Una buena cantidad de años atrás tuvimos oportunidad de realizar un vuelo en helicóptero para comprobar las condiciones en que se encontraba el río Nizao.  De compañero llevábamos alconocido camarógrafo Tony Pérez. Dar varias pasadas sobre el río nos permitió apreciar los graves daños inferidos al mismo por la extracción indiscriminada de arena. En algunos sitios, el daño era de tal naturaleza estrechando  tanto el río que el paso del agua semejaba un delgado hilo. La cámara de Tony dejó constancia fílmica de la agresión.

La explotación estaba siendo llevada a cabo por varias granceras, las cuales debían ajustarse a un protocolo de normas que incluía la recuperación del daño causado.  Innecesario decir que el tal compromiso era letra muerta. Cuando tratamos de acercarnos a los predios de algunas de las empresas para cuestionar a sus responsables sobre el tema, hombres armados nos impidieron el paso.  Tuvimos que conformarnos con las fílmicas aéreas.  Así y todo, el material era muy revelador.

Las tomas dieron para un documental de veinte minutos que llevamos a Freddy Beras Goico.  Cuando este lo vio quedó tan escandalizado como nosotros. Ese domingo lo pasó en su popular programa “El Gordo de la Semana”.  Lamentablemente no hizo el efecto buscado.  Ni había entonces suficiente nivel de conciencia en la ciudadanía sobre la importancia de preservar las fuentes acuíferas y el caudal de los ríos, ni el menor interés por parte de las autoridades, cuyo gradode tolerancia  corría parejo con la influencia y el poder económico de las empresas dedicadas a la extracción,  que la permisividad convertía en actividad depredadora.  De entonces a la fecha, la situación no ha variado.  Más bien, hubo periodos en que se agudizó.

Para el país es un reto de supervivencia y para el gobierno un serio compromiso, en que requerirá contar con el mayor apoyo de todos, al margen de cualquier diferencia, en un tema de tanta importancia que es también del interés de todos.

De ahí, que ahora saludemos con beneplácito y esperanza la disposición del Ministro de Recursos Naturales y Medio Ambiente de suspender de manera temporal, pero con proyección generalizada de descontinuarla en el futuro, la extracción de arena de los ríos a excepción de las colas de las presas.

El doctor Francisco Domínguez Brito asegura que se mantendrá una estricta supervisión para el cumplimiento de esta disposición, al tiempo de señalar que se promoverá el uso de las canteras secas.  En algún momento anterior, se divulgó la información de que en el país existen más de mil que pudieran ser aprovechadas, pero que al ser mayor el costo de extracción su explotación encontraba mucha resistencia.  Habría que confirmar la cantidad, establecer la viabilidad del costo de extracción y el posible efecto ambiental, tomando en cuenta los requerimientos de la industria de la construcción y la necesidad de mantener a ritmo creciente la fabricación de viviendas para reducir el elevado déficit habitacional que arrastramos.

Objeciones aparecidas en la prensa hechas por el geólogo Víctor García a la drástica medida anunciada por Domínguez Brito, a quien califica de “fundamentalista”, pudieran ser motivo de discusión estricamente científica con los técnicos del Ministerio y la propia Academia de Ciencias que cuenta en su seno con varios calificados ambientalistas, a fin de despejar cualquier duda sobre la pertinencia de la misma.

Hace bastante tiempo salió a la luz la información de que en el espacio que media entre el momento en que Colón puso pie en la “tierra más hermosa que ojos humanos hayan visto” y el presente, más de cuatrocientos ríos y arroyos han desaparecido de la reserva hídrica nacional, fruto de la extracción indiscriminada, irresponsable y abusiva de arena tanto como de las diversas formas de contaminación a que ha sido sometida durante estos casi cuatro siglos y medio.

Sobre el tema también hace más de tres décadas, se divulgó un folleto con la firma Frank Moya Pons, quien ocupó la cartera ministerial que hoy detenta Domínguez Brito y comprobó por propia experiencia las presiones ejercidas por elementos pudientes, funcionarios, políticos y militares  para proseguir con la explotación indiscriminada de los recursos naturales.  En esa publicación, el destacado historiador alertaba sobre la posibilidad de que República Dominicana corriera la misma suerte de Haití, convirtiendo la isla Hispaniola en lo que llamó “el primer desierto antillano”.

Ya era hora pues de poner un alto a esta desenfrenada agresión al invaluable patrimonio natural del país, que tanto por deber de conciencia como por interés de nuestra propia supervivencia, debemos cuidar como la niña de nuestros ojos.

Hoy por suerte hay una más extendida toma de conciencia general sobre la importancia de velar por la calidad del medio ambiente. La Academia de Ciencias se mantiene en vigilia permanente.  Se ha ido multiplicando la cantidad de organizaciones y grupos ecologistas dedicados a llamar la atención y trabajar a favor de la conservación de los recursos naturales.  Y cada vez es mayor la cantidad de empresas que incorporan actividades orientadas a ese propósitos a sus programas de Responsabilidad Social Corporativa.

La fuerte reacción del Presidente Medina al comprobar el grado de deforestación de la Cordillera Central –“al que sorprenda reforestando, me lo llevo preso”—que trae a la memoria la drástica medida de Balaguer de cerrar todos los aserraderos para frenar los daños ocasionados a la foresta y las  tomadas ahora por Domínguez Brito para el rescate de Valle Nuevo y con la suspensión de la extracción de materiales de construcción de los ríos, envían una clara señal de que parece existir una firme disposición en el gobierno de asumir como prioridad la defensa del hábitat.

Para el país es un reto de supervivencia y para el gobierno un serio compromiso, en que requerirá contar con el mayor apoyo de todos, al margen de cualquier diferencia, en un tema de tanta importancia que es también del interés de todos. Los intereses a enfrentar son muchos y muy poderosos.  Disponen de amplios recursos y complicidades   Hasta ahora han hecho uso amplio de ambos.   Torcerles el brazo no resultará tarea fácil.  El tiempo dirá.