La racha de caos parece no tener fin en Haití. Es como que bien no terminan de superar una crisis, cuando ya se avista otra crisis igual o casi siempre peor. Históricamente hace mucho que no se registra una etapa de tranquilidad, de estabilidad y sosiego para un pueblo, que por si fuera poco, sobrevive sumido profundamente en la pobreza.

El país más pobre de la región. Un título con el que han cargado por tantos años, sin importar la belleza de sus recursos naturales, las playas hermosas, la comida sabrosa y una riqueza cultural que a mi entender, aún conserva todo el potencial para ser explotada.

Contando la historia bien reciente, desde el terremoto del 2010, una tragedia que cobró más de 200 mil muertos y dejó muchísimos mas heridos y damnificados, Haití no parece salir de una. El caos no ha brindado la mínima brecha para que esa gente viva en paz y el país se desarrolle. Y ya viene siendo hora de una tregua, especialmente para su gente.

No se qué hace falta para ello. La fórmula mágica para arreglar el país, la desconozco. Lo que sí sé que urge es cooperación y solidaridad en grandes dosis. Tampoco sé hasta qué grado necesiten de la ayuda internacional para salir a camino, sin caer en la injerencia, venga de dónde venga.

Es el momento de que la ayuda humanitaria fluya como nunca, por parte no solo de los dominicanos, sino también de toda la comunidad internacional. Una ayuda desinteresada y movida puramente por la caridad y el interés de que los haitianos finalmente superen esta crisis. A fin de cuentas, las crisis por más lejos que vivan, repercuten donde menos se espera. Estamos llamados todos, dentro del marco del respeto y las normas, a calzar los zapatos de los vecinos y mirarnos en ese espejo. La cercanía, en el caso de República Dominicana, y la vida misma nos obligan.

¿Será que no ha nacido nadie que le duela su patria haitiana y siembre el orden y la paz ahí? Quiero pensar que sí y ponerle fe a que pronto, y espero estar viva para verlo, Haití retomará el curso de bien y la tranquilidad que su gente verdaderamente merece.