Ahora que he vuelto a re-encontrarme con ella, y hemos intercambiando amenamente  —como lo hacíamos en su residencia de la calle Enriquillo número 7 del Sector Los Cacicazgos, en la enorme terraza de su casa cosas y hechos  fuera de foco, que no se ven del «ejercicio del poder»— le recuerdo lo que ha sido  su norte de acción: «Nosotras abrazamos la vocación de servicio. Tenemos como aspiración mayor sensibilizar a nuestros iguales, a nuestros compañeros, re-conceptualizando y re-definiendo las nociones de un deber-ser, a fin de que seamos un ser-para-otros en condiciones de igualdad. »

Más aún en este momento, en que se debaten tantos aspectos neurálgicos en y de la «realpolitik», y que existen urgencias, de unos, de buscar salvoconductos; de otros, de arrastrar a los contrarios  a dolorosas torturas emocionales; de algunos, que hacen amenazas veladas; de muchos, que lo que requieren y necesitan es el consuelo de la Oración; de los más, que construyen y han construido sus propias tumbas morales por “imprudencias”;  de una minoría corrupta de la cual se puede oír el lamento de sus llantos; de los que esperan llegar la noche, las horas justas de las sombras, en que descienden al piso séptimo del infierno  para conversar a solas con las fuerzas ocultas de la maldad, de la crueldad y la simulación. ¡Dios! Todo esto —si miro a mi alrededor—  ocurre en la política cuando se rasgan las vestiduras unos y otros, y no  dejan caer sus  párpados —ni aún para dormir—  los que tejen y entretejen los hilos con los cuales pretenden hacer caer a los que como norte-sur «un deber-ser, a fin de que seamos un ser-para-otros en condiciones de igualdad».

Mirando hacia el pasado, hacia 1821, tal vez sea cierto —aplicándolo a nuestra Nación/República— que hemos continuado existiendo como pueblo, teniendo una sobrevivencia de muchos sobresaltos porque siempre a toda gestión gubernamental  le sobrevive a su alrededor, o, le ronda como una hiena herida, el siguiente peligro, parafraseando a Ernesto Sábato, de que,  hay gobiernos que se hacen «mediante la Secta Sagrada de los Ciegos. » [1]

Eso es, eternamente, la política, la «realpolitik».  Inmensas redes de pescadores y cazadores; de individuos pertrechados en el poder; de barcas que se hunden; de murallas que se erigen; de armaduras que hay que llevar para que una mirada perversa no te traspase el pecho y te destroce el corazón.  Son fuerzas, furias,  que se enfrentan para que unos caigan y otros asciendan. Es así, fríamente así. Pero quizás,  sí existen algunos excepcionales hombres y mujeres que creen en el ejercicio de la política como algo puro; que estiman que la Humanidad merece estar al cuidado de personas que no sean indiferentes ante las disputas de los caudillos que siempre buscan ventajosas prebendas.

Yadira siempre ha reconocido que, toda gestión gubernamental necesita a la  «ciudad letrada»; por eso atrae a los poetas; no los echa a un lado; les consulta y les escucha; es por eso que ella tiene quien le escriba.  ¡Es sabia, Yadira!  No pregunta al Oráculo de Delfos, sino a  los poetas, por eso deseo escribirle a ella lo poco o mucho que sé de los pactos secretos que no se firman entre políticos, como apostillas a nuestras fructíferas conversaciones, mientras don Vicente está entretenido jugando una «partida de dominó»  con sus amigos.

Ahora, voy hacia el pasado.

Era agosto del 2004. El mes del traspaso de mando constitucional. Un mes incendiario, que finalmente marcaba en el reloj el día 16, hora 10.00 am.  Había que entregar el poder. ¿Qué poder? El poder que delegaba el pueblo «soberano»  en las autoridades electas en elecciones democráticas que son el fundamento político para la existencia de un Estado de derecho.

Es difícil, lo sé, para algunos funcionarios salientes ese momento ¡Traspaso de mando! Pero para Yadira Henríquez no lo era.  Una mujer de una actitud estoica como ella, líder o lideresa de grandes segmentos y sectores de mujeres, con una empatía natural para atraer la atención de sus congéneres en las faenas políticas, no lo era. Había que cumplir las leyes y, por supuesto las formas de manera correcta, y de manera institucional  aceptar lo que el electorado decide. «Hoy ustedes, mañana ellos», «Hoy nosotros, mañana ustedes»,  si fuera un acuerdo tácito entre liberales y conservadores; pero aquí, en República Dominicana,  el ejercicio del sufragio no es garantía de una conciencia que actúa en absoluta libertad.

