El miedo, el dolor, la soledad que trajo de la pandemia nos obligó a renunciar a los rituales y encuentros que nos convertían en un pueblo con rostro de un nosotros que alimentaba el alma con abrazos.
Se nos olvidaron las palabras que hablaban de un mundo repartido en partes iguales para para todos.
Se nos olvidaron las palabras para llenar las paredes de frases de los poetas que le cantan a la vida y a la felicidad. De salmos que extienden su luz a lo lejos.
Ahora en Navidad, quitémonos las mascarillas por un rato para rezar a gritos por la felicidad de todos los habitantes de la tierra. Por todos los prójimos cercanos y lejanos que tienen urgencia de encontrar fraternidad y sororidad. “Donde la única noción de patria sea esta urgencia de decir Nosotros”.
Atrevámonos a decirles a todos “yo te deseo felicidad” porque te siento. Porque estás ahí. Porque entraste a mi corazón por la compasión.
Deseemos esa felicidad sincera que rompe las indiferencias y los egoísmos. La que fuera anunciada por Whitman cuando dice: “no tener el alma presionada por el peso de un horrible odio o desgracia; no tener una castigo terrible suspendido sobre ti; oh, eso es la felicidad”.
Desear felicidad a los otros es un acto de bondad amorosa que aumenta los niveles de empatía, conexión y la propia felicidad, a la vez que reduce la ansiedad. ¡Y también las distancias y las discordias!
El conocido actor norteamericano Richard Gere, quien fuera estudiante de filosofía y que profesa la doctrina budista, se ha dedicado a indagar sobre los caminos hacia la felicidad. Hoy comparte su ruta con nosotros:
“Hay un poderoso ejercicio, muy simple, que empecé a usar hace algunos años.
A quien encuentre en mi camino, sea una persona o un insecto, el primer pensamiento que asumo respecto a este momento es “Te deseo felicidad”.
Y mucho más importante que la idea era esa primera vez que decía “Te deseo felicidad”.
Esto transforma completamente lo que va a ocurrir entre tú y esa persona.
Digo esto desde mi experiencia personal.
En ocasiones, es muy difícil cuando encuentras a tu enemigo o cuando te ves a ti mismo en situaciones inesperadas.
En este momento, creas la oportunidad de hacer más espacio alrededor de ti.
Ves cómo desaparece esa emoción negativa antes que te tome y te da tiempo a transformarla.
Ves las cosas como son, como simple y evidente ignorancia, ira, temor, no de los otros, sino como ignorancia de mi parte, de su parte.
Transformas esto, lo dejas ir, te vuelves al amor.
Prueba a hacerlo, y observa todo lo que cambiará en tu vida”.
¡Te deseo felicidad!
Richard Gere