El Movimiento Revolucionario 14 de Junio (1J4) surgió en 1960 inspirado en el ejemplo de los expedicionarios de junio de 1959. Su heroica lucha guerrillera contra la dictadura de Trujillo, sirvió de estímulo para la formación de la agrupación de izquierda antimperialista dirigida por Manuel Aurelio Tavárez  Justo, quien junto a lo más selecto de la organización, se inmoló en Las Manaclas en diciembre de 1963.

Manolo Tavarez Justo, líder del Movimiento Revolucionario 14 de Junio

Posteriormente, en 1965, el 1J4 ocupó principalísima responsabilidad militar en la guerra civil, y terminada la contienda decidió darle continuidad a la lucha armada, ahora contra el gobierno de Joaquín Balaguer, que se había iniciado en julio de 1966. Sin embargo, aunque sus dirigentes se apresuraron a reiniciar la guerra utilizando el campo como zona insurgente y buscando el apoyo de la Cuba socialista y de otras naciones comunistas, sus planes fueron prontamente desvelados. Con la muerte de Orlando Mazara y las divergencias sufridas a lo interno de la agrupación, quedó sellado el final del sueño guerrillero, y su desaparición como partido de izquierda.

El sábado 11 de febrero de 1967 el paraje de San José de Ocoa conocido como Monte Arabia, perteneciente a la Sección La Horma, amaneció teñido con la sangre valerosa de Orlando Mazara, dirigente del  Movimiento Revolucionario 14 de Junio que se había destacado desde muy joven en la resistencia contra los remanentes de la dictadura de Trujillo, participó en la guerrilla de Manolo Tavárez  Justo en 1963 y fue de los principales combatientes durante  la revolución de Abril de 1965, tanto en los enfrentamientos contra las tropas norteamericanas como en la escuela militar rebelde que se conoció como Academia Militar 24 de Abril.

Dos años después, cuando se encontraba en tareas político-militares cumpliendo las órdenes de su partido, de establecer un foco guerrillero en la Cordillera Central, las autoridades militares dieron con el escondiste y lo asesinaron sin darle oportunidad a defenderse.

Fidelio Despradel en rueda de prensa detalla la forma en que fue asesinado Orlando Mazara. Los periodistas son Alvaro Arvelo, Emilio Herasme Peña y Miguel A. Hernández

El lugar escogido por el 14 de Junio para establecer uno de los puntos del “triángulo estratégico” fue la Arabia; terreno montañoso perteneciente a San José de Ocoa, en el que prevalecía la baja temperatura en tiempo de invierno, llegando el frio en esa época hasta punto de congelación. Los escasos campesinos de la zona estaban dedicados a la agricultura, pero en especial a la siembra de papas. Situado a 113 kilómetros de la ciudad de Santo Domingo, era de difícil acceso y solo se podía llegar a él utilizando mulos o a pies, por lo que resultaba apropiado para que el Catorce de Junio lo tuviera, dentro de la estrategia de organizar la lucha armada, como un punto clave del que Mazara fue el principal responsable.

A la hora de su trágica muerte, en la madrugada del 11 de febrero, Orlando Mazara solo tenía 22 años de edad. Oriundo del Seibo, era hijo de Abraham y Selen Mazara con los que vivió en la ciudad de Santo Domingo frente al parque de San Carlos. Con apenas 18 años, fue de los integrantes de la guerrilla del 14 de Junio siendo apresado en la zona de El Seibo, cuando bajaba de la loma acompañado de otro guerrillero. Puesto en libertad meses después, se le encontró combatiendo en la zona constitucionalista en 1965.

Orlando Mazara

Su muerte en manos de la patrulla militar que le daba seguimiento, tal vez se pudo evitar de haberse tomado medidas extremas que le preservaran la vida, pues el 1J4 tenía conocimiento de que todos sus planes estaban en posesión de los servicios de inteligencia de la República Dominicana desde diciembre de 1966, cuando un legajo de documentos nutrido de imprudentes detalles sobre las operaciones guerrilleras que se venían gestando, cayó en manos de los servicios de seguridad del aeropuerto de Maiquetía, de Caracas Venezuela, cuando era transportado en viaje desde Paris hasta Santo Domingo, por el sindicalista Fernando de la Rosa. Las autoridades de Venezuela entregaron de inmediato la documentación a las autoridades dominicanas.