Después de los representantes/delegados llegar al poder, cambian, se acomodan todas las estipulaciones constitucionales y democráticas. Por eso, el pueblo sabio, sincréticamente, con un eufemismo exquisito dice: «Una cosa es con guitarra, y otra es con violín».   Pero en Yadira no se cumple ese adagio, es una excepción.  ¡Yadira es Yadira!, ¡Yadira siempre es Yadira! Por eso dejó escrito —en sus Memorias de la Secretaría de Estado de la Mujer (SEM), y en la Comisión  Interamericana de Mujeres (CIM) de la Organización de Estados Americanos (OEA) de la cual fue su Presidenta — para que no se olvidara: «Nosotras abrazamos la vocación de servicio».

Me decía un amigo-mentor, en una reciente conversación telefónica, mi apreciado profesor Diógenes Céspedes, hablando de las complicidades pactadas entre miembros de los partidos— y entre contrarios—   desde tiempos muy remotos hacia acá: «Ylonkita, recuerda que los pactos que se cumplen son los que no se escriben y, los que se escriben lo que no se cumplen». Y así, parece que es. Los pactos verbales suprimen los demás acuerdos. Los pactos escritos quedan restringidos a eso: al pedazo de papel, sin garantías, invertebrados,  tirados al lastre, con el veto absoluto de que la opinión pública lo conozca, restringidos solo a un petite comité  que se hace asamblea absoluta del destino de una Nación.

Pero son los pactos no escritos, de la «realpolitik»,  los  que envuelven en el descrédito a quienes lo hacen,  porque no se acuerdan en base a principios ni ideologías.  Son las élites partidarias las que polarizan  el “acuerdo de caballeros”, pero que peligrosamente no saben que sus “pactos”  los pueden hacer perecer en caída libre ante el pueblo, por más prominente que sea su maquinaria de adeptos pusilánimes que se encierran en su bunker a “decidir” por todos.

Al parecer,  Yadira, no hay remedios políticos para la desilusión que traen los pactos no escritos, porque todo se hace turbio, aparentemente racional, pero éticamente irracional, que es decir, equivalente a lo amoral. Es el lado más oscuro de la «realpolitik». Advierto, que las mujeres — todas, aparentemente—  caemos en las trampas de esos pactos que acuerdan otros, que prevalecen dentro de todos los partidos, y esto socaba  hasta la discusión más razonada sobre la igualdad de oportunidades. Tal vez —a veces—  solo queda disentir, aún cuando los demás se hagan de oídos sordos.

Los pactos oscuros son los que distorsionan a la esperanza, y frustran la posibilidad de alcanzar las anheladas transformaciones.  No hay manera de justificar que eso es, en buen dominicano,  una «charlatanería» —como diría Freddy Berras Goico—, una burla a la auténtica voluntad popular expresada a través del sufragio.

Me dirás, Yadira, entonces — y, por supuesto, interrumpirás mis  elucubraciones—:   ¿Por qué esas minorías audaces de los “pactos” no escritos, alcanzan sus propósitos/despropósitos? ¿Por qué se sufre  cuando por estos (los “pactos”) les  cortan las alas a unos, y enmudecen  a otros o a todos –los que participaron y participan de esos acuerdos—?

Es curioso —puedo responderte, Yadira—,  pero  mi corazón, creo,  es deficiente, muy deficiente para la simulación,  y no me ha permitido participar del tema que escribo ni aún en medio de las mayores amenazas de autoritarismo o ante los aleteos de las tendencias demagógicas  que medran todo intento de transparencia en el activismo cívico, social o político.

Sin embargo, me he dado cuenta, Yadira, que los “pactos” secretos, no firmados, sobrecargan a la “democracia” de mentiras, de falacias, de oportunismos; desmantelan el bienestar prometido a las mayorías,  pretenden hacer del pueblo una metáfora de simples escolares de primaria y, de sus anhelos:  un saco roto, que por estar roto, no tiene fondo. Destruyen, pues, todas las formas de democracia (de un nuevo tipo, respetuosa de la condición humana y/o progresista).

