28 mar (EFE/Manuel Pérez Bella).- El prestigio del expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, socavado para una parte de los brasileños por las investigaciones abiertas en su contra, continúa casi intacto entre los habitantes de la favela Brasilia Teimosa, una de las cunas de sus programas contra el hambre.
Esta barriada a orillas del mar en Recife, la capital de Pernambuco (noreste), fue uno de los lugares que Lula visitó en una gira realizada en sus primeros días de Gobierno, en 2003, con el objetivo de mostrar de primera mano a sus ministros el rostro de la miseria, que él mismo vivió en su juventud.
Esa histórica gira fue el preámbulo del lanzamiento de programas asistenciales como el Hambre Cero y el que le relevó posteriormente, el Bolsa Familia, con los que, según datos oficiales, 40 millones de brasileños comenzaron a poner comida en el plato tres veces por día, algo que no se ha olvidado en Brasilia Teimosa (Brasilia Terca) y por lo que se le guarda gratitud.
Las divergencias entre los vecinos de la barriada afloran en relación a las sospechas de corrupción que formuló la fiscalía contra Lula y acerca del trato que le han dispensado la Justicia y la prensa
"De lo que está ocurriendo con Lula no puedo decir nada, solo puedo decir que no tengo nada contra él. Fue un presidente buenísimo y le votaría de nuevo", dijo la camarera Maria Lúcia Vanderlei, que resume la opinión de la mayoría de los habitantes de la favela consultados por Efe.
El presidente del consejo de vecinos de Brasilia Teimosa, Wilson Lapa, explica que esta favela no solo valora el trabajo que Lula hizo contra la miseria en todo el país, sino el empeño que puso, después de su primera visita, en urbanizar la barriada con fondos del Gobierno.
Esto implicó la retirada de decenas de precarios palafitos construidos a orillas del mar, que estaban expuestos a los caprichos del oleaje, y la construcción de un malecón que evita las recurrentes inundaciones del pasado.
Además la favela se asfaltó por completo y se construyó una red de alcantarillado, que era inexistente pese a que este asentamiento de 45.000 habitantes es colindante con Boa Viagem, el barrio más acaudalado y turístico de Recife.
"Nosotros sabemos reconocer eso, independientemente de lo que ocurre ahora al nivel del país. Dentro de Brasilia Teimosa, el reconocimiento a Lula es un hecho, es innegable", afirmó Lapa.
Las divergencias entre los vecinos de la barriada afloran en relación a las sospechas de corrupción que formuló la fiscalía contra Lula y acerca del trato que le han dispensado la Justicia y la prensa.
La jubilada Rudineide Maria Gouveia afirmó que "no está bien lo que están haciendo con él, porque no es una mala persona" y porque fue "un buen presidente" y "un hombre serio".
En cambio, Antonio Pereira dos Santos, desempleado de 41 años, duda ante las acusaciones cruzadas entre el Gobierno y la oposición sobre la corrupción.
Según él, el pueblo "no sabe lo que está ocurriendo" con las acusaciones vertidas contra Lula, que ha sido denunciado formalmente por supuestos delitos de lavado de dinero y falsificación, aunque sí tiene claro que el exmandatario fue "el único" que trabajó a favor de los pobres.
"Es el único que se dedicó más. Hoy el pobre está feliz, porque hoy el pobre tiene de todo. Antes el pobre no tenía nada", comentó.
Marta María dos Santos, de 42 años, una de las más desconfiadas del barrio por los indicios que existen contra Lula, recurrió a un refrán del noreste de Brasil para poner en duda la honradez de todos los políticos que acarician el poder: "quien toca la miel acaba lamiéndose los dedos".
Dos Santos también sostuvo que la labor de Lula al frente del Gobierno no le exime de su responsabilidad ante la Justicia.
"La ley es igual para todos. No puede ser diferente para los privilegiados. Y hay que cumplirla sin quejarse. La biblia dice que si tienes que quejarte de algo, quéjate de tus pecados", comentó.
Y a pesar de no mostrar el mismo aprecio hacia el trabajo de la presidenta, Dilma Rousseff, en comparación con su antecesor, Brasilia Teimosa sí fue unánime al expresar recelo ante la posibilidad de que un eventual cambio de Gobierno pueda "empeorar" la situación de la población pobre, ya golpeada por el desempleo y la inflación generados por la crisis actual. EFE