientras que el poder ejecutivo bajo la presidencia de Jacinto Peynado, hizo publicar en el Listín Diario del 1ero. de enero de 1939, el decreto número 166 mediante el cual quedaba rehabilitado en todos sus derechos. Antes, el 8 de junio de 1938, una corte había visto de manera positiva la solicitud de rehabilitación hecha por ex presidiario.[8]
Para el mes de diciembre 1941, en plena Segunda Guerra, Bernardino obtuvo beca para ir a estudiar a los Estados Unidos. En ese país participó en estructuras militares norteamericanas, también como conferencista. Trabajó como músico profesional, y nombrado en el consulado dominicano en Nueva York; pero siempre atento a los exiliados dominicanos y a las posibilidades de cooperar con el gobierno dominicano en materia de su interés politico.
Residiendo en los Estados Unidos, Bernardino escribió a Trujillo el 1ero. de noviembre de 1943, recordándole el afecto “que nadie ha podido poner en duda”, y suplicándole solidaridad “al amigo y al Jefe, a quien me unen 13 años de insospechable lealtad”, [9] prometiéndole servirle en lo que el dictador decidiera: “a fin de reiterarles mi disposición de servirle a Ud., por vía de ellos, en todo cuanto en el extranjero pueda hacer un trujillista de mi clase“.[10]
El 6 de mayo de 1948, aunque ya había laborado en el consulado a principios de los años cuarenta, su hermana Minerva Bernardino le escribió a Trujillo pidiéndole que lo nombrara nuevamente en el Consulado de Nueva York y le recordó la colaboración brindada por él por años sin disfrutar “de sueldo del Gobierno dominicano por largos años, ha mantenido la misma postura y la misma responsabilidad frente al grupo de desafectos dominicanos que viven en New York que tanto a él como a mí nos combaten despiadadamente”.[11]
El gobernante, conociendo de la inteligencia y habilidades de quien juraba ser su más leal amigo y servidor, lo utilizó en tareas relacionadas con el mundo diplomático, pero en especial en lo relativo a la estructura criminal montada por el gobernante en el exterior a través de Arturo Espaillat y Johnny Abbes García, principalmente.
Posterior a esto, dice el historiador norteamericano Robert Crassweller, “su utilidad abarcó una extraordinaria variedad de menesteres. Dirigió numerosos asesinatos fuera del país. Presto útiles servicios en política interna y hasta en un terreno tan inverosímil en su caso como el turismo. Estuvo acreditado durante un tiempo ante las Naciones Unidas. Algunos años más tarde, su hermano Luis provocó un altercado con un piloto dominicano de nombre Octavio de la Maza en la Embajada dominicana en Londres, siendo herido mortalmente durante la riña”.[12]
Por igual, dice el historiador dominico-cubano Eliades Acosta, en su conocida obra sobre La “Telaraña cubana de Trujillo” (2012), que Bernardino fue, junto a Johnny Abbes, uno de los más trágicos exponentes de los sicarios sin fronteras de Trujillo, tras acumular esos mismos méritos asesinando dentro del país. Hombre violento y audaz, con un toque de locura y una iracundia incontrolable, (…) Su nombre está vinculado con las muertes de Mauricio Báez, Andrés Requena, Jesús de Galíndez y Pipí Hernández, entre otras muchas”.[13]
Dice Eliades Acosta, además, que el jefe de Los Jinetes del Este “se enriqueció con el pago de sus acciones y con el robo de tierras y ganado, formando un grupo paramilitar en apoyo a Trujillo llamado Los Jinetes del Este”. Con la experiencia de Bernardino sirviéndole a Trujillo desde los primeros días de 1930, y sirviéndole desde el exterior como parte de la maquinaria asesina instalada por el régimen a través del Servicio de Inteligencia Militar en el Exterior;[14] además de los vínculos logrados y consolidados en torno a Trujillo y su familia, Félix W. Bernardino se destacó como uno de los principales colaboradores del gobierno en la imposición de la política represiva, especialmente en el período de los últimos tres años de la dictadura, lo que fue resultado de su responsabilidad organizando la agrupación paramilitar conocida como Los Jinetes Trujillistas del Este.
