Conforme nos relata la Santa Biblia en el Evangelio de San Juan (Jn 20, 25), Santo Tomás fue incrédulo frente a la afirmación de sus hermanos evangelistas, quienes afirmaron la aparición de Jesús resucitado. Según el citado evangelio, Santo Tomás no sólo dudó del testimonio de sus hermanos: "Si no veo en sus manos la señal de los clavos y no meto mi dedo en el agujero de los clavos y no meto mi mano en su costado, no creeré".

En nuestros días, esa metáfora bíblica se traduce en “ver para creer”. Y también poner el dedo sobre la llaga, es darle la cara a una situación que molesta, que daña imagen, que desconcierta, que preocupa, que contagia afectando tejidos sanos, una situación delicada que debe ser cuidadosamente tratada y cuidada por quien le incumba o corresponda.

Ya conocemos de los múltiples problemas que tenemos en el país, con autoridades cobrando sueldos lujosos, llevándose todo de por medio, sin resolver la criminalidad, los apagones, cogiendo prestado a un ritmo sin precedentes, sin atender ningún tipo de denuncia ciudadana, cogiendo el petróleo fiado y vendiéndolo en efectivo, sobornando a los grupos choferiles con combustibles para que no protesten, superando la pobreza por “decreto”, con cifras imaginarias, y sobretodo, fomentando la corrupción y patrocinando la impunidad. etc., etc.

En adición a lo que antecede, aparecen en público con un acuerdo de cooperación interinstitucional la Dirección Nacional de Drogas (DNCD) y la Policía Nacional (PN), algo insólito!! Entonces, antes del acuerdo ¿eran dos instituciones “rivales”? la rivalidad de seguro ”ayudaba” a repartirse el botín del narcotráfico, caso DICAN y otros que no salen a la luz pública.

Ahora también nos enteramos de su propia boca, que el Director de la Autoridad Metropolitana del Transporte (AMET), admite que sus agentes ponen las multas caprichosamente, para cumplir una cuota. Es de suponer, que de lo extorsionado al ciudadano, todos los mandos y departamentos se beneficiaban, incluyendo los directores. Parece que el General de Brigada PN, Frener Bello Arias, “dañó el negocio”, con su denuncia.

Y para morir de asombro, un profesional de la Arquitectura comete suicidio, debido a la mafia que lo extorsionaba en la Oficina de Ingenieros Supervisores de Obras del Estado (OISOE). Todo eso ocurre dentro del Palacio Presidencial y en sus alrededores. Entonces, nos preguntamos ¿a quién le corresponde poner el dedo en la llaga, o lo que en buen dominicano sería “ponerle el cascabel al gato”?

Obviamente que, si tenemos un presidente que no tira piedras para atrás, muchos menos las tirará en su entorno, especialmente, cuando él mismo dijo que en tiempos electorales, los funcionarios públicos no distinguen los bienes públicos de los bienes partidarios. Colegimos, que todo se hace con su conocimiento e indiferencia.

Al pueblo, que juzgue…!!