No creo exista en este mundo, algún gobierno que le haya dado un manejo político a la presente pandemia del Covid-19, con tan aviesa falta de ética y moral como lo ha hecho este del PLD. Esta administración ha hecho de la presente crisis sanitaria el pivote básico de su campaña electoral, dejando el país en una situación de casi total indefensión sanitaria, económica, social y política. Ha decretado un estado de sitio que acorrala la oposición y permite la libre circulación de su candidato. Mediante la desinformación y tergiversación de datos sobre la situación sanitaria, mantiene una campaña de miedo en la población para que esta no vaya a votar, haciéndonos el país del peor manejo político del Covi-19. Otro baldón que el PLD/gobierno inflige al país.
Ya se había encargado de situarnos en los primeros lugares, entre los países con peores indicadores en materia de salud, educación, transparencia en el manejo de los dineros públicos, justicia, narcotráfico, embarazo de adolescentes, de accidentes de tránsito mortales, entre otros. Eso, naturalmente, daña la imagen internacional de la República, y tiene un impacto negativo en la autoestima de nuestros ciudadanos, la cual es fundamental para la construcción de la conciencia ciudadana, y constituye la base para que una colectividad alcance una sólida conciencia nacional. Desde siempre, aquí ha existido una corriente de pensamiento conocida como pesimismo dominicano, que con argumentos seudo científicos intenta negar la vialidad de este país.
El hecho de que este gobierno haya contribuido a que, como país, seamos los peores en los indicadores a nivel mundial arriba referidos, contribuye al reforzamiento de la falsa idea de la corriente pesimista que niega la posibilidad de que, como pueblo, somos incapaces de romper con los lastres que impiden del pleno de desarrollo de nuestras capacidades, humanas y materiales. Pero, actualmente, el peor lastre que políticamente nosotros tenemos es el PLD. Este partido ha diseñado una campaña para, a través del miedo, crear la falsa conciencia de que este pueblo no tiene la suficiente capacidad de tomar el necesario cuidado y ejercer su derecho y deber ciudadano de ir a votar el 5 de julio.
Las fases de desescaladas decretas por el gobierno, permiten ir al trabajo, a supermercados y demás negocios, siguiendo determinados protocolos. Sin embargo, el protocolo que se está creando para votar es más riguroso que el usado en los referidos lugares. Por lo tanto, votar no constituye ningún riesgo como pregonan algunas bocinas del gobierno y algunos grupos y/o personas que se abstienen de participar en los procesos electorales básicamente por la exigüidad de sus fuerzas. Por razones políticas, de responsabilidad y de dignidad personal y colectiva, debe ejercerse el derecho al voto para ponerle fin a un régimen que ha sumergido el país entre aquellos que coyunturalmente están en peores situaciones institucionales y de desarrollo humano.
Hay que protestar con todos los medios legales, y votar contra un régimen que quiere perpetuarse en el poder montado en el pretendidamente apocalíptico caballo del Covid-19, para deshonra y nuevo baldón para el país en los planos nacional e internacional y para evitar que sigamos siendo hazme reír de muchos, que sigan los chistes denigrantes sobre nosotros, debido al entramado de corrupción e impunidad en que discurre la vida de la generalidad de altos funcionarios públicos y a la calaña de innumerables legisladores que venden su consciencia durante el ejercicio de sus mandatos. Seguir con este grupo en el poder es acentuar el proceso de erosión de la auto estima de un significativo número de personas y con ello la identidad nacional.
Este pueblo no debe permitir que esta circunstancia se mantenga a través de un presidente que se arroga la potestad de decir, sin ser candidato: “voy a ganar las elecciones” y para tal fin, violar leyes sustantivas y desconocer leyes y normativas del sistema electoral. Un presidente que cada vez que lo necesita, compra legisladores para imponer un estado de emergencia para impedir el derecho de la oposición hacer campaña, al tiempo de utilizar la fuerza pública para que los seguidores de su candidato hagan campaña en horas del toque de queda, precisamente. Constituye pues una falacia, decir que las elecciones del 5 de julio ponen en riesgo la salud de la población dominicana. Lo que realmente pone en peligro la salud de esta nación es la permanencia en el poder del PLD y allegados.
Por eso, votando masivamente con valor y dignidad en las próximas elecciones, se pueden crear mejores condiciones para enfrentar los efectos de la presente pandemia e iniciar el largo proceso de regeneración del país en términos económicos, políticos, sociales y sanitarios.