“Los Jinetes Trujillistas del Este”
Los Jinetes del Este, como se hicieron populares en los desfiles que escenificaban, realmente se bautizaron por su mentor y guía, el hacendado y abogado Félix W. Bernardino como los “Los Jinetes Trujillistas del Este”,[15] surgido en reunión celebrada en una finca de su propiedad radicada en la Provincia de El Seibo, se dice que en julio de 1959, pero ciertamente su organización sucedió en enero de ese año, meses antes de las expediciones de junio, y su principal objetivo era la participación en desfiles con todos los miembros cabalgando en briosos caballos y portando armas blancas y de fuego, especialmente en actividades en las que Trujillo estuviera presente.
En ese sentido, W. Bernardino escribió en el periódico El Caribe del 26 de enero de 1959, un artículo relacionado con la presencia en el país del expresidente cubano Fulgencio Batista, que tituló “Batista debería largarse” y en el que se refiere a la estadía en la ciudad capital de cien jinetes del Este para participar en un homenaje a Trujillo y de paso deja establecida la fecha de la fundación de la agrupación:
“Al atardecer del día 19 de la semana pasada—cuenta Bernardino—acámpanos en la Ciudad Ganadera cien jinetes del Este provistos de nuestros caballos, arneses y caballericeros. Un tren de camiones fue situado en lugar aledaño, listo para transportar la caballería y sus equipos al punto de origen”.[16]
“Al amanecer del día 20—continua narrando–comenzamos a ensayar en el Estadio de la Feria las maniobras de equitación que debíamos ejecutar en la noche inaugural, como homenaje de cariño y solidaridad política al líder de las multitudes dominicanas, mi Generalísimo, y su Excelencia, el Presidente de la República—(Negro Trujillo)—. Terminados los ensayos y satisfechos de que nuestra caballería estaba apta para el gran evento, decidimos desfilar, y al efecto desfilamos, durante la mañana del 21, por las principales calles de nuestra bella capital. (…), esa caballería estaba compuesta por los más ricos y representativos hacendados de las dos provincias más orientales del Este de la Republica: El Seibo y La Altagracia”.[17]
Se puede inferir y así lo deja establecido Ramfis Trujillo, que posterior a los desembarcos de Constanza, Maimón y Estero Hondo, Los Jinetes del Este se transformaron en fuerza paramilitar y activaron en tareas de vigilancia e inteligencia en colaboración con el régimen para evitar la presencia de los enemigos en la región oriental.[18]
La llegada de los expedicionarios antitrujillistas, que desembarcaron en el territorio dominicano a partir del día 14 de junio de 1959, incidió en la transformación del carácter de la agrupación de hacendado, haciendo que asumieran posiciones paramilitares en defensa de la tiranía, tal y como lo explica un comunicado publicado en El Caribe el 2 de agosto de 1961, dado a conocer bajo la responsabilidad de Ramfis Trujillo y la “Jefatura del Estado Mayor General Conjunto de las Fuerzas Armadas”, en el que se decía, entre otras cosas, que:
“La agrupación denominada LOS JINETES DEL ESTE, se organizó con el propósito de contribuir al mayor lucimiento de las Ferias Ganaderas y debido a las mismas emergencias militares apuntadas, se convirtió en grupo auxiliar de las Fuerzas Armadas en la defensa de la soberanía nacional”. La agrupación, tal y como lo reseña el comunicado, tenía asignadas armas y equipos militares entregadas por las Fuerzas Armadas.[19]
Los Jinetes del Este estaban integrados por hacendados, agricultores, comerciantes, industriales y profesionales.[20] Robert Crassweller en su obra “Trujillo: la trágica aventura del poder personal”, apunta en el mismo sentido, al decir que la “cuadrilla conocida como los Jinetes del Este, estaba compuesta por terratenientes y hacendados que patrullaban, en parejas, por valles y colinas”.[20 a]
Los Jinetes vigilando las costas del Este