Quizás, desde el 2020, el electorado liberal apuesta por una democracia progresista, distanciada de la democracia populista, no a una democracia  basada únicamente en la retórica. Y esto, no es solo un asunto de la llamada «sociedad civil», oficialmente reconocida por todos los partidos del sistema. No es una democracia con credenciales light,  lo que el electorado liberal  busca o pretende. Ni una democracia que aplique sólo la autoridad de unas clases o élites de clases. Tampoco es una democracia severa de un partido único.  Es una democracia realmente participativa y deliberativa la que se pretende construir, que fue la que se procuró y afirmó en las urnas en el 2020.

Yadira, no me gustan los paraguas de los “pactos” no escritos, y más si son paraguas de cuervos negros. No pretendo nunca estar debajo de ninguno de esos paraguas. Tal vez, desde  1994,  los “pactos” no escritos son los que han impedido estar  inmune a la manipulación y, quizás, son los que han trastornado a  la democracia participativa y deliberativa, y nos colocan a expensas de las pasiones humanas, y ¿por qué no? del odio y la “envidia” entre grupos hegemónicos. Esos “pactos” no escritos (entre políticos) que burlan la voluntad diáfana de todos por el bien común, es lo que ha accidentando desde 1821  el destino de este pueblo llamado dominicano.

Estas ideas, Yadira, las escribo con un pesar nostálgico, porque recuerdo tu participación política ininterrumpida, responsable, en más de cuatro décadas en la vida pública y política nacional, apegada a los ideales de la socialdemocracia. Siendo tú, Yadira, una de las políticas nacionales de mayor dimensión como ciudadana en tus esfuerzos de que se establezca aquí una democracia participativa, colectiva, que integre a la comunidad, que esté aferrada  a la esfera de los valores, donde las mujeres influyan  no para alcanzar resultados frágiles en sus derechos, sino para dejar de estar confinadas al silencio dentro de las estructuras partidistas, sociales, de poder y de toma de decisiones.

Sabes que me molesta, profundamente, que las mujeres dirigentes tengan que regatear espacios.  Sabes que sólo soy estudiosa del feminismo, pero no militante feminista; sabes que no me agradan los excesos de privilegios, pero tampoco las migajas de pan que se hacen  la recompensa endémica para las mujeres de las bases de los partidos que dejan el «forro»— como se dice en el argot popular—  en las calles, en los callejones, en los caminos, en las carreteras, en las montañas, en las praderas, en fin, en toda la geografía del país.

Sabes que me coloco del lado de la resistencia, pero la gran incógnita, Yadira, es  lo que muchos sospechan, ¿por qué los políticos hacen “pactos”  secretos no escritos que son los que se cumplen, por supuesto, entre ellos?, y les  dan al cuello, «ti-tan», a las mujeres. Parece que sí, es una ceguera que tienen todos (votantes y no votantes): se atrofia a las multitudes,  se hace ambiguo todo,  y sobresale el hermetismo como materia prima alrededor. Se hace todo incongruente.

A la luz de lo que te digo, como un encaje que viene a mi memoria, recuerdo de nuevo el 15 de agosto del 2020. Tú siendo Secretaria de la Mujer, cabeza de una gestión realizada con un excelente equipo técnico, siendo una demócrata a carta cabal, comprendiendo que la Historia opera de manera cíclica, que los espacios públicos son pasajeros,  que nadie debe aferrarse a un cargo o una posición,  haciendo esfuerzos  para honrar tu compromiso político de servir al país, teniendo vitalidad, oratoria —no la mediatizada de ahora merced a asesores internacionales que no comprenden la identidad ni el alma nacional de los dominicanos—,  sin ser elitista, ni discriminar a nadie, pluralista,  corrigiendo (si los hubo) los errores que toda gestión puede cometer por acción u omisión, sólo trabajando sin esperar como recompensa la vanidad,  confiada en tu Fe, porque eres católica practicante, y sabiendo  que todo en la vida trae sus turbulencias y tormentas… Nunca tuviste, Yadira, agenda oculta, ni “pactos”  no escritos que cumplir; pero sé, que otras y otros a -tu alrededor-  sí lo tuvieron, y lo llevaron a cabo de manera perversa y vil para beneficios de tus contrarios/as políticos que siempre están a la sombra para adversarte, apostando a tu fracaso,  atajando para ellos/as, alimentando las intrigas, el oportunismo, y si se les daba un «poquito de soga»», tendían una cuerda para que se produjera tu caída.

