SANTO DOMINGO, República Dominicana.-El dirigente político Guido Gómez Mazara consideró que la naturaleza autoritaria de Nicolás Maduro y Daniel Ortega están generando un impacto negativo en los partidos progresistas de la región de América Latina.
A juicio del dirigente del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), las desviaciones y el deterioro de la institucionalidad democrática en Venezuela y en Nicaragua contribuyen a asociar ofertas presidenciales con real posibilidad de victoria a los gobiernos de Nicolás Maduro y Daniel Ortega.
Explicó que por esa razón los candidatos y partidos progresistas de América Latina deben invertir demasiado tiempo en alejarse de los gobernantes venezonalo y nicaraguense, debido a sus prácticas en el poder y la preocupación que produce en los electores cualquier posibilidad de triunfo capaz de calcar esos modelos presidenciales.
El abogado y profesor universitario recodó que el proceso de triunfo de las opciones progresistas de los últimos años en toda América Latina comenzó en 1999 con el ascenso de Hugo Chávez, en Venezuela, y a su vez ese acontecimiento representó un giro hacia partidos progresistas que con bastante inteligencia alcanzaron el éxito pariendo todo un ciclo donde los conceptos de guerra fría que los inhabilitaron como opción política en el marco de la competencia democrática dieron a ejercicios presidenciales y mayorías parlamentarias de singular significación.
Sostuvo que la visión que encarnan los gobernantes de Venezuela y Nicaragua no se parecen a las ideas de verdadero corte progresista de Pepe Mujica, Ricardo Lagos, Michelle Bachelet y Tabaré Vásquez
Gómez Mazara sostuvo que resultaba impensable hace 25 años que partidos políticos de izquierda y/o progresistas construyeran mayorías electorales y gobernaran sin los fantasmas y prejuicios utilizados por los sectores ultra-conservadores que, ya antes, abortaron junto a intereses foráneos las gestiones presidenciales de Juan Bosch (República Dominicana), Salvador Allende (Chile) y Maurice Bishop (Granada).
Enfatizó que los procesos de apertura democrática en todo el continente sirvieron para desprestigiar gobiernos de naturaleza conservadora que profundizaron las desigualdades y no combatieron la corrupción, abirendo las compuertas a las alternativas progresistas y sus respectivas organizaciones.
El dirigente perredeistas entiende que los perfiles injustificables de conformidad con los parámetros democráticos propios de los gobiernos de Maduro y Ortega practican las acciones que dijeron combatir desde sus respectivas ópticas opositoras, pero en pleno ejercicio del poder reproducen amargamente comportamientos autoritarios.
Advirtió que estos casos la existencia de presos políticos, la inhabilitación de competidores, la violación de derechos humanos, el cierre de medios de comunicación y el control del poder judicial los descartan ante la comunidad internacional.
Sostuvo que la visión que encarnan los gobernantes de Venezuela y Nicaragua no se parecen a las ideas de verdadero corte progresista de Pepe Mujica, Ricardo Lagos, Michelle Bachelet y Tabaré Vásquez, que sirven de modelos políticos a emular porque sin renunciar a sus fundamentos ideológicos respetan la inversión privada, estimulan al capital extranjero, impulsan reformas económicas y sociales en capacidad de mejorar el nivel de vida de sus ciudadanos.
Para el abogado y catedrático universitario las coaliciones progresistas se fueron articulando alrededor de partidos que en los años 60,70 y 80 incursionaron en la tesis del foco guerrillero y rechazaron la opción electoral para con posterioridad competir en la escena de la formalidad democrática que, aunque facilitó el ascenso al poder, en casos específicos abonó el camino para que gobernantes electos mediante el voto popular estructuraran dictaduras perfectas en las que el control de todo el andamiaje institucional recayó sobre un partido.
Finalmente, recordó que los excesos de Maduro y Ortega servirán de argumentos en el marco de las próximas contiendas electorales en Colombia y México debido a que, los adversarios de Gustavo Petro y López Obrador, saben perfectamente que la manipulación tendente a asociarlos con los gobernantes Nicaraguense y Venezolano producen miedo en electores, y éstos podrían optar por propuestas adversas a los partidos de mayor fundamentación progresista, posibilitando la victoria de Iván Duque en segunda vuelta y haciéndolo el sustituto del Presidente Santos, e incrementando el voto a favor de Ricardo Anaya en las elecciones del 1 de julio a celebrarse en México.