A escasos días antes del ajusticiamiento de Trujillo, Félix W. Bernardino escribió una carta dirigida a Trujillo, fechada 8 de mayo de 1961, con el fin expreso de informarle sobre las tareas de vigilancia que estaban siendo ejecutadas en el litoral costero oriental por los miembros de Los Jinetes del Este. En esa carta, firmada en El Pintado de el Seibo, Bernardino le informa a su “querido Generalísimo” lo siguiente:
“Tengo el honor de informar a Su Excelencia que durante los últimos seis días, y en recorrido que hicimos por toda esta región Este de la República, hemos establecido un servicio de vigilancia permanente, hasta segunda orden, el cual comienza en las playas de Juan Dolio y Guayacanes, pasando por la Boca del Soco, Cumayasa, La Caleta, La Romana, La minita y Boca de Chavón, en las provincias de Macorís y La Altagracia. Luego de aquí, continuamos por Gato, Bahía de Ibes (Bayahibe), Jina Jaraguá , Punta Juanillo, Cabo Engaño, El Macao, Anamuya, Boca de Yuma, Cañada Honda, Nisibón y Boca de Maimón, en Higuey, y La Charca, Laguna Redonda, Punta Cana y Miches, en la Común de Miches.[21]
“Este servicio de vigilancia—sigue diciendo la carta de Bernardino a Trujillo–está a cargo de Los Jinetes Trujillistas del Este, bajo la vigilancia y control directo delos comandantes militares de las distintas regiones, y, además de no perjudicar a nadie en sus labores, toda vez que se ha organizado con carácter rotativo, tampoco es gravoso para el Gobierno, toda vez que los mismos Jinetes nos hemos encargado del aprovisionamiento de los vigilantes. Le aseguro, por último, que todos los comandantes militares del Ejército Nacional, en esta región, están recibiendo informes diarios de los más mínimos movimientos que puedan operarse en nuestras costas”.[22]
El final de Los Jinetes del Este
En los días posteriores a la muerte de Trujillo en 1961, el país fue visitado por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la Organización de Estados Americanos (OEA), lo que incidió en la libertad de algunos presos políticos, el comienzo de las protestas públicas, el cierre de la cárcel de La 40, la salida al exterior de Johnny Abbes García, el cambio de nombre del Servicio de Inteligencia Militar (SIM) por el de Agencia Central de Inteligencia (ACI), y el aumento de la represión a través de las fuerzas de choques constituidas por los organismos paramilitares, especialmente los Paleros de Bala, los Cocuyos de la Cordillera y Los Jinetes del Este.
Desde julio en adelante, las agrupaciones políticas Unión Cívica Nacional, Movimiento Revolucionario 14 de Junio, Partido Revolucionario Dominicano, y Movimiento Popular Dominicano, principalmente, se enfrentaban en las calles con los activistas del Partido Dominicano, los “calieses” del SIM y a los paleros de Balá. Esta confrontación, que apuntaba hacia el derrumbe de la dictadura, era seguida con atención por los embajadores extranjeros radicados en Santo Domingo, quienes informaban a sus gobiernos sobre la situación dominicana.
En uno de esos informes, al parecer enviado al gobierno de Canadá a principios del mes de agosto, su embajada en el país transmitió un amplio mensaje con detalles puntuales sobre lo que estaba pasando, observando entre otros pormenores, la actitud represiva de los hombres de W. Bernardino:
“La Agrupación, el 14 de junio, no se declaró formalmente como un partido político en el que se inscribió a los miembros de su agrupación hasta el 30 de julio y no ha recibido tanta atención por parte de quienes desean dañar su nombre. Lo excepcional fue un cargo contra dos de sus miembros por prender fuego a almacenes y edificios públicos en el norte de la ciudad. En general (…), en la región Este hay informes de que un antiguo asociado de Trujillo, Félix Bernardino, ha estado organizando represalias contra muchos miembros de la oposición”.[23]
Estas informaciones, contenidas en un documento de la embajada del Canadá, haciendo referencia a los Jinetes del Este y a Félix W. Bernardino, indicaban claramente el aumento de la represión en la región oriental en manos de los paramilitares; pero la presión internacional y el rechazo de la población a esos métodos, hizo que el gobierno de Ramfis Trujillo y Joaquín Balaguer, decidieran la eliminación de los grupos paramilitares.