Seis días antes de la muerte de Orlando Mazara, la noche del lunes 4 de enero de 1967, el presidente Balaguer pronunció un discurso informando a la nación que los planes insurreccionales estaban en conocimiento de los servicios policiales y se tomó la libertad de detallar toda la trama revolucionaria. “Hay mucha gente en la Republica—dijo el mandatario–que está sin dudas a expectativa de una celebración  por oficial terminante sobre las detenciones que llevó a cabo la Policía Nacional el 22 de enero último—se estaba refiriendo al apresamiento de Henry Segarra—en esta capital y en otras localidades del país. Los servicios de inteligencia del Gobierno estaban en aquella fecha en posesión de datos fidedignos sobre un plan de la extrema izquierda, secundado, por supuesto, por su aliada inevitable de la extrema derecha para producir una ola de desórdenes en todo el territorio dominicano (…) para la iniciación de un verdadero movimiento subversivo de proporciones imprevisibles”.

Y dijo más: “En el puerto de Maiquetía, cuando regresaba a Santo Domingo, el 23 de diciembre, se halló, en los forros de su abrigo—de Fernando de la Rosa—un abundante material subversivo con todos los planes, elaborados en parte por técnicos chinos y rusos, para llevar a cabo una revolución comunista en la Republica Dominicana”. Los planes, según Balaguer, contemplaban la preparación militar de los integrantes de la guerrilla en Cuba, el traslado de armas a los sitios estratégicos, y la preparación de escondites en el “triángulo estratégico”.

Ese solo discurso debió de ser suficiente para que la agrupación 14 de Junio movilizara de inmediato a los hombres que junto a Orlando Mazara, se movían simulando ser simples campesinos en la Arabia, para sacarlos de la peligrosa zona, y aunque la organización alertó y dio pasos para preservar la vida de su dirigente, al parecer las medidas no estuvieron acordes con la gravedad de la situación;  a lo más que se llegó fue a pedirle que se cuidara y se escondiera, talvez subestimando la capacidad de los organismos de inteligencia y de las fuerzas militares del régimen de Balaguer.

Explicando la manera en que encontró la muerte el combatiente revolucionario a manos de una patrulla militar que le tendió embocada, el entonces máximo dirigente del 1J4, Fidelio Despradel, declaró al periódico El Nacional del 14 de febrero lo que había sucedido, diciendo que Mazara fue asesinado cuando “salía de la casa donde vivía desde hace mucho tiempo” en dirección al conuco que cultivaba, cuando los soldados, que se encontraban en el lugar desde la noche anterior, le cercaron y le acribillaron a balazos (…). Ya en el suelo, Mazara recibió “un tiro de gracia” en la nuca que le dispara el raso Carlixto Milleta”. 

La muerte de Orlando Mazara en febrero de 1967, relatada por los periodistas Silvio Herasme Peña, Brinella Fernández, Huchi Lora, Miguel Hernández y Rafael Núñez Grassals.

Una narración más extensa del incidente con los militares, fue narrada cuarenta y ocho años después por el dirigente del 14 de Junio en sus memorias publicadas por el Archivo General de la Nación en el 2015:

“La primera Zona Estratégica” (Triangulo Estratégico)—dice Fidelio—estaba encabezada, en uno de sus puntos, por Orlando Mazara,  a la cabeza de un numeroso grupo de campesinos que habían estado bajo su mando en la Academia Militar 24 de Abril, en la Zona de Arabia y La Horma, en San José de Ocoa”. Al momento del discurso de Balaguer, del 4 de febrero, ya el ejército estaba en la zona rastreando la ubicación de Orlando y sus compañeros, por lo que se comunicó con la dirección del 14 de Junio sobre la situación de la zona en que se movía, a quien se le contestó, entre otras sugerencias, de que ellos estaban muy preocupados de la situación y estaban tomando medidas, además de que “la reacción estaba enterada del trabajo y está muy preocupada; parece que hay algunos chivatos que están informando”, pidiéndole que preparara las condiciones “para desaparecerte”, pero continuar el trabajo en la clandestinidad y “verse solo con la célula dirigente, moverse únicamente de noche (en los sitios despoblados) y dar todos los pasos para poder esconderte y desaparecer por el tiempo que sea necesario y en sitios completamente inaccesibles para la reacción (túneles, escondites, cuevas, zonas inhóspitas, etc.) en caso de una gran ofensiva con fuerzas entrenadas y con la ayuda yanqui”.