Eso, Yadira, al aparecer es, parte del alma humana. Es  base  quizás, también, de la sobrevivencia natural de las especies, aunque tal vez Darwin no esté de acuerdo conmigo, pero entre animales políticos, se puede llegar a la conclusión de que es así.

Te he escrito estas Notas sobre la «realpolitik» —que espero te tomes la molestia de leer a través de Acento.com.do—,  porque sé lo que es «atajar para que otros enlacen», y esos que enlazan, luego de una haber atajado, son los que frustran los propósitos de los mejores.

Sé que tú estás entre las mejores, que eres una mujer productiva y proactiva, y que tu liderazgo es innato.

A mujeres como tú, la Historia no la mide en base al tener o el exhibir, sino en base al hacer y al ser. Tu hacer es humanitario, y tu ser, de continuo crecimiento espiritual.

Que un ángel en el presente nos proteja, quizás nuestro ángel de la guarda en medio de esta pandemia, donde creo que la mayor pandemia es la deshumanización del ser — como tal—.

He escrito, Yadira,  este artículo para ti,  para darte las gracias por haberme permitido ser parte de tu gestión en la Secretaría de la Mujer desde el 2000 al 2004, y ser la única testigo y acompañante que estuvo a junto a ti más de 20 horas ininterrumpidas, laborando hasta el final, haciendo efectivas tus instrucciones  en  las instalaciones de las oficinas de la Secretaría, en el Bloque D, de los Edificios Gubernamentales. No olvido tus disposiciones:

  • Ylonka, ¿ya está todo organizado?
  • Sí, Ministra. Todo listo, limpio, impecable. Si usted desea, acompáñeme a todos los cubículos de la oficina para que compruebe que no hay ni una pisca de polvo, ni ninguna pared con mancha. Coloqué los afiches de Las Sufragistas que estaban aquí guardados cuando hicimos la campaña publicitaria del 70 Aniversario del Voto de Ensayo de las Mujeres. Puede, además, supervisar los baños, los ventanales. Todo. ¡Ah! Rocié un aromático de flores

Es preciso recordar aquí, que esos afiches/posters de Las Sufragistas tienen, en la gestión de Yadira, una historia aparte, porque con ellos —unos duplicados que hicimos—  fue que se inauguraron las doce calles del sector La Castellana, que tienen el nombre de Las Sufragistas de vanguardia de la República Dominicana, lo cual resulta ser un tema de trascendencia ahora que, la vicepresidenta de Estados Unidos de América (EE.UU.) Kamala Harris ha reivindicado antes, durante la campaña del Partido Demócrata, y aún después de obtener el triunfo electoral.

Para la campaña comunicacional del mes de marzo del 2004 presenté — vía la subsecretaría Técnica de la Secretaría, que ejercía la Dra. Nora Nivar de Fernández—  el proyecto de la celebración del 70º Aniversario del Voto de Ensayo de la Mujer Dominicana, es decir, de Las Sufragistas de vanguardia. En la Secretaría hubo áreas departamentales que mostraron su resistencia al tema. Entre cubículos y pasillos de manera sigilosa unas decían: «Ya viene, Ylonka, de nuevo con una de sus cosas. Pero si todas esas mujeres lo que eran es trujillistas  ¿Para qué traerlas al presente? »

Escuchaba —esos comentarios mordaces tras bastidores— y, no lo niego,  me sentía herida. Llamé a New York a mi amigo Franklin Gutiérrez, y le solicité autorizarme a transcribir las biografías de algunas de las sufragistas que estaban incluidas en su libro Evas Terrenales (Ediciones Ferilibro, 2000), ya que tenía poco tiempo de —mi parte— para hacer el levantamiento y concluir las fichas bibliográficas de todas, a lo cual él, gentilmente accedió. Para completar los datos recurrí a otros textos, testimonios de descendientes, archivos familiares y a la revista Fémina, a la colección que estaba en la Biblioteca Central de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD). Para entonces, el historiador Alejandro Paulino era el  Encargado. En el área de revistas logré localizar algunas fotografías, pero el problema es que la biblioteca no tenía escáner para hacer la reproducción. Tuve entonces, que  persuadir a Alejandro, decirle que era urgente esto, y así, iba con cada hallazgo a un centro de copiado de lo que llamaban el sótano de la UASD a hacer los escáner de las pioneras del sufragio. La última fue la fotografía de María Patín Pichardo.  De ahí, corría a G2 Publicidad, donde el diseñador Pedro Martínez, y poco a poco se completaron las efigies, los rostros, que hoy tenemos de Las Sufragistas.