El martes 1 de agosto del 1961, la Jefatura del Estado Mayor General Conjunto de las Fuerzas Armadas que era lo mismo que decir Ramfis Trujillo, decidió la desintegración de esos grupos y el día 2 lo hizo publicar en el periódico El Caribe. El documento dado a conocer se refería a los Cocuyos de la Cordillera, la Legión Extranjera Anticomunista y a Los Jinetes del Este. Sobre esa última organización, dice el referido aviso oficial lo siguiente:
“La agrupación denominada Los Jinetes del Este, se organizó con el propósito de contribuir al mayor lucimiento de las Ferias Ganaderas y debido a las mismas emergencias militares apuntadas, se convirtió en grupo auxiliar de las Fuerzas Armadas en la defensa de la soberanía nacional. Habiendo desaparecido las causas que motivaron la organización de los citados grupos, procede que el alto Comando de las Fuerzas Armadas declare su inmediata disolución y que extienda a sus integrantes su público reconocimiento por sus valiosos servicios prestados a la Republica. Se informa, finalmente, que las armas y el equipo militar (…), han sido reintegrados ya a los arsenales de ese Comando”.[24]
Con esa publicación, por lo menos de manera formal, fue eliminada la organización represiva formada por Félix W. Bernardino en la región oriental de la República Dominicana. Meses después, terminada la dictadura de Trujillo, el nuevo gobierno surgido en la coyuntura y que fue conocido como Consejo de Estado, llevó al jefe de los Jinetes a la cárcel a principios de 1962, juzgándolo y confiscándole todos sus bienes; pero esto será parte de otra historia sobre los mecanismos de represión política durante la dictadura de Trujillo.
(Notas Bibliográficos: [1] Arturo Espaillat, Trujillo: anatomía de un dictador. Barcelona, Ediciones de Cultura Popular, 1963, p. 56; [2] José R. Cordero Michel, Análisis de la Era de Trujillo. Santo Domingo, CPEP, 2012. p. 59; [3] Tirso Mejía-Ricart, Grandes hitos de nuestra historia republicana (1821-2012). Santo Domingo, Editores Asociados, 2012, p.191; [4] Véase a Chichi de Jesús Reyes, “Dictador Trujillo fue subalterno de la familia influyente Félix W. Bernardino”. El Nacional, 23 de marzo 2013; [5] Véase carta de Félix W. Bernardino al presidente Rafael L. Trujillo, fechada 10 de mayo de 1937. Colección Bernardo Vega, Santo Domingo, Archivo General de la Nación; [6] Ob. cit; véase también el Listín Diario del 3 de enero de 1935, nota relacionada con muerte del señor Damasí; [7] Carta de Félix W. Bernardino del 10 de mayo de 1937, ob. cit; [8] Véase el periódico Listín Diario del 1 de enero 1939; [9] Carta de Félix W. Bernardino a Rafael L. Trujillo, 1 de noviembre 1943. En: Colección de Bernardo Vega, Santo Domingo, Archivo General de la Nación; [10] Ob. cit.; [11] Carta de Minerva Bernardino a Rafael L. Trujillo, 6 de septiembre 1948. En: Colección Bernardo Vega. Santo Domingo, Archivo General de la Nación; [12] Robert Crasweller, Trujillo: La trágica aventura del poder personal. Barcelona, Editorial Bruguera, 1968, p. 206; [13] Eliades Acosta, La Telaraña cubana de Trujillo, Tomo II, Santo Domingo, AGN, 2012, p. 514; [14] Ob. cit.; [15] Carta de Félix W. Bernardino a Trujillo, 8 de mayo de 1961. En: Colección Bernardo Vega. Santo Domingo, Archivo General de la Nación; [16] Félix W. Bernardino, “Batista debería largarse”. El Caribe, 26 enero de 1959; [17] Ob. cit.; [18] Comunicado de la Jefatura del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas. El Caribe, 2 de agosto de 1961; [19] Comunicado. Ob. cit.; [20] Chichí De Jesús Reyes, “Félix Bernardino fundó el grupo paramilitar Jinetes del Este”. El Nacional, 7 de julio del 2012; [20 a] Robert Crassweller, ob. cit., p. 358; [21] Carta de F. W. Bernardino a Trujillo, 8 de mayo de 1961. Colección Bernardo Vega. Santo Domingo, Archivo General de la Nación; [22] (Carta de F. W. Bernardino del 8 de mayo, ob. cit.; [23] Informe de la Embajada de Canadá, 1822/5000. J. W. Graham al subsecretario de Estado para asuntos externos, Ottawa, Canadá. Colección Bernardo Vega. Santo Domingo, Archivo General de la Nación; [24] Comunicado de la Jefatura. Ob. cit.)