Fidelio explicó que Mazara fue emboscado porque contravino “las instrucciones expresas que se le impartieron, se mantuvo en la zona donde ya el enemigo lo había localizado” y que él solo se retiraba a esconderse en horas de las noches “a dormir fuera de la zona, en sitio desconocido. En la madrugada del día en que fue muerto, después de comprobar que no tenía ningún mensaje alarmante, Orlando, con su radio en el oído escuchando las noticias, volvió por uno de los senderos habituales a la zona donde tenía un sembradío de papa, sin percatarse que la noche anterior, fuerzas especiales habían entrado sigilosamente a la zona, ya con la información de que Mazara se retiraba a dormir en zona resguardada, le habían tendido varias emboscadas, siendo muerto a tiros, cuando se introdujo en una de las mismas”.

Pequeño poblado de La Horma en el que Orlando Mazara desarrollaba sus tareas políticas

Sobre la forma en que Mazara fue embocado, un campesino que conoció de las actividades que Mazara venía realizando en la Arabia, narró a El Nacional que este “iba para su trabajo oyendo un radio portátil” y que tenía un predio sembrado de papas donde aprendía a trabajar la tierra; diciendo además, que él tenía conocimiento de las actividades políticas de Mazara, aunque no estaba vinculado a los planes guerrilleros. También publicó El Nacional, que dos campesinos del lugar, de nombres Jerónimo y Encarnación, fueron los que sirvieron de guías a los militares. Supuestamente uno de ellos tenía una relación conflictiva con el dirigente izquierdista porque este decía a los campesinos que el otro era un abusador y pagaba precios muy bajos por los productos agrícolas que producían y vendían.

La prensa trajo detalles de la forma en que el guerrillero fue ultimado al recibir tres disparos, cuando completamente solo, se movía a través de unos cafetales camino a La Horma, de San José de Ocoa. Su cadáver fue dejado tendido en el lugar de los hechos por más de 12 horas, al parecer a la espera de que sus compañeros intentaran rescatarlo, mientras las casas de “Monte Arabia”, Limoncillos y La Palma fueron ocupadas por los militares en “zafarrancho de combate” provocando el éxodo de los campesinos hacia otras localidades.

En la versión dada por la policía a la prensa, se dijo que las autoridades habían actuado basados en denuncias de que personas extrañas a la Arabia se “estaban adoctrinando y entrenando a los campesinos en tácticas de guerrillas y, manejo de armas y cuestiones militares”. Además, la policía informó que ellos habían encontrado varias armas en poder de Mazara, entre ellas un fusil Fal, un AR-15, una pistola calibre 45, un fusil Máuser, así como cargadores y proyectiles. También encontraron una cedula a nombre de Hamlet Alberto Hermann Pérez, quien declaró a las autoridades que él la había entregado a Orlando para que este pudiera sacar su carro de un taller de mecánica donde lo estaba reparando.

La prensa de la época difundió los detalles de la muerte de Orlando Mazara. Alfredo Vásquez hizo un relato a Huchi Lora, y así consta en El Nacional, dirigido por Freddy Gatón Arce

De acuerdo a las declaraciones de algunos militares, se decía que Mazara era considerado como un líder de los campesinos de las lomas donde realizaba su trabajo político-militar, pero que ellos tenían conocimiento de que en esa zona estaba actuando un grupo guerrillero.

Posterior a su muerte, Orlando fue entregado a sus familiares y trasladado a la ciudad capital para darle sepultura.

El masivo desfile fúnebre fue ametrallado por la policía con el saldo de un muerto y varios heridos. Su desaparición y el impacto del suceso sobre el 1J4 puso fin al proyecto guerrillero que se había organizado bajo la consigna de organizar la guerra en el “campo que rodea la ciudad”. Pero no solo por los sucesos de Monte Arabia, sino porque además, los mejores hombres que la agrupación de izquierda había enviado a adiestrarse a Cuba, desencantados por lo que pasaba a lo interno de la organización, decidieron unirse al proyecto guerrillero de Francisco Alberto Caamaño Deñó, el legendario Comandante Román. Pero de esto hablaremos en otro artículo de estas “crónicas de los doce años de Balaguer”.