Yadira estaba al pendiente de ese trabajo. Le preguntaba a doña Nora Nivar:

— Nora y, ¿por dónde anda Ylonka hoy, que no está en su área?

— Yadira, recuerda que ella está haciendo el trabajo del 8 de marzo, y eso requiere tiempo, no es tan sencillo hacer una investigación, y más de esa envergadura.  Mira la hora que es; seguro esa muchacha anda muerta de hambre tratando de conseguir la información exacta y precisa para los diseños gráficos.

— Es verdad. Tú tienes razón.

Y así era. «Calle arriba, calle abajo» en jeans y con mis cómodas  botas desgastadas: de la Secretaría de Estado de la Mujer (SEM) en la avenida México  a G2 Publicidad, que por suerte — a pie— me quedaba «a un tiro» , cerca,  en la  Avenida Pedro Henríquez Ureña, a una cuadra de la calle Doctor Delgado. No obstante, en ocasiones me daban las siete de la noche y, seguía trabajando en el proyecto.

Era la época en que una no usaba celular. ¡Al fin! Concretado todo. Listo todo. Eras Las Sufragistas, las mismas que un año antes (en el 2003) tendrían una calle con sus nombres en el sector La Castellana por Resolución del Ayuntamiento del Distrito Nacional, para lo cual mi entrañable amiga Maricusa Ornes (1926-2018) para apoyarme en mi causa, llamó a su cuñado Mario (don Cuchito) Álvarez Duggan, Director del Periódico HOY, para que en una página completa se publicaran los fotografías y breve reseña biográfica de Las Sufragistas. Y así fue. [2] Y de este evento relato lo que aconteció el jueves 27 de marzo:

Llegó el día de la rotulación de las calles, pero ¡Oh, sorpresa de la vida! Fui a supervisar cómo iba a hacerse el acto en las intersecciones de la Calle antigua (G) esquina 28 Oeste (Hoy Livia Veloz, esquina Aída Cartagena Portalatín) y, lo inesperado me esperaba.  Lo narro tal cual fue, de labios de doña Nora Nivar:

—Yadira, que Ylonka llamó; está desconsolada, llorando,  que se llevaron las calles, ¡las calles de sus muertas! Dejó dicho que una camioneta del Ayuntamiento (ADN) — según le contaron  los vecinos—  se llevó todos los street banner que ella puso ayer con  G2 Publicidad,  en los postes de luz, para identificar cada calle de Las Sufragistas, para cuando tú vayas con doña Rosa Gómez de Mejía (Primera Dama de la República) y Nubia Suazo, la Presidenta del Ayuntamiento  a inaugurar las calles;  que  gente del Ayuntamiento que fueron al sector dice que con los posters de esas mujeres se está haciendo campaña política a destiempo.  Pero yo no me explicó, ¿es que acaso no leen? ¿Cómo es que no se dieron cuenta que esas mujeres, todas, están muertas? Pero que ella va a ver lo qué hace ahora, y se va a poner a recorrer todo el sector de La Castellana, para saber si  puede recuperar los  trabajos que hizo, ya que fue una camioneta que recoge basura que desprendió todo.

Pues, así lo hice. En una esquina, que semejaba un vertedero de La Castellana, próximo a la calle Eduardo Martínez Saviñón, encontré entre basura, los street banner con las fotografías de mis adoradas muertas.  Procuré de nuevo como transportarlos. Llamé a mi casa; le pedí a mi hermano Omar Paíno que localizara como fuera posible a Moreno (un señor que hacía servicios de acarreo,  que se llamaba Jesús), y le dijera que lo necesitaba, y llevará con qué limpiar los street banner, además de martillos, alicates, tornillos, etc., y que buscará una escalera alta prestada. Hasta que ¡al fin!: De nuevo «mis muertas» en el lugar de la Historia que les correspondía. Desde ese momento me declaré vigilante de ellas. Pero logré mi meta: se realizó el «Acto de desvelamiento de las calles», a las 4.00 pm, y allí estaban las primeras doce calles con nombre de mujer, de Las Sufragistas en un sector con nombre de mujer, La Castellana.

