IV. Qué hacer
IV.a Recomendaciones
Así, pues, transparentar la verdad de lo ocurrido el 16F y restablecer la confianza perdida en todas las autoridades gubernamentales y electorales, requiere como conditio sine qua non y como punto de partida contar con una explicación independiente y objetiva.
He ahí una condición previa, fundamental, a cualquier “pacto nacional” (Peña 2020) o “pacto político para la paz social” (CES 2020: 14).
Restablecer la credibilidad en y de las autoridades y funcionarios electorales, así como en la persona presidencial y eventualmente en su Gobierno, comienza por reconocer el interés general de que se devele e informe todo lo acontecido. En ese interés todos coinciden y parecen comulgar, pues es compartido desde el primer mandatario de la nación como él mismo afirmó, y no solo por ejemplo por los firmantes del Manifiesto Ciudadano (ver documento en Heredia 2020) o de los arzobispos Francisco Ozoria (Peña 2020) y Freddy Bretón (Espinal 2020) y otros más cuando piden institucionalidad, transparencia y respeto al voto y voluntad popular. No solo ellos, sino ante todo y sobre todo por esa juventud congregada con entereza patria e iniciativa propia en la Plaza de la Bandera.
También ella reclama desde hace ya más de una semana y ahora en pleno “Trabucazo 2020”, no solo elecciones y que se le respete el voto, sino que la OEA, IFES y UNIORE investiguen qué sucedió, que se de a conocer todo lo investigado y que se sancionen los responsables (Diario Libre 2020; Gonzáles 2020; Martínez 2020).
De cuerpo presente y de cara al sol, la nueva generación parece reconocerse en la sentencia de Juan Luis:
“Por la democracia, por la paz, por el derecho de elegir libremente a nuestros gobernantes, por una mejor nación” (El Caribe 2020).
Ahora bien, dado que al día de hoy, 28 de febrero del año en curso, aún no ha iniciado la intervención aclaratoria de la OEA y otros organismos, e independientemente del aval técnico y credibilidad moral de los mismos, es fácil concluir que las elecciones municipales convocadas nuevamente para el próximo 15 de marzo transcurrirán sin conocimiento de causa ni establecimiento de responsabilidades por efecto del “sabotaje” (Youtube 2020) al que se refirió el presidente del partido oficialista, Temístocles Montás, el pasado 16F mientras se exculpaba y daba a entender que no solo sabía cuántos votos iban ganando sino que la suspensión de las elecciones municipales no habían sido el resultado de fallas técnicas ni de negligencia humana.
En otras palabras, y dejando atrás la teoría del caos supuestamente pretendido por chiquitos que no quieren que se les cuente los votos y también por grandes que persiguen profecías autocumplidas, ambos para pescar en río revuelto, la ciudadanía se encamina a contiendas electorales a escasos días pero transidas por dos carencias: no conoce la causa de lo acontecido y no hay confianza en las autoridades electorales ni en los personeros de la política vernácula.
Y todo eso sin que siquiera se haya producido lo que advirtió rápidamente Eduardo Frei, presidente de la misión de observadores de la OEA en el país, cuando declaró a la prensa nacional e internacional haciendo un llamado “a las autoridades electorales y a los actores políticos del país a mantener un diálogo franco y constructivo de cara a los próximos pasos que se deban emprender ante esta compleja realidad” (HOY 2020).
En tal contexto, el mejor deseo sería que en la próxima ocasión, a falta de votación electrónica, no sean los scanners los que nos den más dolores de cabeza al ir a votar o contar los votos.
Sin garantías y sin confianza no deja de inquietar el contenido de estas notas tomadas por un grupo de ciudadanos mientras indagaban a propósito de la preparación del próximo certamen electoral, tal y como lo relatan por las redes sociales hace menos de una semana:
“Después de asistir ayer en compañía de otros miembros a la Junta Municipal en la que tuvimos una conversación con su pleno, todos los invitados… concluimos que tenemos un enorme reto por delante que nos llama a preocupación. Se pusieron en evidencia una larga cadena de inconsistencias y carencias de gerencia, eficiencia y logística, que inician en la JCE y afectan las juntas municipales. Entre las que se pueden destacar por parte de la JCE la lentitud en la toma de decisiones que definan ciertos procesos que deben ser transmitidos a las juntas municipales para que estos inicien el proceso de formación de los voluntarios que operarán como funcionarios de colegios electorales. Proceso que ya está retrasando a espera de una decisión de la JCE. La falta de información oportuna de parte de las juntas municipales en lo relativo a la cantidad de personas con que cuentan a la fecha para ser llamados a ocupar los puestos de funcionarios de colegios. Preocupa el nivel de complejidad de las próximas elecciones en relación al pasado proceso a pesar que se trata del sistema viejo, por ser novedoso en algunos aspectos, como lo relativo al voto preferencial. (…) Entre otras tantas debilidades identificadas sorprende la seudoseguridad y exceso de confianza que presentan los funcionarios.”
