Nueva York.-Comparado con quienes le siguieron, Ronald Reagan con todos sus oscurísimos lados incluidos, fue muy buen presidente.

Reagan retiró las tropas estadounidenses del Medio Oriente cuando mataron 241 Marines con un camión bomba en Beirut en 1983. En 1986, Reagan reformó el sistema migratorio, otorgando amnistía a millones de indocumentados.

Los republicanos y demócratas que siguieron, destruyeron la estabilidad política mundial, la economía nacional y propiciaron las desigualdades económicas más salvajes que registra la historia.

George Bush padre invadió Irak, y armó a los rebeldes contra la ocupación Soviética de Afganistán, que su hijo luego acusó de los ataques del 9-11.

Bill Clinton “luchando contra la delincuencia”, llenó las cárceles de negros y latinos. Clinton “modernizó” el sistema financiero, eliminando regulaciones bancarias, iniciando la debacle interna.

Bush hijo, tras el 9-11 invadió Irak y Afganistán, desestabilizó casi todo el Medio Oriente, profundizó la des-regulación financiera de Clinton, siguieron crisis inmobiliaria y colapso financiero.

Barack Obama prometió cambio, siguió las políticas de Bush; le dio más dinero a los banqueros, estableció su récord; deportó más indocumentados que todos sus antecesores juntos. Con Hillary Clinton dirigiendo su política exterior, destruyó lo que quedaba estable en el Medio Oriente, hoy arden Libia, Siria y Yemen.

Nunca se unieron para la reforma migratoria, hoy están unidos  para “salvarnos de Donald Trump”.

Los Bush, Clinton y Obama parieron a Trump, intentando sustituir la sucesión de liderazgo con el nepotismo.

Votar por Trump sería una locura sobria; votando por quienes crearon, mantienen y manipulan esta crisis económica y de miedo permanente, actuaríamos como locos asustados y sedados.

De Trump esperemos nada, excepto salir de ésta clase política, creadora del desastre nacional y mundial que vivimos.

Sería un traumático primer paso camino al cambio impostergable.

Este purgante de higuereta parece ser nuestro único remedio.