 Desde entonces corre la «leyenda urbana» de que Las Sufragistas protegen a aquellas  que siguen su honroso legado de ser pioneras o constructoras de la ciudadanía de las dominicanas y, a quien muchos llaman «las muertas de Ylonka», y que ya han adoptado como suyas Nurys Abreu Duarte, Mercedes Lora, Carlos Mesa Cartagena, Gloria Muñiz, Aníbal Felix, Nancy Meriño, Fátima Ansejo, Siddy Roque, Rafaela Céspedes, Sonia Corona, Silvia Fernández,  Cándida Peña, Daysi Liriano  y, posteriormente, Jatnna Tavares, Martha Checo, Virginia Binet, Elvira Lora, María del Pilar Gómez, Raquel Fernández,  Emma Valois Vidal, Verónica Sención, Varinia Caamaño, Maritza Pérez Gimbernat,  Mayra Fernández, Rosa Francia Esquea, Altagracia Moreta Feliz, Miguel Ángel Aza, Iris Pérez Romero, Julio Pérez Rodríguez de REVOLTI@O, Joselin Pujol y, por supuesto, Yadira. Así como mi amiga Catalina Ramírez de Tolentino, que cuando alguien le pregunta por mí, ella simplemente le contesta: «Ahí, tú sabes, administrando su cementerio de muertas.»

Hasta aquí dejo este relato, y retorno — de nuevo— a agosto del 2004.

El reloj marcaba, precisamente, las 5.20 de la madrugada del 16 de agosto, cuando Yadira Henríquez de Sánchez Baret y quien escribe, fuimos las últimas en bajar la escalera de caracol de la Secretaría, agotadas, exhaustas,  prácticamente sin haber ingerido alimentos sólidos para hacer el traspaso de mando DESDE LA ÉTICA DEL DEBER CUMPLIDO;  porque ambas- creo- somos, a veces, muy compulsivas con el trabajo. Entonces era muy delgada. Unas 106 libras era mi peso,  por lo que Yadira me decía:

—¿Y qué es lo que tú comes, que «rindes tanto»?

Doña María,  la conserje  y custodia de las llaves de entrada, que nos regalaba en la mañana un delicioso café o un té de hojas verdes hecho y preparado con amor, con unas manos de hadas que nos recuerdan a las abuelas maternas innegables, cerró primero el llavín de las dos puertas de caoba, y luego colocó el candado a las rejas de entrada. ¡Todo estaba consumando! Nos íbamos para regresar en lo inmediato;  ya había amanecido. No había día siguiente, sino el hoy hecho presente.

No pretendo con este escrito llamar la atención sobre el pasado, de hace, aproximadamente, dos décadas;  sólo deseo que me permitan ser cronista de mi tiempo,  como escribía la muy adorada Susana Morillo en su columna  «Visto y  oído» bajo el seudónimo de Vesta.

Lo que pasó ese 16 de agosto de 2004 en el traspaso de mando de la Secretaría de Estado de la Mujer (SEM) es materia de otro artículo, y me demostró lo que he dicho al principio: existen “pactos” secretos que no se firman y, son los que se cumplen y, a veces, a nuestras espaldas los funcionarios /as  que creemos de nuestra mayor “confianza” son los que se ocupan de hacerlos, en perjuicio de su superior con los/as opositores/as.

Hay que cuidarse, mucho en el presente,  de «lo que se ve y no se ve del poder», ya que no todos los ciudadanos/as entienden y comprenden el significado de la palabra libertad, tal como Paul  Valéry escribió en su ensayo «Yo le decía, a veces, a Stéphane Mallarmé… »: la « libertad no es más que el sentimiento y la seguridad de la posesión de lo posible y se desarrolla en él. » [3]

Pero sucede que, hay políticos  que no tienen y no conocen  como diría Valéry: «una economía exacta de nuestras ambiciones y de nuestros actos», lo cual es aplicable a  todos los que demandan atenciones del Estado y militan en una organización política.

Es por esto — repito—  hay que tener cuidado con “los pactos” secretos que no se firman entre políticos, pues como ha escrito  Gandhi: «Un error no se convierte en verdad por el hecho de que todo el mundo crea en él.  Tampoco una verdad puede transformarse en error cuando nadie se adhiere a ella. » [4]

Le  agradezco, por siempre, a Yadira, los chocolates de «besitos» que con su consentimiento «hurtaba» de la bombonera de su despacho, y que pasado el tiempo compartí con Vicentico — su hijo—  cuando al visitarla  en su residencia de la calle Enriquillo No. 7, en Los Cacicazgos, era quien a escondidas le llevaba chocolates a su niño adolescente, que ahora es Vicente Sánchez- Baret Henríquez, Licenciado en derecho egresado de UNIBE.