Haya o no motivo de preocupación, es indispensable exigir y seguir exigiendo a los actores políticos, a las Juntas electorales Municipales y a la Central que garanticen el voto de la ciudadanía por medio de una elecciones limpias y transparente, garantizando la legitimidad de las mismas y, a la población, su tranquilidad.
Una forma razonable de encauzar dicha exigencia desde el movimiento social la trazan organizaciones dotadas de aval técnico y relativa credibilidad en varios sectores de la sociedad dominicana. A seguidas, alguna de las recomendaciones entresacadas de publicaciones formales de Participación Ciudadana (2020), Finjus (2020) y Manifiesto Ciudadano (Heredia 2020), pues es de asumir que las mismas harían consenso entre otras tantas organizaciones de la sociedad civil y política a la hora de corregir y superar finalmente la debilidad institucional del sistema electoral en el país:
- Romper con la cultura de utilizar al Estado como comando de campaña y propiedad del candidato oficial. Para ello, el Presidente de la Republica ha de hacer honor al juramento de su investidura y comprometerse con los intereses del país, por encima de sus propios intereses personales y partidistas; al tiempo que los altos funcionarios tienen que abandonar la campaña electoral o tomar licencia efectiva de sus cargos.
- No esperar, tolerar o aceptar promesas y generalidades de la Junta Central Electoral, como forma de que no se deteriore aún más su credibilidad y capacidad operativa. Y para reconstruirla -asumiendo que debe ser posible por el momento- reclaman un acompañamiento nacional y de organismos internacionales como un factor esencial que mitigue la desconfianza creada.
- Propiciar la equidad y evitar la parcialidad, aceptando que la JCE acuerde con los partidos políticos la prohibición de toda campaña electoral hasta el 15 de marzo y que solo se realice una campaña de información y motivación del voto de carácter institucional.
- Consolidar y dar a conocer los resultados de los colegios electorales en y por medio de las Juntas Municipales Electorales, pues en marzo no serán celebradas unas elecciones nacionales. A continuación esas juntas transmitirán los resultados a la JCE, tal como está contemplado en el artículo 246 de la Ley Electoral No. 15-19.
- Rechazar el uso de celulares para transmitir resultados en razón de que el país no resistiría otro fracaso electrónico.
- Impedir a toda costa -de ser necesario- que durante el período electoral y de transición, sin importar quién gane las elecciones, el Consejo Superior del Ministerio Público, controlado por el Procurador General de la República, aplique las buenas prácticas que indican que no se deben tomar decisiones de esta naturaleza en medio de elecciones, y detener por ende el concurso público que lleva a cabo. La imparcialidad y la profesionalidad del personal todo del Ministerio Público es innegociable.
- Establecer responsabilidades en cada momento y que sean castigados quienes disciplinaria y legalmente resulten ser responsables o encubridores de los graves hechos que hicieron abortar las elecciones del pasado domingo, los cuales ponen en riesgo el resto del proceso electoral y la estabilidad política del país.
- Perseguir y condenar todos los delitos electorales, especialmente la compra de votos, e implementar la Procuraduría Especializada para este fin, tal como ordena la Ley 15-19 sobre Régimen Electoral, facilitando que su titular y miembros sean designados en esta ocasión en consulta con la sociedad y los partidos.
- Defender la democracia y ejercer libremente y sin soborno de ninguna índole el deber de elegir en las urnas de manera cívica y masiva las autoridades de dicte su conciencia, dando valor al voto que no tiene precio.
