El magnate Donald Trump trató esta semana de articular una política exterior digna de la Casa Blanca y creó aún más confusión, con un discurso desconcertante que provocó una lluvia de críticas de la élite diplomática pero que, según los expertos, no reducirá su tirón entre los votantes.

En su primer discurso serio sobre política exterior, el favorito en la carrera republicana a la Presidencia de EE.UU. reafirmó la tendencia aislacionista que ha puesto nerviosos a muchos países, pero también apostó por el militarismo y el nacionalismo, una mezcla contradictoria que confundió a muchos de sus oyentes.

"Sus ideas son un caótico revoltijo de malentendidos e ignorancia", dijo a Efe el analista Gordon Adams, profesor emérito de política exterior en la American University de Washington.

"Por un lado, quiere tranquilizar a sus aliados y amigos sobre lo mucho que podrán confiar en Estados Unidos; y por el otro, quiere dejarlos solos si no gastan más en defensa. Dice que eliminará el Estado Islámico (EI) y que reforzará el Ejército, pero también que no intervendrá en el extranjero", resumió Adams.

El ministro de Exteriores alemán, Frank Walter-Steinmeier, siguió de cerca el discurso que Trump pronunció el miércoles en Washington -uno de los pocos que el magnate ha leído en lugar de improvisar- y reconoció estar perplejo.

"Me pareció que sus argumentos no estaban completamente libres de contradicciones. Si por un lado pide 'hacer a EE.UU. fuerte de nuevo' y por otro enfatiza la retirada de EE.UU. del mundo, las dos cosas no parece que encajen muy bien", dijo el ministro el jueves en Berlín.

Nada más comenzar el discurso, Trump dejó claro el lema de su política exterior: "Estados Unidos primero", el mismo eslogan que utilizó el aviador estadounidense Charles Lindbergh y otros aislacionistas que se oponían a la entrada de EE.UU. en la Segunda Guerra Mundial (1939-1945).

"Los aislacionistas se oponían a moldear el mundo de forma proactiva. Trump no pudo dejar más claro que está de acuerdo con ellos en esto y quiere volver a una era en la que Estados Unidos haga mucho menos en el mundo que ahora", opinó Thomas Wright, experto en política exterior en el centro de estudios Brookings.

No en vano, Trump abogó por "dejar atrás la falsa canción de la globalización" y dejar de empeñarse en "reconstruir otros países", un mensaje que encaja con su proteccionismo en el plano económico.

Es difícil que ese mensaje le reconcilie con la cúpula republicana, porque los aislacionistas llevan años marginados de la doctrina de ese partido, igual que los realistas, con los que Trump comparte su "crítica de las alianzas", recordó Wright en la página web de Brookings.

Lejos de dar marcha atrás en sus críticas a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), Trump lanzó una amenaza tanto a los aliados europeos de EE.UU. como a los asiáticos, al considerar que no están "pagando la parte justa" por su propia defensa.

"Los países a los que estamos defendiendo deben pagar el coste de esta defensa, y si no, Estados Unidos debe estar preparado para dejar que esos países se defiendan solos", sentenció el magnate.

Al mismo tiempo, Trump prometía invertir más en las Fuerzas Armadas de Estados Unidos -que este año tienen un presupuesto de casi 600.000 millones de dólares- para competir con el músculo militar de Rusia y China, una idea que sí encaja con la doctrina del Partido Republicano, pero no con la línea aislacionista del magnate.

El aspirante a la Casa Blanca dijo además que "negociará" con Rusia y China para mejorar las relaciones, algo que le ha merecido críticas como la expresada por el diario The New York Times.

"Cuando la experiencia de alguien se limita a acuerdos inmobiliarios, todo le parece una negociación sobre el alquiler", indicó el diario neoyorquino en un editorial este jueves.

Trump también subrayó su idea de que los otros países no respetan lo suficiente a Estados Unidos, al criticar, por ejemplo, que el presidente cubano, Raúl Castro, no acudiera a recibir al aeropuerto al mandatario estadounidense, Barack Obama, cuando aterrizó en La Habana en marzo.

Presentar a Estados Unidos como la potencia humillada por otros países a los que considera inferiores encaja con el discurso de Trump en sus mítines, según Jonathan Tobin, analista y editor de la revista de opinión Commentary.

"Trump no tiene una política exterior bien pensada, igual que no tiene posiciones bien reflexionadas en el plano doméstico. Lo que tiene son actitudes que apelan a nuestro miedo", escribió Tobin este viernes en la revista.

Por eso, el discurso "no perjudicará a Trump entre sus votantes", que responden bien a esa dinámica, en opinión de Adams.

También fue reveladora la ausencia de referencias a Latinoamérica en el discurso, a pesar del protagonismo que ha cobrado en la campaña de Trump su idea de construir un muro a lo largo de la frontera con México para contener la inmigración ilegal y la fuga de empresas estadounidenses a ese país.

"Sospecho que, en la mente de Trump, los asuntos comerciales (y de inmigración) no son política exterior. Están en otro cajón diferente de su archivo cerebral", argumentó Adams. EFE