Le agradezco, continuar diciéndome  con el cariño que sé me profesa, de manera explosiva cuando nos encontramos: «¿Cómo tú estás, poeta?»,  ya que por mi labor — aparentemente como «abogada del diablo»  siendo leal a la institución, a la gestión y a ella—   desde entonces,  en el círculo de las mujeres que interactúan con ella políticamente, soy solo — cuando me ven—,  la poeta.

Así me presentó la Dra. Yadira Henríquez de Sánchez Baret cuando el Presidente Constitucional de la República, Ing. Agrónomo Hipólito Mejía, visitó la sede  de la Secretaría de Estado de la Mujer en septiembre de 2000:

— Presidente: Aquí tenemos un personal administrativo, técnico y gerencial muy calificado, profesional y de distintas áreas… hasta una poeta tenemos. — A lo que el Presidente Mejía contestó:

—  ¡Ajá, Comadre!  y,  ¿cómo es eso de poeta?

NOTAS

[1] Ernesto Sábado. Antología (Librería del Colegio: Buenos Aires, 1975): 111. Selección y estudio preliminar por Z. Nelly Martínez.

[2] «Mujeres meritorias. Doce calles con sus nombres en un homenaje permanente» en HOY (26-III-2003):15.

[3] Paul Valéry. Política del Espíritu. (Editorial Losada: Buenos Aires, 1945): 143.  Traducción de Ángel J. Battistessa. Presentación de Guillermo de Torre.

[4] Gandhi. Reflexiones sobre el Amor Incondicional. (ERREPAR, S.A.: Buenos Aires, 1998): 49. Presentación, selección y montaje de textos: Miguel Grinberg.

FOTOGRAFÍAS EN LA OEA, WASHINGTON, DC.

Sesión Extraordinaria del Consejo Permanente-Participación de las Mujeres en Política. Dra. Yadira Henríquez de Sánchez Baret, Secretaria de Estado de la Mujer, República Dominicana y Presidenta de la Comisión Interamericana de Mujeres. 25 de noviembre, 2002. © Roberto Ribeiro-OEA

Sesión Extraordinaria del Consejo Permanente-Participación de las Mujeres en Política. 25 de noviembre, 2002. © Marco Andre Lima-OEA

 FOTOGRAFÍAS EN SANTO DOMINGO, REPÚBLICA DOMINICANA © Modesto Torres.

 Ing. Agrónomo Hipólito Mejía, Presidente Constitucional de la República; Dra. Milagros Ortiz Bosch, Vicepresidenta de la República, y la Dra. Yadira Henríquez de Sánchez Baret en la entrega de la Orden al Mérito Duarte, Sánchez y Mella en el Grado de Comendador a la Honorable Magistrada, Dra.  Margarita Tavares. Salón de Las Cariátides, Palacio Nacional, 2003.

 Yadira Henríquez, Secretaria de Estado de la Mujer entregando a Alfredo Pacheco, Presidente de la Cámara de Diputados, la propuesta de la SEM ante el Proyecto de Modificación de Código Penal con enfoque de género.

Yadira Henríquez, Secretaria de Estado de la Mujer entregando a Jesús Vásquez, Presidente del Senado, junto a la Colación de ONGs del Área de la Mujer, la propuesta de la SEM ante el Proyecto de Modificación de Código Penal con enfoque de género.

Inauguración de las calles de La Castellana con nombre de doce mujeres.

Inauguración de la Escuela de Capacitación Política para las Mujeres de la SEM.

Firma de Convenio  SEM-UNFPA. A la izquierda el Dr. Carlos Mesa Cartagena, Consultor Jurídico de la SEM.

Publicaciones de la Secretaria de Estado de la Mujer (SEM).

Yadira Henríquez © Roberto Ribeiro-OEA, Washington, 2002
Yadira Henríquez y Alfredo Pacheco
Yadira Henríquez, Jesús Vásquez y la Colación de ONGs
Al centro Yadira Henríquez-Escuela Política
Inauguración de calles de mujeres-La Castellana, 2003
Yadira Henríquez-Firma de Convenio SEM-UNFPA,2002
Condecoración de Margarita Tavarez, 2003
Asamblea CIM © Marco Andre Lima-OEA
Las Sufragistas
Publicaciones de la Secretaría de Estado de la Mujer