- Ejercer el derecho constitucional a la manifestación cívica, pacífica y ordenada, canalizando las energías hasta hace poco contenidas por la frustración, reclamando cumplimiento de las leyes, justicia, transparencia y equidad. Hasta derrotar así, comenzando desde los más jóvenes hasta contagiar al resto de la población, de cualquier vestigio de indiferencia ciudadana que tanto perjuicio ocasiona en el tejido social dominicano.
- Empoderarse la ciudadanía de su democracia, iniciando con su base simbólica en el voto libre y consciente, y sin jamás olvidar su resguardo y desarrollo en las mesas electorales y en el desempeño de sus funcionarios y representantes al frente de sus instituciones y poderes estatales.
- Y preservar la legitimidad legal y ética de los partidos políticos como instrumento idóneo del quehacer público en una nación cuyo Estado es social y democrático de derecho.
Recomendaciones todas ellas, sin prejuicio de la urgente necesidad de abocarse pacíficamente todo los actores a la concertación de un gran pacto político y social que avale elecciones libres y equitativas, sin la irrupción del Gobierno y que cuente con el Presidente de la República como compromisario del mismo.
IV.b Lecciones aprendidas
El futuro no está escrito. No puede ser escrito. La historia ni tiene ni mantiene por mucho tiempo rumbo fijo (Fernández-Armesto 2009). Sin embargo, las recomendaciones anteriores podrían adentrarnos en él.
Pero, para no volver a cometer viejos errores y tener que actuar con una fe ciega en la democracia, -como al momento presente, justo cuando la población está presta y decidida a acudir nuevamente a las urnas-, debiéramos de entresacar y aprender las principales lecciones que descollan de tan histórica jorrnada cívica:
- En el libro de historia, primera lección, la distancia que va de la dictadura a la democracia es más larga que el camino que nos lleva de la democracia a la dictadura. De ahí que sea imperativo perseguir y abolir la práctica política del fatídico borrón y cuenta nueva, que como cédula cancerosa fue inyectado en el cuerpo social dominicano al finalizar la dictadura trujillista e iniciar el largo recorrido hacia el presente estado de cosas democrático.
- Segunda lección, escrita en el libro de derecho de cualquier Estado político que se precie de serlo, hay que reclamar el imperio de la ley y exigir justicia humana. En el mundo democrático no hay dioses ni ídolos de barro y tampoco becerros de oro. Tenemos que establecer responsabilidades y aplicar el régimen legal de consecuencias. Sin chivos expiatorios, luego de buscar el punto más débil por el que rompe la soga y, por supuesto, sin regresar al ojo por ojo y diente por diente. Pero esto sí, acusando y juzgando con rigor y sin componendas al responsable y a los cómplices del sufrido aborto electoral. Eso es innegociable. Los responsables deben ser sometidos a la justicia, así en la tierra, tras ese fraude electoral, como en el cielo del que disfrutan quienes gozan de tanta corrosiva impunidad.
- Otra lección, descansa en los fallidos libros de moral y cívica. En la memoria de los pueblos no hay lugar para el olvido. No podemos dejar que nuestros representantes y poderes, fácticos o no, sigan manejando el país como conducimos en la vía pública. Con eso del “to e to y na e na”, nos vamos a matar. Y por añadidura, con lo de “que vendan la patria y a mí búsquenme lo mío” seguiremos burlando y violentando la burlada a pesar de ser soberana voluntad popular.
- La cuarta lección la trae el libro de economía 101: el mundo será ancho y ajeno, mas no pasemos por alto que en él se compite y nos observan. Ese mundo compra bonos dominicanos, envía turistas y proporciona inversiones extranjeras. Guste o disguste el manejo de las finanzas públicas, compra nuestros productos de exportación y ayuda a generar empleos, a veces de calidad y las más de miseria. Sumergidos en esa realidad de poco ayuda destruir lo que es si no es para construir algo superior. En las lides electorales, empero, rara vez se habla de teorías, de innovaciones y mucho menos de destrucción constructiva.
Por eso mismo, en el segundo volumen de esa obra económica, hay que subrayar que ya no todo es crecimiento. Los ciudadanos tienen aspiraciones y sufren decepciones. La población -encopetada, tanto como la despojada de bienes y de derechos- reclama transparencia en el manejo y administración de la cosa pública, un régimen legal de consecuencias e igualdad de oportunidades para todos, así como siempre más bienestar humano y mejor calidad de vida.
