Buenos Aires, 28 jun (Natalia Kidd/EFE).- El procesamiento del vicepresidente argentino, Amado Boudou, en un caso de presunta corrupción golpea de lleno al Gobierno de Cristina Fernández, agobiado ya por el litigio con los fondos de inversión especulativos, también llamados "fondos buitre", y desgastado de cara a las presidenciales del próximo año.
Es la primera vez en la historia argentina que un vicepresidente argentino en funciones afronta una medida judicial de tal magnitud.
Hasta ahora, el Gobierno de Cristina Fernández, quien para lograr su reelección en 2011 designó a Boudou como su compañero de fórmula por ser "leal", viene sosteniendo la inocencia del vicepresidente.
Sin embargo, el auto de procesamiento por cohecho y negociaciones incompatibles con su cargo, delitos penados con hasta 6 años de prisión, es una bomba que amenaza con estallarle en las manos a la propia mandataria.
Desde la oposición, afirman que es ella, si Boudou no renuncia por iniciativa propia, quien debe pedirle urgentemente su dimisión o al menos exigirle que se tome una licencia mientras responde ante la Justicia, sin ampararse en sus fueros.
De momento todo es silencio desde la Casa Rosada, mientras que desde la vereda opositora estudian cómo lograr convencer a algunos oficialistas para que los acompañen en un pedido de juicio político a Boudou, quien además es titular del Senado.
Por ahora, esta vía está cerrada para la oposición, ya que el oficialismo es mayoritario en ambas cámaras del Parlamento.
"Para el Gobierno es un golpe político importante", aseguró el analista político Rosendo Fraga.
Para el consultor, dentro del propio oficialismo hay aspirantes a la Presidencia, como el ministro de Interior, Florencio Randazzo, y el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Daniel Scioli, quienes, si bien no se han pronunciado públicamente, apostarían por el alejamiento de Boudou a causa del impacto electoral negativo para las presidenciales del próximo año.
"Mi impresión, sin embargo, es que la presidenta no lo va a dejar, ni en licencia ni renuncia, porque esto tiene que ver con el poder y no con la imagen", consideró Fraga.
A juicio de este analista, Fernández ve en un eventual alejamiento de Boudou una "señal de debilidad política" propia.
"La presidenta siempre tiende a redoblar la apuesta, sin que esto garantice éxito", sostuvo.
Fernández no lo tiene fácil: si Boudou sigue aferrado a su sillón, es probable que la imagen del Gobierno continúe en caída.
Desgastada tras siete años en el poder, la mandataria ya había descartado impulsar una reforma constitucional para habilitar la posibilidad de un tercer mandato presidencial, pero al menos contaba con aguantar el vendaval de la agitada vida política argentina para asegurarse la continuidad del kirchnerismo después de 2015.
Las cosas lucen ahora un tanto más complicadas que un simple vendaval.
El fallo en contra de Argentina en la Justicia estadounidense en el juicio entablado por los "fondos buitres" ha puesto al país al borde de un cese de pagos.
Acosada ya por el enfriamiento de la economía y la alta inflación, Argentina afronta por estas horas en Nueva York una dura negociación de final incierto.
Y sobre llovido, mojado. El procesamiento de Boudou terminó por convertir el ventarrón en una verdadera tormenta perfecta que amenaza el futuro electoral del oficialismo. EFE