Ella sufrió una violencia descarnada, tan claras las evidencias que a su agresor lo condenaron a 8 años de prisión que se cumplirán dentro de un año.

El busca negociar con ella bienes materiales para salir antes y posiblemente a estas alturas a ella le convenga, pero todavía el miedo a afrontar este momento no le permite tener la claridad suficiente para tomar decisiones asertivas. Quisiera negociar, quisiera huir, en el fondo lo que quiere es vivir en paz.
Esta es la historia de una mujer dominicana que tuvo la valentía de denunciar, llevar adelante su caso legalmente, asumir un proceso de recuperación emocional, intentar hacer una nueva vida, pero la cruda realidad actual le deja pocas alternativas.

El tiempo ha pasado, ella ha continuado hacia adelante, pero en prisión él no ha tenido la oportunidad de crecer, reflexionar, revisar su vida, y desarrollarse para salir y re integrarse de manera sana a la sociedad. El resultado es resentimiento, rabia y dolor acumulados que le dan señales de alerta a ella y deseos de escapar.
Posiblemente cualquiera que lea este artículo pudiera teorizar acerca de nuestrofrágil sistema carcelario; la precaria, lenta e injusta justicia; la corrupción en la administración de esta; los limitados recursos con que funciona y todo lo demás.
La diferencia entre el lector común y el equipo que trabaja en el Centro de Atención a Sobrevivientes de Violencia es que para nosotras esta mujer tiene nombre y apellido, tiene piel, su dolor tiene un cuerpo y su miedo tiene un rostro. Para nosotras esta mujer tiene una historia, tiene hijos e hijas, además tiene sueños e ilusiones.

Hace 7 años este equipo la recibió y acogió luego de la valentía de denunciar a su agresor, la acompañó antes y después de cada audiencia, preparándola con sus propios recursos para responder en cada una de ellas.  En este proceso este equipo vio cómo se fue estabilizando su salud mental; se le ha visto danzar, crecer y recuperarse económicamente. En aquel entonces vimos el pánico transformarse en confianza y la angustia en seguridad.

El tiempo ha pasado y a pesar de todo su esfuerzo el fantasma del terror se asoma de nuevo. Su miedo es tan real como la impotencia de sus compañeras.

Como país tenemos poco que ofrecerle y nosotras como equipo, dolorosamente, nos quedamos sin respuestas.

Este artículo tiene la brevedad de nuestra falta de palabras.