- En el libro de ciencias políticas destaca la quinta lección: nunca agravar una crisis y pescar en río revuelto. La crisis electoral no tiene por qué ser constitucional si se apuntala la credibilidad de la Junta Central Electoral mediante veedores con autoridad moral y el por ahora indispensable acuerdo político a nivel nacional. Las fechas fijadas para los comicios municipales en marzo y nacionales en mayo no son negociables. Tampoco la legitimidad de los procesos, la confianza entre los actores, y el respeto al voto, a la Constitución y a su régimen democrático y republicano.
- Interesante el libro de medicina, que nos regala una sexta lección elemental. El cuerpo social dominicano requiere un hálito de esperanza, so pensa de caer en coma afligido de pesimismo, reproches, cólera e indignación.
- De su lado, la séptima y más difícil de las lecciones, la del libro de ingeniería. Es ahí donde se aprende aprende que el edificio democrático dominicano se tambalea estructuralmente, de modo que se refuerza y construye con más transparencia y participación ciudadana o se le deja caer a él y a todas las instituciones estatales y sociales al vacío.
- La octava lección, impresa en el libro de cultura general, viene de la mano con el sentido común y el respeto a los demás. Hay siempre que hacer lo imposible para que la ciudadanía deje de acudir a las urnas en tinieblas, movida solamente por motivos electorales ambiguos o por una fe-ciega en la democracia, so pena que un día respectivamente la ignorancia o la frustración derrumben cuanto edificio e institución pretenda sostenerse sin cimientos.
Quedan muchas otras lecciones por aprender y poner en práctica para que nada ni nadie nos confisque el futuro. De entre todas privilegio, por deformación vocacional, la lección filosófica.
- De acuerdo a uno de sus más renombrados y controversiales autores, Hegel, sin confianza no florecen las instituciones ni persiste orden social alguno. Pero precisamente, el pasado domingo 16F, examinamos y reprobamos en confianza. Se quemaron al mismo tiempo, instituciones y clase política. Es por ello que la tarea más urgente ahora mismo sea el restablecimiento de la confianza, único cemento legítimo y valedero para sostener y enarbolar cualquier relación social en una sociedad civil y/o en un Estado político de derecho.
- A seguidas, una elemental clase de genética por aquello de la evolución de las especies. Si algo enseña esta jornada cívica en la República Dominiana es que al ritmo de los años y de los eventos, siempre surge una nueva generación presta a asumir sus responsabilidades. Y a simbolizarlas, tanto en el Monumento a la Paz, como en una plaza pública bajo la sombra de la bandera dominicana.
- Y otra de antropología, pues desde tiempos arcanos el ser humano es un homo habilis, utiliza utensilios. De entre esos objetos, gracias a la tecnología y al libre mercado, el más socorrido en la actualidad histórica del país es el teléfono celular e inteligente. Éste permite la comunicación e interconexión de los más diversos actores y sectores de la población, independiente de los medios tradicionales de comunicación y libre al menos por ahora del ejercicio publicitario de índole gubernamental. Utensilios de moda y de fácil acceso comercial, aunque no por ellos mismos fidedignos y mucho menos infalibles, puesto que permiten que todos crean lo que sospechan, dicen y repiten.
- Por vía de conclusión, bien nos valdría una décima lección entresacada de un olvidado capítulo del libro de teología natural. Como seres naturalmente éticos -no solo políticos- imposible e improcedente soslayar al fragor de la batalla que, como escribió Dostoevsky y más recientemente recordó Lacan, hay que encomendarse a Alguien porque -en situaciones como la presente, repleta de todos los miserables imaginables- si queremos que el futuro arribe con el nombre de todos esos buenos y verdaderos dominicanos, si dios no existiera y todo estuviera permitido, habría que inventarlo.
El resumen de los doce días históricos que van del 16 al 28 de febrero del año 2020 debiera ser obvio: el futuro de la democracia dominicana cuenta ya con muchos nuevos nombres que lo promueven. Y si por eso mismo ayer, 27 de febrero, Duarte permanecía al igual que todos estos días “en la Plaza de la Bandera” (Taveras 2020: 24) esto se debe a que con ese movimiento social hay y seguirá habiendo esperanza.
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